10 septiembre 2008

Trasnochando: Diario de Florencia








Hace algo más de un año, la Academia Alfonso X el Sabio, quiso editar un libro homenaje a mi padre, como pintor y como investigador. Muchos aprestaron sus magníficas colaboraciones para el homenaje, aunque él ya no estaba por entonces en condiciones de apreciarlo. A mí, que soy la hija, encargaron un texto sobre sus viajes. Por consejo de mi hermano Manuel, el mejor conocedor de la obra de mi padre, hice una selección de fragmentos de su diario de Florencia, donde pasó un mes completo en el año 83, aparte otros viajes más cortos, pues a él, como artista, no le costaba ningún trabajo hacer una maleta y salir para Italia. Mañana, jueves 11, la velada poética que Soren Peñalver organiza en cada septiembre, me invita a leer. Yo he elegido algunos textos de ese viaje, con sus comentarios. Traigo aquí un anticipo, para quien esté interesado. Lo que aparece en azul oscuro es el escrito de mi padre; lo demás son mis comentarios.

"Hay un momento en que la llegada de extranjeros a la plaza de la Señoría se le antoja la Adoración de los Reyes Magos, pues todas las razas están allí representadas. Se trata en lo ya dicho de un rechazo de la simple vulgaridad y del viaje como ocio inmotivado, o sea, del puro turismo.


“La cabalgata de los Reyes Magos se ha detenido ahora ante el campanile del Giotto, múltiple juego de paraguas y ropas de vivos colores. Japoneses, europeos, africanos. Todas las razas acuden a Florencia guiadas por las estrellas de todas las agencias turísticas”.



Si una turista italiana se arroba ante una capilla, lo hace constar y reflexiona sobre el sentido artístico:


"-Oh, cómo é bello!", decía una pobre mujer ayer mismo en la sacristía de los Médici. Y estaba ante mujeres de mármol que no son mujeres. Ante hombres de mármol que no pueden ser de los que andan por las calles. "-Cómo é bello!". ¡Cómo es bella la "Casta Diva" y cómo, también, es distinta a los rezos monótonos de las mujeres ante la Santa Annunziata!”


Cuando encuentra un francés que se pasma ante el San Lorenzo de Donatello y se marcha a traer a su esposa para compartir su asombro con ella, lo reseña con especial aprecio.


“Por cierto, he ido temprano a San Lorenzo, precisamente a intentar dibujar esa cabeza. Sí, la he dibujado pero… ¿cómo? Y no tengo excusa. Entro en la sacristía. Estoy solo. Pasa un canónigo o beneficiado. Pasa, entra y sale el sacristán. Otro canónigo. Un visitante. Nadie me molesta. Disimulen todos mi fobia a los vigilantes españoles. Si esto lo hago en la sacristía de la Catedral de Granada, ¿ocurre igualmente? Quisiera comprobarlo. En cualquier sacristía de por allí. Pues, dibujando allí, entra un francés y se va derecho al San Lorenzo. Lo mira aturdido y murmura “Sorprendente, colosal. ¡Ay, ay, ay, ay!” Me aparto para que lo vea a su gusto. Lo hace y sale de allí repitiendo sus exclamaciones. Vuelve luego con su esposa y tiende las manos hacia la maravilla. Tiene razón el francés. La tiene, de verdad.”



Aparte estas apreciaciones, más o menos irónicas, más o menos comprensivas o simpáticas, hay otro gusto personal muy reconocible en todas las notas de viaje: el placer de observar a la gente, incluso de comunicarse con las personas que va encontrando en su camino. En muchas de las personas que encuentra ve parecidos con retratos de artistas florentinos o con las propias cabezas de los artistas. A veces se pregunta si no estará obsesionado, si no será una especie de don quijote del arte que ve lo que quiere ver. Lo cierto es que muchos dibujos de gente observada en un café o en la calle que trajo de ese viaje parecen propiamente apuntes de artistas renacentistas florentinos.


