18 enero 2018

El gran showman o el empresario canalla





Me fui a ver El gran showman con muchas expectativas por tres razones: una, porque me gusta ir al cine, que ya es bastante, y los martes, al ser una señora mayor, tengo una entrada barata; dos, porque me encanta el circo, desde el más rastrero y menesteroso hasta el triunfante y grandioso: y tres, porque me gustan también los musicales, tanto en cine como en teatro.
La verdad es que no me defraudó, mirando la película como la espectadora ingenua y entregada que soy. Visualmente es una maravilla de colorido y movimiento. Es vibrante en su narración y tiene la estupenda interpretación de Hugh Jackman, mi lobezno preferido.
Luego no me conformo con lo visto y me voy a investigar por ahí (por ahí de internet) sobre la película y me encuentro con que los grandes críticos no la valoran tanto como el público. La gente normal estamos abducidos por este siglo XXI de psicópatas y grandes corporaciones. No lo digo de broma, es la pura verdad. A mí particularmente me falta esa capacidad crítica para enfrentarme a la ideología más o menos oculta bajo una producción cinematográfica. A decir verdad, hay veces en que lo veo claro, pero otras no tanto. Este artículo deFotogramas deja bien claro lo que yo no vi. Incluída la comparación con el actual presidente de los EEUU.
Como hace tiempo estudié los orígenes del circo, pues también me voy a ver eso en algún lugar interesante. Encontré varios, pero todos decían lo mismo más o menos. Origen: habilidades especiales que se desarrollan para la guerra o el trabajo (funambulismo, fuerza extrema, lanzamientos, malabarismos, etc.) y que son mostradas a los asombrados congéneres para animarlos, seducirlos o convencerlos. Con el paso del tiempo, se usan para entretenimiento del pueblo, pudiendo ser crueles espectáculos o simplemente inocentes diversiones, según hablemos del circo romano o de las trupes de juglares de la Edad Media. Sin embargo, algo tienen todos en común, que es el afán de provocar emociones, sobre todo el asombro y la risa.
Pero el primer circo moderno, más o menos como lo conocemos hoy, fue una genial idea de Philip Astley, un oficial de caballería inglés.
Sin embargo, a la creación del circo moderno no es ajena la figura de (4) Phineas T. Barnum, al que ya también conocemos como un hombre de negocios no demasiado cuidadoso éticamente. Las casetas de feria que mostraban monstruos humanos o animales exóticos eran comunes en los EEUU de principios de siglo. La idea de Barnum fue reunirlos a todos en un espectáculo, añadir música, baile y algunos animales amaestrados y convertir este espectáculo en itinerante. Y éste es el tipo que pretende retratar la película. O a lo mejor no lo pretende y por eso les ha salido un tipo mucho más simpático que su modelo histórico. Y por supuesto la película es mucho más hermosa y brillante que serían las funciones de su circo.
Vamos, que se pasa un rato agradable, que las canciones son muy bonitas, que es lo que tiene que sean los mismos compositores de La la land, que las coreografías son espectaculares, y que los actores están estupendos.
Para espectadores ingenuos, entregados y abducidos.








1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Habrá que verla