21 agosto 2006

Contra la guerra

La guerra de EEUU e Israel contra el Líbano nos ha dejado un verano sangriento y terrorífico. Una vez más los países más militarizados de la tierra, con mayor poder de destrucción, aplican la ley del embudo. Piden el desarme cuando ellos están armados hasta los dientes. En realidad piden el sometimiento, la humillación y la anulación de los otros. Quieren para ellos el control económico absoluto de toda fuente de energía y de todos los recursos del planeta. Quieren estar solos en este mundo. Si los pueblos no consienten en ser exactamente como ellos, serán destruidos. La historia demuestra que no es tan fácil como se planea en sus despachos. Destruyen pero no pueden destruirlo absolutamente todo. Matan niños, ancianos, mujeres y hombres no combatientes. Siembran el dolor, la destrucción, el hambre y la pobreza por donde pasan. Hay muchos testimonios gráficos de todo este horror que aún no ha terminado. Recomiendo esta página bostoniana contra la guerra. También podéis contar ataúdes como el que cuenta ovejas, pero esta vez no vendrá el sueño tranquilizador, sino la pesadilla.

Contar ataúdes

Contra la guerra

3 comentarios:

León dijo...

Beirut ha caido desde tiempos de los Romanos,y aún antes de ellos, pero siempre renace como un Fénix.

Israel no tiene el derecho de joder a Lìbano, maldigo a Estados Unidos en su afán de ser el "mediador-todo lo puedo-super soldado-meto mis nariz en todo-super potencia-super pais-mega racista-y ultra IDIOTA". Bueno, no odio a los Gringos (Estaunidenses), odio a su gobierno.

Espero que ahora si le hagan caso a la ONU, y èste conflicto se resuelva sin màs muertes.

Besos combativos querida Klares (ahora con "k"?) ...


Saludos desde mi barricada. :D

Anónimo dijo...

Ahora con K porque me parece más radikal. Me gusta la grafía así.

Anónimo dijo...

rediez, qué impresión las cantidades visuales de muertos.

Al hilo: en Sarajevo recibí muchos malos modos debido a mi españolidad. Salí de allí por patas y con un mal cuerpo... nada comparable al suyo, claro, no osaré quejarme de su actitud, la comparto, prácticamente.