AMANÉ
Junto a un fuego de sarmientos de ciclamor
se refieren, sólo de paso, los acontecimientos
de la lejana y triste Europa, en tiempos
más áureos doncella que arrebataba a pasión
a un toro deífico y ahora la coima ajada
del búfalo americano, barbitaheño y chato.
Los últimos en regresar están durmiendo
rendidos de luchar, pero confiados
como muchachos abrazados a sus armas,
o acogidos a la amorosa enagua de la nativa
tierra, que tiene el albayalde y el fulgor
de los baldíos y el cañamazo violeta
y púrpura de la somnífera amapola y la rosa
almizclera. Flauta del Zagros, del Ararat,
afridi o pathana, cirenaica o anatólica,
acompaña la voz punzante que entona un amané
dulcísimo, arrullo para las mujeres calladas
que esperan, los futuros valientes
que crecen y los durmientes definitivos;
todos hermanos suyos, de raza hermosa
y expiatoria, con porvenir ya defraudado.
SOREN PEÑALVER
*La palabra “amané” viene de la arábica “amán” y es definición griega moderna para sentimiento y nostalgia de otro tiempo; un “amané” es una canción del folklore actual.
2 comentarios:
Muy bueno. Me lo imagino recitado y aún me gusta más que leído. Se me escapan cosas, pero hay otras que me encantan como lo de
"acogidos a la amorosa enagua de la nativa tierra…" qué imagen, lo de la enagua, nunca se me habría ocurrido… es muy tierna ¿no?
Hola, Ángeles. El poema, a mi parecer, es bellísimo. Es, en realidad, un lamento por Europa, por la pérdida de sus raíces, entregada como vieja querida, como dice Soren, al "búfalo americano". Son tierras y gente griega las que son cantadas, o cercanas a Grecia, ya lo ves, Europa del Este, Macedonia... En fin, un lamento por las guerras.
Publicar un comentario