22 diciembre 2009
Dalí: Vestuario para Don Juan
20 diciembre 2009
Encuentro en Zocodover
Noches toledanas III: psicofonía y el Infante
amigo corre a decírselo a la familia y entonces es cuando las mujeres dicen esas cosas que se oyen en la psicofonía. Los Caballeros de la Orden de Toledo, investigadores infatigables, miran si están vivas estas mujeres, y lo están. Confirman los hechos y las palabras y se oyen a sí mismas con estupor, pero reconociendo sus voces. Esto sí que da un poco de repelús, pero lo superamos, porque somos gente ya curtida en los misterios.
Ya parece que se deshace todo el miedo que traíamos al principio, porque el Caballero ha resultado ser, aunque serio como un Greco, amable e inofensivo. Nos conduce por más callejones y vericuetos, en cada uno de los cuales nos explica alguna anécdota misteriosa sin demasiada importancia, y terminamos en la puerta de la mismísima Escuela de Traductores de Toledo. Ya no es lo que era, desde luego. Ahora la gerencia está a cargo de la Universidad, y con eso y con las hamburgueserías que hay por toda la ciudad, léase tiempos modernos, ha perdido mucho. Pero, bueno, nunca tuvo un local y ahora sí lo tiene; antes eran todos sabios y ahora son todos aprendices. Ahora no tienen conocimientos esotéricos y antes eran todos unos magos redomados.
Alli, en tan insigne lugar, nos cuenta el Caballero un cuento, uno que yo tengo por el más redondo y hermoso de toda la cuentística española, el de don Illán y el deán de Santiago del Infante don Juan Manuel.
Como es cuento que me sé de memoria, voy comprobando si el Caballero olvida algún detalle, y no, se lo sabe muy bien. Yo le ayudo un poco al final, cosa que él no esperaba, pues pregunta al público presente: "¿Y qué vio delante de sí el deán de Santiago?" Y yo digo: "La perdices". Me apunta con un dedo casi mágico y yo me quedo petrificada, por si me va a lanzar algún hechizo, pero no era eso, era para declarar que eso era exactamente lo que vio el deán.
La noche era más fría que nunca; la hora de los espectros se acercaba. El Caballero nos repartió unos marcapáginas muy bonitos en rojo y negro, en cuya cabecera figuraba este título: "El pozo y el péndulo". Hay una librería esotérica que así se llama, que han tomado el título de un cuento de Poe que se desarrolla en Toledo, en los calabozos de la Inquisición toledana. Quien se anime a leerlo, sabrá de verdad lo que es, no una, sino muchas noches toledanas. Y con esto y un somero agradecimiento, se despidió el Caballero de la Orden de Toledo. Nos dejó en la puerta de la Catedral sumidos en nuestros amedrantadores pensamientos.
18 diciembre 2009
Noches toledanas II
De ahí salimos aliviados con la cuenta hecha de los que habíamos entrado, estando todos los mismos sin falta. El Caballero nos llevó por callejas y vericuetos toledanos, a buscar la casa de una bruja que intervino en los amores de un caballero cristiano y una hermosa judía. La pena fue que el caballero enamorado de la judía no supo con quién se jugaba los cuartos, y cuando se vino a dar cuenta resultó que le había vendido su alma al diablo sin saberlo; que lo tengo dicho, que hay que mirar la letra pequeña y no firmar cualquier cosa que nos pongan delante. Verdaderamente, esto es lo único que el diablo nos dejó ver de su persona, la placa de la calle que Toledo le dedica, que ya es mucho, porque no todas las ciudades tienen una calle para este interesante personaje.
Para el siguiente paso tuvo que explicarnos el Caballero de negro que ellos no eran guías turísticos, no, sino investigadores de lo misterioso, y que habían participado en montones de congresos y de jornadas, y que sabían lo que no está escrito de fenómenos extraños. De eso sé yo también un poco, pero no me mandan a congresos, a lo mejor porque los fenómenos extraños que yo veo son de otro orden. Lo que nos contó era bastante extraño, es cierto. Una psicofonía. Nos la puso en el aparato que llevaba en el maletín. Se oía perfectamente la voz de una mujer y se entendía lo que decía. Estábamos a la puerta de una casona toledana de aspecto noble. La psicofonía quedó explicada, pero como esta entrada ya está siendo demasiado larga, a otra cosa, mariposa, que mañana a lo mejor me da tiempo de explicarla y acabar de una vez con el Caballero de la Orden de Toledo.
