29 junio 2007

Una intuición sobre Marta Zafrilla


Podría leerme todas esas páginas y blogs donde aparece Marta Zafrilla y hacer un buen refrito, pero, sinceramente, prefiero poner los enlaces con las diversas entrevistas y biografías –breves, necesariamente breves, las biografías- y dedicarme a la intuición, que parece ser lo mío.

Cudernos digitales

Entrevista en La pistola de Larra

Ababol

Ahí tenéis los enlaces y ahí tenéis la foto, pero quiero comentar otras cosas.

Yo conocí a Marta en una fiesta que dio una hermana mía. Estaba con su compañero, Rubén Castillo, el cual había escrito unas amables y quizás inmerecidas palabras sobre mis escritos.

Tenía el libro para que me lo dedicara Rubén y lo puse ante él. La curiosidad de la letra y la minuciosidad de la dedicatoria me llamó mucho la atención. Marta lo observaba escribir con la ironía amorosa que da el mucho conocimiento. Hizo una apreciación que me dio risa. La miré y me pareció, además de una muchacha muy hermosa –lo cual podéis comprobar en la foto-, muy inteligente. Y yo, que apenas conocía a Rubén, sino del mucho aprecio que mi hermana le tiene y las muchas veces que lo nombra, más algo leído aquí y allá, pensé en la suerte que tenía por estar con Marta, lo cual quiere decir que ella, a su vez, me parecía una mujer afortunada por estar con Rubén, ya que estas cosas son siempre correspondientes y no hay posibilidad real de otra cosa.

Habiendo leído ya su novela y hablado algo más con ella, por estos medios novedosos de la Gran Red, y leídas también algunas entrevistas, mi impresión primera de inteligencia se confirma. Pero aún hay algo más que quiero destacar intuitivamente. Marta es muy joven. Cuando miro su rostro en la foto, además de hermosura, veo algo que no se corresponde con la edad que tiene: una madurez que es a pesar de ella misma. Quizás sea la de la persona que siempre va por delante, porque su capacidad de observación y sus muchas lecturas le han hecho vivir más vidas que la suya propia. Amar hace madurar, y observar, leer, reflexionar, ponerse en el lugar de los otros, también, porque eso es amor, “y quien lo sintió lo sabe”. Nunca los escritores conservan mucho tiempo la juventud, aunque no tengan arrugas en el rostro ni hayan perdido el brillo de los ojos. Yo diría que se hacen viejos el mismo día en que deciden que van a escribir un cuento, aunque sea a los seis años y el cuento tenga seis líneas. Hay algo en ellos siempre viejo, o quizás eterno. Ese aura es lo que yo veo más allá de la naturalidad y la frescura con que Marta escribe, habla, se comunica.

Y además, parece que le encanta la cerveza. ¿O la cerveza es el pretexto para charlar, tomar el sol, mirar a la gente, observar y reflexionar de ese modo intuitivo y quizás poco sistemático que es el método de todo escritor vitalista?

27 junio 2007

"Mensaje cifrado" de Marta Zafrilla Parte II


Como pedagoga, considero que la novela de Marta Zafrilla, “Mensaje cifrado”, es muy recomendable para ser usado en la enseñanza secundaria. Siempre nos cuesta encontrar libros amenos, pero al mismo tiempo de calidad literaria y que, en la medida de lo posible, sean también educativos, no en el sentido de la moralina clásica, sino en el que desde tiempo inmemorial ha tenido la literatura como pedagogía de la vida. Podemos decir que esta novela reúne esas cualidades.

En principio, y tras una primera lectura, creo que sería adecuada para jóvenes entre los doce y los quince años, con todas las aproximaciones que se quieran, dependiendo del nivel lector de cada uno. Además de esta aproximada colocación de edades, hay que tener en cuenta que los jóvenes lectores –si el recuerdo de mi experiencia personal como lectora juvenil sirve al caso- no leen con los mismos criterios que una persona ya formada en el hábito y que las fluctuaciones entre la infancia y la madurez les puede hacer estar compartiendo lecturas correspondientes a una edad menor con lecturas que podrían llamarse ya adultas. No obstante, y esto ya lo digo como lectora adulta, esta novela puede ser leída con gusto incluso con más años, ya que el tema y el desarrollo es lo suficientemente atractivo e intrigante como para que así sea.

