Es fin de semana. Mucho trabajo para terminar el trimestre. Por eso, una entrada escolar, con enigma, para distraernos un poco, un poco melancóliamente.
Este que veis aquí, maltratado por unas manos infantiles, pintarrajeado y hecho una verdadera baraja, pero amado y respetado, es el primer Quijote que yo leí. Tenía ocho años y era el curso que en tiempos se llamó "Ingreso de bachiller". Juzgad de las edades, los tiempos y las leyes educativas de entonces.
La maestra nos ponía a todas las niñas -yo era la más joven entre mis condiscípulas- en una fila a lo largo de una de las paredes del aula, de espaldas a la ventana, para que nos diera la luz sobre las páginas del libro. Nos iba indicando que leyéramos por orden de fila y si leíamos muy bien, nos adelantaba puestos. Supongo que no tenía ningún protocolo, ni objetivos, ni normas para decidir quién leía mejor y quién peor, y a juzgar por sus decisiones tenía que llevar en mente una cantidad enorme de matices en la lectura en voz alta que las niñas ignorábamos por completo. Con lo cual nos esforzábamos mucho por "leer bien" a nuestro ingenuo entender, y no siempre conseguíamos que la maestra nos adelantara puestos.
El interior del libro, además de una versión reducida -no adaptada en su lenguaje más que la imprescindible modernización de las grafías- contenía además una selección de los grabados de Doré y figuras aclaratorias de las palabras y de las expresiones. Yo decoré profusamente algunas de sus páginas, señal de que aquello era muy mío y necesitaba marcarlo de algún modo.
En la portada firmé con mi letra de ocho años, y como no me fiaba de haberlo hecho bien, o por gusto de ensayar mi recién estrenada firma, lo hice dos veces.
Luego leí otros Quijotes, ya completos, en otras ediciones. Sigo leyendo de vez en cuando capítulos sueltos, algunos años decido leer de nuevo la primera o la segunda parte. y a veces lo vuelvo a leer completo. Recuerdo muchos episodios divertidos o dolorosos, algunos de una inteligencia humana asombrosa, otros de una ternura y humor que no ha podido nunca ser superado.
El enigma, muy melancólico, es el siguiente. Teniendo en cuenta que la dómina de este blog hizo el ingreso de Bachiller precozmente, que leyó, como mandaba el plan de estudios oficial de esos años, este Quijote, ¿qué edad tiene la susodicha dómina? Prometo no revelar quién ha ganado y no confesar nunca, nunca, la verdadera edad. Como siempre, las normas del concurso, depositadas ante notario, son de una absoluta arbitrariedad. Abténganse, por favor, las personas que me conocen a fondo y las que me conocen de vista; las unas porque deberían ser respetuosas con las normas del concurso, las otras porque se equivocarán, por más o por menos. En todo caso, pueden decir algo jocoso.
Este que veis aquí, maltratado por unas manos infantiles, pintarrajeado y hecho una verdadera baraja, pero amado y respetado, es el primer Quijote que yo leí. Tenía ocho años y era el curso que en tiempos se llamó "Ingreso de bachiller". Juzgad de las edades, los tiempos y las leyes educativas de entonces.
La maestra nos ponía a todas las niñas -yo era la más joven entre mis condiscípulas- en una fila a lo largo de una de las paredes del aula, de espaldas a la ventana, para que nos diera la luz sobre las páginas del libro. Nos iba indicando que leyéramos por orden de fila y si leíamos muy bien, nos adelantaba puestos. Supongo que no tenía ningún protocolo, ni objetivos, ni normas para decidir quién leía mejor y quién peor, y a juzgar por sus decisiones tenía que llevar en mente una cantidad enorme de matices en la lectura en voz alta que las niñas ignorábamos por completo. Con lo cual nos esforzábamos mucho por "leer bien" a nuestro ingenuo entender, y no siempre conseguíamos que la maestra nos adelantara puestos.
El interior del libro, además de una versión reducida -no adaptada en su lenguaje más que la imprescindible modernización de las grafías- contenía además una selección de los grabados de Doré y figuras aclaratorias de las palabras y de las expresiones. Yo decoré profusamente algunas de sus páginas, señal de que aquello era muy mío y necesitaba marcarlo de algún modo.