17 diciembre 2009
Noches toledanas I
09 diciembre 2009
Marcelo y el Greco
También hicimos otro descubrimiento importante: que el San Esteban del Entierro del Conde de Orgaz se parecía a él, pero algo mayor y, otra vez, con menos carnes. El colorcillo de las mejillas sí coincide. Pues algo que tenemos ganados en la carrera de grequización, si es que esa palabra existe, y si no, pues nada, me la acabo de inventar.
Y pensar que de cría a mí me daba miedo la pintura del Greco, y más tarde en mi juventud pensaba que no me gustaba nada, que era algo así como incompatible con las Meninas. Apenas hace unos años empezó a gustarme, a maravillarme, a dejarme suspensa y sin palabras, como adentrándome en otro mundo desconocido. Marcelo me lleva una gran ventaja en esto, porque a él ya le parece de lo más grande.
04 diciembre 2009
Cambios históricos, y tanto
27 noviembre 2009
La Casa: Taller de Arte Experimental
Anoche fue la inauguración de la exposición, ampliada, en el espacio de exposiciones de las Casas Consistoriales de Mazarrón. La casa consistorial es una maravilla del Modernismo, y el espacio habilitado para exposiciones temporales, casi mágico. Las pinturas y grabados lucían allí de una manera muy especial. Leí el texto en voz alta, y una vez más comprobé que un texto puesto en la voz humana crea fascinación entre los oyentes, atrapa, embelesa. Recibí muchas felicitaciones inmerecidas. Las que de verdad merecían felicitaciones eran las autoras (muchas) y los autores (unos pocos) de la exposición colectiva. Un catálogo es algo muy limitado, y puedo asegurar que había allí verdaderas joyas artísticas. La gente que las hace es gente del pueblo, mujeres y hombres que gustan de la pintura y el dibujo como forma de expresión personal, incluso con razonables aspiraciones artísticas.
25 noviembre 2009
Violencia contra las mujeres
19 noviembre 2009
El metro de Mluz
17 noviembre 2009
Anatomía de un instante
He leído de este autor dos libros. Uno se parecía más a una novela, que era "Soldados de Salamina", y llegué a la conclusión de que no era una novela, sino un relato precioso, espléndido, enmarcado con unas historias que no me interesaban apenas. El relato del que hablo es el núcleo central, el encuentro de Sánchez Mazas fugitivo, escapado de la muerte, con el soldado republicano. Lo demás era para hacer páginas y que aquello se pareciera a una novela. No vi la película, y creo que no hacía mucha falta.
Este que he leído hace poco, "Anatomía de un instante", me parece muy superior al anterior, y no sé si es novela o no, ni me interesa, porque leerlo ha sido un placer muy por encima de cualquier clasificación de género. La retórica es posterior a la poesía, aunque a veces y en épocas se tome prerrogativas de ordenanza municipal. Quiero decir que los escritores escriben, y luego los eruditos y críticos hacen las normas según lo que hayan escrito, dándole entonces categoría de género. Si los seguimos un poco, esta sería una novela ensayo o un ensayo novelado. Sea como sea, es un libro espléndido, con una escritura inteligente y tersa, como un pliego de papel blanco con líneas rectas y letra pequeña.
Como ya se sabe, trata del 23 F, ese día en el que todos los españoles con edad suficiente recordamos dónde estábamos y qué hacíamos en el justo momento en que la radio se cortó y se oyeron tiros a lo lejos. La estructura de la novela o lo que sea es sencilla pero absolutamente adecuada: parte de las imágenes de la entrada en el congreso de Tejero y las actitudes diferentes de cada uno de los protagonistas de esas imágenes. De ahí se lanza al análisis histórico, psicológico y político de cada personaje -Suárez, Tejero, Carrillo, Gutiérrrez Mellado, el Rey- con una agudeza extraordinaria. Hay artículos memorables -le llamo artículos y no capítulos, por lo ya dicho- como los dedicados a Suárez, cuya personalidad queda dibujada con potentes trazos combinados con finos matices observados. Pero en realidad esto mismo se podría decir de cualquiera de los retratos que aparecen.
