10 julio 2007

El Juego de la Oca. Un poco de historia


¿Cómo se juega a la Oca? Pues es bien fácil, como la vida misma. Y no lo digo irónicamente, sino con el sentimiento más sincero. Aparentemente sencillo, cada cual le busca la complicación que quiere o puede. La prueba es que los niños lo juegan, pero luego lo usan los escritores para sus novelas; o se investigan sus orígenes misteriosos y esotéricos, llevándolos a la misma Creta con su laberinto, a los ritos de iniciación templarios, o a relacionarla con el Camino de Santiago en sus aspectos más mágicos y secretos.

Para jugar a la Oca hace falta un tablero decorado con una espiral dividida en casillas numeradas. Cada casilla contiene un dibujo significativo. Cada jugador está representado por una ficha o peón de un color (a veces son pequeñas ocas de madera, como las que se ven en la foto de la entrada) y su propósito es ir avanzando por la espiral, salvando todos los obstáculos posibles, hasta el final, donde le espera el triunfo; las fichas, hay que decirlo, se mueven guiadas por el azar de unos dados. Un juego de recorrido y azar en el que hay que vencer obstáculos o aprovechar la suerte para avanzar hacia una meta. O sea, la vida misma o una buena parte de ella. A lo largo del recorrido encontraremos catorce casillas que representan una oca. Esa oca nos lleva a otra, a la voz de “De oca a oca y tiro porque me toca”. Al menos en España se hace así. En otros países seguramente se dirá otra cosa o nada, pues este juego se extendió, al parecer desde Italia, desde la mismísima corte de los Médicis en Florencia, hacia toda Europa, donde conoció una gran fortuna y éxito, tomando diversos nombres (“juego de los Monos” le llaman los alemanes, por ejemplo), y aprovechándose para diversas enseñanzas de carácter moral, político, religioso, y otras cosas que dicen que la gente tiene que aprender, y que mejor jugando que a palos. Los ingleses, por poner un ejemplo ilustrativo, dado su gusto por escaparse de aquellas islas tan húmedas y mohosas, yéndose de viaje por esos mundos de Dios, mucho más secos y cálidos, redujeron el juego de la Oca a un recorrido geográfico, más que nada porque la infancia no perdiera la esperanza de salir de allí, mostrándoles que al otro lado del Canal de la Mancha había algo más. Con razón en la corte medicea le llamaron “el noble juego renovado de los Griegos”, porque tenían el convencimiento de que los griegos habían sido los grandes pedagogos de la historia. De hecho, hay quien piensa que el famoso disco de Festos, encontrado en las ruinas de Creta, es en realidad el tablero más antiguo del juego de la Oca que se conoce, y hasta quien se atreve a decir que el jueguecito se inventó en la guerra de Troya. Se supone que se lo inventaron los troyanos, aburridos del asedio, ya que los griegos estaban muy entretenidos asediando y construyendo caballos de madera.

Sin embargo, corresponde a España –y olé– la primera huella segura del juego. Un tal Alonso de Barros, que estaría aún más desocupado que los troyanos, escribió un pequeño manual para jugar a la Oca, nada menos que en 1587. Podría haberse esmerado y sacar el manual en algo que acabara en nueve. Lo malo es que el tablero se lo comieron los ratones y no queda ni rastro, así que nos quedamos sin saber si era un tablero en espiral o haciendo ondas o en cualquier otra forma caprichosa. Sí es seguro que tenía 63 casillas. Para nuestro desdoro son nuestros vecinos por el Norte –o sea, los franceses– los más cuidadosos en conservar un tablero de Oca: corresponde tal honor a los herederos de un impresor, Benito Rigaud, en 1599 –¡vaya!- o 1600 –¡vaya otra vez! Como ya se ve que los franceses lo guardan todo bien guardado, tienen un interesante museo del Juego de la Oca en Rambouillet.

2 comentarios:

Jose Luis Galovart. dijo...

Soy profesor de matemáticas; y desde hace varios años me intereso en los petroglifos pehistóricos que abundan mucho en Galicia. Hace tres meses se descubrieron en Lucillo(Astorga) dos rocas con petroglifos de gran interés. Viajé allí, conocí a su descubridor Juan Carlos Campos, ..mantuve un contacto con él a través de mi blog “El Laberinto atlántico”.
Hace unos días tuve yo también un descubrimiento; en lo que parecía un caos impenetrable de formas y cazoleta había un trozo ordenado………desde él he desarrollado una lectura del grabado, como un juego de ingenio matemático en el que intervienen los números 4 y 8, la simetría y las formas geométricas. En un momento dado surgió la constelación de la osa y el paralelismo con el juego de la oca.

Atentamente
Jl galovart


http://montetecla.blogspot.com/2008_05_01_archive.html#1544647925364199498

Sarashina dijo...

A decir verdad, hay muchos rastros que relacionan la constelación de la Vía Láctea, también llamada Camino de Santiago, con el juego de la Oca. Recuerda que Montesdeoca no anda lejos y que los antiguos llamaron también Camino de la Oca a esta constelación. Algo mágico y, desde luego, matemático, hay en todo ello. En Florencia hay una calle llamada "Viale dell`Ocche". ¿Una casualidad? Fue en la corte de los Médicis donde se empezó a jugar del modo más parecido a como lo hacemos ahora. Si has leído las demás entradas relativas a este juego en mi blog, verás que hay muchas coincidencias numéricas. Y más que podría obtener un matemático interesado. Yo soy una negada absoluta para esto, lo siento.