04 marzo 2009

Japón y Barcelona: dos escritoras

Dos de los libros de la mesilla de noche que ya he leido con mucho gusto, aunque con diferente valoración -no podía ser de otro modo, pues son muy distintos- son "La plaza del Diamante" de Mercé Rodoreda, naturalmente en castellano, y "El libro de la almohada" de Sei Shonagon, éste más naturalmente aún en castellano, pues no sé japonés ni creo que ya me dé tiempo a aprenderlo.

Dos mujeres, muy alejadas entre sí en el tiempo y en el espacio. La una, catalana, contemporánea; la otra, japonesa, del siglo X, dama de compañía de la emperatriz Sadako del período Heian. Sólo tienen en común el hecho de ser mujeres y el de haberse dedicado ambas a la literatura.

Con "La plaza del Diamante" me ha pasado algo curioso: por primera vez en mi vida de lectora me ha costado aceptar una convención literaria, que a mi parecer resta autenticidad al relato. Quiero decir que una narración puede estar escrita desde varios puntos de vista, que dependen sobre todo de quien sea el narrador. Para un narrador en tercera persona omnisciente todo el mundo está preparado, porque es la forma más natural, aunque se haya dado en decir que es artificiosa; es la forma en que se cuentan las leyendas, los cuentos de hadas, y la mayoría de los relatos desde hace muchos siglos. Incluso si convenimos en que es artificioso, es el artificio más naturalmente aceptado por el oyente o el lector. Una primera persona, bien sea narrador testigo o narrador protagonista, justifica mucho más lo narrado, pero ahí hay que ser muy cauteloso, porque el que narra, escribe, y escribir es un acto muy elaborado que exige la máxima conciencia de sí mismo y de la propia escritura. Sólo una transcripción fiel de las palabras, como en ciertos cuentos de Rulfo, justificaría que una persona analfabeta o casi "sea escrita". En el caso de esta novela catalana, la protagonista, narradora de su propia vida, a instancias de nadie, porque sí, es una pobre mujer ignorante, que, sin embargo, goza por arte de birlibirloque, y sobre todo en la segunda mitad de la novela, de un excelente estilo y una maravillosa sensibilidad literaria. Pues bien, a pesar de eso, cuando quien lee se ha rendido a la convención, la novela es muy apreciable como experiencia de una época y de un estado y situación de la mujer. Tiene además momentos poéticos y expresivos muy hermosos. Dos partes tiene, marcadas por la presencia de dos hombres: el uno, joven, trabajador, que termina muriendo en la guerra, y el otro, impotente, un mutilado de guerra, bueno como el pan; entre ambos la sangrienta bisagra de la guerra, el hambre y la miseria.

Tras Sei Shonagon he andado mucho tiempo, diciéndome que tenía que hacerme con el famoso "Libro de la almohada", puesto que después de leer a Dama Murasaki -grandiosa, inigualable- y a la dulce Sarashina, Shonagon era imprescindible para completar el tríptico de escritoras japonesas del período Heian. Es simplemente una delicia. En opinión de Borges -¿o de María Kodama o de ambos?- no tiene nada que envidiar a Murasaki, incluso parece que la valoran por encima. Personalmente, no lo creo así. Sei Shonagon, según leo por ahí, era mejor poeta que prosista. Ahora me tocará buscar la poesía. Dama Murasaki, aparte la gran envergadura de su obra, es, como narradora muy superior. Un libro de almohada era un librito de secretos y confesiones que las damas de esta corte tenían bajo su cabecera y donde escribían unas líneas antes de dormir, en el silencio de la noche, en la soledad que toda mujer disfruta en su alcoba. Es una composición libre en la que se suceden listas de hechos deliciosos y desagradables, apreciaciones sobre personajes, notas sobre el paisaje y las estaciones, sobre los faustos de la corte, sobre ropa e intrigas amorosas, siempre breves, como pinceladas de tinta china sobre una tela de seda.



