20 octubre 2007

Rosalind Franklin y los buitres


No me ha extrañado nada, aunque de manera retroactiva me he indignado, conocer por el diario Público la triste historia, tantas veces repetida del macho depredador que olvida a la mujer que hizo posible su triunfo. En este caso, más aún, el robo descarado del triunfo de una mujer, que por desgracia murió demasiado pronto para reclamar su mérito. Es cierto que, gracias a ese bonito sistema que prescinde de la mitad del mundo por principio, ha habido pocas mujeres científicas, pero donde las haya pasarán por muchas dificultades, si es que les dejan siquiera pasarlas, y puede que vean robados sus hallazgos. Hoy nadie habla del esposo de Madame Curie, pero cuando yo era niña me solían decir que había recogido el premio Nobel en nombre de su marido muerto -ahora sé que eso no es posible- y que en realidad era él quien hacía los descubrimientos ayudado por ella. Seguramente no querían suscitar en mí ninguna expectativa respecto a las posibilidades de mi género. Por si se me ocurría hacer algo tenían que dejar bien claro que sin un hombre no se va a ninguna parte y que, en todo caso, tendría que estar a su lado para ayudarle. En este caso, el de Rosalin Franklin, la cosa huele muy mal. Uno de los que le robaron es el mismo cavernícola que sostiene hoy que los negros de su natural son menos inteligentes que los blancos. Como Yoko Ono decía que "woman is the nigger of the world", podemos hacernos una idea de lo que debe de pensar este velociraptor chocho de las mujeres. Así que no le debió costar nada, aprovechando la desfachatez de otro colega, que le enseñó las fotos de ADN realizadas por Rosalind Franklin, apropiarse de esa línea de investigación y desembocar finalmente en un premio Nobel, para mí inmerecido. Algo habrá que decir, algo que habrá que hacer para que estas cosas no ocurran, pero el mundo sigue una marcha parecida. Por lo menos ahora podemos visibilizar estos desmanes y a las mujeres que los han sufrido.
Para más información, estos enlaces:

http://www.prodiversitas.bioetica.org/rfranklin.htm

http://www.mujereshoy.com/secciones/411.shtml

http://digital.el-esceptico.org/leer.php?id=1682&autor=614&tema=104 (Tiene el problema de que la letra no se ve muy bien, por el fondo oscuro, pero se puede copiar y pegar en un fondo blanco)

http://usuarios.lycos.es/mujeresenlaciencia/franklin.htm


4 comentarios:

mariamc dijo...

poco a poco van saliendo a la luz todas las desconocidas por el mundo; lo de robar protagonismo parece muy frecuente en esos ámbitos, el abuso de otras personas que han dejado años de su vida en una investigación y no aparecen reconocidos , hombres y mujeres,la historia es triste, pero la de Rosalind mucho más por su juventud al morir y la época que le tocó vivir, cuanto más buscamos en el olvido más machismo encontramos lógicamente. Me ha gustado mucho leer sobre esta mujer. Una entrada preciosa Fuen, aunque lo de "macho depredador" me parece horripilante.

Sarashina dijo...

Es que es horripilante. Por suerte, la mayoría de los hombres no lo son, sino seres humanos normales, con sentimientos, sin agresividad, respetuosos y tranquilos. pero no me digas que este Watson no parece un "macho depredador".

Anónimo dijo...

A mí, lo de macho depredador -en los tiempos que corren- me chirría. Yo también,(y tú),podría utilizar ese apelativo para unas cuantas mujeres. También conozco a muchos hombres cordero,(en mi grey abundan), y, sin embargo, prefiero hablar de personas con buena intención y otras que no la tienen.

Besos.

Sarashina dijo...

Pues sí, cariño, muy fuerte, pero te explico: uno, que en este caso se trata de tres hombres, a la cabeza Watson, el peor de los tres; dos, que con esa expresión se visibiliza de un modo muy fuerte lo que hacen los machos depredadores y asociados. Y si quieres, tres, lo que ya he dicho, que la mayoría de los hombres no son así. Que hay mujeres también en el saco -hembras depredadoras-, es cierto, pero la proporción es menor hasta el momento. Yo conozco algunas, como tú. De todos modos, quitando alguna, siempre tienen un estilo diferente, menos agresivo hacia el exterior, aunque el resultado sea el mismo.