23 septiembre 2009

Las Benévolas de Jonathan Litttell

Anoche, aunque estaba ya medio dormida, hice un soberano esfuerzo para ver Documentos TV, pues anunciaban que trataría sobre un verdadero monstruo, Aribert Heim, cuya biografía puede leerse, si hay estómago, en este enlace. Lo vi y volví a sentir el mismo horror y la misma repugnancia que he sentido siempre hacia los crímenes genocidas, se den donde se den y se torture, destruya y humille al pueblo que sea. Dicen: "Es la naturaleza humana". Mentira. Es la naturaleza inhumana. En el reportaje había quien decía, creo que el militar que reveló, no se sabe si con verdad o con mentira, el secuestro y muerte de Heim, el repulsivo doctor muerte de Mathausen, pues este hombre, a cara cubierta decía que había que hacerlo, que los nazis no eran seres humanos. Por desgracia sí lo eran. Degradados y pervertidos, pero eran seres humanos. Y quizás hay un error cuando se dice que alguien, sea inocente o culpable, no es un ser humano. Negar la humanidad al otro es considerarlo un ser inferior, un objeto, algo que se puede destruir. Tentación da de negársela a criminales tan extremados, pero por el bien de todos, es mucho mejor seguir considerándolos humanos. No faltan tampoco ganas de destruir seres tan degradados como este Heim, pero yo preferiría que hubiera dicho: "Queremos venganza" o "Queremos justicia", tal como decía el director del centro Wisenthal para la captura de los criminales de guerra.
Según el reportaje, España fue refugio de nazis en el régimen franquista. Leon Degrelle, de la unidad Valonia, fascista belga y asesino consumado, murió tranquilamente en la Costa del Sol escribiendo libros sobre sus asquerosas hazañas. Después, España no ha colaborado demasiado en la captura de nazis, ni siquiera en época democrática. Yo pensé que era lógico, mientras veía el reportaje, puesto que se echó un velo de vergüenza y de intereses políticos sobre los propios crímenes franquistas, y así estamos todavía. Si no buscamos a los nuestros, ¿cómo querían que buscáramos a los ajenos?

Todo esto me trae a la memoria, y ya quisiera yo que no fuera así, una lectura de este verano, "Las Benévolas" del escritor francés Johathan Littell, premio Goncourt por esta novela terrible e impresionante, hasta el punto de que no podía leerla antes de acostarme para poder dormir. Una pesadilla. Las Benévolas son las Euménides, transformación de las Erinnias, diosas griegas que atormentan a Orestes con remordimientos por haber asesinado a su madre. Cuando Orestes logra el perdón, las diosas Erinnias se convierten en las Euménides. Lo que yo no sé muy bien es por qué Littell utiliza esta imagen, ya que después de leer el libro, muy extenso, y lleno de barbaridades criminales, no se puede pensar en las Euménides, y más bien se desearía venganza, cuando no pueda ser justicia. El personaje principal, oficial de la SS, va pasando por los puntos claves del régimen nazi durante la guerra y participa con más o menos entrega en todos los crímenes de su grupo. El recorrido es horripilante, pero creo que merece la pena, si se prepara bien la lectura, así como diciendo que habrá que aguantar el tirón y haciendo el esfuerzo de contener la respiración de vez en cuando. Creo que no he leído nada más fuerte en mi vida.

Antes se me ocurrió leer un libro previo a esta novela que escribió J.Littel a la misma vez o en un descanso, pues él mismo confiesa que a veces no podía seguir adelante con la historia. "Lo seco y lo húmedo" es un finísimo análisis del lenguaje nazi, precisamente a través de los escritos de Leon Degrelle en su feliz estancia en España, bien protegido como criminal de guerra. Jonathan Littell realizó este estudio para dotar a su personaje y a sus compinches del lenguaje adecuado. Hay que decir que lo que parece un estudio lingüístico se convierte a poco en un estudio psicopatológico. Interesantísimo estudio, desde luego.



A mi amiga no le puedo recomendar una cosa así. Lo pongo ahora a propósito del documental de anoche y así le voy dando tiempo para la lectura positiva y pacífica de Bohm.

17 comentarios:

Fernando Manero dijo...

No hay ser vivo tan cruel como el ser humano contra el propio ser humano. La crueldad no le viene como consecuencia de una necesidad vital (caso de los animales) sino del rasgo más distintivo de las sociedades a lo largo del tiempo como es la búsqueda de la dominación y del poder a costa del otro. El fanatismo, el poder absoluto, la intransigencia, el oido, la conviccion del exterminio como ejercicio purificador, que tan barbaramente cultivaron los teóricos del nazismo. Es una acción consustancial a lo largo de la historia, que vemos claramente ya en la Antigüedad y que no ha dejado de prolongarse sin interrupción. Es una perversión asentada en la ideología del control a ultranza sobre el diferente, sólo alcanzable mediante la destrucción del enemigo, del contrario, al que se despoja de todo, especialmente de la vida, para que al final prevalezca la ley del más fuerte, como bien describió Hobbes. Sorprende que hasta 1945 no se adoptase una Declaración de Derechos Humanos, consecuente sin duda a la necesidad de establecer un orden mundial que evitase las atrocidades que asolaron el mundo en la primera mitad del siglo XX. Pero eso no ha evitado la barbarie de la muerte masiva, como en Camboya, en Ruanda, en Darfur, en los Balcanes... La historia de la humanidad se mantiene fiel a si misma, producto de esa inteligencia capaz de ofrecer al mismo tiempo las mayores muestras de sabiduria, cultura y solidaridad con las manifestaciones más horripilantes de la barbarie. Es inhumano, cierto, pero es algo específico de no pocos seres humanos a lo largo de la historia.