En la portada firmé con mi letra de ocho años, y como no me fiaba de haberlo hecho bien, o por gusto de ensayar mi recién estrenada firma, lo hice dos veces.
Luego leí otros Quijotes, ya completos, en otras ediciones. Sigo leyendo de vez en cuando capítulos sueltos, algunos años decido leer de nuevo la primera o la segunda parte. y a veces lo vuelvo a leer completo. Recuerdo muchos episodios divertidos o dolorosos, algunos de una inteligencia humana asombrosa, otros de una ternura y humor que no ha podido nunca ser superado.
El enigma, muy melancólico, es el siguiente. Teniendo en cuenta que la dómina de este blog hizo el ingreso de Bachiller precozmente, que leyó, como mandaba el plan de estudios oficial de esos años, este Quijote, ¿qué edad tiene la susodicha dómina? Prometo no revelar quién ha ganado y no confesar nunca, nunca, la verdadera edad. Como siempre, las normas del concurso, depositadas ante notario, son de una absoluta arbitrariedad. Abténganse, por favor, las personas que me conocen a fondo y las que me conocen de vista; las unas porque deberían ser respetuosas con las normas del concurso, las otras porque se equivocarán, por más o por menos. En todo caso, pueden decir algo jocoso.
34 comentarios:
Sorpresas que da la vida. Ayer, mi último día de clase, una alumna que nunca dice nada, me preguntó: ¿Que quiere decir que Babieca es el Cid? Joder, el Quijote. 2º de la Eso. Sorpresas agradables de la vida.
Voto a bríos que por esas fechas quien esto suscribe batíase también en armas e intelectos con tamaña obra, enjundiosa y de muchos pelendengues. En la flor de la vida, y cuando apenas habia comenzado a cantar la calandria, evoco con punta de emoción enardecida los mismos hábitos que la simpar Fuensanta de la Huerta sentía cuando, con los calcetines hasta el tobillar, la chaquetilla de lana abotonada hasta donde se podía y el moquillo cayendo como respuesta inevitable al céfiro de Brumario, procedía, solemne, emocionada y con algo de turbación ante la mirada escrutadora de Doña Gertrudis, a la lectura pausada del texto escrito en medio de grandes sinsabores por el manco de Lepanto, de quien eran tantas las leyendas y misterios que parecíase confundir con el caballero de la triste figura. DE vez en cuando, la luminosa lectora deteníase ante verbos ignotos, que había que aclarar recurriendo al Vocabulario y la Fraseología que completaba los capitulos de la susomentada obra, por más que en ocasiones la palabra al acecho estaba impedida de leer por una mancha de tinta cristalizada que cayóse del plumin y que la tiza absorbente y el papel secante no consiguieron mitigar. Ni el recurso siquiera a la chuchilla de afeitar de un solo uso, y que por la casa pululan para sacar punta a los lápices, lograba levantar tamaño baldón inoportuno. Todo eso ocurría cuando España trataba de salir de la autarquia y abrirse al mundo del comercio, mientras el criminal gobernante, con un culo que crecia sin cesar, marchaba orondo bajo palio, confortado por el viaje que recientemente acababa de hacer IKe, el de la leche en polvo y la base de Rota, reforzando las posaderas del ferrolano de gatillo fácil y de gatillazo múltiples. Tiempos de la España del moco caido y el sabañón picajoso. Menos mal que la imagen de Sancho nos confortaba y nos hacia reir. En cierto modo nos recordaba a Carpanta, a Ulises el del TBO, al pregonero del pueblo y al alcalde Bienvenido Mister Marshall.Años de la simpar Fuensanta: entre 9 y 10. Y tiro porque me toca. No me digas, hermosa huertana, que no me he currado el acertijo. Por ti y porque es sábado.
Supersalva, será el Cid lo que ha leído la cría. Ya ves que a veces los enanos te dan satisfacciones. Si les entregas cosas, ellos siempre te las devuelven aumentadas. Siempre hay unos pocos que están tan hechos polvo que no pueden, pero la mayoría, responden.