Hay que vivir, de vez en cuando, en Florencia ya que no se ha nacido aquí. Andar por todas sus calles, entrar donde se pueda, dibujar alguna cosa. Encontrar la casa donde nació Benvenuto Cellini, por ejemplo. Dentro del gran Mercado Central de hoy que no sé si por entonces sería también mercado, que sí lo sería. Encontrar personas de uno y otro sexo que podrían haber sido modelos de Michelangelo, de Donatello o del propio Benvenuto. Ver, otra vez, la terracota de San Lorenzo, la preciosa cabeza modelada por Donatello. Y encontrarme con esa misma cabeza viva andando por Florencia. Ahora mismo, en este café en que escribo, el que parece dueño y habla con un amigo no es otra cosa que un modelo de Leonardo”.



Una característica del viajero, y más si es artista, es que no se interesa sólo por los monumentos y obras de arte emblemáticos, sino por la gente que vive la ciudad, en la seguridad de que son los herederos naturales de ese arte, el cual ya han asumido como parte de su vida. Continuamente hay notas referentes a las personas que se cruzan en su camino y aquellas que se detienen a verlo dibujar o a preguntarle cosas. Satisfacción especial le produce que lo confundan con italiano, su nueva habilidad de orientar a los turistas perdidos o de contestar en su italiano, que reconoce como no muy bueno, pero que le resulta útil.




También da cierto gusto que la gente se detenga a verte dibujar, incluso que lleguen a sentarse cerca y se emboben un poco mirándote. Te entra el envanecimiento. Hoy mismo el mayor acogimiento de este tipo lo he tenido con un grupo de jóvenes que, viéndome dibujar tras los cristales del “Bottegone”, han comenzado a felicitarme por señas regocijadísimos, admirativos. No contentos con ellas, se han entrado en el restaurante y me han rodeado. Todo les interesaba: mi tierra, España, Granada, los demás dibujos... Media hora han estado allí. Las muchachas odiaban los toros y una había estado en Mataró incluso. Pero no había podido asistir a una corrida, eso no. He tenido la debilidad culpable de “confesarles” que yo tampoco era partidario del oficio del marido de la Bosé. Si les cuento que incluso llegué a torear –o lo que fuera aquello- en Portugal...”

6 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Pedazo de joya.

Mameluco dijo...

En Granada a la mínima te meten en la cárcel de la catedral al estilo Faemino y Cansado, menudos son ellos...
Fui a un concierto a la Capilla Real de Granada de música renacentista que me dijeron así de pasada. Voy y me encuentro con una misa en honor de Isabel la Católica (procanonización, o sea, ¡para hacerla santa¡) y los que cantaban eran los del coro de canto gregoriano del ¡Valle de los Caídos! (bastante bien, hay que reconocérselo). Mire a mi ex al cabo de un ratillo y salimos por patas.

Después dicen que es bonito Granada. No conocen a muchas de sus gentes, que afean el paisaje. Se lo dice uno que ha vivido allí 13 añacos.

Sarashina dijo...

El pedazo joya es el diario completo, que es de una gran calidad literaria y artística. De momento, nos conformamos con la selección que hice yo y que publicó la Academia Alfonso X. Me alegra mucho tu reconocimiento, supersalvajuan.

Tienes toda la razón, Mameluco. Mi padre se quejaba continuamente de que en iglesias y monumentos españoles no podía dibujar ni fotografiar; una cosa de historia dictatorial de este país. A cada paso va comparando con la actitud de los italianos, que permiten lo más libremente posible mirar, fotografiar, dibujar.

Anónimo dijo...

Magnífico diario que sería un lujo ver totalmente editado, supongo que finalmente así será. Y la pasión y amor que pones en la glosa que haces es algo digno de leer con atención.

¿Habría posibilidad de que nos ofrecieras la totalidad de los textos? ¿Y de que subieras alguna imagen de obras de tu padre?

Sería fantástico.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Qué entrañable este diario de Florencia, gracias por compartirlo, un beso desde Madrid :)

Sarashina dijo...

Ernesto, quzás puedas mirar en entradas de meses anteriores, porque he subido alguna cosa que otra. Murió en diciembre del año 2007 y entonces hice parte de mi duelo subiendo algunos dibujos que aparecieron en sus carpetas. Pero subiré algo más, por gusto de que lo veáis.

Puedo subir el texto en partes, no el diario completo, pues no estoy autorizada de momento, pero sí lo que está publicado como fragmentos escogidos introducidos por mis modestas palabras.

Un abrazo y gracias a todos por vuestros comentarios.