15 mayo 2009

¿Cómo enseñamos la Literatura y la Lengua?

Hace un tiempo recibí por correo de parte de mi amigo Santiago Delgado, este libro de su autoría. Lo archivé y me dije que en cuanto tuviera un rato lo leería. Pensamiento vano. Entre el aprieto que siempre llevo y que me cuesta demasiado leer en la pantalla, lo iba dejando y casi que lo olvidé. No lo olvidé, en realidad, porque lo tenía en el escritorio, pero se me fue de la mente entre demasiadas cosas que hacer. Hasta que Rubén Castillo actuó de clarín y me lo rescató. Santiago tuvo la deferencia de regalármelo en papel, que es como se lee a gusto y se subraya y se manosea un poco, y hasta se huele. Lo leí el fin de semana pasado con mucho gusto. Quizás sea porque coincidimos en el punto de vista sobre la enseñanza de la Literatura, de la Lengua, del lugar que cada una debería ocupar en el desarrollo escolar, en la observación del desfase que hay entre la realidad y lo que solemos hacer en las aulas, donde a veces tenemos más en cuenta nuestros gustos e ideales literarios, nuestro convencimiento sobre la mucha necesidad que hay de conceptos gramaticales, y otras cosas, antes que poner nuestro saber al servicio de nuestros alumnos y ofrecernos más como guías que como instructores. Ellos son de hoy, de ahora mismo, y tienen el futuro para compartirlo con nosotros hasta un punto. Después los dejaremos solos y nos iremos. Ellos serán los encargados de transmitir aquello que sepan, que hayan disfrutado y apreciado, a gente que será como ellos son ahora.
La idea de Santiago, como la mía, y como la de un grupo de profesores, no necesariamente jóvenes, pero siempre entusiastas, es la de poner en primer plano la Literatura, no la Historia de la Literatura; partir del texto, no del autor, ni de la época, ni de las características del movimiento literario, que son cosas que vendrán luego, cuando se haya suscitado el suficiente interés o mediante trabajos de grupo o individuales. La finalidad nuestra debería ser siempre educar la sensibilidad literaria. Yo suelo decir que cuando trabajo un soneto de Garcilaso, por ejemplo, lo que pretendo conseguir no es que conozcan a Garcilaso, que podría ser otro autor y otra época, sino que no puedan soportar una puerta cerrada de golpe. Es decir, que ese soneto haya creado tanta armonía en su interior que las disrupciones sean sentidas como lo que son. No sé si lo conseguiré, pero yo no enseño poesía, enseño sensibilidad, buen gusto.
Respecto a la Lengua, la frase de Santiago es lapidaria:

"La Lengua no es un contenido, es un instrumento. El mejor instrumento para aprehender el mundo. Si confundimos la Lengua con la Gramática, también confundiremos las instrucciones de una medicina con la medicina misma. Quien quiera sanar, tome la medicina. Entender las instrucciones no cura".

La pena es que se trata de un libro difícil de conseguir, pues su publicación ha corrido a cargo de la Consejería de Educación, por lo que, según parece, no se vende en las librerías. Sería cosa buena que llegara al máximo de profesores de Lengua y Literatura, pues incluso en el caso de que no se estuviera de acuerdo en todo su contenido, aporta una visión diferente de estas enseñanzas de las que todo el mundo se queja, pero a las que nadie pone en marcha para un giro definitivo. Por eso, y si el autor no se enfada, que si se enfada lo quito al momento, subo aquí un enlace para que los interesados puedan echarle un vistazo. En papel, desde luego, se lee mejor y con más gusto, pues es un libro ameno, contrariamente a lo que suelen ser los libros de didáctica. Bien estaría que nos hablara de otra forma de enseñar y no enseñara, como decían los clásicos, mezclando lo útil con lo agradable. Santiago lo ha tenido bien en cuenta.




31 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Santiago Delgado tienen siempre ganas de escribir
http://blogs.murcia.es/santdo
Y de Rubén Castillo, buenas críticas literarias en La Verdad.
La lengua como instrumento. Es lo que siempre debería ser.

Rubén Castillo dijo...