En cuanto a las diferentes teorías sobre aquel intento de golpe de estado -me pregunto si finalmente no triunfó por caminos desconocidos-, Cercas se manifiesta en la línea más oficial. Podría haber sido cualquiera tratándose de una "novela", pero prefiere centrarse en el análisis de cada personaje y en su actuación y antecedentes, antes que aventurarse en un camino de ficción donde todo sería posible, pero no todo creíble. Si está a mano, merece la pena leerlo, y de paso recordar qué se estaba haciendo, dónde se estaba en aquel preciso instante. Seguro que Encarna se acuerda perfectamente, y seguro que le gustará esta lectura.
13 noviembre 2009
Qué semana
Pero antes de irme, hago un repaso a la semana, que no ha sido muy diferente a otras, y sin embargo, he tenido más conciencia de la cantidad de medicación que me habrían dado de niña si hubiera nacido en estos tiempos, por hiperactiva.
Para empezar, he hecho Tai Chi dos tardes, en el gimnasio, con el maestro Won. Este es el tercer año que practico tan sabio ejercicio oriental, al que se llama "meditación en movimiento", pero que quizás tiene más que ver con hartar de tortas al personal adverso que con la meditación, sólo que visiblemente suavizado, estilizado y refinado. Ya controlo bien la secuencia de diez movimientos (es lo más fácil), hago con cierta fluidez la de veinticuatro, y me peleo con la de cuarenta y ocho. Estoy contenta, porque a este ritmo, a los ochenta años, si llego, seré una estupenda practicante de tai chi chuan (de la chen ya ni hablo), pero no me quejo, que todo aprendizaje oriental es lento.
La tarde del lunes la dediqué a ponerles a mis alumnos de Artes Escénicas una película ilustrativa de la Ópera de Pekín, "Adiós a mi concubina". De cinco a ocho, fuera de horario escolar. Vinieron sólo media docena, pero hay que ver lo que les gustó, contra lo que yo esperaba. A todo el mundo no le gusta esta película, pero a mí siempre me ha gustado, y eso que dura casi tres horas de gorgoritos en chino. Aparte bromas, la película es muy recomendable, pues a través de la historia de unos artistas de la Ópera se va observando la historia reciente y determinante de China. Dura, emotiva y muy estética. Para no dejar el continente asiático y seguir viendo cine, en la noche de no me acuerdo qué día, va mi Cinéfilo y pone "La ducha", de la misma nacionalidad, pero de estilo completamente distinto. Aprovechando que puedo hacer dos cosas a la vez, empiezo a hacerme un bolso de ganchillo con una lana que me sobró de no sé qué labor.
Y a todo esto, termino de leer una amena historia del Teatro, de cuyo primer capítulo sacó un resumen para ofrecerlo a mis alumnos, como parte de la Unidad Didáctica II. También programo las sesiones prácticas, pongo las notas de la Unidad Didáctica I, resuelvo el comentario de texto del examen y la cita comentada, y con el último aliento que me queda corrijo unos cuantos trabajos sobre Teatro Noh, Kabuki, Budismo Zen y Tantrismo, todo ello aplicado al teatro. No salgo de Asia. Menos mal que el texto que preparo sobre historia del Teatro es sobre Grecia y Roma. A propósito de eso, me voy a la librería Encuentros, que está en el corazón libre de mi barrio, y encargo a Puri que me traiga un montón de libros sobre Artes Escénicas. Como ella es diligente, va y me los trae, y hoy paso a recogerlos. Qué susto, me los tengo que leer todos.
El miércoles voy a ver a mi madre. Por suerte, ella es tranquila y mi trabajo consiste sólo en ver el Pasapalabra y criticar a mis hermanos un poco. Cuando yo no voy, con otro hermano y/o hermana, me critican a mí. Es ya un clásico familiar.
