21 abril 2023

Santiago Lorenzo, asquerosamente bueno

Participo en un club de lectura de buenas amigas y lectoras. Participo, pero soy muy mala participante, por criticona, porque leo lo que me da la gana y lo que no no lo leo, con toda mi cara dura. Aporto poco, pero ellas, mis queridas amigas y buenas lectoras, me aportan mucho. Por ejemplo, gracias a ellas descubrí a este escritor, a Santiago Lorenzo

Conchi quería liberar espacio en su biblioteca, así que hizo lo que las personas que aman los libros: ponerlos en circulación. Entre ellos, puso éste de Santiago Lorenzo, Los asquerosos. Caí en ese libro de cabeza y sin oxígeno, no me daba tiempo a respirar y casi me ahogo, de leerlo de un tirón y de reírme, pensar, calibrar, y al final enamorarme de esa narración libre, fresca, dinámica. Escribo "dinámica" y yo misma me río, porque a ver qué dinamismo tiene la historia de un tipo que, por un quítame de allí esas pajas con la policía, se recluye en una casa abandonada de la España vacía, con el único apoyo externo de un tío, un tío que es su tío, vamos, que él es su sobrino, el cuál le lleva comida y cosas necesarias para sobrevivir. Pues sí, es una narración dinámica y potente contra todo pronóstico. Y con un estilo muy particular, sorprendente, porque siendo atrevido y libre, es totalmente inteligible, sin complicaciones aparentes. Leí por no sé dónde que Santiago Lorenzo hace lo que le da la gana. Hace muy bien y es algo que yo aprecio mucho en un escritor. Si encima es humilde y no va de intelectual interesante, y si además es compasivo con sus personajes, pero pone a cada uno en su sitio, y escribe desde variados matices sentimentales y racionales, pues entonces ya me rindo a sus pies y me leo lo que me eche. 

Ahora quiero aclarar que primero leí el ejemplar de Conchi que iba de mano en mano, pero que compré un ejemplar para mí porque lo quería tener físicamente, en mi casa, no solo en el recuerdo de haberlo leído una vez. De paso, como Santiago Lorenzo iba a venir a la Biblioteca Regional de Murcia a una charla, pues que me lo firmara, como testigo de que había visto y oído a este original escritor en persona. Por si mis nietos lo quieren saber algún día.