Muchas gracias, bonica mía, por eso de recordarme; y, sobre todo, de rebautizarme con el nombre de "clarín". Me ha llamado cosas más raras, pero jamás (jamás) tan originales.
Y no sé si conozco a Supersalvajuan, pero le pasas un abrazo de mi parte por la simpatía con que se refiere a mis viejas críticas de "La Verdad".
Abrazos literarios.

Sándor dijo...

Bueno creo que este libro lo guardaré en el ordenador, no para leerlo dentro de poco (aunque puede, pero supongo que no,no creo que me llame la atención en estos momentos) si no para que lo pueda leer tranquilamente en el momento en el que saque las oposiciones, que aunque aún queden muchos años hay que ser previsor, al fin y al cabo tengo pensado ser profesor de Lengua y Literatura, así que gracias Fuensanta, aunque me queden unos cuantos lustros quizás para poder serme útil.
Un abrazo.
Sanyi.

Alfa79 dijo...

La lengua es un instrumento con muchísimo contenido. Es la base primordial para la comunicación entre humanos.

Como yo soy un simple pero disciplinado alumno, pues sólo puedo decir que seguiré aprendiendo a leer y a escribir. Creo que esta es la base principal para amar nuestra lengua y envolvernos en la literatura.

Mi impresión personal es que hemos de desechar los tecnicismos, y sobre todo, los diferentes barbarismos que nos invaden día a día.

Si hablamos claro, aprenderemos claramente.
Si hablamos con subterfugios o palabras abstractas, no nos entenderán jamás.

Saludos. Toni Sagrel.

Leandro dijo...

Yo recuerdo un aprendizaje de la literatura tremendamente aburrido para nuestros catorce, quince, dieciséis o diecisiete años. Se obviaba por completo la literatura que nos hablaba de las cosas de nuestro tiempo; los pocos que le dedicábamos verdadera atención a esta asignatura, crecimos pensando que no había narrador válido si no llevaba, al menos, veinticinco o cincuenta años muerto. Nos perdimos muchas y grandes cosas, mientras dedicábamos esfuerzos desproporcionados a estudiar horrores como las Cartas Marruecas. Era un estudio rutinario sin el más mínimo atisbo de pasión por los libros.

AGB dijo...

Querida Fuensanta,
Siempre me gusta lo que escribes, aunque te lea la mayoría de las veces en silencio, sintiéndome entre invisible y espía, sin querer interrumpir en el círculo de tus amigos; pero esta mañana te escribo unas letras.
1. Gracias por leer y comentar el "testamento" de S., sus reflexiones tras una larga docencia.
2. Te eché de menos -mucho- en las reuniones del bachillerato de investigación
3. Desearte que te recuperes pronto de esa dolencia profesional de nombre tan extraño y que nos deja las voces cazalleras.
Un beso. Aurora

Fernando Manero dijo...

Aunque no soy de esa especialidad, procuro seguir de cerca los avances en la pedagogía y en el uso del lenguaje, pues todos dependemos de esta herramienta para expresarnosn y dejar constancia de lo que queremos y de cómo lo queremos. Otro gallo cantaría si muchos de nuestrosn autores, políticos o charlistas hicieran caso a lo que se les dice para que lo digan como lo deben decir. Tomo nota de esa obra, que, aconsejada por tí, ofrece la máxima garantía. Gracias. Deseo que te recuperes pronto para bien de todos.

Miguel dijo...

Yo estoy convencido que a andar se aprende andando. por eso pienso que es fundamental que los alumnos practiquen el texto libre. Que se sientan autores de sus escritos. Luego ya se comentará en clase las posibilidades y fallos de la creación del alumno. Lo otro, el enseñar y transmitir datos de literatura es vano.

Un saludo.

Atenea dijo...

Cuando estaba en el colegio me acuerdo que las clases de lenguaje y literatura no las hacían amenas pero al menos captaba lo enseñado, yo aprecié más la literatura por los cuentos que leía que por las clases de literatura en si, jejeje, y ni te hablo de los demás cursos, aqui la educación resulta bastante triste ...

Un abrazote!

Yolanda dijo...

