Bertha versus Antoinette. Jane versus Bertha. Una reinterpretaciòn de "Jane Eyre" de Charlotte Brontë es la perturbadora novela "Ancho mar de los sargazos" de la criolla Jean Rhys. Bertha, la que el caballero Rochester llama Bertha en la novela de Brontë, es Antoinette en la obra de Rhys. En la de la escritora victoriana pasa este personaje como una sombra amenazadora, el oscuro y nunca vislumbrado secreto del hombre, el fantasma de lo terrible que acecha los movimientos de Rochester, pero sobre todo de Jane Eyre. De ella, de esa pobre loca encerrada en el piso de arriba, con su doncella borracha, sólo sabemos que es un cruel obstáculo a la felicidad de la protagonista. Rhys nos da la clave de los antecedentes de este encierro y del trágico final. El problema original fue la diferencia: la esposa demenciada era una mujer y era una criolla. Para su desgracia se casa con un hombre prepotente, un "verdadero hombre" y, además, inglés. A decir verdad, la casan, no se casa; se une a él sin su voluntad, dejándose llevar, por mujer y por criolla antillana, con la dejadez tropical con que luego se va viendo arrastrada después por este varón, delicia que será más tarde el amor de Jane Eyre. Él lo hace por conveniencia, está claro, pero cuando su sensualidad, la carnalidad del trópico, se manifiesta como una fuerza sexual sin freno, Rochester no puede soportarlo y ejerce todo su poder para reducirla. Del mismo modo en que fue reducida la desgraciada madre de Antoinette, la pobre Bertha, cuyo nombre Rochester le da como un estigma, pues las mujeres están condenadas a la repetición agotadora de la historia materna. Él podrá hacerlo: es hombre y es occidental, o sea, como quería Platón, varón y no mujer, ateniense y no bárbaro, libre y no esclavo, frase fundadora del patriarcado moderno y colonial. Y si bien Rochester llega esclavo por su falta económica al matrimonio con Antoinette, pronto será ella esclava, por las leyes que ponían en manos del marido todo el patrimonio de la mujer, y más esclava aún cuando la herencia lo restituya a la libertad de su clase social, pues ya entonces puede abandonar la isla y llevarse a Inglaterra a la infeliz Antoinette, que será ya Bertha para siempre.
Nunca contó esta historia Charlotte Brontë, pero parece que las conjeturas de Jean Rhys son tan ciertas -en la realidad novelesca- como la historia de la institutriz cenicienta. ¿Qué otra historia sería más explicativa que el poder omnímodo del caballero inglés? Y hay tanta triste verdad en esa novela posterior a "Jane Eyre", pero anterior en los hechos que narra, que parece que no se entiende bien el argumento de Brontë si no se lee el de Rhys. Sinceramente, yo no podría decir qué novela de las dos he leído con más interés. "Jane Eyre", una relectura, tiene esa magia inagotable de las novelas del siglo XIX, esa atracción fatal en su transparencia que cautiva desde las primeras líneas. La de la escritora antillana, con todas sus sugerencias, sus ambientes cálidos, amenazantes, desolados, con el trasfondo de la figura materna, en el sentido más mítico, tiene el enorme interés de una larga explicacion dolorida.
¿Cómo leerlas? Quiero decir, ¿en qué orden? Eso iría en gustos. Si se quiere una sensación de conformidad para luego destrozarla, pero que en ese romper todo encanto resplandezca una oscura y nunca sospechada verdad, el orden debería ser el cronológico según la historia de la Literatura: primero Brontë, luego Rhys. Si se es muy ordenado y relamido, el orden cronológico de la historia interna. Debe de ser curioso cómo la encantadora institutriz y el varonil Rochester viven su vida bajo sospecha y, seguramente, ya no quedaría tanto regusto de que al final Jane fuera a su encuentro tras la expiación de la ceguera. Cada cual puede elegir, pero ambas novelas son una invitación a la narración pura.
Nunca contó esta historia Charlotte Brontë, pero parece que las conjeturas de Jean Rhys son tan ciertas -en la realidad novelesca- como la historia de la institutriz cenicienta. ¿Qué otra historia sería más explicativa que el poder omnímodo del caballero inglés? Y hay tanta triste verdad en esa novela posterior a "Jane Eyre", pero anterior en los hechos que narra, que parece que no se entiende bien el argumento de Brontë si no se lee el de Rhys. Sinceramente, yo no podría decir qué novela de las dos he leído con más interés. "Jane Eyre", una relectura, tiene esa magia inagotable de las novelas del siglo XIX, esa atracción fatal en su transparencia que cautiva desde las primeras líneas. La de la escritora antillana, con todas sus sugerencias, sus ambientes cálidos, amenazantes, desolados, con el trasfondo de la figura materna, en el sentido más mítico, tiene el enorme interés de una larga explicacion dolorida.
¿Cómo leerlas? Quiero decir, ¿en qué orden? Eso iría en gustos. Si se quiere una sensación de conformidad para luego destrozarla, pero que en ese romper todo encanto resplandezca una oscura y nunca sospechada verdad, el orden debería ser el cronológico según la historia de la Literatura: primero Brontë, luego Rhys. Si se es muy ordenado y relamido, el orden cronológico de la historia interna. Debe de ser curioso cómo la encantadora institutriz y el varonil Rochester viven su vida bajo sospecha y, seguramente, ya no quedaría tanto regusto de que al final Jane fuera a su encuentro tras la expiación de la ceguera. Cada cual puede elegir, pero ambas novelas son una invitación a la narración pura.
2 comentarios:
Hola Fuensanta! Soy Jose Ernesto de Archena, os invito tanto a ti como a tus lectores a visitar mi remodelado blog que acabo de relanzar:
www.elotrolao.es
Ademas te he añadido en mi lista de enlaces, espero que todo te vaya bien.
Un saludo.
Hola, José Ernesto. Me alegra saber de ti. Supongo que todo te va bien y me alegra que hayas renovado tu sitio. Ahora mismo me voy pallá y te veo, a ver qué tal ha quedado.
Un beso
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