El argumento es sencillo, pero bien conducido hacia un final interesante. Es la típica novela de intriga en la que alguien muere dejando un enigma para resolver, incluso sin hacerlo de una manera explícita, sino como una propuesta. La gracia está en que el enigma lo deja planteado tras su muerte un abuelo y el mensaje enigmático va dirigido a su nieto, con el cual ha mantenido desde siempre una estrecha relación llena de complicidades basada en el juego de la oca. El chico va a convertirse en uno más de la larga serie de detectives novelescos que resuelven misterios con ingenio e inteligencia, pero también con intuiciones psicológicas, las que le da el conocimiento de su abuelo y el cariño que le tiene. Muy interesante resulta que el abuelo fuera un combatiente en la Guerra Civil española y que precisamente el misterio planteado se refiera a ese cruel episodio de nuestra historia, de modo que al valor potenciado en la novela, el respeto, el interés y el amor a nuestros mayores, se añada la consideración de que ellos son portadores de nuestra historia como pueblo y los que mejor nos pueden transmitir todos los acontecimientos que no pudimos conocer y que, necesariamente han conformado nuestra identidad, en negativo y en positivo. Si además se advierte en toda la narración un rechazo explícito de la guerra y de la violencia como forma de resolución de conflictos –forma que siempre resulta injusta y degradante para el pueblo que la utiliza- tenemos, no sólo un estupendo instrumento de fomento de la lectura, sino también un punto de partida para el debate y la reflexión, eso que se llama la educación en valores y el espíritu crítico.

26 junio 2007

"Mensaje cifrado" de Marta Zafrilla Parte I


Hace unos días leí con mucho gusto y entretenimiento la novela de Marta Zafrilla que ha ganado la edición del 2007 de Gran Angular, premio convocado cada año por ediciones SM.

Tenía varios motivos para emprender tan prontamente la lectura de un libro, como se dice, recién salido del horno. Me gusta esta expresión porque asemeja los libros al pan recién cocido, a los dulces laboriosamente trabajados y saboreados luego con fruición. En primer lugar, como persona interesada en la literatura en general y en la destinada a un púlbico juvenil en particular; en segundo lugar, como pedagoga de la literatura, ya que cada año me enfrento a la difícil tarea de encontrar lecturas adecuadas para cada grupo de jóvenes. Por último, porque conocía a Marta Zafrilla y a Rubén Castillo, su compañero, y este motivo, que puede parecer baladí, para mí no es el menor.

Una vez comenzado el libro, al interés que por sí misma tiene la novela, se unieron otras razones sentimentales y personales.

Descubrí con mucho placer que la novela estaba basada en el juego de la oca, lo que la hacía aún más entrañable para mí. Aparte mis juegos infantiles, comencé a jugar a la oca con asiduidad con mi nieto Marcelo. Primero jugábamos en un vulgar tablero moderno, pero nos gustó tanto la cosa que para no sé ya qué evento familiar pedimos de regalo un tablero de juegos bien chulo. Como el encargo lo llevó a cabo Fernando, que en esos casos no se anda con tonterías, compró una caja de juegos preciosa, con fichas de madera suaves y delicadamente tintadas, con tableros facsímiles de otros antiguos y dados especiales para cada juego. Sé que le costó una buena cifra, pero nunca quiso decirnos cuánto; al fin y al cabo era un regalo. Pues bien, si todos los tableros y fichas eran estupendos, el de la Oca era una preciosidad; un facsímil de un tablero francés de fines del siglo XIX, donde lo único que se había cambiado era la traducción al español de las reglas del juego. Las fichas eran cuatro patitos esquemáticos tallados en madera, cada uno en un color. En ese tablero hemos jugado Marcelo y yo innumerables partidas, en las que nadie podía dejar ganar a nadie –en el ajedrez o en el parchís la abuela puede hacer trampas al revés, o sea, para que gane el pequeño, en la oca no, porque la oca es la misma vida azarosa y los dados mandan. Ya que la oca final, aquella a la que llega el ganador, oronda e impoluta, porta en el tablero una ondeante bandera francesa, yo empecé a cantar la Marsellesa cada vez que ganaba, y Marcelo aprendió pronto esa convención triunfal. Eso ya ha quedado como una complicidad entre nosotros, y si alguna vez juega con el Abuelito, no lo hacen; la Marsellesa triunfal es algo nuestro solamente. Por razones ajenas a mi voluntad no he podido hacer unas fotos del susodicho tablero y sus patitos de colores, pero sin duda las haré y las pondré en cuanto el destino -los dados- me lo permitan. Mientras tanto, ofrezco una foto de Marcelo, aunque no esté jugando a la oca, porque, como soy su abuela y ya se sabe cómo son las abuelas, tengo que decir que es el más guapo.

