19 diciembre 2006

Primero llegaron las jóvenes feministas. Habían tomado su fuerte frase de Mujeres Creando. No es que esté totalmente de acuerdo con la frase -lo de la licuadora suena muy duro- pero cualquier mujer se siente liberada, complacida, no sé cómo definirlo, con ese deseo expresado por mujeres jóvenes que se sienten siempre amenazadas. "Imagina que es de madrugada, que una muchacha va sola por la calle, y que no tiene miedo". Otra frase para nosotras, ésta para echarle mucha imaginación, desde luego. Estas jóvenes se atrevieron a dejar, quizás de madrugada, quizás con miedo, su grito de protesta en la pared.
Y tenían toda la razón para sentir el miedo que quizás sintieron, porque pasó por allí después un posible violador y, sintiéndose amenazado, escribió con pintura bien negra una frase que a mí me parece aún más agresiva. Además esbozó el torpe dibujo de una pistola. O sea, que con toda razón, a la licuadora. No recomiendo el zumo a nadie.

15 diciembre 2006

Vanidad halagada: la crítica de Wilma

Una tiene su pequeña -incluso a veces grande- vanidad. Una escribió una novela y no hay forma de publicarla. Quien la ha leído, al menos lectores sin malear por la marea de fantasías y literaturas, se han quedado tirados leyendo hasta el final, pero quizás eso no basta. Y cuando más hundida estoy, pensando que quizás no vea la luz la historia del abogado penalista, con sus montones de historias alrededor, llega Wilma y me pone una crítica entusiasta en su blog. Tengo que darle las gracias, desde luego, pero además mi vanidad y mi agradecimiento, las dos cosas, me inclinan a poner un enlace aquí para que, si alguien entra pueda leer lo que Wilma dijo. Es una buena amiga, pero también una lectora voraz y experta. Me halaga, qué le vamos a hacer.

13 diciembre 2006

A pesar de los muchos trabajos, pusimos mucho tiempo, placer y esfuerzo en ver unas cuantas películas. Ya no iremos mucho al cine en la ciudad. Ahora cierran los cines del centro y los mandan a tomar viento a las afueras. Para ir hay que coger el coche, entrar en la vorágine de los miles de coche en la misma dirección, unos centros comerciales fríos, enormes, abarrotados y, a mi parecer, la muestra más patente de la estupidez que ataca, como pandemia, a nuestra sociedad, mono de imitación de los yanquis. De manera que nos olvidamos del placer de ir al cine andando -el pobre cine Rex, nuestro cine, ya agonizante- y nos conformamos con revisar los clásicos en dvd. Para empezar hemos tomado dos italianos: Fellini y Visconti. Poco a poco, y por menos gasto del que supondría la locura de los multicines en coche, vamos reuniendo una colección de películas de las que se ven más de una vez. La primera, esta que aquí se presenta. Ya vista hace años, el tiempo la ha hecho aún mejor. ¿O somos nosotros los que somos mejores? Comentamos que no aparecen imágenes de los crímenes de los nazis, pero que toda la violencia, toda la maldad, la degeneración y el horror están en la película. Impresionante, como siempre en Visconti, la puesta en escena y la interpretación de los actores. Teníamos la impresión de estar asistiendo a una tragedia de Shakespeare, a un Macbeth moderno y quizás más perverso. A veces, incluso a un Hamlet estúpido y abyecto. Ahora, Visconti. De nuevo y siempre, un maestro.