10 enero 2007

En blanco y negro



Una mañana apareció mi barrio lleno de estas pinturas en las paredes de las casas derribadas, acciones que no se pudieron hacer sin la colaboración de las instituciones. "Dar un pico a un pájaro", "El jardín de las jirafas", por ejemplo, eran los títulos que tenían los enormes murales. Impresionaban entre los escombros de los derribos y la suciedad de algunas de las callejas en las que estaban. Aunque la idea me gustó y poco a poco me estoy acostumbrando a verlas, de modo que, si las quitan, notaré su ausencia, no puedo dejar de pensar que hay gato encerrado en ese uso del solar y de la pared desnuda. No sé qué gato, ciertamente, pero alguno debe de haber, aunque sea pardo. Y es que ene esta ciudad muchas personas vivimos en la desconfianza continua. Es un ejemplo solamente: no nos atrevemos a ponderar la belleza de un árbol, la buena sombra que da, lo grande que se ha hecho, porque pensamos, quizás con pensamiento mágico, que el concejal correspondiente nos oirá y mandará cortarlo. Hemos visto talar muchos hermosos ejemplares para rasar plazas de cemento y piedra artificial. No me voy a enamorar mucho de estas pinturas porque pueden desaparecer cualquier día. No sería una tremenda pérdida, pero se desea, quizás injustificadamente, que la ciudad sea reconocible, que mantenga lo que tiene, que sea humana. La tendencia no es esa. Por desgracia.

4 comentarios:

Mobesse dijo...

Me ha gustado mucho. Y coincido en casi todo. He sospechado, por ejemplo, el mismo gato. Lo que no logro imaginar es qué sinrazón les llevaría a destruir estos alaridos del arte.

Oficina de turismo

Sarashina dijo...

Lo que yo sospecho es que estamos muy cerca de unas elecciones. No van a destruir las pinturas, por lo menos hasta que construyan sobre los solares, eso creo que no. Lo que pienso es que los que no gobiernan, tan poco dados a dejar libertad urbana, han hecho una movida para ganar votos jóvenes, pero una movida organizada, dirigida. El efecto visual no es malo; a mí no me lo parece al menos. Pero expongo que me gustaría que fueran pinturas realmente libres y que, en cualquier caso, fueran sólo un adorno más, junto a la limpieza de todos los barrios, la organización del tráfico, la retirada de horribles monumentos, la renovación del mobiliario urbano, la plantación de árboles y arbustos, la creación de nuevas zonas verdes, la implantación del carril bici, la potenciación del transporte público, etc. Todas estas cosas no se cubren con que una semanita se deje a los artistas jóvenes pintar las paredes y hacer instalaciones y perfomances. Pero nuestros ediles son así. Sacapanzas y cubreagujeros.

Mobesse dijo...

Cuando pasas por allí y ves esas pinturas negras, ves esas pinturas negras. Te evocan las imágenes poéticas que tu hayas construido en relación a la memoria colectiva de la que provienen. Y luego viene la reflexión y la conciencia política, social o ciudadana, pero las sensaciones o sentimientos que surgen en el momento no tiene nada que ver eso.

Y como lo pensó, lo escribió ;-)

Sarashina dijo...

Pues tienes razón. Como casi siempre.
Y si te han gustado, te obsequiaré con algunas más. Tengo montones de fotos de esas y de otras.