Siguiendo su estela, diré algo que es realmente delicioso: que una amiga te regale algo que ha hecho ella misma con sus manos. Por ejemplo, que te regale un marcapáginas para tus lecturas que va perfectamente con la lectura que estás haciendo. Pues eso me ha pasado. Mi amiga Pilar me regaló un marcapáginas que se puede ver aquí. Se puede observar que está hecho con papel de regalo, un poquito de cartulina, papel pinocho y restos de otros papeles, y se puede ver también que es una delicia. Muchas gracias, Pilar, por tus manos de hada y por regalármelo.

Y ahora me despido por un par de días, porque me voy de viaje. Salgo con un grupo de alumnos y alumnas de Artes Escénicas para Almagro. Allí veremos el Corral de Comedias, una representación de "La discreta enamorada" y haremos un taller de construcción del personaje, que buena falta nos hace, ya que estamos en el proyecto de fin de curso con los ensayos de unos entremeses clásicos. Cuando vuelva, tendré materia nueva para contar.

18 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Borges y Kodama. Esa relación sí que da para varios libros. Y para bibliotecas enteras.

Mameluco dijo...

Pues tendrá que ser fallo de la novela si no has caído en la convención. Es lo que en el cine se llama suspensión de la realidad, como una noche americana o un escenario que se nota que es un plató. Si uno no se abstrae pues no podrá disfrutar de la novela.

Yo como soy tan tajante, si no me convencen las dejo a las diez páginas. Ya habrá otro tiempo. Cada libro tiene su tiempo y su estado de mente óptimo.

Oshimatoti dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Oshimatoti dijo...

Hace una semana tuve entre mis manos "La novela de Genji" de Murasaki" pero no me decidí. Me la han recomendado, pero estoy de acuerdo con Mameluco en que cada lectura tiene un tiempo y un momento...
Ahora mi momento va por las legiones romanas frente a Asdrúval, ya veremos como va...

Fernando Manero dijo...

Seguí hace tiempo la obra de Rodoreda y la recuerdo con mucho agrado, pero desconozco casi todo de la literatura japonesa, salvo los autores más comerciales. Menos mal que he dado contigo en este mundo de las informaciones imprevisibles, que tanto ayudan a descubrir lo que se ignora. Tomo buena nota de esas lecturas y recomendaciones, seguro de que, sugeridas por tí, su conveniencia está más que garantizada.

PMM dijo...

Buenos regalos nos has hecho tú a nosotros. Feliz viaje y toma nota cada noche de lo que has hecho ese día para contarlo luego.

Anónimo dijo...

Entiendo lo que dices de Mercé Rodoreda, yo cuando la leí también tuve una sensación rara que ahora que lo pienso a lo mejor fue eso, pero que a mí me supo más a naftalina. Sin embargo la leí con gusto, porque tengo dos puntos, al menos, de lectura, en uno es que toda construcción bien hecha me fascina por el mero placer de deslizarme por las páginas. El otro me lo guardo para otro comentario, pero está claro que hay temas que me apasionan y ahí suboirdino las formas. LO dije y no quería, y es que por ese camino uno puede llegar a cualquier texto, y eso también me fascina.
La japonesa me encantaría que me la pasases cuando termine unos cuantos que llevo entre manos.

Una amiga así es un tesoro. Felicidades a las dos.

Besicos

Anónimo dijo...

Este libro de almohada japonés promete delicadeza, como el encaje de Almagro o el de Camariñas, éste dicen que vino del mar.
Apetece leerlo aunque sólo sea por la curiosidad de saber lo que del Japón han escogido y traducido Borges y María kodama.
Clares, aquí se vislumbra la urgente convocatoria de un concurso golfo de marcapáginas.
A este libro (que ya he encargado) le pondré (no me pregunten por qué)uno que tengo desde hace tiempo hecho de encaje de Camariñas, regalo de mi tía Inés.

alfonso dijo...

vaya envidia me da el ver que leeis tanto
buen viaje y pasadlo bien(sitio bonito por cierto)

Joselu dijo...

