Esta es una de mis pequeñas aficiones: las muñecas. Tengo otras más grandes, pero no son nada freudianas. La de las muñecas posiblemente lo sea, aunque al cabo me resulte indiferente que lo sea. Me gustan, sencillamente. No las colecciono porque no tengo la constancia del coleccionista. Del mismo modo en que me gustan las joyas delicadas y no las colecciono, porque soy poco suntuaria para mis cosas, y además, en este caso, porque mis recursos no darían para tanto. Sin embargo, tanto muñecas como joyas son un placer para mi vista.
En La Coruña descubrí esta pequeña tienda de anticuario -lo mismo digo de las antigüedades y, sobre todo, de las tiendas donde se venden, placer puramente visual-, y el escaparate me fascinó. Aparte otros muchos objetos curiosos -hay que ver esa escafandra de buzo de Julio Verne- había unas preciosas muñecas antiguas. Eran muy bonitas. Como no puedo decidirme a coleccionarlas, no pude dejar de hacerles una foto, al menos guardar la imagen. Ahora de cuando en cuando me recreo mirándola. Algún día tengo que pensar en eso de la muñeca freudiana, más que nada por entretenerme.
En La Coruña descubrí esta pequeña tienda de anticuario -lo mismo digo de las antigüedades y, sobre todo, de las tiendas donde se venden, placer puramente visual-, y el escaparate me fascinó. Aparte otros muchos objetos curiosos -hay que ver esa escafandra de buzo de Julio Verne- había unas preciosas muñecas antiguas. Eran muy bonitas. Como no puedo decidirme a coleccionarlas, no pude dejar de hacerles una foto, al menos guardar la imagen. Ahora de cuando en cuando me recreo mirándola. Algún día tengo que pensar en eso de la muñeca freudiana, más que nada por entretenerme.
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