Para los que amamos la lengua y la literatura como inestimables medios de comunicción y de deleite cualquier reflexión sobre las mismas nos resulta interesante. Coincido con los que piensan que lo importante no son las normas, ni la teoría ni la historia, aunque ayuden a comprender la obra. Yo hago leer mucho a mis alumnos, procuro proporcionarles textos diferentes para que tengan un amplio abanico de posibilidades donde escoger. A los niños les gusta leer, sobre todo en voz alta, pero les cuesta aprender Gramática, hay que reconocer que es árida y antipática, aunque útil y necesaria. Es necesario conocer las reglas para construir y entender un texto. El problema es que en los programas educativos prima la teoría sobre la práctica y los alumnos, ya poco motivados de por sí, se aburren. Hay que ingeniárselas para acercarles al deleite que supone leer, y no es fácil. Saber leer y comprender es fundamental no ya para el aprendizaje, sino para cualquier actividad cotidiana.
Leeré el libro, gracias por el enlace.

Rosa Cáceres dijo...

Me parece a mí que a lo mejor el amigo Santiago tuvo la suerte de tener algún profesor espléndido de Lengua y Literatura en el Instituto, cuando él era alumno, que no profesor todavía. Yo tuve a D. José Mª Sobejano, uno de esos que ponen pasión en lo que enseñan y que saben que un ejemplo arrastra más que todas las palabras del mundo. Apasionándose por la Literatura, nos enseñó a amarla. No sé si Santiago lo conoció, pero sí sé que en la Facultad compartimos el honor de ser alumnos de D. Mariano Baquero Goyanes, que hacía creíble -porque es cierto- que a través de la Literatura se puede entender el mundo y, sobre todo, se puede mejorar la vida.
Santiago es de esa escuela, igual que Clares, que A.G.B y que una humilde servidora que constata que sólo sabiendo aprender, y aprehe4nder lo que se aprende, se sabe luego enseñar.
Bravo por el libro de Santiago.

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

Qué razón tiene! no basta con entender las instrucciones hay que aplicarlas.
Oye ¿cómo estás? ¿estás ya bien?
Bss!

SuperWoman dijo...

Desde el punto de vista de una alumna (ya no tan jovencita), es el camino a seguir... No recuerdo un año en el que no me leyera las "lecturas" que venian señaladas en los libros de lengua y literatura... mucho mas importantes que el contenido del libro.
Un supersaludo

Sarashina dijo...

Empiezo a contestaros por el final, de dos en dos, que si no me lío.

Eme, ya estoy bien, pero con unos días más de antibióticos. Mañana me iré para allá, y si te dicen que caí, pues ya sabes, es que he caído por loca. En el caso de la lengua, se parece más a lo contrario. Es decir, ningún hablante necesita las instrucciones para hablar y comunicarse; es como el que conduce, que no conoce la mecánica, simplemente usa el coche como un útil o como un placer. Lo mismo la lengua, y se aprende usándola. Si luego tienes curiosidad, pues vas a ver cómo funciona el motor.

Claro, Rosa, esos que nombras eran maestros. Fíjate si eran maestros, que don Mariano en la facultad -¿te acuerdas?- nos corregía las faltas de expresión y de puntuación con lápiz rojo, como un maestro de escuela; no se le caían los anillos por eso. Y el mayor gusto era escucharlo leer. Pero el academicismo ha hecho estragos, y gustos personales o falta de creatividad también. Creo que habrá que despabilar a los nuevos profesores y los más viejos renovarnos un poco.

Rafa dijo...

me alegro de que estes mejor, mañana nos vemos, muy interesantes las reflexiones!!!

Sarashina dijo...

Aurora, amiga mía, que lo eres, tú no irrumpes en el grupo de mis amigos, porque eres mi amiga y tu opinión será siempre muy bienvenida, Por cierto, me enteré de que tú también habías sacado un libro y estoy esperando para comprarlo y leerlo, con lo cual tampoco te escapas de un comentario por aquí. Tendrás que dar la cara. Y además, tienes un blog personal, porque el enlace este me lleva al del ies. Bueno, lo investigaré. Por cierto, ya te contaré lo de la investigación. Muchos besicos.

Cabopá dijo...

Veo que ya estas "estupenda" Sí que sé lo de tu intervención; me lo comentó Soren así que intentaré ir. Magnifica entrada y muy buenos comentarios. Es tardisimo adiós me voy a dormir..Besicos.

La del Planeta dijo...

Me alegro de que estés mejor.

