08 septiembre 2008

Lecturas de verano 1


El verano es tiempo de lecturas. Las que no nos hemos atrevido a emprender en tiempo de trabajo por demasiado intensas o extensas, pero también las ligeras, las que nos hacen olvidar y descansar.
Este intenso y extenso relato reúne ambas características. Lo dejé para el verano porque intuí que precisaba una lectura tranquila, fuera del tráfago de los días de trabajo. También porque su extensión, ochocientas veinte páginas, me asustaba un poco. No ha sido el mío precisamente un verano tranquilo, pero al final me ha traído este apreciado regalo: la lectura de una obra maestra que recomiendo vivamente para lectores muy curtidos, con mucho bagaje lector a cuestas y con un amor sin límites por la literatura hermosa.

Dice Ichijo Kaneyoshi de esta novela clásica japonesa, escrita en el siglo X por una cortesana del periodo Heian:

"De todos los tesoros de Japón, el Genji Monogatari es, con mucho, el más precioso".

Algún crítico la ha equiparado a Proust y su recuperación del tiempo perdido. Otros la han puesto a la altura de las grandes creaciones narrativas occidentales, como "El Quijote" o las novelas de Tolstoi.

Verdaderamente es una novela inolvidable. Esta que presento aquí es sólo la primera parte, la que se ha llamado "Esplendor", pues corresponde al ascenso estelar del protagonista en la corte. Me aguarda un tomo tan extenso, y espero que tan bello, como el primero, al que se llama "Catástrofe", cuyo título es suficientemente expresivo.

La lectura de "La novela de Genji" resulta tan delicada como la de un haiku, aunque tal cosa parezca imposible en la extensión de casi un millar de páginas. Las descripciones de las estaciones del año, como en la poesía y en la pintura japonesas, toman tintes exquisitos y sensibles. Me fascina la importancia de la caligrafía, que se valora como fruto de una buena educación y como espejo de la excelencia personal. Es decir, cada persona es excelente en función de la educación recibida, en la cual la caligrafía toma un puesto relevante.
Puede resultar extraña la concepción del amor y de las relaciones sentimentales, pero siempre son relaciones complejas y matizadas.

La novela la escribió una mujer, Murasaki Shikibu, una cortesana, como queda dicho, y precisamente la escribió en caligrafía japonesa, ya que los ideogramas chinos, como el idioma mismo y la poesía china, estaban vedados a las mujeres, como signo de prestigio cultural. Las mujeres sólo podían escribir en kanji, la caligrafía japonesa. Curiosamente, en esta época, destacan una serie de cortesanas escritoras y poetas, entre ellas la que fue rival de Murasaki Shikibu, la poeta Shonagon, autora del célebre "Libro de cabecera", un diario personal de la corte, así como de innumerables obras poéticas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cómo me alegro, Fuensanta, de que al fin hables de esta novela! Recordaba que prometiste hacerlo y voy a leer con detenimiento tu post. Creo que me decidiré a leerla, aunque ya sé que es larga y necesita regalarle tiempo. Me alegro de que hayas disfrutado de Toulouse y alrededores, también muy queridos para mi (¡¡Muy buenas las fotos del río, siem¡pre tan hermoso!!! Estos rios franceses que nos impresionan tanto a los que hemos nacido en Murcia...)Sigo habitualmente tu blog ( ¡¡¡qué lindas las muñecas para VIoleta en Placeres!!! Yo soy torpe manualmente desde pequeñita y me deja "boquiabierta" esa habilidad tuya).Un abrazo. M. Cruz.

Sarashina dijo...

Me alegro mucho de reencontrarte, Marí Cruz. Siempre tan cariñosa y acertada en tus comentarios. Bueno, en el post sobre Genji no he profundizado mucho, porque el libro es inmenso, tremendo; sería tan dificultoso hablar de todo en una entrada de blog, como hacerlo con el Quijote o con Guerra y Paz. Pero al menos queda constancia de la lectura y de las impresiones primeras. Un beso y gracias por tus valoraciones. Y ya sabes, si quieres una muñeca, cuéntame un cuento de hadas.