Bonito capítulo del Quijote, Fernando, ese no lo conocía. Y tienes toda la razón, unos nueve o diez, y además, creo que me voy a quedar ahí, de aquí no paso. También me gusta dieciséis, pero nueve o diez está muy bien, una edad perfecta para todo.
Bueno, quién comenta ahora algo después de lo de Fernando Manero. Tu edad, yo no tengo ninguna duda: La ideal para tí. La que te permite tener experiencia y sabiduría para tenernos a todos enganchados a esto Asuntos Propios que ya no son tuyos si no también nuestros. Y muchas veces comento con mi hermana que sus libros como este Quijote tuyo, los de ingreso al bachiller, y el sbsiguiente bachiller, eran mucho más bonitos que los míos de la EGB y el BUP. Y es curioso, porque niguno de esos sistemas, existe ya, salvo en la historia de los educandos de la época.
Veintitrés
Ostras pedrín, vaya pareja formáis tú y el fernando manero, juntos murcia y burgos, qué podría salir de ahí…, a la vista está. ¡Me rindo! No puedo competir con vosotros dos, ni siquiera de uno en uno.
Pues yo también leí como tú al hidalgo en voz alta ante toda la concurrencia chavalil, masculina por supuesto, en ese mismo texto que tú pones, adelantando o atrasando (en mi caso siempre atrasando) puesto en la fila vil; lo heredé de mi hermano que me saca 3, tres, años, y que aún andará por algún estante de la casa…
¡Qué recuerdos me traes en este día pucelano de frío y lluvia!
¡Mañana estoy de fiesta, que es nuestra Patrona la Virgen de Guadalupe! (Fue el día 12, pero para comodidad de la feligresía siempre la pasado al domingo siguente).
Por cierto, ¿cuál era la pregunta? Es que me perdí…
El enigma de tu edad, querida escritora es fácil de resolver, en estos tiempos internautas. Una edad estupenda, por cierto.
El primer Quijote que cayó en mis manos era ilustrado, y no le presté mucha atención, los dibujos animados sí que me gustaron. En Bachiller iba tirando de resúmenes y argucias para no tener que leerlo. Y cuando ya era inevitable tener que hacerlo, cómo lo disfruté!
Como se nota que eres cuidadosa con los libros. Si cayera ese libro en manos de mis diversos simplemente no existiría. Besitos
pmm, gracias por tus apreciaciones, que me llenan de orgullo. Es verdad, siempre tenemos la edad perfecta, si sabemos utilizarla y verla sin fantasmas.
veo, Miguel Ángel, que Fernando, tú y yo somos un trío de viejunos que ya, ya. No alcanzo tu venerable, sabia, enérgica y juvenil edad, pero ya me falta menos. Y sé que nos movemos en una década por la cosa de este libro, que es de su fecha y no más acá ni más acá. La pregunta era ¿en qué habitación tienes el retrato de Dorian Gray? Algo así, pero más sutil.
Jope, Leandro, qué vieja me haces. Tú piensa que yo multiplico el número que dais por un número mágico que tengo guardado y saco la edad, más o menos, luego le sumo dos y le resto cinco. Esto también forma parte de las reglas arbitrarias.
La del Planeta, mi hijo no leyó el Quijote cuando se lo mandaron. No había modo, y se las compuso como tú para salir de los aprietos. Unos años después oímos un día unas carcajadas tremendas en su habitación. Nos dijo que se reia porque estaba leyendo el Quijote. Creo que, como todas las cosas buenas de la vida, llegan cuando tienen que llegar.
eme, mi pobre Quijote está hecho una baraja auténtica, destrozado del manoseo que le di. Su conservación hasta recuperarlo muchos años después la debo a mi padre, como tantas cosas. Un beso
Encima de la mesa, y también -bueno esto es más deseo que realidad- en el corazón.