Hace unos años leí a una escritora japonesa que me gustó mucho. Se llama Hisako Matsubara y leí dos libros suyos Samurai y Pájaros del crepúsculo que son más que estimables. Ella ha vivido a caballo entre la cultura alemana y japonesa y nos muestra los contrastes entre las dos visiones del mundo que tiene. No sé si ahora se la puede encontrar. La literatura japonesa es fuente de continuas sorpresas. Otro que me interesa mucho es Yasunari Kabawata, premio Nobel y que se suicidó. A Mercé Rodoreda no la he leído, pero algún día lo haré.

Miguel dijo...

Está bien leer literatura variada y de ámbitos tan distintos. Yo leí la "Plaça del diamant" hace bastante tiempo y no me gustó demasiado. Pero ya sabemos que de todos los libros se puede sacar algo bueno. Y si es de otras culturas, aún más.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Gracias, amiga Fuensanta, por mostrarnos una pincelada de la literatura japonesa de la que, por cierto, nada he leído. Me habría gustado tenerte de profe de Literatura. Un beso.

Cyd Charisse dijo...

'La plaza del Diamante' la leí en su día y creo recordar que me gustó, pero claro, han pasado tantos años que no sé si ahora me sabría igual.
En cuanto a la literatura japonesa, yo me remito al cine japonés que durante mucho tiempo me fascinó aunque ahora lo tengo un poco olvidado. Pero sí quiero contar una anécdota sobre María Kodama que me hizo mucha gracia.
Fue hace un tiempo en un municipio costero en el que se hicieron varios encuentros interesantes de poetas. Kodama vino varias veces y el entonces alcalde, en la presentación, se refirió todo el tiempo a 'José Luis Borges'. En un determinado momento dijo "José Luis se enamoró de tu belleza" y nos quedamos todos un poco confusos, hasta que alguien preguntó: "¿pero Borges no era ciego?".
Lo cuento para recordar como mucha gente habla "de oído" en determinados temas. Y los políticos, pues... a lo mejor por eso los detienen con dinero en el trastero. Puede ser porque leen poco...

Sarashina dijo...

Mameluco, yo también soy tajante, pero doy un poco más de margen, unas veinte páginas más o menos, pero depende de otros valores el que siga un poco más. En este caso, el problema es que la suspensión de la realidad tarda en llegar porque no hay suficiente encanto al principio. Oía la voz de la escritora por detrás. Me ocurre que cuando leo narrativa oigo voces. ¿Será una enfermedad?

Oshimatoti, anímate a leerla, pero realmente espera a estar preparado, con tiempo y con una idea muy determinada de la lectura. No es un consumible, es como si cada rato que te pones a leer fueras a encontrarte con alguien muy tranquilo que te va a enamorar con su palabra suave. También tienes que estar dispuesto a renunciar al pensamiento moderno de rendimiento y de complacencia inmediata. Hay que estar un poco también en esa cultura antigua del tiempo. Tú verás.

Sarashina dijo...

Matapollos, has hecho una comparación muy acertada. Es un libro tan delicadamente femenino como los encajes de Almagro y Camariñas, los cuales conozco bien porque tengo una cuñada que es encajera. Ese marcapáginas tuyo debe de ser delicioso. Y muy buena idea lo de los marcapáginas para un concurso. Lo apunto, que hace mucho tiempo que no hago concursos golfos.

Sarashina dijo...

Pilar, el libro a tu disposición, porque ya lo acabé como ves. Es de un marujeo cortesano delicioso. Como contiene largas listas de cosas deliciosas, dan ganas de añadir al final la lectura del propio libro.

Cabopá dijo...

El año pasado me estrené en lo japones leí: "Sueño profundo" de Banana Yhosimoto. Breve reseña: bien escrito,un poco triste,bastante profundo y muy de pensamiento oriental.Un tanto raro pero interesante. Me encantan los encajes de Almagro. Hanrás probado las berenjenas. Besicos.

Oshimatoti dijo...

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