05 junio 2009

"Ashenden, el agente secreto", de Somerset Maugham

Dejo esta entrada aquí y desaparezco. Me esfumo. Si alguien quiere verme, en el colegio electoral el domingo a primera hora. Después tomaré un tren y no volveré hasta el martes por la noche. Lo siento, no voy a poder visitaros, a no ser que me busquéis en el Reina Sofía, en el Prado o paseando por la capital. Al volver, lo cuento. No hay problema, sobreviviremos. Recomendación antes de irme: este libro.

Le tengo yo cariño a este escritor, que no es de los más grandes, pero que nunca defrauda. Fue muy popular en un tiempo entre los lectores de clase media, quizás por su arte novelesco sencillo pero eficaz, a la vez que por el amplio despliegue de historias y personajes, por su elegancia y serenidad, y por retratos magníficos de individualidades típicas del siglo XX.

John Le Carré dijo de él que fue el estilista más refinado de su época, y en efecto lo fue. Es, sobre todo, elegante y refinado. Lo cual no es poco en novela.

Este libro lo adquirí hace ya algún tiempo, entre otros muchos de esta colección que se ofrecían a un módico precio. Siento confesar y me sonroja decir que soy una compradora compulsiva de libros. Lo único que me excusa es que jamás dejo sin leer ninguno de los que compro, porque la compulsión no me lleva por derroteros fuera de mis gustos, ya a mi edad bastante selectivos, extraños a veces, y hasta maniáticos.

Este librito tenía el especial interés de ser en buena parte, casi en todo podríamos decir, autobiográfico, pues Maughan trabajó como agente secreto al servicio de su Majestad Británica durante unos años de la Primera Guerra Mundial, cuando Europa era un hervidero de revoluciones en ciernes, de intrigas, de sangre y de dolor. Dicen que el personaje de James Bond está inspirado en su figura de agente secreto, exagerando mucho el estilo, naturalmente. Puede ser. Maughan era el perfecto dandy inglés, caballeroso, culto, educado, inteligente y sagaz, refinado y seductor, según dicen. Tampoco le faltaba en absoluto el humor inglés, que usa con delicadas dosis de crueldad. Inolvidable resulta el episodio de la exiliada rusa con la que pasa una semana en París, de la que está absolutamente enamorado y con la que quiere casarse, antes de volver de París, claro. Luego ya no. La rusa le anuncia que su amor y su boda planeada destrozarán el corazón de su esposo actual, un hombre débil, dulce y no demasiado inteligente. Lo llevará al suicidio con toda seguridad.


Estaba espantado, pero emocionado. Aquello era como una novela rusa, y él tenía el privilegio de vivirla; podía ver las conmovedoras páginas, páginas y páginas con las que Dostoievsky habría descrito la situación. Conocía las heridas que sufrían sus personajes, las botellas de champán rotas por el suelo, las visitas de los gitanos, el vodka, los desmayos, la catalepsia y los interminables parlamentos de cada protagonista. Todo esto era terrorífico, enfermizo y, al mismo tiempo, encantador”.


Cuando la Rusa le dice que serán desgraciados toda la vida y que sufrirán muchísimo, porque su marido se matará, Ashenden dice esto:


“–Pero ¿cómo? – preguntó Ashenden, que tenía la pasión de los realistas por el detalle.

–Se levantará la tapa de los sesos –se limitó a contestar Anastasia.”


No menos interesante resulta el dibujo magnífico de Harrington, el americano de Filadelfia que va a Rusia a firmar importantes negocios comerciales para su empresa y le sorprende la Revolución bolchevique, con no muy buen resultado para él, por desgracia. Baste un detalle. Harrington da limosna a todos cuantos se acercan a él. A veces sabe que so falsos mendigos, picaresca de tiempos revueltos, pero la explicación que da de su decisión es irreprochable.


“–Ya sé que no lo merecen, pero no lo hago por ellos. Lo hago por la paz de mi conciencia. No me perdonaría nunca si rehusara a darle lo que cuesta una comida a un hombre que realmente tuviera hambre”.


