sobre el orden, la intuición del mal
Todo llega, y todo tiene su momento. No lo tomé con impaciencia. Hice mis últimos trabajos. Leí en voz alta en la Biblioteca para despedirme, pero aún me quedaba una semana más. El último día esperé a una hora de cambio de clase, para oír por última vez el bullicio de estudiantes en los pasillos, sus risas, casi gorjeos o cantos de pájaros felices. Y me fui. Tan contenta, tan melancólica.
Rara vez he escrito un relato o un cuento sobre mi profesión. Sí hay uno
en mi primer libro de cuentos publicado -"Mixtura"- que es el jocoso
comentario de texto, totalmente en serio, del trabajo de un alumno con
muchas, muchísimas faltas de ortografía y de otras leyes del idioma. Se
llamaba "Oveja mía, oveja mía", de claras resonancias evangélicas.
En el nuevo libro de relatos y cuentos, "El dueño se va", aún sin publicar -y no se sabe cuándo ni dónde todavía, ni si alguna vez-, hay otro de esta misma temática: "Valentín", sobre las preguntas de un adolescente especial. He querido hacer este presente a mis compañeros y compañeras del Departamento que me acompañarán el viernes en una comida de adiós y hasta siempre. Fernando ha hecho una magnífica maquetación; mi hija, un dibujo sutil y misterioso de portada, que hemos modificado en colorido, de modo que no hay dos ejemplares iguales; yo, la parte artesanal. Veintidós ejemplares de una edición privada y exclusiva. Terminado de imprimir el día 31 de octubre del año 2012, festividad de San Wolfgang de Ratisbona, que fue maestro de escuela, monje y obispo. Pues más o menos como yo, ¿no? Yo creo que se hizo monje cuando ya no pudo más con los chiquillos, y luego ya lo de obispo vino por sus pasos.
Salud, amigos.
9 comentarios:
Oiga usted, un respeto. San Wolfgang de Ratisbona fue profesor de una escuela catedralicia, y entre sus alumnos tuvo emperadores y reinas, que incluso, según dicen, llegaron a santos. Luego sí, se metió a monje, porque antes hay que pisar la cocina y hurgar entre fogones.
¡Qué guía el obsequio que preparas para tus “ya” excompañeros! Seguro que ellas y ellos también te honrarán con alguna sorpresilla. Tú hazte de nuevas, y luego vienes y nos la cuentas.
En cuanto al dibujo de tu hija… ¿Dónde está el mal que no lo encuentro? ¿Será el orden, será el color desvaído, será esa cruz invertida, será la “Lluvia ordenada”?
Enhorabuena, pues, por el júbilo de tu vida profesional y por la abuelez ya próxima.
Se inicia tu entrada con un lirismo teñido de nostalgia que se anticipa y acaba con ese canto a la nueva vida y a la literatura por encima de todo.
Mis mejores deseos en esa comida y en la edad del júbilo, donde el tiempo adquiere otras dimensiones y volvemos a ser niños en el disfrute del entorno.
Un beso.
Hombre, me viene muy bien la información sobre san Wolfgang, para mañana dar explicaciones. Claro, tú tienes más datos. Pero a mí me encantó ese santo por la trayectoria. Yo últimamente casi que me voy a monja de lo cansada que estaba de la lucha pedagógica. Y muchas gracias por tus buenos deseos. Respecto a lo del mal, pues eso, la cruz invertida, me parece. Ya pasaré el cuento para que se entienda la cosa.
Isabel, qué fina eres para comentar. Me da mucho gusto reanudar estas conversaciones y estos escritos, aunque voy a ser un poco más tranquila para esto, que llegó un momento en que me agobié y todo. Un beso, nos vemos pronto.
Bonitas palabras y hermosas razones para volver a este mundo virtual. Enhorabuena por haber terminado un ciclo en tu vida. A mí aún me queda y no sé cuando llegará... Me alegro por la edición del libro. Seguro que estará muy bien.
Un beso.
Me alegro de tu vuelta a las ondas hertzianas y bienvenida al gremio de los que hemos dejado atrás ya nuestro centro de cansancio. Pronto dirás lo que todos nosotros: "¿De dónde sacaba yo tiempo para ir al instituto?".
Un abrazo.
Querido Miguel, todo llega, como digo en el escrito. El librito ha sido todo un éxito y creo que mis compañeros y compañeras han sentido todo el cariño que hemos puesto en él. Si tú sigues en la labor que yo ya he dejado, me alegro por la enseñanza pública que tiene aún un gran profesor. Un abrazo.
Thorton, ya estamos aquí, qué alegría. Y dedicaré parte del tiempo que antes dedicaba al instituto a frecuentar a los amigos. Un beso y nos vemos pronto.
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