Visito blogs amigos, dejo comentarios, todos los que me da tiempo y me provocan. A la izquierda está el rollo de blogs, tonto el último. Sólo hay que ir pinchando en donde haya un título chulo y, hala, de visita por el ciberespacio. De paso, me acuerdo de "El secreto de sus ojos" de Campanella, le hago un resumen de mi impresión, procurando no desvelar el final ni lo esencial del desarrollo. Me encantó esta película. Hago siete entradas seguidas en el blog de Artes Escénicas, para mis alumnos y para quien quiera ver lo que estoy haciendo. Contesto a una locatis que está muy enfadada porque los licenciados en Arte Dramático no pueden ser profesores de esta asignatura. Paciencia, todo llegará, pero para entonces, ésta que lo es habrá dejado el trabajo muy primorosamente terminado.
Adapto en un par de horas un cuento de Jardiel Poncela, "Una imaginación desbordante", para el grupo de teatro de profesores. Voy al ensayo, organizo improvisaciones, actuamos, nos reímos, planeamos puesta en escena. Ya está casi todo organizado, al menos en mente, la estética del espectáculo, los papeles, etc. Le doy la lata al director para que nos ponga focos en el escenario. Que sí, que no, que te quiero mucho, pero ahora no puedo. Bueno. Lecturas compartidas, con tablón nuevo y vistoso para poner los carteles. El de esta semana lo hago dos veces, porque el lector ha cambiado de opinión respecto a su lectura.
Una noche, que ya no sé cuál, me voy a un recital poético, porque lee sus poemas un amigo y además bloguero: Rafa, fisioterapeuta de mi centro, y además estupendo poeta. Además, leerá Soren Peñalver, consagrado, consagrado por los dioses de la poesía, amigo muy querido. Un lujazo. Me regalan las dueñas del bar Andestán, (Rafa me dijo que se llamaba Understand, y no veas para encontrarlo) como a todos los concurrentes, un rollito de papel, entre pétalos de rosa, con un fragmento de Ángel González. El destino sabe que es uno de mis preferidos. El fragmento dice así:
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
Parece que me han adivinado el pensamiento. Allí estaba tambień, de hecho habíamos quedado, Eme, mi joven amiga bloguera.
Disfrutamos un montón de la poesía y de la amistad. Y de unas cuantas cervezas.
Y luego, a leer el periodico. Hace tiempo que ya no compramos El País. Nos hartó. Ni por sentimentalismo. Nos pasamos a Público, pero hete aquí que nos desaparece uno de nuestros preferidos, Rafael Reig, por dar demasiado la lata, dicen. Yo digo que porque no se casaba con nadie y ponía los puntos sobre las íes en un trabajo de periodismo pedagógico. Mi Cinéfilo dice que ya no lo compra más. ¿Entonces qué, nos pasamos al ABC? Qué disparate. Que lo compre yo si quiero. Bueno, al final lo compra quien antes llega al kiosco. También me entero de lo del Muro, pero, como dicen otros blogueros, para muros los que hay levantados piedra a piedra, en las fronteras de la UE, en Gaza, en la frontera de los EEUU con México, y otros muros invisibles pero igualmente efectivos, el del hambre, el de la injsuticia, el de la guerra. No sale muy bien leer periódicos; por un euro te dan el día. Pero yo sigo leyendo, indignada. Así vamos.
Seguro que se me escapan cosas de esta semana. Cocinar, recoger, lavadora, esas cosas domésticas tan bonitas, y menos mal que María me ayuda.
Hoy, esta mañana, un descanso. Un café con Encarna en la Placica, tan tranquilas. Siempre tiene que haber un remanso. La tengo últimamente abandonada de recomendaciones de libros. La semana que viene será. A ver si a la próxima le saco más provecho.
09 noviembre 2009
El secreto de sus ojos
Hace algunas semanas que fuimos a ver "El secreto de sus ojos". No la había comentado antes porque aún me la estaba pensando, como saboreando unas imágenes y unas ideas que me impresionaron vivamente. Ahora quiero compartir este placer. Nadie creería que es la primera película que veo de este director. Amigos me habían hablado de otras películas suyas, pero no había tenido oportunidad de ir a verlas. De esta me gustó, desde el principio, el título. Luego me llegaron muy buenas opiniones de gente de la que suelo fiarme, así que fui a comprobar si podía seguir fiándome de ellas y si podía fiar en mi instinto para los títulos. Acierto pleno. Es una película magnífica, y así lo he hecho constar en la página oficial, cuyo enlace queda más arriba, en el sector de comentarios de espectadores.
