Otros muchos temas y compositores han sido gozados este verano, que ya se va yendo, con el regalo de unos días preotoñales, frescos y pacíficos, pero el gran descubrimiento ha sido este maravilloso disco que recoge en dos partes lieder de Richard Strauss, cantados por una de las voces femeninas que prefiero, la de la soprano Jessye Norman.
Los cuatro últimos lieder forman la primera parte. Fueron compuestos en el último año de vida del compositor, que los concluyó a los ochenta y cuatro años, justo un año antes de morir. Parecen el punto final melancólico y por fin conforme a toda una vida de creatividad. Las canciones, los lieder, tienen siempre un algo de más personal que el resto de los géneros. Es un género “menor” en el que el creador puede dejar los rastros inmediatos, urgentes, puntuales, de su carácter y de su vida. Son a la sinfonía lo que el poema a la novela. No sé si la comparación será afortunada y quizás puristas de uno y otro arte se echarían la mano a la cabeza, pero yo lo siento así. Y siento además que hay un tiempo de entrar a la andadura del gran relato y el tiempo de sentir el deslumbramiento momentáneo de un poema, como se puede disponer el corazón para seguir la grandiosidad de una sinfonía o dejarse llevar por el encanto súbito de una canción. Estas de Richard Strauss son un sueño melancólico. Van ganándote el terreno sentimental con su suave tristeza y no es extraño que produzcan la armonía de lo psíquico y lo físico, cuando sientes que se escapa una lágrima solitaria al tiempo que te sientes llevada a un mundo diferente, interior, donde se siente y se comprenden otras cosas.
2 comentarios:
quilla, copiameló...
:)
(sonrisa seductora)
Lo haré. Ya sé que te has ido por esos mundos del Este. Entraré a tu blog un día de estos a terminar el viaje, porque cuando entré este verano fue con poco tiempo y por saber por dónde ibas.
Un besico.
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