Este es el rostro juvenil del pintor viajero. Manuel Muñoz Barberán se retrató a sí mismo frente a un espejo roto en una esquina. Tenía diecisiete años, esa mirada limpia, esos rasgos que está ahora en mis hermanos y en algún sobrino. Llevaba esa camisa blanca de posguerra, y tras él, la modesta casa de Lorca o de Cehegín. En la mirada y en el mentón erguido, una firme determinación de muchacho. Esto nos deja el tiempo.
3 comentarios:
Me ha impresionado este autorretrato, la mirada es profunda, muy profunda para un chico de 17 años. Como si hubiera madurado demasiado deprisa o hubiera visto algo que no le gustó. Es muy bonito, pero es que además es un cuadro que habla, al menos yo lo oigo. Un cuadro de un gran pintor, sí señora. Gracias por mostrárnoslo.
Sí que es chulo, sí.
Es que había visto cosas que no le gustaron nada, como la Guerra Civil, la pobreza, la crueldad... También otras que sí le habían gustado. Afortunadamente. A veces las cuenta, incluso ahora que la vejez le va robando la memoria. El autorretrato es precioso, sin ninguna duda.
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