El guión de esta película es apasionante desde los primeros pasos, pero el último paso es impresionante, un impacto absoluto para los que creen que pueden predecir el desarrollo de una historia y su final aproximado. La interpretación de todos y cada uno de los artistas, un lujo auténtico. Escenas crudas y entrañables se suceden, como en la vida misma, sobre un fondo de injusticias y turbulencias políticas, dominado por la corrupción y la arbitrariedad del poder. El tema, si se mira bien, podría ser de lo más manido; un agente judicial jubilado, que pretende escribir una novela, indaga sobre un caso de su pasado, un caso que le impresionó especialmente y que quedó prácticamente sin resolver y archivado. Esta indagación, que se vuelve personal, se combina y complica con un amor no realizado y con el reconocimiento de sus errores. A mí me emocionó la historia de amistad, que de modo secundario pero eficaz, va jalonando el desarrollo, pero también esa escena de bar y conversaciones de bebedores, donde uno de ellos pone su inteligencia vital al servicio de la realidad que se anda buscando. Una maravilla de creatividad y eficacia.
Y ese final para la reflexión, del cual no puedo decir nada, porque nombrar el asunto sería en parte desvelar la resolución de la trama total y deshacer la intriga que nos mantiene toda la historia.
05 noviembre 2009
Otra idea de don Juan
El don Juan que estos días se representa, con mayor o menor fortuna, con más o menos empeño popular, en los escenarios españoles y latinoamericanos es puro folclore ya, incluso folclore del que hay que mantener con un esfuerzo, dado el estado social en que vivimos.
Sin embargo, hay otras versiones de don Juan. A la primera que voy a explicar yo la llamaría antropológica, por sus raíces primitivas, y también histórica, pues es mito que se ha ido formando nada menos que en las mismas corrientes de pensamiento que dominaban a cada sociedad.
Don Juan es personaje mítico relacionado con el culto a los muertos. Este culto es el rasgo de espiritualidad humana más antiguo que se conoce y, junto con la magia propiciatoria, está en el origen de las religiones. La conciencia y la memoria hacen del hombre un ser excepcional en este sentido; el ser humano recuerda a los seres que le han precedido y los honra, por lo tanto este culto se considera fundacional, o sea, sagrado. Quien lo desprecie o actúe de modo irrespetuoso está poniendo en peligro todos los fundamentos sociales humanos. Para la configuración del mito de don Juan es imprescindible la figura del sacrilegio. En las Cantigas de Alfonso X encontramos un soldado temerario y descreído que da una patada a una calavera en un cruce de caminos y la desafía a volver del más allá para cenar con él. Naturalmente, la calavera acepta tan cortés invitación, acude a cenar con el soldado y de paso se lo lleva de los pelos al infierno, que es lo suyo. Posiblemente desde tiempos más remotos existía ya el relato del sacrílego castigado por su falta de respeto a los muertos. Lógicamente, este culto, para el tiempo de don Alfonso, está ya en la órbita de las tradiciones cristianas y no primitivas.
