26 noviembre 2012

Lo romántico

 Teníamos en la casa del campo esta chimenea clásica, de ladrillo, que daba mucho calor, sobre todo si te sentabas dentro, digamos encima del fuego. Gastábamos leña a montón y la casa no estaba caliente. Fue la chimenea que quisimos al planear la construcción, porque es la imagen de hogar que tenemos en mente. Los ideales entorpecen mucho la vida, es la verdad.


Decidimos tirarla este año y llamamos a los albañiles. ¡Albañiles! Quien dijo albañiles dijo demonios emplumados y cuarenta furias desatadas, pero que suelen tardar mucho en venir, hay que llamarlos mil veces, suplicar, y luego ponerse a rezar para que todo salga medio bien. El hueco que nuestra clásica chimenea, hogar, o como se llame, ocupaba, quedó así. Ahorro contar cómo quedó la casa de polvo y otros materiales menos etéreos. Pero al final, se fueron los albañiles, recogieron sus demonios y sus furias, y se fueron.

 Y entonces vinieron otros, un poco menos furias y un poco menos demonios emplumados, y nos pusieron esta estufa de hierro, que consume poca leña, que no suelta hollín, que no hace humo, que calienta toda la casa y se porta muy bien. Todos contentos.



¿TODOS?


Todos no. Marcelo no lo está, no señor. Marcelo ha vivido una buena parte de su infancia en el campo y ha sido muy feliz allí. Esta foto, por ejemplo, es la que se hizo al lado del enterramiento de una lechuza que se coló en la casa y murió (supongo que de aburrimiento, porque no estábamos en ese momento). Marcelo la enterró... iba a decir cristianamente, pero no fue así. No le puso cruz, sino una piña que pilló por ahí, porque dijo que la lechuza no era persona cristiana, sino de la naturaleza. Y como epitafio puso: "Que Isis te proteja en el más allá". A Marcelo le ha gustado siempre la mitología, y casi la mitomanía. Marcelo se ha dormido muchas noches al calor de la vieja chimenea.



Y ahora, que tiene ya quince años, aunque parezca más, se ha dolido mucho de que hayamos tirado la chimenea para poner la casa mejor. Sí, dice que seguramente es mejor, pero que ha perdido...


ROMANTICISMO


P.S. Él ha ganado romanticismo, todo el que ha perdido la estufa, porque ha comprendido algo hermoso y terrible: el paso del tiempo, la "extraña flor de la melancolía".

10 comentarios:

Cabopá dijo...

Pues no quedará romanticismo desde el punto de vista de ese adolescente guapo que hay en tu casa de campo, pero la estufa, lar, hogar o chimenea ha quedado de fábula...

Nunca tuve chimenea, pero, sí recuerdo la lumbre en la casa de huerta donde vivían mis abuelos paternos...

Besicos, Clares.
Oye, estoy por fb. como carmencica marin, te espero por allí.

W dijo...

Hermosa estufa! Besos y a disfrutarla.
Marcelo está... in-creíble

Sarashina dijo...

Yo también fui niña urbana, sin lar, pero también debo a mi abuela el placer de contemplar el fuego, en Cehegín, mientras ella cocinaba en el hogar que tenían en la cocina. Reconozco, como mi nieto Marcelo, que es mucho más romántico, pero estamos contentos de haber cambiado. El romanticismo no es práctico. Te busco por fb, a ver si por lo menos así nos vemos.

Sarashina dijo...

¿has visto, W? Hecho un tío y bien guapo, y encima romántico, con esas melenas y esas melancolías. Muchos besos, guapa.

Thornton dijo...

Marcelo consuélate, al menos la plancha y el molinillo siguen ahí.
Volverás a disgustarte cuando te derriben un cine o una librería de los que frecuentas.
Pregúntale a tu abuela por el cine tomate o por el café Santos.

Un abrazo.

Sarashina dijo...

Creo, amigo Thorton, que Marcelo se consuela muy rápidamente, debido a sus quince años, que lo sumen en la melancolía tanto como en la alegría súbita y fugaz. Ya irá viendo lo que tú le dices; se dolerá con las pérdidas, que la vida es una elegía continuada.

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Tal vez su fama no haya llegado hasta tierras murcianas, pero por esta mía eran conocidas las mantas de Palencia, casi tanto como las de la Maragatería y las zamoranas. Gordas, pesadas, suaves, cálidas… El día que devolví a mi padre las que me había dejado porque me pasé a don edredón, le di un soberano disgusto. Ahora duermo ligero y calentito.
Dile a Marcelo que, sin atarse ni pararse, no consienta que su corazón se cierre, y que siempre conserve la ilusión del amor primero.
Y tú recibe un cordial saludo.

Sarashina dijo...

Pues eso, se lo estamos diciendo todos, que no hay que hacer tragedia de una pérdida, que la vida precisamente es eso. Yo he llevado un proceso parecido con mantas y edredones, pero sigo añorando las mantas. Me gustaban porque son más graduables, y en Murcia nunca se sabe el calor que vas a pasar.

Miguel dijo...

A las personas sensibles y románticas les suele pasar esto. Que se apropian del presente y lo hacen suyo. Por eso, cuando el presente cambia, algo de sí mismos se va. De ahí la nostalgia.

Un beso.

Sarashina dijo...

No lo dudes, Miguel, Marcelo es muy sensible, romántico a fuer de mitómano, delicado en sus sentimientos. No es pasión de abuela, me parece un niño especial. Gracias por tu comentario.