Interesante visión. Hace tiempo pensaba que no tuve mucha suerte con los profes de literatura, puede que fuera el método lo que no me gustaba. Por cierto, con la cantidad de literatura que existe, que opinas sobre los títulos de las lecturas obligatorias en el instituto.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Me parece estupendo darle la vuelta a la forma de enseñar literatura. Mis recuerdos son sobre generaciones, características técnicas, datos que no conseguía relacionar con nada racional y que olvidé a la misma velocidad que terminaba el examen correspondiente.

Y eso que tuve una excelente profesora de literatura en el instituto. Sí sólo tuve esa profesora de lengua y letaratura en todos los cursos. Soy un tío con suerte. Desde aquí: gracias Mari Luz.

Pero ella se veía obligada a enseñar historia de la literatura. Elegí ciencias.

Salu2

Sarashina dijo...

"Elegí ciencias", menuda frase para enmarcarla y que la gente que se dedica a enseñar literatura la tuviera en mente siempre. Porque muchas veces el gusto por la literatura dependerá de la persona que te la muestre. Ella se veía obligada a dar historia de la literatura y en cierto tiempo era verdad, y aún lo es para los bachilleres, pero no ya en la ESO, en donde la lengua debe ser interpretada como un instrumento vital, y la literatura como educación literaria y de la sensibilidad. Eso es lo que algunos docentes no soportan, y no entiendo por qué, aunque sé de muchos que no creen en lo que enseñan. Y esto lo digo porque es gente que no lee apenas, que no se recrea en la literatura, que no le interesa en realidad.

Leandro dijo...

Ernesto Sábato también eligió ciencias

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Ya te he dicho en alguna ocasión lo mal que me contagiaron el gusto por el cine, por la geografía, por la historia, por las mates, en fin, por nada en general y todo en particular. Soy autodidacta en lo poco que sé, o que ignoro (o al menos así me considero, aunque tendría que reconocer humildemente que algo harían otros de mí, que a saber que mala bestia pusieron en sus manos).

Por eso te agradezco tus palabras entusiásticas por la pedagogía de la literatura, por educar y estimular la sensibilidad de los que tienen la suertaza de caer en tus manos de profe. ¡Qué envidia!

Si yo tuve profes entusiastas lo fueron más por sus personas y sus trabajos que por sus alumnos y la sensibilidad que pudiéramos o no tener.

Casi aprendí a leer y me aficioné algo a la lectura por contagio de mi hermano, lector compulsivo e impulsivo desde su más tierna infancia.

En otro orden de cosas, ya que veo que además de profe eres buena aprendiza. Muy bien el pdf que nos has colocado. No prometo leerlo, al menos de momento, pero lo tengo aquí por si me entran tentaciones.

¡Y fuera los catarros a destiempo, dales fuerte con el jarro, que es medicina ancestral!

PMM dijo...

Tus regalos siempre son magníficos, pero éste es de los mejores, junto con eso de que intentas enseñar sensibilidad. Volvería a hacer el bachillerato sólo por tener un profesor así

Diego J. dijo...

Querida amiga Fuensanta, me pasa como a ti, me muestro bastante incapaz de leer un texto, sobre todo si es de cierta extensión, en la pantalla de un ordenador.

No obstante, coincido con las apreciaciones que haces de cómo se enfoca hoy en los centros la enseñanza de la Lengua y de la Literatura. Lo mismo podemos afirmar respecto de mi asignatura, la Historia. Y, en concreto, de la Historia de España de 2º de bachillerato. Enfocada de una manera propedéutica, esto es, la asimilación del máximo de contenidos para el examen de la PAU, y con una extensión desorbitada (la materia abarca desde los homínidos de Atapuerca hasta la Transición política española), el hecho de que hayamos de abordar cerca de treinta temas invalida cualquier posibilidad de estudiar, de verdad, Historia, acercándose al conocimiento y reflexión sobre nuestro pasado de una manera crítica.

Quizás eso obedezca -es mi apreciación- a un deseo consciente de los "reformadores" de esta materia de que los chicos asimilen el máximo de contenidos, pero inconexos, acríticos y no incardinados en su presente vital, como mejor manera de invalidar sus mentes para pensar, individual o colectivamente, en lograr un futuro mejor.

Un abrazo. Te echo de menos por mi blog.

Diego Jiménez

Joselu dijo...