Todo esto podría ser así, tan simple, y don Juan no sería sino una figura de terror gótico, pero la cosa se complica, pues si hay algo tan sagrado como el culto a los muertos es el pacto de fratría de preservación de la transmisión de los genes. Para resumirlo, el pacto tácito de la fratría dice así: si tú respetas a mis mujeres, como respetas mis posesiones, yo respetaré a tus mujeres y tus posesiones. Con un proceso de sacralización de la mujer en tanto en cuanto posesión masculina, se sella el pacto, y ya para el siglo XVII el convenio ha llegado a su paroxismo máximo. Dos grupos de mujeres se instituyen: las madres (y potenciales madres) y las putas. Las putas son de todos y de nadie. Las madres, y las potenciales madres, pertenecen siempre a un clan masculino dominado por el padre, luego por los hermanos, y por el marido finalmente. Los grandes dramas de honor del siglo XVII son el reflejo literario de este estado de cosas. Otra vez, Calderón y sus crueldades escénicas de perfecta factura, de potente poesía, y de lamentable ideología. En este contexto se forja el mito de don Juan definitivamente y se une al sacrilegio de la deshonra de los muertos, el sacrilegio de la deshonra de las madres y potenciales madres; desde Tirso a Da Ponte, pasando por Moliére, la historia se repite con ligeras variantes. Don Juan es doblemente sacrílego porque rompe y pisotea dos convenios importantes y muy enclavados en la cultura humana: el culto a los muertos y el pacto de fratría entre varones. Don Juan es un asocial, es un marginal, aunque sea aristócrata y caballero. Esta vena de radicalismo contra lo establecido es lo que lo convierte en un héroe romántico y lo dota del tirón morboso que aún tiene en el imaginario cultural. Adornado además de múltiples gracias de galán, de un perfecto arte de amar, de la seducción, del arrojo, de la temeridad, todo ello proveniente de su ruptura social, don Juan multiplica su seducción, no sobre las mujeres, sino sobre la sociedad. De añadidura, al final todo vuelve a lo suyo, pues don Juan es castigado y la gente de orden puede dormir tranquila. Hasta que llega el Romanticismo, en que don Juan es rescatado de nuevo para la escena, con una última configuración del mito, antes de entrar en agonía gracias a los tiempos modernos y el cambio radical del concepto de lo sagrado. Pero el don Juan Romántico lo dejamos para otro día, que ahora me voy a soñar un rato con el Comendador. Que ya no tengo edad de don juanes.
03 noviembre 2009
Don Juan en los escenarios
Hay ya algunas voces, tanto en la red como en la vida cotidiana, que piden la recuperación de las tradiciones relativas a Todos los Santos y las Ánimas. Con toda seguridad esto es debido a la cada vez mayor extensión de costumbres foráneas, como el Halloween, que convierte a los jóvenes por una noche en monstruos americanos, pidiendo por ahí dulces y aporreando todo lo que encuentran a su paso. El joven coquetea con la muerte porque la cree lejana y ajena. El joven se puede permitir jugar con la muerte, sin ser consciente de lo que dice en toda su sabiduría la Celestina: “Tan presto muere el carnero como el cordero. No hay joven que no pueda morir mañana ni viejo que no pueda vivir un año más”. Tampoco saben lo que dice Ortega acerca de la vida, a la cual define como un tiempo entre dos relatos; el primero, que es mítico pues sólo lo conocemos por el relato que nos hacen, el de nuestro nacimiento; el otro, que se convertirá en mítico, pero que nosotros no escucharemos jamás como relato, el de nuestra muerte, la de cada uno. El tiempo -tiempo, no otra cosa- que hay entre ambos relatos es nuestra vida. A mí me parece estremecedora la definición de vida de este pensador, porque es cierta por completo. De los dos acontecimientos que más nos atañen no somos conscientes nunca. A veces, tampoco del tiempo entre ambos.
Yo digo que querría que esta vida que se me ha dado, este tiempo entre dos relatos, fuera una especie de ensayo general, y volver a nacer habiendo ensayado muy bien mi papel, como si del Gran Teatro del Mundo -véase Calderón- se tratara. Quizás haber leído ya a Ortega y a otros, quizás tener recuerdo de los errores cometidos, quizás realizar otros proyectos de vida que se me ocurren a veces debido a un defecto congénito de imaginación desbordada.
