26 octubre 2009

Un regalo de Marcelo


Marcelo tiene ya doce años, aunque a él no le guste y prefiera seguir teniendo once. Acaba de llegar al instituto Floridablanca, de mi mano como aquel que dice, y parece que no le va mal de momento. Es trabajador y le gusta quedar bien, así que ha empezado bien su nueva vida de estudiante de Secundaria. Puedo dar fe de que me quiere mucho, y a las pruebas me remito. Como pasé mi cumpleaños fuera, no pudo hacerme un regalo ni felicitarme en directo. A mi vuelta, esta mañana lo he recogido como cada día que coincidimos en la entrada al instituto y durante el camino hemos ido hablando de nuestras cosas, a saber, de Naruto, un cómic manga, de las películas que nos gustan, como Tiempos Modernos o El gran dictador, de Chaplin, de sus profesores, de los deberes y las notas, de venirse con nosotros a comer lentejas, como cada lunes, en fin, cosas corrientes entre una yaya y su nieto.
Por la tarde, después de hacer los deberes, ha desaparecido de la casa diciendo que iba a comprar algo. Como su abuelo le había dado la "paga" de nieto, hemos pensado que se había ido a comprar el último manga Naruto. Pues no. Ha vuelto con este libro como regalo de cumpleaños para mí.
Nos hemos quedado estupefactos. ¿Le había aconsejado alguien? Decía que no. ¿Su madre? ¿Su padre? ¿Puri, la dueña de la librería Encuentros, donde solemos comprar? No, no, que no. Él ha entrado en la librería, se ha ido directamente a las novedades. Dice que le ha llamado la atención el color morado, que sabe que es mi preferido. Que ha leído el título y la contraportada, y que le ha parecido que a mí me iba a gustar ese libro. Con toda la razón, por otra parte. Mujeres exiliadas tras la guerra civil, mujeres escritoras de la república, exiliadas. Un acierto.



Ahora estoy orgullosa, es cierto, pero también algo melancólica. No sé qué fue de ese bebé al que llevé a retratar en Ceuta, con ocho meses, tan redondito y hermoso que la gente me paraba por la calle para bendecirlo, y que lució en un escaparate de fotos de niños junto a otros niños vestidos de fiesta de circuncisión y niñas con ropa nueva para las fiestas de Ramadán.
Es tan mayor ya que es capaz de ir a comprar un libro para regalármelo y encima acertar sin consejo de nadie.

18 comentarios:

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Y además nos ha dicho que a ti te gusta el lila. Es ya todo un chicarrón.

A la primavera que viene te mando un ramos de lilas frescas de mi jardín. Palabra.

Manuel Márquez dijo...

Qué suerte, compa Fuensanta, de nieto y de regalo (sobre todo, del primero, que es más importante, y no sólo por la persistencia). Espero, de corazón, que los puedas disfrutar muchísimo y por mucho tiempo...

Un abrazo y buena semana.

Sarashina dijo...

Miguel Ángel, espero ese ramo de lilas, aunque sea virtual. No tendrán perfume, pero serán un regalo precioso. Incluso, quién sabe, lo mismo voy yo misma a recogerlas. Me ha gustado el recorrido por tu parroquia.

Muchas gracias, Manuel. Mi niño es una joya de mi vida que nunca terminaré de agradecerle a mi hija y a mi yerno.

Leandro dijo...

Lo sorprendente es que todavía nos sorprendamos

Joselu dijo...

¡Qué maravilla! Inteligencia y sensibilidad. ¡Y qué decir de la inteligencia emocional de este muchacho?

supersalvajuan dijo...

Será genético, digo yo.
Coda: Con chorizo, esas lentejas. Supongo.

Sarashina dijo...

Sí, Leandro, parece mentira que nos sorprendamos, porque con doce años se puede ser ya muy mayor y si nuestros niños no lo son es porque queremos mantenerlos bebés toda la vida, lo que es mucho más cómodo.

Salva, con chorizo no, que ya sabes que yo no como carne, y aunque el chorizo no lo parezca, en realidad está hecho de cachos de gorrino, quieras que no. El crío se las come con verduras tan feliz.