¡Qué ilusión, Clares, porque es el mismo que leí yo! En un sórdido colegio de curas estudié nueve largos años. No recuerdo si fue ingreso cuando lo leí, pero sí recuerdo que este curso lo hice a los nueve años y no a los ocho. Empecé el bachiller a los diez. No cabe duda de que el nivel era mucho más alto antes, pero no te enseñaban a pensar ni se fomentaba la lectura. El que leía era por su propia iniciativa. Tu edad, la misma que la mía, una edad maravillosa y llena de proyectos e ilusiones. ¡Qué mas queremos saber! Ser blogueros es una forma de mantenernos despiertos y llenos de avidez de pensamiento y de comunicación.
jajaja Otro que se une al grupo; no sólo leímos el mismo Quijote sino que yo conservo el mío (y menos pintarrajeado). Y también, lógicamente, lo utilizaba en mi curso de Ingreso como libro de lectura siendo lo que más me gustaba intentar copiar las ilustraciones y aprender el significado de aquellas palabras tan enigmáticas muchas veces.
Estas clases de lectura las alternábamos con otras de "poesía" en las que teníamos que recitar, y digo recitar y no leer versos tales como "Corriendo van por la vega, a las puertas de Granada, hasta cuarenta gomeles, y el Capitán que les manda..."
Ah, yo hice el ingreso con 9 años y en cuanto a la edad, como somos uun grupo peculiar podemos tener la que queramos, siempre aceptándola por supuesto.
Un abrazo "colegiala"
Yo, Ernesto, también recité, pero no eso, sino: "Las huestes de don Rodrigo/desmayaban y huían/ cuando en la octava batalla/ sus enemigos vencían./Rodrigo deja las armas/ y del real se salía./Solo va el desventurado/ que ventura no tenía... etc., que no es cosa de que lo recite otra vez, que me veo con los calcetines y las enagüillas almidonadas. Jolín, que regresión.
Joselu, ¿hacemos un club de viejunos que hayan leído ese Quijote? Y sí, era en ingreso, porque yo me acuerdo hasta de la clase en que estaba, quiero decir el aula. Yo tenía ocho años, porque era de esas que las adelantaban de curso porque iban bien. Aprendí a leer con tres años. Luego no me valió de nada, que después me hice normal, más o menos.
Ahhh, ahora sé al fin dónde estaba el libro.
Yo, Clares, del XVII no te veo...no seas presumida de edad, anda.
(Pedazo capítulo te has marcado, Fernando Manero, queremos más)
Besicos, y felicidades por todos los cumpleaños (y muchos más)
Es que el libro era mío, no me lo discutas, que hasta tiene mi nombre puesto dos veces, y eso ahora lo entiendo, que es que yo me veía venir que tú lo querías para ti, ay, que nos conocemos... Que no soy del XVII, que soy del XVIII, ¿es que no te acuerdas? Yo soy de los del XVIII que descubrieron el Quijote y lo comentaron. Un besazo.
¿Qué edad tienes? La justa, y más joven que ahora no vas a ser nunca, guapa.
Y a la hora de dar los premios date cuenta que te leo mientras se juega el Madrid-Barcelona, que tiene más mérito, jajaja.
Gracias por la mentira, por lo de guapa lo digo, aunque, bueno, a mí me parecéis todos los amigos muy guapos, eso sin veros, que si os viera... Qué gran verdad has dicho. Una vez un tipo de la Consejería de Educación dijo esto: "Tampoco vamos a vivir toda la vida". Y era otra gran verdad, pero la tuya es realmente muy aguda. De ahora en adelante, lo voy a decir mucho, más joven que ahora no voy a ser nunca, para animarme. Un beso, colega, que te lo has ganado.
Oye, Profe, que eso es ya mérito muchísimo, esta vez sales laureado y con un víctor barroco. Lo tuyo es de matrícula de honor, voto a bríos.
Jajaja, Clares, yo también tengo un Quijote para niños no adaptado, sino abreviado, como el tuyo pero con otra tapa. También lo leí en Ingreso, que por supuesto hice con nueve años, ya que había que empezar el bachillerato con diez. Ese año me metieron interna a un colegio de monjas de Orihuela donde estuve seis años y el mejor recuerdo que tengo es su biblioteca. Para mí, el paraíso, tanto me gustaba que me hice bibliotecaria para repartir los libros entre mis compañeras. Con esto se deduce que nuestras primeras letras las aprendimos en los años 60.
En cuanto a lo de recitar, no os olvidéis de 'La canción del pirata', la misma que tantos y tantos compañeros de generación recitan cuando van de viaje a Turquía... "Y va el capitán pirata cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro, Europa y enfrente... Estambul".