25 junio 2007

Música andalusí: referencias discográficas

Discografía andalusí


Para los que quieran escuchar unas formas musicales que hoy en día empiezan a ser apreciadas por los amantes de la música antigua, ofrezco esta discografía seleccionada de la página que podéis encontrar en el enlace. Reconozco que mi afición a la música medieval no es muy común, pero puede que encontréis un tesoro desconocido en ella. Sin música se puede vivir, pero la vida sería diferente, mucho más amarga y triste. Aquí tenéis los lujos de los amantes de la música, aquello que no alcanzan ni siquiera quienes tienen gusto y afición. Yo he seleccionado estos porque son los que empezaré a buscar por los escasos medios que el comercio estándar nos ofrece. Ya he escuchado algo de música andalusí y tengo algunas grabaciones, pero creo que ninguna debe de alcanzar la calidad de estas que propongo.


IBN ARABI

El Interprete de los Deseos

CDPN-360

Taryumán al-Ashwáq
Ensemble Ibn Báya & Cofradía Shushtari

Hermana de la Luna

CDPN-330

Moaxaja Andalusí de Alepo
Wasla Rast
Al Turath Ensemble - Mohamed Hammadye

JOYAS DE LA MÚSICA CULTA ÁRABE

CDPN-300

Abdel Karim Ensemble

NUBA AL-ISTIHLAL

Música Andalusí

CDPN-250

GRUPO IBN BAYA

OMAR METIOUI - EDUARDO PANIAGUA
EL ARABI SERGHINI MOHAMMED - LUIS DELGADO

Abdesadek Chekara: música andalusí

Abdesadek Chekara

En Tetuán mis amigos me hablaban de Abdesadek Chekara, un músico excelente que cultivaba la música andalusí. Lo escuché en algunas grabaciones, porque para entonces había muerto ya. Su sobrino Jalal continuaba la tradición familiar como violinista de orquesta andalusí. Se le puede escuchar en este vídeo y, para conocer mejor a su tío, un verdadero músico emblemático de la ciudad de Tetuán, pinchad en el enlace al principio de esta entrada.

Todo esto lo pongo aquí para que no haya confusiones. Esto que podéis oír en el vídeo es música andalusí; ya veis que muy difícilmente se parece a un himno nacional. La música de la Nuba al-istihal inspiró el himno de España o quizás fue transmitida la melodía de generación en generación, pero sólo eso. La letra, naturalmente, nada patriótica: poemas de amor y religiosos, o la feliz simbiosis que la mística de cualquier religión hace de ambas cosas, como bien sabía, por ejemplo, Juan de la Cruz, al que aprovecho para felicitar por su santo, aunque sea con retraso, y dedicarle estos cánticos espirituales del mundo árabe. ¡Felicidades, Juanico!

