11 noviembre 2010

De cromlechs y menhires

 Cromlech de Xarez, cerca de Monsaraz
Nunca había visto yo ninguno de estos monumentos prehistóricos y lo cierto era que tenía una gran curiosidad. Hicimos un curioso recorrido en torno al pueblo de Monsaraz, que se alza sobre una colina, dominando todo el hermoso paisaje de su entorno. Verdaderamente, el que más veneración me produjo, y hablo de veneración porque vestigios de tiempos tan remotos, cuando una tribu era capaz de levantar semejante pedrusco para adorar dios sepa qué, que sí que lo sabemos y no hay más que ver la forma que eligieron y luego tallaron cuidadosamente, pues eso, quieras que no, produce algo parecido al respeto, a la veneración.

 Detalle de uno de los menhires 
del cromlech de Xarez
Pensamos que ese hueco en la piedra lo había hecho la lluvia, con su continuo golpeteo sobre la piedra, pero ese trozo de granito también se delata como otra cosa. Entre tanto monolito fálico, con ese enorme pedrusco central, ¿no sería esto un resto de la fecundidad femenina, también venerada?

Menhir de Bulhoa 
Solos, en medio de un círculo mágico, al final de un camino, pueden ser aún más impresionantes. Este menhir, derribado y vuelto a erguir por los portugueses, para asombro de propios y extraños, tiene en su extremo superior, o sea, ya se me entiende, extraños signos sin interpretar. ¿Qué querrían decir aquellos seres humanos, tan orgullosos de sus atributos viriles? Si cada ser humano reproduce en su desarrollo y maduración el mismo o semejante proceso que el que sigue la humanidad entera, estos hombres que levantaron semejantes falos en medio de los campos, estaban en plena infancia.

Menhir de Outeiro

Y, sin ninguna duda, el más descarado, impresionante, solitario, realista, insolente y orgulloso, es el menhir de Outeiro, que se levanta sin más adorno ni acompañamiento, en esta planicie ocre, y presenta hasta su forma anatómica, resaltada por una incisión en la parte superior. Bueno, bueno, hombre, si querías asustarnos, pues no lo conseguiste. Al fin y al cabo eres sólo una piedra en medio del campo.

Rocha dos namorados

Junto a una encina, cuyos frutos, no del todo en sazón, comimos, este megalito, dicen que de afloramiento natural, sin tallar ni reformar, aprovechando lo que la madre naturaleza da. Su forma, bien diferente, la de un útero. Protectora, seguramente sería punto de refugio de cultos femeninos a la fecundidad. La prueba de ello, el intento de cristianización que luce a sus espaldas; le tallaron una cruz por detrás y unos ruedas de la eternidad bajo los brazos de la cruz terminan de aproximarse a lo imposible, el convertir tal sitio para otro culto. A las chicas del pueblo les enseñaron a tirar piedras sobre la madre para adivinar cuándo se casarían. También esto es lucha inútil. Ahí está, con sus brazos abiertos, y su seno protegido por una piedra que se mira a sí misma. Al final, la madre.

14 comentarios:

Joselu dijo...

Tengo la impresión de que nuestro tiempo -este- marcado por las tendencias de opinión, el consumismo, la clase media, la ignorancia elevada a paradigma, el pensamiento correcto al que nadie puede oponerse, etc... se cree el eje de la historia y juzga el pasado con criterios del nuestro. Y cuando veo estos vestigios de un tiempo en que no existía la medicina nuclear, ni los antibióticos, ni internet, ni las lavadoras... el ser humano se enfrentaba a los enigmas de la existencia con mucha mayor esencialidad. No estaban saturados de información y la que les llegaba era relevante, no como ahora en que vivimos inundados de inanidad. Dices que cualquier tiempo pasado solamente es anterior, y tienes razón, pero el problema de nuestro tiempo es que es totalmente absorbente y vivimos perdidos en información insustancial. ¿Vestigios del pasado? Testigos de un mundo puro, no contaminado, inocente y quizás más audaz.

Sarashina dijo...

Ya ves, Joselu, degenerando, siempre degenerando. Veo que te has quedado con lo que yo digo, que no es mío, que es de Les Luthiers, eso de que cualquier tiempo pasado fue anterior, pero es que esto es lo que nos ha tocado. Yo puedo comentar esto de los menhires de otro modo, desde la malicia de persona moderna, dentro de la escasa malicia que suelo echarle a las cosas, pero no puedo evitar ser de mi época. Un día te explicaré cómo aprendí yo esto. Es un recuerdo entrañable. Un abrazo, amigo.

Miguel dijo...

Hace un par de semanas estudiamos esto con mis alumnos de primero de ESO. Y los chicos y chicas me hacian preguntas de este tipo ¿para qué hacían esto? ¿Por qué estas piedras tan grandes y tan simples? ¿Qué significaba? ¿Cómo lo podían hacer sin máquinas? Yo me recreaba explicándoles cosas que había leído (pero la verdad, la verdad, no se sabe... para mí siguen sin respuesta estas preguntas) y ellos me daban su opinión. Al final quedamos que lo hacían con una finalidad mágica. Igual que los hombres y mujeres del paleolítico y principios del neolítico con las pinturas rupestres. Un fin magicoreligioso. Y es que aquellos seres humanos dependían del medio totalmente y tenían que estar a bien con aquel que les proporcionaba buenas cosechas, buen tiempo y buena caza. A lo mejor la finalidad es otra, pero yo no la sé. Solamente sé que cuando he visto tus estupendas fotos me he parado a pensar... y eso es bueno.