Por cierto, estos días hay expuesta en el Ayuntamiento de San Javier una muestra sobre la educación en el municipio, con fondos del archivo, que no tiene desperdicio. Los bandos contra el analfabetismo y la orden ministerial por la que se decidió el reparto de leche en polvo en los colegios es de poner los vellos como escarpias. Y no te cuento las fotos y el material escolar... uf. Excelente.
Hola, Cyd Charisse. Sí que merecería la pena hacer una excursión al Mar Menor, ver esa exposición que dices, que debe de ser impresionante, y luego de mirar un rato el mar, comerse un buen caldero. Un buen plan para un día de Navidad.
Veo que somos bastantes los que leímos ese Quijote, vaya un club que estamos formando. Un beso
Ese Quijote estaba danzando por mi casa abandonado por mis hermanos. Creo recordar que yo aprendí a leer en el períodico, con mi padre.
Pues, al grano.
Esto no es ningún enigma. Está claro, esta jovencita ha perdido su edad, no tiene edad y parece que no quiere tenerla más a su lado. Va por libre.
La habrá mandado a paseo, como he hecho yo.
Ahá, Matapollos, como siempre, poniendo las cosas en su sitio. Qué buen rollo. Pensé primero en no pasar de los diez, y ahora, ya tengo otra respuesta mejor: voy por libre. Qué pedazo de idea. Oye, y qué maravilla lo de aprender a leer en el periódico guiada por tu padre. Eso es un recuerdo entrañable y precioso. Y ahora que lo pienso, el verdadero enigma es tu personalidad. Es algo mágico, en serio. Ya hablaré de eso algún día.
Yo si sé tu edad...
Pero no la voy a decir.Jejeje.
El Quijote y yo nos respetamos mutuamente. Lo cojo a veces, me leo los primeros capítulos, me río un montón y después lo dejo. Yo soy de los de leer rápido y todas las ediciones que tengo tienen notas marginales... y eso no mola...
Me voy a tener que pillar un fascimil pa leerlo a gusto.
Querida Matapollos, eres una comentarista magnífica de mi blog, espero tus ideas y tus comentarios, siempre inteligentes, siempre sensatos y simpáticos... Si te digo la verdad, de la gente que comenta en este blog sólo conozco personalmente a dos o tres. Los demás son amigos ciber, ya muy apreciados por mí, porque son magníficas personas y porque oigo sus voces, aunque parezca mentira, las oigo al leer sus palabras. Tienes razón, este mundo que se abre con la red es mágico, y tú lo usas con mucho acierto, aunque digas que vas de pirata... qué más da. Ya te digo, por tus comentarios te conozco. Siempre serás muy bienvenida a este espacio. Un beso.
Mameluco, Mameluco, como lo digas te quedas sin premio y sin amiga... Bueno, sin amiga, no, que eso nunca. Y ve mirando por ahí un facsímil o algo parecido, porque no te puedes perder algunos episodios mameluquicos del Quijote, sutiles, agrios, tiernos, grandes e inteligentes, como tú. ¿Para qué sirven las notas esas de tus Quijotes? Yo nunca las leo. Voy a la molla y se acabó.
Colega, qué bonitos recuerdos de aquellas primeras lecturas sin planes de fomento de la misma de por medio tan inútiles como insultantes para los docentes. Qué sistema educativo tan diferente del actual... Yo también tuve que hacer el examen de Ingreso en el que no podías tener más de tres faltas de ortografía ¡a los 9 años! Cuando se lo cuento a mis alumnos no se lo pueden creer. ¿Éramos más listos entonces? No creo. Simplemente, teníamos la atención mucho más concentrada en lo que debíamos hacer y no nos cuestionábamos nuestras obligaciones. La televisión estaba en sus comienzos y pasábamos las tardes jugando después de hacer los deberes, nada de actividades extraescolares ni otras tontadas. Hoy los chavales tienen el mundo a un clic de ordenador, manejan otras habilidades y dominan las nuevas tecnologías, faltaría más, pero no valoran el esfuerzo porque crecen entre algodones (salvo excepciones) e incluso sus papás les acompañan a hacer la matrícula en la Universidad o a reclamar alguna nota. Parece de chiste, no me digas. Y así nos va, son bebés eternos, malcriados y caprichosos. No todos, por fortuna, pero esas excepciones (o no tanto) son las que llaman la atención.