08 junio 2007

Una letra para el himno de España

Tengo un amigo muy querido y recordado en Ceuta que se llamaba Jesús Flores. Él es profesor de latín en un instituto de aquella ciudad. Ahora, y desde hace tiempo, ya no se llama Jesús Flores, sino El Mehdi Flores, pues se convirtió al Islam al casarse con la encantadora Fusía, con la que tuvo un niño precioso y luego una preciosa niña. Su nombre islámico me ha recordado siempre a los de aquellos andalusíes españoles que marcharon desterrados a Tetuán y Fes, donde siguieron llamándose, por ejemplo, Ahmed Torres o Abselam Baeza.
Este amigo, que es uno de los hombres más eruditos que he conocido, y eso en varias materias humanísticas, me descubrió que el himno de nuestro país era en realidad una composición musical andalusí, sobre un poema de Avempace, cuyo nombre árabe era Ibn Báya, filósofo andalusí del siglo XI. Y me remitió a una página web, la Web Islam, de la Conferencia Islámica española. Allí pude oír esa curiosidad sobre la que llamamos Marcha Real y que es el himno de nuestro país.
Hoy unos amigos me lo han recordado y he pensado que es bueno saberlo, para mi y para los que me visitáis. Lo mejor de todo es que no tenemos que apurarnos por la letra de nuestro himno porque ya tiene. Es esta.

“Acaso la perfección de la belleza
no te dejó ver el cansancio de mi mente.
Aquel que te envió me respondió
con la somnolencia de mis párpados.
Seguí con las hermosas y vivo esclavo de mis deseos.
¡Si pudiera ver con mis propios ojos a mi Señor!,
¡ay! Si pudiera verlo.

Contemplar tu belleza vivifica mi corazón,
compadécete, tú que das la vida al desfallecido,
tu amor me agotó.
Tu belleza hermosa, por su hermosura es bella,
guía y seductora, locura para el que agoniza de amor.
Aquello que era guía se convirtió en un sueño,
y antes de caer en el amor, él me dominó,
me venció y gozó con su dominio,
penetrando en mi cuerpo.

Quise ser sumiso y no atendió mi deseo.
Si me hubiera escuchado, o hubiera estado cerca de mí,
con su ayuda me habría rescatado.
Contemplar tú belleza vivifica mi corazón,
compadécete, tu que das vida al desfallecido,
tú amor me agotó.”


Por todo ello, aquí tenéis los enlaces para hacerlo y saber más.

Para saber sobre el Himno de España

Escuchar la Núba al-Istihal

Para saber más sobre Avempace.
Avempace
Ibn Báya

05 junio 2007

"Zafirula mira el valle", un poema de Soren Peñalver

En aquella fresca terraza donde yo cultivaba, o más bien dejaba crecer a su modo, petunias de variados colores, una noche de primavera Soren nos obsequió con este tierno poema. Es bello en sí, pero explicadas las circunstancias por él mismo, aún se hacía más bello. Un hermoso valle griego mirando al mar y en lo alto de una de las cumbres un rústico cementerio. Una de las tumbas era de una joven llamada Zafirula, extraño y sugestivo nombre. La lápida, como ocurre en muchas tumbas de cementerios pueblerinos, tenía su foto. La muchacha, eternamente, miró desde allí el valle y el mar entre los pinos. Es uno de los poemas de Soren que más amo. La muerte juvenil es dolorosa, pero detiene la imagen de la ternura para siempre.


ZAFIRULA MIRA AL VALLE

Con su falda bien plisada

cuajada de flor de almendro,

la vista absorta y confiada,

Zafirula mira al valle. Espectros

de oro humean las cimas de los amados

montes. La mocedad ruidosa corteja

en los miradores de Arajova,

al influjo vernal del parhelio

insólito. Una lengua de zafiro

y alumbre se insinúa en Itea

(el mar es que fisga por entre

el olivar, sonriente su rostro

antiguo). Sólo para Rula Dios abre

la puerta cancel de este húmedo

parquecillo íntimo, en la tarde

de primavera precipitada. Rumorea

con la noche más el plátano,

el madroño, el pino, el ciprés

y los canalillos de Castalia

la fría, asomados al vacío florido.

Los pétalos rosados, como fragante

rocío, sobre el nombre luminoso

y sus cortos años sencillos, llueven

quedos. A su juventud ofrendado,

para ella eleva Dios el valle mismo,

incensario de pancracios y muscaris

que graciosamente ciñen sus negros

cabellos y modesta frente. Aquel

que guía los pasos evanescentes

de la querida muchacha por las sendas,

por las sombras de los emparrados

blancos y las glorietas irisadas

que confluyen en la eternidad,

celoso se hoza en su mutismo,

impenetrable e impío enigma.

SOREN PEÑALVER