30 noviembre 2012

Amor no correspondido... de momento




Mira que se lo tengo dicho, que no se puede ir. “Eres sólo un objeto”, le digo, “no puedes irte cuando quieras”. Y le pido que me comprenda, pero sobre todo que me dé un tiempo para conocerla. También le digo que si me tomo ese tiempo, seguro que terminará por quererme y querrá quedarse conmigo, que ya le ha pasado a otras. Pero ella, que no, que no quiere dejarse conocer ni querer. 

A veces, la quiero muchísimo. A veces, la odio con toda mi alma, sobre todo cuando no hace lo que yo quiero. Creo que añora a la persona que la tuvo antes; desde luego, era mucho más joven y guapo que yo. A veces también la noto celosa de mi compañera anterior, que era pequeña y fácil de manejar, y yo, por mi parte, sigo prestándole atención, eso le debe de molestar mucho, que ante su superioridad no me haya rendido y abandonado a otra. Hay determinados lugares a los que no la llevo a ella, sino a la otra, y eso se ve que tampoco le agrada. Pero es que no me obedece y hace lo que le da la gana.









 La supercámara prestada a prueba


Tengo una extraña relación de amor y odio con la cámara que me ha prestado mi hijo para que la tenga el tiempo que quiera y aprenda a manejar una cámara más profesional que mi vieja cámara de bolsillo.  Sé que finalmente conseguiré que me quiera y entonces se la devolveré a su legítimo dueño, toda despechada, y si puedo, me compraré otra como ella o mejor.


 Mi pequeña y vieja cámara

Como bien se puede deducir, la foto de la supercámara está hecha con la vieja y pequeña, y la de la cámara de bolsillo con la supercámara. No sé cuál es mejor. Supongo que irá en gustos.

Con ciertos objetos establezco unas relaciones muy extrañas, como si fuera algo muy personal. No sólo con las máquinas -le hablo al ordenador, al vídeo, al frigorífico... ¿será grave esto?- sino también a otras cosas que sería cansado enumerar. Pienso que guardo en mi interior la niña animista que dota de vida a los objetos.

7 comentarios:

Cabopá dijo...

Ese amor te corresponderá, seguro. Pero, no te olvides de la pequeña y amanosa sigue haciendo las fotos muy bien... Me gustan las dos fotos, aprovecha las posibilidades que da blogger ahora y amplía a un tamaño mayor. Te quedaran mejor.

Esas granadas, las mandarinas y las cámaras hacen un "bodegón de vida" ¡Vaya, yo y mis ocurrencias!

Besicos, Clares

Cabopá dijo...

Ay, se me olvidaba
Las flores de mi entrada son la "Flor de nácar" en la playa tenemos, todos los años salen varias,y eso que las pobres viven solas, cuando nos ven llegar se ponen contentas y florecen.

Más besicos

Sarashina dijo...

Ajajá, pero para entonces ya no la querré yo y me iré con otra. Y se lo tendrá bien merecido, por altiva.
Lo de las flores de nácar creo que me lo habían dicho, pero la planta no sé cómo se llama. Yo tengo unas cuantas en el campo. Su problema es que crían muchos piojillos de esos amarillos. Ahora que la flor es preciosa.

Bibiana Muñoz dijo...

A mí me pasa también. Por ejemplo con los pijamas. Siempre tengo uno o dos viejos, sobados y muy cómodos pero ya feuchos. Luego tengo otro que está nuevo y es bonito. Cuando abro el cajón, por debajo del nuevo siempre veo alguna punta de los viejos...nunca sé qué hacer. Me pondría el nuevo pero es que esos viejos me dan pena...también me gustan. Así que termino diciénle a uno: ven aquí trapillo, que me gustas mucho. O al otro: venga, vamos, que para eso te compré. En fin, que también yo hablo con lad cosas.

Bibiana Muñoz dijo...

A mí me pasa también. Por ejemplo con los pijamas. Siempre tengo uno o dos viejos, sobados y muy cómodos pero ya feuchos. Luego tengo otro que está nuevo y es bonito. Cuando abro el cajón, por debajo del nuevo siempre veo alguna punta de los viejos...nunca sé qué hacer. Me pondría el nuevo pero es que esos viejos me dan pena...también me gustan. Así que termino diciénle a uno: ven aquí trapillo, que me gustas mucho. O al otro: venga, vamos, que para eso te compré. En fin, que también yo hablo con lad cosas.

Sarashina dijo...

Pues entonces va a ser una cosa de familia, vamos, algo genético.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Te entiendo, porque me pasa lo que a ti. Yo tengo una cámara donde le aprieto y punto, no sabría desprenderme de ella.
Y si quieres que te diga la verdad, no veo mucha diferencia entre una foto y otra, aunque yo soy muy burra para estas cosas, así que no me hagas caso.
Un abrazo enorme.