05 abril 2006



A las palomas de Granada, sin embargo, les gusta más el vino y la compañía de gente tapeando. Ellas son así. Cuando se cansan de revolotear por Bibarrambla, se van a tomarse un chatillo a la taberna más cercana. Y, vamos, sin pizca de miedo a la gripe. Son unas temerarias, sabiendo como deben de saber por su largo trato con humanos, cómo nos las gastamos. Que van los dueños del local y se hacen un escabeche con las pechuguillas, por ejemplo.

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