29 diciembre 2017

Vampiros y otros relatos, de Mariano Sanz Navarro



Desde que era una joven lectora me ha gustado el tema literario de los vampiros. No sé si encuentro en esos relatos, algunos ya clásicos, una profunda aspiración humana a la inmortalidad, aunque sea a costa de parecer un murciélago sangriento, en ocasiones espléndido, en ocasiones mustio y animalesco, o por sus connotaciones eróticas, o por simple divertimento, pues si vamos a las creencias, yo no me creo que existan más vampiros que algunos que actúan a la luz del día y chupan la sangre, metafóricamente, de los seres humanos, unos en público a grandes masas desprevenidas y otros en privado a personas cercanas incautas. Quizás esa metáfora constituya el atractivo. Ya que nos van a exprimir, fantaseemos. Confieso que no lo sé a ciencia cierta. 

También hay que reconocer que el tema de los vampiros es considerado un género menor dentro de un género menor también, el de terror. Por eso me extrañó que Mariano Sanz Navarro, un escritor bastante serio, aunque haga gala de humor e ironía, dedicara un libro a este género. Los amigos siempre sorprenden con aspectos desconocidos de su personalidad, en este caso gratamente.

Es el caso que Vampiros y otros relatos de Mariano Sanz Navarro, publicado por Murcialibro este año que ya se acaba, contiene notables cuentos de vampiros, pero también otros que no lo son propiamente. Estos pertenecen a la segunda parte del título: "...y otros relatos". Sin embargo, todos tienen en común dos aspectos que caracterizan a los relatos clásicos de vampiros: la melancolía y el misterio. 
 
Los relatos que son propiamente de vampiros en este libro son tres, los tres contados en primera persona desde el punto de vista del afectado de vampirismo, un enfoque que los envuelve de calidez humana dentro de la frialldad del tema. Ellos en realidad creen ser personas normales que tienen una “rareza”, algo que no los aparta del mundo ni del género humano. Los puedes comprender y apiadarte de ellos. En el primero, "¿Vampiros?", un profesional que viaja a Sudamérica es atacado por un murciélago chupasangres. Su deriva hacia el vampirismo es negada una y otra vez a pesar de la evidencia y de las muchas referencias literarias y cinematográficas que le vienen a la memoria. Tal parece que le rebate a un oyente imaginario el hecho de que es un vampiro. 

Un dibujo del rostro del escritor.



El segundo relato es entrañable y tierno. ¿Cómo resistirse a un ser que nace con rasgos animalescos y resulta ser un híbrido extraño que se asombra de un verdadero vampiro al que considera “Un tipo raro”. Y el tercero, “Experiencias”, es sin duda el más misterioso. No siempre el vampiro es un tipo gótico. Hay que estar alerta; los vampiros modernos salen por la noche… a bailar en las discotecas. Este relato me hizo acordarme de una película australiana de culto, “Lo que hacemos en las sombras”, la película de vampiros más divertida de la historia del cine. Sólo que el relato de Mariano Sanz Navarro no es divertido, es muy triste en realidad.

Los relatos que vienen a continuación son variopintos, pero realmente interesantes. Homenajes literarios, como “La desaparición del doctor Pasavento” o “El Médano del Loro”, relatos de costumbres, que no renuncian al misterio, como “Leo”, ni a la crudeza de ciertos hechos, como “Broc”. Pero para los melancólicos irredentos, tenemos un paquete especial de recuerdos y anécdotas populares. “Cochise” relata la venganza de un desheredado, “Los feos”, recuerdos de un tiempo lejano de infancia, “Jueves al mediodía” la remembranza del mercado semanal en un lugar emblemático de nuestra ciudad, con un atento observador adolescente. Y así unos cuantos más que harán pasar un buen rato a quien se acerque a su lectura.
Personalmente, recomiendo el descubrimiento de Mariano Sanz Navarro como narrador de piezas breves. Es que no quiero decir cuentista, no vaya a ser que me lo tome a mal. Le tengo muchísimo aprecio, como persona y como escritor.