Pues una de las cosas que en el relato de mi vida recuerdo con consciencia es una representación del Tenorio, cuando yo tenía unos cuatro años. Se representaba en Yecla, y mi padre hacía el personaje del Comendador, el padre de doña Inés, convidado fantasmal a la mesa de don Juan. A mí no me dio miedo verlo en ese traje y con el rostro completamente blanco, pero mi hermano, un año menor, dio un alarido de espanto. En eso veo que ya estaba destinada al gusto por el teatro, pues sabía que era mi padre disfrazado, no un fantasma. Es ésta una de las tradiciones que merecería la pena recobrar. En los escenarios españoles y americanos, sobre todo en México, desde el éxito total de la obra de Zorrilla, se tiene o se tenía costumbre de poner “El Tenorio”, y lo remarco así, obviando el título real de la obra, porque es “El Tenorio” como “La Celestina” o “El Quijote”, obras que son en su totalidad dominio de un personaje magistralmente creado. Que “El Tenorio”, como obra dramática, tiene defectos es algo que todos sabemos. Jamás en mi vida he leído una obra tan ripiosa y forzada. Sin embargo, cuando se oye en el teatro, si está bien interpretada, con voluntad de arte, ni se advierte lo forzado del verso, y lo que queda en la mente del espectador es el personaje y el misterio. En otras ocasiones, cuando se hace mal, queda bien. Quiero decir que es tan popular, tan de la gente, que en ese contexto del pueblo que celebra la muerte y el más allá con una función de teatro de aficionados, necesariamente ha de estar mal, pero entonces está bien. Con todos sus ripios y sus convenciones. Los fallos literarios de la obra y los excesos románticos han pasado a ser parte de la convención escénica en las representaciones populares.
31 octubre 2009
Hipatia en el Ágora
Como de Hipatia se sabe poco, cada creador y cada soñador puede dar la versión que quiera, sueñe o cree, de modo que Hipatia es personaje que se modula desde la casi inexistencia de datos. Las feministas la hemos convertido en un icono de la dedicación a tareas no incluidas en el proyecto de vida diseñado por el sistema para toda mujer, y, debido a su terrible muerte a manos del fanatismo, en protomártir de la intransigencia, la intolerancia y el patriarcado feroz en que se convierten las religiones monoteístas. En otra línea, casi todas las versiones sobre este personaje apuntan a algo muy parecido.
En primer lugar, había escrito un monólogo, siguiendo la línea de los tres monólogos femeninos a los que llamé "La celada fuente", que tenían como títulos "Corina de Tanagra", "Christine de Pizan" y "María en Éfeso", que fueron estrenados en 1988 por el Sur Grupo de Teatro, dirigidos por César Bernad, en el Teatro Romea de Murcia, y posteriormente publicados por la Universidad de Murcia, libro actualmente descatalogado. Una vez escrito el monólogo, me pareció que el tema psicológico podía extenderse en un drama y en eso lo convertí. Nunca lo publiqué, pero algunos amigos míos pueden dar fe de esta creación.
Anoche fui en busca de la Hipatia soñada por Amenábar, director al que tengo bastante aprecio. Desde luego, no encontré a mi Hipatia, pero creo que tampoco a la Hipatia de Amenábar, que es un personaje blando y desdibujado, sin carácter. Quizás lo que Amenábar ha querido decir es otra cosa. Es decir, Hipatia le ha servido para vertebrar en una película de masas, muy vistosa, pero algo aburrida a veces, y provista de unas cuantas ingenuidades, unas ideas más o menos evidentes en la historia. A mi parecer la primera idea que rige la historia es la intolerancia violenta, tema muy del día, y yo diría que de milenios y milenios de cultura humana. En segundo lugar, muestra el triunfo de la ignorancia y la superstición sobre el pensamiento racional. Y en tercer lugar, y no sé si esto lo habrá hecho notar alguien, es una meditación sobre una de las causas más crueles del derrumbamiento del mundo clásico: la esclavitud. Si el Cristianismo triunfó sobre otras corrientes religiosas de la época, que las había pululando por el ambiente como moscas, fue, entre otras condiciones no menos importantes, porque era la religión de los esclavos, la que prometía la igualdad de todos los seres humanos ante Dios. No sé cómo habría sido la historia si hubiera triunfado, por ejemplo, el culto de Mitra, dios solar que en cierto modo contribuyó a la iconografía paleocristiana, pero que limitó su extensión al ejército. Sabido es que propietarios de esclavos, sobre todo en zonas rurales, los manumitían al convertirse al cristianismo, lo que creó los problemas consecuentes de paso de un sistema a otro; tras los desórdenes provocados por la ruptura del sistema acechaba el feudalismo como alianza entre los señores de la guerra y la protección de las poblaciones amenazadas por el desorden. Pese a esta manumisión colectiva en la Baja Edad Media, habría que plantearse si realmente se abolió la esclavitud, visto que los esclavos se convirtieron en siervos de la gleba, unos casi esclavos, y fueron pasando los siglos y aquí están y siguen, que no hay más que mirar una plantación de frutas tropicales en América del Sur, o las maquilas de las multinacionales, o las fábricas chinas, modelos de esclavitud moderna, o directamente el secuestro y venta de niños y niñas en China, o en Marruecos, o las bandas organizadas para la explotación sexual en régimen esclavista, que no está en países lejanos, sino ahí mismo, en cualquier carretera española. Siempre, siempre, la dominación extrema de una clase de seres humanos por otra es el cáncer de cualquier sistema, pero mientras tanto, se mantiene el negocio. Los cambios son muy lentos y siempre se encuentra un modo de seguir manteniendo la esclavitud.