Discrepo amablemente de casi todo lo que está expuesto en este post referente a la enseñanza de la lengua y la literatura. En primer lugar pienso que es una aberración mezclar el dominio lingüístico con el literario. Yo me considero esencialmente un profesor de literatura más que de lengua pero el desarrollo propio de esta materia ha sido laminado, pulverizado, destrozado, etc, por esa mezcla que ha hecho que la enseñanza de la literatura desaparezca por completo en los planes educativos. Supongo que habréis leído posts que he escrito sobre ello. La logse implicó la desaparición de la enseñanza de la literatura. Y nadie me lo puede rebatir porque yo antes era profesor de literatura a tiempo completo y ahora tengo tres horas semanales. El resto es lengua.
Por otro lado, no estoy de acuerdo en que el criterio diacrónico sea negativo. Yo lo he experimentado durante muchos años, y para que los chavales pudieran entrar en un soneto de Garcilaso habían de tener unas nociones básicas del Renacimiento y el Humanismo. Ahora que la literatura no existe como tal ¿quién les hablará de renacimiento, de romanticismo, de realismo, de vanguardias con alguna densidad? Nadie, me apresuro a contestar. Cuando yo enseñaba un soneto de Garcilaso estaba pensando en un soneto de Garcilaso y no en cómo debían cerrar una puerta. Pienso que no tiene nada que ver. La perversión pedagógica que estamos viviendo condena a los conocimientos en favor de las actitudes y es un craso error que estamos experimentando pues no tenemos ni lo uno ni lo otro. Creo que el amor al conocimiento debería ser uno de los valores esenciales que deberían proyectarse en la escuela, pero esta se ha convertido en una escuela de formación democrática y de integración social dejando de lado -por molestos y elitistas- los conocimientos. De hecho a muchos partidarios de la nueva pedagogía constructivista les suena a rancio, anticuado, sospechoso y elitista mencionar con énfasis los conocimientos. La escuela no es para impartir conocimientos sino modos de vida democráticos. Se deduce claramente de tu interpretación de la enseñanza de un soneto de Garcilaso. Dentro de esta interpretación se piensa que los conocimientos ya los pueden adquirir ellos vía google cuando quieran, y que darles demasiada relevancia es injusto porque los chavales son diferentes y no se debería clasificarlos en función de algo que no es democrático. Mucho me temo que tampoco puedo estar de acuerdo con que ellos acceden a los conocimientos por sus propios medios. Si la escuela no estructura su pensamiento y lo llena de método, organización y conocimientos fundamentales, ya no lo harán nunca. Google no sustituye a un buen profesor que imparta sociales, literatura (cuando existía, claro), arte, lengua, matemáticas, biología, etc. Se piensa que el problema es el cómo y no el qué y para mí es también un grave error. Importan simultáneamente ambas cuestiones, pero pienso que a la escuela se va a aprender y cuanto más mejor. Las relaciones sociales y la democracia van unidas y siempre están presentes y no deberían ser el eje de la escuela. Por otra parte sólo una pregunta que dejo para los contertulios. ¿Cuál es el único país de Europa que no ha introducido la nueva y problemática pedagogía de la que aquí hemos estado hablando? Respondo y en la respuesta hay todo un discurso que no pasará desapercibido a los lectores: Finlandia.
Recibe, Clares, después de mi reflexión amable un abrazo. Creo que la discrepancia es el eje del diálogo.

Sarashina dijo...