No es, sin duda, la mejor novela de este escritor, pero tiene el valor ya dicho de lo autobiográfico y el testimonio de un hombre que vivió su época desde puestos privilegiados, como agente secreto al servicio de su Majestad. El supuesto agente 006. Luego pasó a la ficción de la literatura y del cine y le sumaron un uno.



13 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Otra fiel que piensa votar. Tú verás.
¿Quién no ha pensado ser alguna vez agente secreto?

Rubén Castillo dijo...

Disfruta la capital, reina mora. Pero vuelve a tiempo de tomar cervezas en el junio murciano. (Ya quedaremos)
Rubén

Anónimo dijo...

Vaya, de haberlo sabido, las cwervezas las habríamos tomado en los madriles, aunque quien sabe si no coincidiremos en alguno de los museos o paseando. Por cierto, puedes aprovechar para hacerlo por el Retiro y dar una vuelta por la Feria del Libro.

Buena estancia en mi tierra.

Fernando Manero dijo...

Magnífico consejo. Somerset Maugham llenó muchas horas de espera en las estaciones y en los viajes en tren durante mi juventud. Enganchaba, entretenía y, aunque la letra era endiabladamente pequeña, nos sumergia en un ambiente de suspense y expectación que nunca defraudaba. Disfruta del viaje a Madrid, no te pierdas detalle de la primavera que termina, piérdete, sin embargo, en la Feria del Libro, y, por favor, empápate de Sorolla para luego contárnoslo con la fecunda vena mediterránea que te caracteriza.

Mal bicho dijo...

Que envidia, un viajecito a madrid en estos momentos. Yo tendre que seguir currando. :(

Cabopá dijo...

Disfruta Madrid, mi Madrid añorado en esta época más que nunca, la Feria del Libro,las acacias en el Retiro, la Rosaleda,el estanque,..Empápate de Sorolla ¡Qué envidia me das!....Y además vas en tren mi medio de transporte favorito...La próxima vez me apunto...Yo no tengo puente..Además allí no es fiesta por lo tanto estará todo como és... Dale recuerdos a La Cibeles..de mi parte ¿eh?..Un besico.

Oshimatoti dijo...

Disfruta de los dias de asueto...
Pondré el libro en la lista de lectura del verano...
Salud!

Anónimo dijo...

Nos encantan las historias de agentes secretos, son apasionantes.
Que disfrutes del viaje. Besos, te veremos al regreso.

Wunderkammer dijo...

Estuve a punto de comprarme este libro, en la misma edición... Así que ahora me lo compro seguro.

Miguel dijo...

Este género no es de los que más me gustan, pero alguna que otra vez leo alguno. Concretamente a este escritor no lo conocía. Espero que tu estancia en Madrid sea agradable y fructífera.

Un abrazo.

Pilar dijo...

Buen regreso, ya hoy, y besico

Las elecciones, ya has visto, empezar a tener en cuenta ciertos nombres que sonarán en el Parlamento Europeo, llenos de racismo y discrminaciones varias. La cosa se pone más fea de lo que parece, precisamente por lo que le echamos en cara a la UE, que es un pacto económico.

Y las vacaciones que llegan, ahhh

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

Pues empezé a leerme Lluvia del mismo autor y no me lo terminé, y eso que era muy corto.

Sarashina dijo...

Bueno, ya he vuelto. La verdad es que volví anoche a las once. demasiado tarde y demasiado cansada como para visitaros y contestaros. No es que ahora no tenga nada que hacer, de hecho, tengo muchísimo que hacer, pero me tomo un momento para dar una vuelta por aquí.

Yo soy una seguidora de Maugham, pero reciente, porque sus novelas, aunque andaban por casa de mis padres, no las leí en su momento. Sí leí sus cuentos, que son un alarde de finura, y no sé si alguna novela que no recuerdo bien. Ahora me he aficionado a su estilo y a sus personajes y ambientes.

Eme, Lluvia, precisamente, no lo he leído. Lo buscaré, y si no, te lo pido para un ratico.

A todos, muchas gracias por vuestros comentarios. De Madrid, ya os contaré. Un abrazo