Un beso.

Sarashina dijo...

Está claro que es lo que todos imaginamos. Lugares mágicos para rituales de fertilidad. Es fascinante, la verdad. Una cosa, Miguel, puedes guardar las fotos para hacerles una presentación a tus alumnos. Son hechas por mí en el lugar, así que son también tuyas. Un beso para ti también,amigo y colega.

Fernando Manero dijo...

No creo que nuestros tiempos sean tan deleznables como algun comentarista ha señalado. No. Son otros tiempos y resulta absurdo establecer comparaciones, ya que cada época responde a la evolución histórica de la que depende y a los cambios que en ella tienen lugar. Tu interpretación de los megalitos es correcta, seria y convincente. Las investigaciones que se han hecho sobre el arte prehistórica abundan en dos fundamentos esenciales: la caza y la fertilidad. No parece que hubiera en aquella época grandes lucubraciones teosóficas. Era la representación de una necesidad simbólica a favor de la vida y la supervivencia, en la que el único elemento externo que contaba era la relación con el sol. Germán Delibes, catedrático de Prehistoria de Valladolid e hijo del escritor, ha escrito mucho sobre el tema. Cuando vengas a Castilla, podrías dar una vuelta por la provincia de Burgos, donde el fenómeno megalítico, que Germán ha estudiado, es impresionante.

Matapollos dijo...

Sin dejar de fascinarme, cuando veo estos monumentos prehistóricos, me ocurre algo que no sé bien de donde viene... No puedo evitar que me salga la vena más salvaje, más caníbal... y empezar a imaginar al tío más bruto y loco del poblado tallando la piedra mientras los demás se dedican a cosas más rentables para la comunidad: la caza, la pesca, la reproducción, la recolección o lo que sea.
Siempre pensé que al artista en cuestión se le permitían estas licencias con el añadido de que su trabajo serviría para dejarles bien clarito a los de la tribu vecina lo que bien se criaba todo por sus muy suyos territorios.
No fueran a meterse donde no se les llamaba.
Supongo que así empezo la Política.
Salud.

Blao dijo...

Y esa obsesión que desde siempre la humanidad ha demostrado en proyectar su realidad circundante (sus orgullos y fracasos) en "objetos", obras de arte, pinturas, obeliscos y otros menires y monumentos ¿acaso no responde a querer ser más que nosotros mismos y perpetuarnos en estatuas de piedras inmortales?

Manuel Márquez dijo...

De monolitos y prehistorias, compa Fuensanta -como casi de todo, por lo demás-, ando en la más absoluta de las ignorancias, así que me dedico a aprender con lo que nos cuentas tú, y no menos con lo que cuenta tu "equipo de corresponsales" (un auténtico lujo asiático, supongo que ya te consta, pero, por si acaso, te lo hago notar...). Y, eso sí, me acuerdo del comienzo de 2001, y de En busca del fuego, y cosas así; deformación (aunque sea amateur), me temo...

Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

Sarashina dijo...

Verdaderamente es curioso, Fernando, y a mí me han impresionado mucho estos "monumentos" milenarios. No sabía que en Valladolid hubiera también una ruta megalítica, lo cual es un motivo más para visitar tu región, que no conozco demasiado bien. Un abrazo.

Sarashina dijo...

Matapollos, tu análisis, como siempre, de lo más interesante e inteligente. Es una razón más la que aportas, pues en estadios tan primitivos de la conciencia, el pensamiento (pre-lógico, claro) no separa unas cosas de otras, es decir, la adoración de la naturaleza, los rituales de la fecundidad y las manifestaciones de poder hacia los ajenos. Complejo, desde luego.

Sarashina dijo...

Eso es lo que hacemos, Juan, proyectar hacia fuera en forma de arte o de trabajo, todo lo que deseamos, tememos, adoramos. Las cosas no han cambiado demasiado en ese sentido, aunque ahora seamos más sofisticados.

Sarashina dijo...

Claro que me he dado cuenta de que la gente por aquí es muy sabia y ofrece generosamente sus conocimientos. Tampoco te creas, Manuel, que yo sé gran cosa de esto, más o menos para lo que dio el Bachiller y un poco más de historia en los cursos comunes de la carrera. Un abrazo.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Me ha gustado este paseo por las curiosidades de antepasados que rendían culto a lo que les daba placer y gozo, a la fertilidad si se quiere y así quedo más fina.

Como a ti, me impactan estos monumentos fálicos, lo mismo que los obeliscos, no puedo evitarlo. Y es que el arte en ocasiones coge lo mejor de la naturaleza..., ¿o era al revés?

Besicos y gracias por esas fantásticas fotos y tus explicaciones magistrales, de las que gozo como si hiciera el viaje contigo.

Leandro dijo...

Hombre, pues yo a esto de los menhires no le veo tanto misterio. Se sabe desde hace mucho tiempo, y yo lo aprendí de bien pequeñito, que los hacía Obélix en su cantera y los vendía como artículos de regalo o con finalidad decorativa, aunque ocasionalmente también eran utilizados como arma arrojadiza