Un abrazo, colega.
Sí son bonitos recuerdos, la verdad, pero yo lo achaco más bien a que la infancia es bonita en sí misma, y todos los recuerdos, como sea en un ambiente normal, son hermosos. Aparte, piensa que íbamos a ingreso de bachiller unos pocos, en relación a todos los críos que se quedaban unos años más en primaria o se iban directamente al mundo del trabajo, con once o doce años. Sí que han cambiado las cosas, pero tú misma ves que hay niños y niñas en quienes cala la lectura, el discurso de los maestros y maestras, y que los otros, por lo menos, se quedan con cierta normalidad, con ser un poco mejores que si no hubieran estado con nosotros en las aulas. Un abrazo, Yolanda.
El primer libro que me regalaron cuando supe leer fue un Quijote abreviado que aún conservo (editado por Susaeta, no pone en qué año) que me regaló mi tía Matilde cuando el mundo era joven. Yo ponía mucho empeño en leerlo pero me costaba un riñón, todo hay que decirlo, y nunca llegué a acabarlo. Hasta que no tuve 30 años no leí El Quijote, en la edición de Alianza, manejable como ella sola, y disfruté como un enano. Va siendo hora de releerlo.
Clares, tú te pasas el día enganchada al ordenata, maja, según te escribimos nos contestas. Verás como en menos de cinco minutitos hay respuesta a estas palabras (si es que no te contienes a propósito, jajaja)
Ay, que me tengo que contener... No me contengo, colega, porque estoy aquí corrigiendo unos trabajos de unos atrasados, lo digo en el mejor sentido, porque me los han mandado por correo. Alumnos de Artes Escénicas, que son unos pollos, que no veas. Abro para ver sus trabajos y me encuentro con tu mensaje. ¿Era una prueba? ¿Se usará en mi contra? Ay, qué miedo. A leer el Quijote, amigo, que es una buena cosa. Yo este año lo voy a leer en el ordenador, jajajaja
nunca he podido leer el quijote... me fastidia leer un libro del que he leido tantos trozos sueltos... y me lo fastidiaron en el cole! algún día...
Que importante es leer bien, y que pocos jovenes a los que les gusta.
Yo leo siempre que tengo un rato, aunque pasarme el dia programando me deja los ojos bastante fritos.
Por deformación profesional, queridos chicos, -hola, malbicho programador, hola, fotógrafo de pro- os mando ahora mismo a leer el Quijote, capítulo LI, y me hacéis un resumen del episodio, con comentario personal. Pero también podéis hacer lo que mis alumnos, o sea, ni puto caso y os lo bajáis del rincón del vago. Total, lo mismo da. Qué bonito es leer, chicos.
Yo, como además de no querer morirme, tampoco quiero hacerme viejo, pues me he hecho un blog, que dicen que rejuvenece mucho; pero la verdad es que tampoco quiero tener un blog. Prefiero leer los blogs de otros. O, para ser más exactos, los comentarios. Me encanta. ¿Seré un poco voyeur?
Esta entrada del Quijote me ha servido para ver que está la blogosfera llena de carlancones y carlanconas como yo. Veo que no soy el único que no quiere hacerse viejo. Je, je. Y veo también que algunos lo conseguís. Me alegro.
A mí no me pusieron a leer el Quijote ni cuando tenía nueve, ni cuando tenía diez. En el (curso) Preparatorio leíamos en un librito que reunía lecturas sobre inventos y descubrimientos modernos. Siempre me ha gustado mucho leer en voz alta, pero es algo que en la intimidad no tiene mucho fuste.
Si dijera que he leído el Quijote sin querer, mentiría como un bellaco, porque eso es imposible. Si dijera que lo he leído muchas veces, también mentiría, pero menos. Por la única cosa por la que puedo estar contento de ser español y no belga, por ejemplo, es por poder leer el Don Quijote tal y como su "madre" lo trajo al mundo. Por lo demás ¡qué más da!
Más o menos sé la edad que tienes, Fuensanta, pero es un dato que nunca tengo en cuenta. Con nadie.
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