29 enero 2007

Os recomiendo a mí misma

No es falta de modestia, es que así sabéis a qué ateneros. Simplemente, os recomiendo que vayáis a este enlace si queréis leer un pequeño ensayo sobre un relato apasionante de Tolstoi (naturalmente os recomiendo antes y mejor leer directamente a Tolstoi, si no es mucho pedir)

REFLEXIONES SOBRE "EL DIABLO" DE LEÓN TOLSOI

(Se lee empezando por la primera entrada que es una explicación o aclaración, y son seis partes. Era demasiado largo para subirlo de una vez. Impreso queda estupendo para leerlo)

Pero si lo que os pasa es que no os gustan nada los toros y estáis de acuerdo en que se acabe con tan sangrienta y salvaje "tradición", os recomiendo este otro artículo:

28 enero 2007

Doblemente macabro


Lo mejor es mirar esta foto un buen rato y empezar a pensar qué significa. En definitiva, qué se ve y qué quiere decir ese revólver extraño. Yo sólo puedo decir que esta noche querría tener uno de esos. Simplemente por tenerlo, por saber que tal cosa existe. Nunca lo usaría, desde luego, pero lo que me inquieta es que alguien haya podido imaginarlo y que sean jóvenes los que la hayan plasmado en una pared. Miradla bien. Es una imagen terrible y humorística. De macabro humor. Siempre un arma es algo macabro. Esta lo es doblemente.

Pero en un encuentro posterior con la foto, dos o tres días después, pienso en el sentido más profundo de la imagen. ¿No será una enseñanza acerca de la violencia? Algo así como el que a hierro mata, a hierro muere, o dicho de un modo más moderno, el revólver que empuñas contra otro se vuelve contra ti. Si matas a un semejante, es a ti a quien matas. Va a ser eso.

11 enero 2007

Más paredes pintadas




Primero vemos la pintada libre, sin arte ni concierto, con el fondo de "El jardín de las jirafas", con arte, con concierto. Por cierto, que fueron, según parece, las juventudes comunistas quienes escribieron el grito de "Viva la República", lo cual ya sabemos qué significa en un país que no es una república y que pasó por lo que pasó. No me importa dónde viva la república, sino que viva donde viva, que se venga ya para acá. En fin, los muchachos expresan los deseos de otro modo.

Alguno de los artistas jóvenes se decidió a pintar una reja de rondar con sus macetas y todo. Contiene la ironía del tipismo pasado de rosca que ya para nada vale, como esa reja cegada en la que nadie irá a rondar a nadie.

Con el tema de los animales humanizados, fantásticos, el pulpo humano sujeta una criatura a la que no sabemos si va a devorar o le está haciendo de columpio.

El gato es el gato que estaba encerrado, ufano con su cola ondulada y su hocico husmeando el aire mañanero.

Pero la foto que no contiene ninguna pintura es la auténtica historia de toda esta serie. ¿Podemos mirar una pared desnuda de derribo, con su viejo papel, su pintura desgastada, las sombras que dejaron los muebles o los cuadros, sin pensar en las historias humanas que acontecieron allí?
Cuando derribaron la casa en la que había vivido mi hija, estuve viendo durante casi un año completo un dibujo de mi nieto aún pegado a la pared de la que un día fue su habitación. No he podido desprenderme de la imagen desde entonces.

10 enero 2007

En blanco y negro



Una mañana apareció mi barrio lleno de estas pinturas en las paredes de las casas derribadas, acciones que no se pudieron hacer sin la colaboración de las instituciones. "Dar un pico a un pájaro", "El jardín de las jirafas", por ejemplo, eran los títulos que tenían los enormes murales. Impresionaban entre los escombros de los derribos y la suciedad de algunas de las callejas en las que estaban. Aunque la idea me gustó y poco a poco me estoy acostumbrando a verlas, de modo que, si las quitan, notaré su ausencia, no puedo dejar de pensar que hay gato encerrado en ese uso del solar y de la pared desnuda. No sé qué gato, ciertamente, pero alguno debe de haber, aunque sea pardo. Y es que ene esta ciudad muchas personas vivimos en la desconfianza continua. Es un ejemplo solamente: no nos atrevemos a ponderar la belleza de un árbol, la buena sombra que da, lo grande que se ha hecho, porque pensamos, quizás con pensamiento mágico, que el concejal correspondiente nos oirá y mandará cortarlo. Hemos visto talar muchos hermosos ejemplares para rasar plazas de cemento y piedra artificial. No me voy a enamorar mucho de estas pinturas porque pueden desaparecer cualquier día. No sería una tremenda pérdida, pero se desea, quizás injustificadamente, que la ciudad sea reconocible, que mantenga lo que tiene, que sea humana. La tendencia no es esa. Por desgracia.