Un capricho mío en poesía es el otro Jorge Manrique. Siempre que se vaya a un manual de literatura, por extenso que sea, y se busque Jorge Manrique en sus páginas, se encontrará que hay en realidad registrados dos poetas. Al uno se le nombra y no se dice más. Del otro se hace un extenso estudio. Incluso se dice que este poeta ni se nombraría y habría quedado para siempre en la penumbra si no fuera por la aparición del otro. Un poeta, del que dicen que es adocenado, que sigue la línea de la poesía amorosa y burlesca de los Cancioneros de la corte de los Reyes Católicos, y un poeta excelso que escribe las Coplas a la muerte de su padre. Yo siempre creí en esa dos seres que convivían en Jorge Manrique, pues lo decían todos los más sabios del lugar. Hasta que entendí algo: que no puede ser. Que si el hombre era bueno, era bueno para todo, incluso como poeta de Cancionero. Así que me fui al Cancionero y miré. Reconocí que en las formas era un poco retorcidillo, como solían serlo estos poetas cortesanos que necesitaban lucirse ante las damas y hacer rabiar a los demás poetas con sus juegos de ingenio formal; pero también reconocí que era el mismo poeta de las Coplas, o al menos uno muy parecido. Mi idea no es científica, es intuitiva y caprichosa.
Incluso descubrí un poeta que parecía un romántico desesperado, pues con los convencionalismos formales de aquella poesía cortesana, expresaba un dolor íntimo, unas contradicciones y desazones ante el mundo, y un amor a Thanatos, que no encontraba en otros poetas de su mismo estilo. De modo que seleccioné algunos para mi cuaderno. Le llamé "el otro Jorge Manrique".
Aquí dejo algunos de esos poemas doloridos en su fondo. Por cierto, que lo mismo que a Garcilaso, que se lanzó al asalto de una fortaleza sin ninguna protección, a este poeta soldado lo considero un suicida encubierto. Me solían decir que los escritores españoles, quitando a Larra y a Ganívet, no tenían a bien suicidarse, como es más común en otros países, pero nunca contaron a Garcilaso y a Jorge Manrique entre los suicidas. No podían por sus principios suicidarse directamente, pero sí podían realizar hazañas temerarias e inútiles de las que ellos sabían que saldrían con los pies por delante, y eso es lo que hicieron. Ambos tienen mucho en común, a pesar de las apariencias, pero sobre todo esa desazón íntima ante la vida, ese malestar continuo que los marca como melancólicos. Y suicidas encubiertos.
"...el capitán don Jorge Manrique se metió con tanta osadía entre los enemigos, que por no ser visto de los suyos, para que fuera socorrido, le firieron de muchos golpes, é murió peleando cerca de las puertas del castillo de Garci Muñoz". (Crónica de Hernando del Pulgar)
SIN DIOS, SIN VOS Y SIN MÍ
(Una versión ligeramente modernizada)
Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros;
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin Dios, sin vos y sin mí.
Sin Dios, porque a vos adoro;
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros;
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin Dios, sin vos y sin mí.
CANCIÓN
No tardes, Muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo.
Remedio de alegre vida
no lo hay por ningún medio,
porque mi grave herida
es de tal parte venida,
que eres tú sola el remedio.
Ven aquí, pues, ya que muero;
búscame, pues que te sigo;
quiéreme, pues que te quiero,
y con tu venida espero
no tener vida conmigo.
NI MIENTO NI ME ARREPIENTO
Ni miento ni me arrepiento
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío,
ni espero ni desespero.
Conmigo sólo contiendo
en una fuerte contienda,
y no hallo quien me entienda,
ni yo tampoco me entiendo.
Entiendo y soy lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempreque muera
sin querer creer que muero.
Ahora a ver qué decís, si merece seguir este capricho en mi cuaderno o no. Digo que su lenguaje y sus formas están demasiado tocadas por la época y las modas, pero que hay un fondo, un algo de dramático, una melancolía que acepta a veces y a veces le hace rebelarse, que me sigue gustando. Si al menos con la elección de estos poemas, desvelo algo de lo que he sido y quizás de lo que sigo siendo, quizás merezca la pena.