Otra idea expuesta es la asociación de los poderes, el religioso con el temporal, ya contraviniendo las palabras del fundador, "al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios". No está ausente, en términos generales, la abstracción que el intelectual puede hacer de los sucesos presentes en su tiempo. Mientras todo se agita alrededor, los "académicos" viven en sus elucubraciones y trabajos abstractos. De otro modo no podrían hacer su tarea, es cierto, pero parece que no calibran en ningún momento el cambio que su mundo está sufriendo. Hipatia sólo lo reconoce en un momento, cuando dice a Orestes que Cirilo, el patriarca de Alejandría, ya ha vencido.
Ingenuidades y anacronismos marcan la película. ¿Nadie le ha dicho a Amenábar que en el mundo antiguo no había cristales en las ventanas, por muy bonito que sea romperlos a mazazos? ¿Le han inspirado esas escenas aéreas juegos de ordenador y playstation, como Imperium? ¿Es intencionado que Cirilo el patriarca de Alejandría parezca un terrorista islámico suicida? ¿Alguien le ha supervisado los diálogos, donde Hipatia y sus discípulos hablan como personajes de un cómic? Son detalles que convierten a la película en un producto de masas, asimilable por jóvenes y población media, no demasiado ilustrada, pero que le restan gravedad y enjundia. Por eso triunfa y yo me alegro. Al menos, es uno de los nuestros. Los americanos lo habrían hecho mucho peor, desde luego.
Para quien quiera leer bien el Monólogo de Hipatia, bien el drama "Oración fúnebre", aquí dejo los documentos. El monólogo fue publicado el curso pasado por una revista literaria, llamada "Ágora", qué curiosidad, pero el drama es inédito.
27 octubre 2009
26 octubre 2009
Un regalo de Marcelo
Por la tarde, después de hacer los deberes, ha desaparecido de la casa diciendo que iba a comprar algo. Como su abuelo le había dado la "paga" de nieto, hemos pensado que se había ido a comprar el último manga Naruto. Pues no. Ha vuelto con este libro como regalo de cumpleaños para mí.
Nos hemos quedado estupefactos. ¿Le había aconsejado alguien? Decía que no. ¿Su madre? ¿Su padre? ¿Puri, la dueña de la librería Encuentros, donde solemos comprar? No, no, que no. Él ha entrado en la librería, se ha ido directamente a las novedades. Dice que le ha llamado la atención el color morado, que sabe que es mi preferido. Que ha leído el título y la contraportada, y que le ha parecido que a mí me iba a gustar ese libro. Con toda la razón, por otra parte. Mujeres exiliadas tras la guerra civil, mujeres escritoras de la república, exiliadas. Un acierto.
Ahora estoy orgullosa, es cierto, pero también algo melancólica. No sé qué fue de ese bebé al que llevé a retratar en Ceuta, con ocho meses, tan redondito y hermoso que la gente me paraba por la calle para bendecirlo, y que lució en un escaparate de fotos de niños junto a otros niños vestidos de fiesta de circuncisión y niñas con ropa nueva para las fiestas de Ramadán.
Es tan mayor ya que es capaz de ir a comprar un libro para regalármelo y encima acertar sin consejo de nadie.