Joselu, sé positiva y felizmente que discrepamos. Sin embargo, creo que si fuéramos compañeros nos llevaríamos bien y colaboraríamos con frecuencia y con mucho gusto. No es ningún problema discrepar, el diálogo, el respeto, la consideración del otro, el cariño incluso, están para eso, para favorecer el diálogo entre discrepantes, y para llegar a conclusiones en las que posiblemente no discrepemos en absoluto. Yo insisto, la literatura no es lo único ni es el fin, y mira que yo me dedico a esto, a enseñarla y a practicarla activamente, y de manera pública y reconocida, aunque sólo sea en los estrechos límites de mi región. Pero no es eso, es algo mucho más amplio lo que pretendo decir. Y es que Garcilaso tiene muchos niveles. ¿Crees que enseño peor a Garcilaso porque piense que lo que enseño, pero sobre todo educo? Yo no lo creo. Primero son las ninfas apartadas hablando de los amores y las vidas, luego es todo el ensueño que le sigue, para el cual no es necesario saber nada más que lo que Garcilaso nos dice en un poema que parece eterno. Luego está Garcilaso, que ya no es nadie, sino leyenda, y luego está toda su época detrás. Son pasos, camino, andanza, y no por gúguel, que mira que poco respeto le tengo que lo pongo asi, sino textos, relatos orales, imágenes. Al final, lo mismo que tú dices, pero por otros caminos y con otras metodologías.
Por otra parte, tienes que reconocer que tu caso es diferente. Aquí estamos en Murcia. Es verdad que unieron Lengua y Literatura a todos los efectos y que fue un desdoro para ambas materias, pero mi tiempo da para ambas cosas, lo que posiblemente no es tu caso. Yo he sido siempre profesora de ambas materias, ahora y antes, y si quieres que te diga la verdad, me gusta tanto la literatura que prefería dar lengua, porque al fin y al cabo en ella no tenía por qué sufrir mermas de mis pasiones ni que poner al tablero lo que más amo. Pero piensa, piensa, estamos en una época diferente. Los que antes estudiaban eran unos pocos, no importaba la clase social, aunque influyera en el número, y sí el afán. Ahora los tenemos a todos, todos son nuestros alumnos, pero no todos van a ser filólogos ni entusiastas de la literatura, pues el mundo está lleno de toda clase de intereses y de temas que no son literarios. No hay una asignatura de cine, por ejemplo, ni de otras artes que podrían reclamar su parte en la educación. Es cierto que la literatura es muy significativa en la cultura, pero no en la cultura de todas las personas, sino en la cultura social general. No sé qué más decirte. Pero te diré una frase que escuché en "El último emperador" de Bertolucci. ¿Acaso es tan malo servir a los demás? Parafraseando, ¿acaso es tan malo poner tu saber para crear buenos ciudadanos y buenas personas?

Joselu dijo...

Me preocupa, Clares, que en los colegios de élite donde van las clases dominantes, no se aplique en absoluto esa pedagogía de querer hacer buenas personas a costa de empequeñecer los conocimientos. En esas escuelas de donde surgirán los futuros políticos, empresarios, científicos, líderes de organizaciones humanitarias, etc, se educa en la religión del esfuerzo y el acceso serio al conocimiento. He de entender que los ricos no son tontos, todo menos eso. ¿Por qué ellos no se apuntan al mensaje constructivista del aprendizaje y al pedagogismo? Pues porque es una filosofía para crear trabajadores especializados que no tienen como meta pensar. ¿Pensar para qué que diría alguno? Y es lo que percibo día a día en mi instituto. Pensar ¿para qué? Estudian todos y esa pedagogía quiere hacerlos buenas personas pero para ser posteriormente dominados por los que habrán estado estudiando Grecia y Roma, Garcilaso y Quevedo, Darwin y Newton, Platón y Aristóteles. Este es el fundamento de la nueva pedagogía: el crear una masa acrítica dócil. El mayo francés enseñó a las élites que el pueblo podía desmandarse si se aliaba filosofía y trabajo. Solución: la nueva pedagogía creada por la izquierda reformista. Trabajadores especializados pero sumisos al sistema, eso sí, hecho con la mejor voluntad y seguido por muchos profesores que piensan que lo importante es crear buenas personas sin cuidar por lo demás que el conocimiento es esencial.
A esta cultura se la llamó en un libro fundamental y difícil de encontrar llamado La escuela de la ignorancia de Jean Claude Michéa, se la llamó "entetanimiento", una mezcla de satisfacción de los instintos más básicos e ignorancia generalizada, que es lo que yo veo que vivimos en los institutos actualmente, y tú debes tener memoria y no es pecado comparar con lo que viviste en otra etapa de tu vida. ¿Dónde está la sólida formación que dábamos en los institutos de BUP? ¿Adónde ha ido a parar? Respuesta: a la escuela privada de élite. Muchos padres no quieren entetanimiento para sus hijos y exigen cultura con mayúscula. ¿Quiénes serán los dominadores y quiénes los dominados? Lo terrible es que esto lo parió la izquierda desbordada del mayo francés.
Mi respeto y admiración hacia ti y tu blog.

Leandro dijo...

