21 octubre 2010

Un día otoñal

Con mi abuela Bibiana.

Con mi abuela María.

El fotógrafo amigo hizo esta composición.

Chinorra era yo por entonces.

Mi debut en el teatro, en el Concha Segura de Yecla.

¡Qué cosas!

¡Qué risa!

Amantes de los libros. 
Consecuencias de ese gran amor por los libros, 
ya se contarán otro día.

 Con Carmencita en el parque de Yecla.
Carmencita murió un año después. 
Podría haber sido ella la superviviente a esta foto, 
pero fui yo, y esto no me alegra, sólo me hace pensar
en el destino insoslayable. (Y, por supuesto, como diría Lady Murasaki, en la impermanencia del ser).

Hoy me permito un poco de melancolía, con un tinte ligero de gozo, más unas gotas de vanidad. Son unas pocas fotos, pero muy antiguas. Tienen todas entre cincuenta y ocho y cincuenta y cinco años. Esos tres años, quitando el hecho de convertirme en una princesa destronada a la temprana edad de once meses y medio, fui muy feliz, tanto como no he vuelto a ser nunca más. Ah, la infancia, el primer y único paraíso. El verdadero jardín.

Y otro día hablaremos del gobierno, que hoy estoy melancólica y feliz. Que nada me estropee el día.

17 octubre 2010

El pabellón dorado, que está bien lejos

Kinkakuji. Vista nocturna
Foto de Akisura Shibata

Una buena amiga, muy querida para mí,  me ha regalado una carpetilla con estas preciosas fotos del Pabellón de Oro, en Japón. Sabe que me gusta muchísimo esta cultura oriental.
Mira qu'etá lejo Japón.

Vista panorámica de Kinkajuki-in
Foto de Akisura Shibata


Mi amiga es  una incansable viajera. Se lo puede permitir. Incluso ir a Japón, que mira qu'etá lejos.


Segundo piso. Estatuas de los cuatro reyes celestiales.
Foto de Akisura Shibata

A mí me gustaría mucho ir a Japón, desde luego, pero a lo mejor no me lo puedo permitir. ¿O sí? Es cuestión de hacer un esfuerzo. Puede que un año de estos lo haga.


Takigi Noh
Foto de Akisura Shibata

Esto, quizás, es lo que más me gustaría ver en el Japón, un espectáculo nocturno de teatro Noh, en el Pabellón de Oro. Después de leer las Seis piezas Noh de Yukío Mishima y de enterarme muy bien de qué va esta forma tradicional de teatro japonés, es algo fascinante para mí.


Tercer piso. Vista interior.
Foto de Akisura Shibata



Si me atreviera a subirme en un avión para un viaje tan largo, podría ver este maravilloso reflejo en el suelo del tercer piso del Pabellón de Oro. Y al escribir "Pabellón de Oro", me acuerdo otra vez de mi querido y terrible Mishima. Hubo un tiempo en que me dejó atónita con la novela que lleva precisamente ese título: "El pabellón de oro", y después con otras muchas más.




Primer piso. estatuas de Buda Amitaba 
y del Shogun Ashikaga Yoshimita.
Foto de Akisura Shibata


También podría leer haikus después de ver a este precioso Buda Amitaba y el muy digno Shogun Ashikaga Yoshimita, inspirada por la impermanencia del ser, que decía Genji, en la novela de Murasaki Shikibu, "Genji Monogatari".


Segundo piso. Tapiz mural
Foto de Akisura Shibata



Una delicadeza de tapiz mural. Que en Japón no van a poner cualquier cosa en las paredes. Faltaba más, con lo finos que ellos son y lo lejos qu'etá Japón.
(¡Subir en un avión, qué miedo!)


Tercer piso. Vista interior
Foto de Akisura Shibata




A través de las ventanas del tercer piso se ven  esos delicados árboles del jardín, en rojos, marrones, verdes. Es la misma imagen que se puede tener leyendo un haiku de Basho. 
(¿Me subo al avión o no me subo? ¿Me gasto los pelos en un viaje al haiku, al teatro Noh, a Murasaki Shikibu y a Mishima, o me quedo en mi casa, mirando el jardín de Floridablanca, con los libros correspondientes en las manos?)


Aquí el consejo de "No me pises que llevo chanclas"
No es Ceuta lo más lejos que he ido, pero es que Japón... Mira qu'etá lejos Japón.





06 octubre 2010

Paraíso

Todo jardín es un intento de crear un paraíso. De hecho, eso significa exactamente la palabra persa de la que procede paraíso,: un jardín, un cercado.

 Jardín romano con laurel.
De la Casa del Vergel de Pompeya

Cercado. Me hace pensar que para crear un lugar único, especial, donde se goce de las bellezas del Edén, de la calma alejada del vaivén incesante del mundo, ese terreno tiene que estar cercado, cerrado. No todo el mundo tendrá acceso al paraíso particular que cada cual cerca.

Hablar de jardín público parece una contradicción. Pero hablar de jardín privado, en el sentido de la absoluta propiedad, también lo parece. El jardín es de todos o no es de nadie, y si no es de nadie, deja de ser jardín. 

También me voy a buscar la palabra jardín. Es lo mismo. De la raíz franca "gart", resulta que significa la misma cosa: cercado. Apareció en el castellano en 1495, dice el diccionario Corominas. Seguramente, se usaría antes, pero sólo los pedantes. Fernando de Rojas pone a Melibea en un huerto, no en un jardín. Un huerto es un cercado también, y también tendrá pájaros, frutas, flores, además de acelgas y ajos tiernos, me imagino.

 Cercado romano con frutales y pájaros.
De la Casa de Livia de Roma



Dentro de un cercado, un laurel.
Pájaros. Frutos. Flores. 

¿No parece esto una revelación de la soberbia humana? 

01 octubre 2010

Poeta en el jardín de Floridablanca

JOSE SELGAS


(1822-1882)







“Vuela en paz; y en la alta cumbre

repite, con voz sentida,

lo que las aguas murmuran,

lo que las flores suspiran.”

 
 
 
 
 
 
Es lo que pasa, que a uno le hacen un monumento con toda la buena intención del mundo, y en la dedicatoria se pasa de ser poeta romántico a poeta de la verdura, la cual le han puesto debajo en forma de hermosa corona poética.

Cultivar el jardín




"- Lo que sé es que hay que cultivar nuestro jardín –le interrumpió Cándido.

- Tenéis razón –reconoció Pangloss-, porque cuando el hombre fue colocado en el jardín del Edén fue puesto "ut operaretur eum", para trabajar. Prueba de que el hombre no ha nacido para el ocio.

- Pues trabajemos sin discutir –concluyó Martín-. Es el único medio de hacer la vida tolerable."

De "Cándido" de Voltaire



Porque...

"Contra la tesis mantenida por Leibniz de que nos encontramos en el mejor de los mundos posibles, más bien pareciera que todo se rige por el principio de lo peor. En todo caso, si Dios creó el mundo con algún fin, debió ser para hacernos rabiar".

Del mismo Voltaire