Para mí, como para mucha
gente, fue un grato descubrimiento el de Francisco José Segura como
escritor, y más aún, como escritor de novela negra. La chica
olvidada, su primera novela que ha sacado ya su segunda edición, tenía una trama tan trepidante, un
asunto tan sensible y cruel, y una escritura tan rápida y
torrencial, que, contradiciendo a su título, se convertía en algo
inolvidable. Sus potentes imágenes perduran en la memoria mucho
tiempo después de su lectura.
Esta segunda novela de Segura
Garrido es literariamente más sosegada, pero argumental y
estructuralmente igual de apasionante. El comisario Campillo,
protagonista de lo que promete ser saga, toma cuerpo y peso, y a
pesar de sus modos rudos y poco ajustados a derecho, se le toma un
respetuoso cariño, principalmente por su inagotable afán de
justicia.
Sé que una novela es buena
cuando, como lectora, podría contarla, es decir, explicar el
argumento, pero me cuesta seguir todos los hilos técnicos que el
autor ha desplegado, y mucho más las múltiples emociones que me ha
suscitado. Esto quiere decir que el autor ha sido muy hábil en su
abracadabra. Me detengo, reflexiono y adelante, porque hay que hilar
fino con una novela que parte de un gran amor para llegar a la ruina
absoluta, que saca las vergüenzas ocultas a una dictadura que nos
mantuvo amordazados cuarenta años y lo que colea, donde el deterioro
personal corre parejo con el deterioro de la naturaleza, y la
hermosura de la costa cartagenera acompaña la delicadeza de un amor
profundo y trágico. Toda la novela está teñida de la melancolía de la pérdida. Es una elegía narrativa por una naturaleza profanada, por un amor destruido, por un pueblo amordazado.
Por decirlo en breve y sin
estropear el interés de la trama, El Hostal del Inglés trata de la
reavivación en la transición española de un viejo crimen sin
resolver ocurrido durante la dictadura, parece ser que basado en hechos reales sobre los cuales el autor aventura la posible solución de un caso sepultado en el silencio. Naturalmente, el inspector
Campillo es el encargado de resolverlo pese a todas las dificultades
que el sector resistente del antiguo régimen opone. Con lo cual, un
nuevo tema de fondo aparece ante los que leen: el cierre en falso de
la anterior etapa política y sus desmanes. Desde instancias
superiores se quiere cubrir todo lo anterior con una gruesa capa de
olvido. Las viejas estructuras persisten y resisten, y se hacen
fuertes en esa especie de ley del silencio. Hasta aquí llega esa
pretensión y quienes tienen los ojos abiertos lo ven cada día.
El ritmo narrativo ha ganado
en madurez y en reposo en relación a la anterior novela, La chica
olvidada, que era apasionante desde la primera línea a la última,
pero que adolecía de presentarse como un torrente desatado en el que
ambos, lector y autor, hubieran perdido el control de los
acontecimientos. En esta ese aspecto cambia, sin perder el buen
ritmo, el interés y la intriga. Además de que esto nos permite
disfrutar de unos personajes perfilados que se reconocen en sus tipos
al momento, y de unos diálogos que son uno de los mayores logros de
la novela, por su naturalidad y la descripción indirecta de los tipos populares.
Por lo cual, y una vez más,
hay que felicitar a Francisco José Segura Garrido por su trabajo
creativo y desearle el éxito que se merece.
Un buen regalo para los
amantes de la novela negra sería el conjunto de las dos novelas
publicadas hasta el momento. No hay que perder de vista a este
talento emergente.
2 comentarios:
Apuntado para la lista!!!
Te lo recomiendo vivamente. Serán de tu gusto con seguridad las dos novelas.
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