En otra ocasión ya se escribió aquí sobre escuela pública y privada, así que no me volveré a repetir. Pero sí me gustaría puntalizar alguna cosa: ni yo soy rico (ojalá), ni tengo la más mínima pretensión de que mis hijos dominen a los hijos de nadie, ni creáis que en esas escuelas todo el monte es orégano. Lo sé porque lo veo, y lo sé también porque hablo con cierta frecuencia con algunos de mis viejos profesores, que siguen en el mismo colegio al que ahora van mis hijos, y se quejan en términos muy parecidos a los vuestros. Por lo demás, sois inteligentes y elocuentes, y se nota que os gusta la docencia, que la vivís; es difícil no estar de acuerdo con los dos. En algo, sin embargo, sí me inclino más por lo que dice Joselu: hay que dar más importancia de la que se está dando al aprendizaje de conocimientos. Mucha más. Y estos conocimientos deben ponerse al alcance del que tenga interés en adquirirlos, no del que pueda pagarlos, ni de todo el mundo porque sí, porque bueno, porque ya que estamos aquí.... En fin, no sé si me explico

Sarashina dijo...

Claro que te explicas, Leandro, perfectamente. Creo que Joselu se refiere a las escuelas de élite, elitisíma, máxima, no a los concertados normales de cada ciudad donde el nivel es más o menos el mismo, si quitáramos de las estadísticas a los centros públicos de atención preferente -qué ironía- y a los niños inmigrantes. Sé, por amigos que trabajan en la privada, que, como tú dices, no todo el monte es orégano, pues se trata de una cuestión social bien compleja, pero que está a la vista. Por otra parte, amigos míos, parece que en la educación que estamos dando, en lo que se llama "centros sostenidos con fondos públicos", no hay conocimientos, como si los hubieramos borrado del mapa. Pues no es así, al menos no donde yo trabajo. Claro que los hay y exigidos diariamente. Lo que cambia es la metodología y lo que cambia es el sentido de esos conocimientos. Cuando yo hablo de buenas personas, que no sé si lo he dicho alguna vez, no me refiero a gente dócil o gente conformista, pues para mí el concepto de bueno es algo más amplio y profundo. No puedo concebir la bondad como tontería ni como conformismo; me refiero a no criar halcones competitivos y deshumanizados, sencillamente.
Y luego, Joselu, ¿qué hacemos con la gente que, dado el sistema social, no tiene las capacidades ni las posibilidades, ni el deseo de estudiar? ¿Qué hacemos con los marginales? ¿Los echamos a la basura? Habrá que educarlos hasta donde ellos quieran llegar. Que estoy absolutamente de acuerdo en que ese "hasta donde quieran llegar" no puede ser condicionado por su posición social ni por su dinero.
Joselu, en mi instituto cada año recibimos un buen número de "damnificados" de colegios concertados y privados, hasta privadísimos, que han sufrido en esos colegios y han sido machacados por un sistema que no los ha considerado personas, sino hijos de o niños que. El caso más grave de acoso escolar en esta región se dio en un colegio de ese tipo. Creo que idealizas o conoces algún caso excepcional, pero lo normal no es esa utopia que cuentas. En fin, podemos seguir hablando, porque el tema da para mucho.

Pilar dijo...

Creía que había dejado ya aquí un comentario. Pues bueno, allá voy: veo por aquí buenos amigos, y hasta un futurible opositor con las cosas muy claras, profesor de lengua y literatura. A él le digo: la clave está en la emoción, no hay libros que valgan. Los que lees ahora, Sanyi, esos sí, esos valen mucho, y los por leer. Ah, y no creas que porque a ti te gusten le gustarán a los alumnos-as, porque cada cual es un mundo, y una cosa es escribir lo que debe ser y otra ponerte en directo con la humanidad y comunicar. Cosas nimias en clase pueden motivar grandes acontecimientos comunicativos, literarios, vitales. Leer es importante, sentir y comunicar un tanto igual.

Sarashina dijo...

Querida Pilar, qué preciosa respuesta al comentario de Sanyi. Eso es ser profesora de verdad y lo demás cuentos. Has expresado un aspecto que a mí me parece fundamental: la emoción. Una profesora que no emociona, que no mueve un pelo a un grupo de alumnos, se tendría que plantear cosas. Un besico