10 julio 2009

Un invitado especial

Hemos tenido en el campo algunos invitados especiales. Entre ellos, alguien a quien teníamos muchas ganas de conocer personalmente, pues ya a través de su blog sabiamos qué tipo de persona era, nos caía muy bien y nos parecía -no son flores de papel, sino flores de verdad- un joven inteligente, con gran sentido del humor y bastante más sensatez de lo común. Hablo de Mameluco, que vino a Murcia por razones de trabajo. Quedamos en la plaza del Cardenal Belluga, nos encontramos y, como él mismo dijo, como si nos conociéramos de toda la vida. Fuimos al campo y charlamos largamente. Me quedé con la pena de no haberle hecho una cena especial, algo más elaborado, pero lo que había, en tan buena compaña, con el fresquito de la noche, estuvo bien. No hice fotos del evento, no sé por qué. Quizás porque era mejor hablar que hacer fotos. Como suele ocurrir con las personas que te caen bien y con las que congenias, pese a diferencias de edad o de situación, se quedaron muchas cosas por hablar, así que espero que sea el principio de una larga amistad.

Invitada especial


Estoy un poco perdida últimamente. En realidad, lo que estoy es encontrada, o sea, en cosas muy mías. En el campo no hay internet. Tampoco hay televisión. Radio para las noticias y móvil para la comunicación con familia y amigos, muchos libros, ordenador para escribir, útiles de dibujo y sudokus. Eso es todo. Estos primeros diez días de julio han sido, sobre todo, para recibir invitados especiales, entre ellos, una invitada especialísima. Mi madre ha pasado una semana completa con nosotros, lo cual es bastante excepcional, porque siempre está muy ocupada y a veces hasta preocupada. Todos sus hijos -que somos nada menos que nueve- tenemos ya más años que Matusalén, pero ella sigue ocupándose y preocupándose por todos. Puedo decir que ha sido una semana muy buena y tranquila, dedicada a cuidarla y a charlar con ella. Ahora no está como en este precioso retrato de cuando tenía algo más de veinte años, pero sigue siendo una mujer con mucho estilo y encanto. Y con algunos achaques, naturalmente.