Mameluco dijo...

Llamar inhumano a cosas que han hecho humanos (pensando y ejecutándolo) es del todo incorrecto. Un psicópata es tan humano como una monjita de la caridad. Un gerifalte nazi es tan Homo Sapiens como el que más.

Un puntualización, los animales, amigo Fernando -excepto algunos simios superiores- no son crueles ni no crueles. Es solo instinto.
La crueldad pasa por un proceso de razonamiento (todo lo equivocado que queramos, eso si), pero los nazis eran escrupulosamente eficaces en lo suyo.
Da igual que la declaración de los derechos humanos sea de 1945, de 1986 o de 1789... es lo mismo. No se cumple.

Fastidia un poco que seamos así. Incluyo a todos, pues hablo de la especie humana. Siempre ha sido así, y siempre será. Jode, pero es verdad. La repetición de la injusticia, la guerra y la masacre, así lo demuestra.

Si, es un mierda, pero es lo que hay.

Leandro dijo...

A veces uno puede pensar que negar la humanidad a otro es considerarlo un ser superior

Joselu dijo...

Escribí una reseña de esta novela hace ya algún tiempo. Si quieres visitarla está en LAS BENÉVOLAS DE JONATHAN LITTELL. Me resultó una lectura inquietante, terrible, no deja de asustarme que alguien amante de la literatura más exquisita y la música más maravillosa pueda ser también un asesino genocida. El próximo día tengo que explicar que la cultura no nos hace mejores, que Hitler también fue artista. Es una cuestión dolorosa, al menos a mí me duele porque querría que sí, que la cultura nos hiciera mejores.

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Es todo un placer recibir de tu modo de “mostrar”. No vi el programa, gracias a Dios, porque me habría removido por los adentros más de lo que podría tolerar. Aunque reconozco que hay que saber para poder luego evitar, que las cosas no caen del cielo, que se fraguan en el hacer del día a día.
Me impresiona la capacidad que tienes de leer y acopiar información.
Sigue suministrándonos todo lo que puedas.

Al hilo de lo que dices y del comentario de Fernando, puedo decir que el ser humano, hombre y/o mujer, es el único ser que conozco que puede hacer lo mejor y lo peor. Y no por enfermedad, o fallo cerebral como se quiere decir ahora, sino por expresa y aviesa voluntad.
Por eso mismo está bien conocer y recordar, para aprender.

supersalvajuan dijo...

Esa biografía, un poco peculiar. Ese "según se dice", también.

Sarashina dijo...

Joselu, tu reseña es magnífica. Me ha asombrado lo bien resumido que está el argumento y el personaje. Amplía y completa lo que pensé en los momentos en que leía el libro, que, sin ninguna duda, es el relato más horripilante que he leído en mi vida. Hay frases en él que prefiero no recordar, pero que a veces me vienen a la memoria como en un asalto.

Salva, he revisado el post y no encuentro ese según se dice, como no sea que esté en uno de los enlaces que he indicado. El reportaje era impresionante, pero la parte final (muerte de Heim) sigue en el misterio. El libro de Littell es una bestialidad, para qué decir otra cosa.

Yo, en efecto, utilizo la palabra "inhumano" en su sentido de degradación, pero no animal, sino en el sentido de lo que excede los límites de lo comprensible y lo racional. Por desgracia, como dice Miguel Ángel, lo humano es lo peor y lo mejor, los extremos de la santidad y de la crueldad. En este caso, lo terrible era que se trataba de organización, y para eso nos las pintamos solos. No era la crueldad individual o de un pequeño grupo, sino el horror organizado desde un estado y con una completa ideología y línea de actuación. Y la historia se repite, como dice Fernando, una y otra vez, como si no hubiera reflexión y escarmiento.

Fernando Manero dijo...

Permiteme, Fuensanta, que me dirija al lúcido MAMELUCO. Tienes razón, buen amigo. No debiera haber empleado la palabra crueldad para expresar el comportamiento violento de los animales. La retiro, aunque en mi comentario a la provocativa entrada de Clares he hecho referencia a la "necesidad vital" que lleva a estos a la agresión cuando se ven instintivamente obligados a ello. Digamos, por tanto, que el concepto de "instinto" ya estaba implícito en mi comentario. Gracias y un cordial saludo

miquelet dijo...

No hay cosa peor que darle poder destructivo a un perturbado mental. No me cabe en la cabeza que alguien en su sano juicio sea capaz de cometer tales atrocidades. Todavía creo que una persona sana mentalmente es bondadosa por naturaleza.