Sí, Joselu, es un crío especial, la verdad. No sé si será pasión de abuela, pero nos sorprende día a día. Yo, más que genético, encuentro mucho de educativo en sus modos de comportarse. Es un chico muy autónomo, con ideas y sentimientos propios.

Thornton dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sarashina dijo...

Es cierto, es una propina de la vida, un último regalo, como si nos quisiera prometer algo antes de que nos vayamos. Pero, ya sabes, las propinas hay que ganárselas, de algún modo. También cuenta la suerte, pero en la mayoría de los casos, los nietos están ahí, y la propina de verdad es cuando sabes disfrutarlos y tenerlos contigo, que te reconozcan y te quieran.
No sé si tienes razón, porque estos regalos de la vida ni se merecen ni se esperan. Por eso son regalos. Es verdad que el niño tiene una educación que le hemos dado entre todos, no sólo sus padres, pero traía mucho de fábrica.

Sarashina dijo...

Por cierto, que sigues sin escribir, o al menos eso dice tu perfil, que no remite a ningún espacio personal. Ya tengo ganas de leer algo tuyo.

Matapollos dijo...

¡Qué bonito eso que decís de que los nietos son un regalo de la vida!
Y qué bonita esa edad de tu nieto en que empiezan a descubrirse y a descubrirnos a los adultos...
El chico está hecho todo un caballero.
Desde luego, a mí se me caería la baba

Thornton dijo...

Clares, he empezado a participar hace un par de semanas. Me gusta tu blog y por eso te doy la lata de vez en cuando, pero nada más. Por cierto en tu cumpleaños te dije que el día que tú naciste Dios no estaba enfermo, ¿has identificado la frase? Un saludo

Sarashina dijo...

Thornton, tú no me das la lata, en absoluto. Lo del cumpleaños no lo pillo, es que no te creas que sé tanto, sólo que doy el pego, y además últimamente tengo la memoria como un colador. Te agradeceré que me ilustres. Desde luego, me suena, pero no sé de qué o de quién.

Thornton dijo...

Quise felicitarte utilizando unos versos de C.Vallejo. Soy un listico insoportable y algo cursi.
Volviendo a los nietecicos, Rubem Alves en "La alegría de enseñar" escribió: Si pudiese vivir de nuevo, miraría a mis hijos con ojos de abuelo.Un saludo

Sarashina dijo...

Para que veas, no me acordaba de esa cita de César Vallejo, al que por otra parte leo de vez en cuando.
Tenía razón este hombre con lo de los hijos. Luego da pena no haberlo hecho.

Anónimo dijo...

Tiene que ser emocionante, no ya por el hecho delmlibro que escogió tu nieto especialmente para ti, sino el que invirtiera su dinero en obsequiarte. ¡Or algo será! Se ve que Marcelo ha heredado tu pasión por la lectura. Por cieerto, el post estaba pringoso de la baba que se te caía.

Sarashina dijo...

Sí, Ernesto, es emocionante, pero mucho más el día a día con él, educándolo, guiándolo, en nuestro papel de abuelos, claro, que lo demás y lo más importante lo llevan el padre y la madre; están haciendo un magnífico trabajo educativo. Sí que lee el muchacho. Y a veces cosas que no son propias de su edad, como ahora, que está leyendo las memorias de Robert Cappa, increíble, pero verdad, y además cada mañana me hace el resumen oral de lo que ha leído, y no porque yo se lo pida, sino por entusiasmo suyo.

A79 dijo...

Estimada Fuensanta:

Marcelo, tu "segundo hijo" (así, también se les llama a los "nietos"), es el reflejo de nuestros niños, quienes se encuentran en contínuo crecimiento interior y exterior.

Y su interior lo ha dejado claro: para una mujer, creadora y creativa y, por supuesto, exiliada y asilada entre las palabras y la literatura. ¿ Quién daría más ?

Emocionante crónica de tu vida, de vuestra vida.

Un abrazo y felicitaciones. Toni Sagrel

P.D: a mi abuela siempre le llamé mama.