Salud.

Sarashina dijo...

Por desgracia el poder no fue usurpado, sino entregado por el pueblo alemán a todo este sistema de perturbados. Eso a mí siempre me produce perplejidad, y si ves Soah, que es una serie documental magnífica, pero terrible, te das cuenta de las múltiples complicidades de la mayoría de los países y pueblos europeos.

Pilar dijo...

Yo entiendo que cuando se dice que lo humano es inhumano se dice desde un cierto sentido de inmunidad que permite a quien lo dice situarse en el lado de la humanidad a la que le gustaría pertenecer, que no quiere decir que pertenezca necesariamente. Me parece eso siempre un juicio ingenuo y escapista. Un visazo a la historia de la humanidad y al estado del presente nos deja con el culo al aire a los humanos o inhumanos. A lo mejor es que nos hemos creído que somos algo.

Besico, Fuen. Unos viente días que me han parecido un paso a otra era. Ahora que ya tengo suficientes cables para sentirme incorporada al mundo, hablamos más despacio. Te llamo. Muasc para ti y para todos.

SuperWoman dijo...

REconozco que recien levantada y con los Superniños, no hay estómago. Vuelvo en otro momento.
Un supersaludo

Sarashina dijo...

Toda la razón, Pilar. Creo que cuando alguien tacha de inhumano a otro es sólo una palabra que ha cobrado una connotación diferente a "no humano". Se dice de alguien que es "muy humano" cuando tiene mucha empatía o cuando es solidario o compasivo; en su antónimo significa también connotativamente lo contrario, o sea, cruel, insolidario, despiadado, sin empatía. Creo que cuando alguien mata y desprecia a otro o a un pueblo entero (caso del racismo) no lo ve como inhumano, sino como "no humano". En los textos de los nazis esa es la idea respecto a los judíos y otros pueblos. Pero siempre ese pensamiento es la cobertura bajo la cual se esconden otros intereses y fines. Se trata de la excusa perfecta y de un autoconvencimiento acompañado de propaganda, en el caso de los judíos, una propaganda de siglos, como tú sabes por la literatura española, por ejemplo, y las proclamas de la Iglesia. No está muy lejos el racismo actual de esos mismos convencimientos. Al otro se le ve como cosa, unas veces curiosa, exótica y extraña -mayormente si eres turista o él tiene dinero- o como una herramienta de trabajo que se puede tomar y tirar cuando no haga falta y que debe estar recogida en su caja cuando no actúe, si es un inmigrante. Lo justo pasa por no calificar nunca a nadie de "no humano". No sé si recuerdas un pensamiento en forma de peema que yo escribí: "ni dios en el altar ni monstruo en la caverna".

Sarashina dijo...

SW, lo comprendo perfectamente. Yo pasé en su momento por lo mismo. Ánimo y a disfrutar de este tiempo de niñez y cuidados, que luego verás que es lo mejor de la vida.

Anónimo dijo...

Lei Las Benévolas hace ya algo más de un año. Lo compré sin conocer el libro. Lo vi en una estantería, me llamó la atención, y me lo llevé.

Es probablemente uno de los libros que más me han impresionado. Leía antes de dormir, enganchada y asqueada a la vez por todos los horrores que describe. Pero, al fin y al cabo, sólo el ser humano es capaz de cosas semejantes.

Es muy difícil de leer, pero también es necesario. No debemos apartar la mirada porque sea desagradable o horrible.

Mi padre intentó leerlo este verano después de encontrarlo por casa, pero no fue capaz. Preguntó de quien era el libro, y cuando se enteró de que era mio, y de que yo si lo había leído se quedó bastante impresionado.

Miguel dijo...

Me duelen las palabras cuando tengo que hablar de seres como los que nos ocupan. Si son humanos, o no, creo que es un discusión bizantina e innecesaria. Es obvio que son tan humanos como el que más, y por tanto llevan implícitas todas las condiciones de los seres humanos. Y una de estas condiciones es la crueldad, que puede estar muy acentuada en ciertas personas y apenas perceptible en otras. Y esto podría aplicarse a cualquiera de las condiciones o facultades humanas. Esto precisamente es lo que nos hacer ser responsables de nuestros actos.

Sarashina dijo...

Gala, criatura, cuánto tiempo. Comprendo a tu padre perfectamente. Cuando yo llegué a una frase determinada, pensé que era superior a mis fuerzas y que no podía soportar la lectura. Muy fuerte de verdad. Hay que tener una gran resistencia, y veo que tú la tuviste. Un beso, niña.

Sí, Miguel, pero si lo vemos y lo aceptamos como una extrema capacidad humana, es como naturalizarlo y pensar que es inevitable. Es evitable, por completo, pues es una cuestión de que la estructura política y social permita a determinados seres, esos para los cuales la crueldad es forma de ser, que desplieguen sus poderes y ejerzan de verdugos. Realmente lo que hay que conseguir es que ninguna sociedad lo permita y la barbarie se convierta en una acción individual punible; incluso la prevención puede funcionar en estos casos.