Cuando yo era cría me decían a menudo un dicho educativo: "Primero es la obligación y después la devoción". Yo, que era avispadilla, lo entendía, pero lo cierto era que prefería antes la devoción que la obligación. A todos nos pasa, pero cuando eres pequeña, encima vas y lo haces. Es decir, lees antes "20.000 leguas de viaje submarino" que el libro de Ciencias Naturales.
A veces, ya mayor, se tiene la suerte de unir ambas cosas. En cierto modo, algo así me ha pasado esta semana a mí. Entre obligaciones que son devociones y devociones que son obligaciones, he tenido poco tiempo para mis comentarios en blogs amigos, para hacer entradas en el mío, para la lectura, para la participación ciudadana y demás. He tenido placeres que son quehaceres, y viceversa.
Relato los grandes rasgos y dejo los pormenores para otros escritos que lo expliquen mejor.
El día 23 de abril era el Día Internacional del Libro. Cada año, en la plaza de Santa Catalina, a las puertas del Museo Ramón Gaya, se realizan lecturas continuadas de algún autor murciano. Las realizan ciudadanos y ciudadanas que tienen gusto en ello, amigos y amigas del "leído", gente que lo admira, intelectuales y políticos. Este año, las lecturas eran las obras de alguien muy querido para mí, un escritor al que yo conocí cuando los pantalones no le tapaban las rodillas, cuando aún no era un escritor, sino un crío de los Maristas. Nuestra amistad ha continuado desde entonces y puedo honrarme de su compañía muy a menudo. De la suya y de la muy querida Encarna, que es un regalo que Pedro trajo a mi vida. Porque hablo de Pedro García Montalvo, del que en breve haré una reseña más completa. Fui, escuché y leí, muy emocionada, un precioso artículo de su libro "El aire libre", una serena reflexión sobre la quietud del escritor, observador implacable y tranquilo de la vida. Leyó también mi hermano José. Coincidí con amigos muy queridos también. con Santiago Delgado y Aurora Gil, con Pepe López Martí y con Carmen Barberá. La tarde murciana era por fin primaveral y disfrutamos de las lecturas, de la conversación y de la alegría de ver a nuestro admirado amigo homenajeado por la ciudad. Una devoción que casi era obligación.
Obligación que se convertía en devoción, por el contrario, era el estreno de la primera pieza clásica que preparaba con mis alumnos de Artes Escénicas, el entremés de Jerónimo de Cáncer y Velasco, un casi desconocido entremesista de finales del siglo XVII, con el cual la diversión está asegurada, aunque su estructura es muy simple y sus personajes muy esquemáticos. Toda la semana estuve completando el vestuario de los jóvenes artistas y ensayando a toda marcha para que las cosas salieran bien. Salieron mejor aún de lo que yo esperaba. Estuvieron muy bien, mejor aún que en los ensayos, cosa que es muy frecuente en el teatro, porque los actores se crecen con el público; además, a última hora incluimos música de dos metalófonos y un triángulo, tocados por dos compañeras que no actuaban. El público respondió muy bien, como no podía ser de otro modo, ya que se componía de compañeros y profesores. Al final, les pareció poco y querían que repitiéramos la representación. Lo hicimos, pero no con el mismo público, sino con otros que no habían estado en la primera. Las fotos no son muy buenas, porque las hizo una compañera que no supo controlar bien la cámara. Para la próxima, las haré yo, a ver qué pasa.
Donde se mezclaron por completo la devoción y la obligación fue en el viaje a Yecla del sábado. El Ayuntamiento de esta ciudad había organizado una doble exposición homenaje a Muñoz Barberán, que era mi padre. Él pintó las bóvedas de la Basílica de la Concepción cuando tenía treinta y dos años, lo que dio ocasión para que viviéramos en Yecla por temporadas desde que yo tenía unos seis o siete meses hasta que cumplí los cinco años, época de la que ya tengo hermosos recuerdos. Estuvimos allí buena parte de la familia, incluidos algunos niños. Fue muy emotivo, porque la gente de Yecla es acogedora y afable, llena de detalles de cariño. El homenaje consistía en una serie de paneles luminosos que acercaban al público las pinturas de las bóvedas, acompañadas de una explicación iconográfica que, por cierto, había realizado mi hermano Manuel Muñoz Clares, especialista en la materia, o sea, en iconografía religiosa; en la Casa de la Cultura se inauguraba después una exposición con los cuadros que se conservan en los domicilios e instituciones yeclanas.
Como esta tarde tenía otras obligaciones familiares que cumplir no he podido tampoco hacer mi recorrido habitual por los blogs amigos. Mañana lo haré si el tiempo no lo impide y la autoridad competente lo permite. Abrazos y recuerdos para todo el mundo.
A veces, ya mayor, se tiene la suerte de unir ambas cosas. En cierto modo, algo así me ha pasado esta semana a mí. Entre obligaciones que son devociones y devociones que son obligaciones, he tenido poco tiempo para mis comentarios en blogs amigos, para hacer entradas en el mío, para la lectura, para la participación ciudadana y demás. He tenido placeres que son quehaceres, y viceversa.
Relato los grandes rasgos y dejo los pormenores para otros escritos que lo expliquen mejor.
El día 23 de abril era el Día Internacional del Libro. Cada año, en la plaza de Santa Catalina, a las puertas del Museo Ramón Gaya, se realizan lecturas continuadas de algún autor murciano. Las realizan ciudadanos y ciudadanas que tienen gusto en ello, amigos y amigas del "leído", gente que lo admira, intelectuales y políticos. Este año, las lecturas eran las obras de alguien muy querido para mí, un escritor al que yo conocí cuando los pantalones no le tapaban las rodillas, cuando aún no era un escritor, sino un crío de los Maristas. Nuestra amistad ha continuado desde entonces y puedo honrarme de su compañía muy a menudo. De la suya y de la muy querida Encarna, que es un regalo que Pedro trajo a mi vida. Porque hablo de Pedro García Montalvo, del que en breve haré una reseña más completa. Fui, escuché y leí, muy emocionada, un precioso artículo de su libro "El aire libre", una serena reflexión sobre la quietud del escritor, observador implacable y tranquilo de la vida. Leyó también mi hermano José. Coincidí con amigos muy queridos también. con Santiago Delgado y Aurora Gil, con Pepe López Martí y con Carmen Barberá. La tarde murciana era por fin primaveral y disfrutamos de las lecturas, de la conversación y de la alegría de ver a nuestro admirado amigo homenajeado por la ciudad. Una devoción que casi era obligación.
Obligación que se convertía en devoción, por el contrario, era el estreno de la primera pieza clásica que preparaba con mis alumnos de Artes Escénicas, el entremés de Jerónimo de Cáncer y Velasco, un casi desconocido entremesista de finales del siglo XVII, con el cual la diversión está asegurada, aunque su estructura es muy simple y sus personajes muy esquemáticos. Toda la semana estuve completando el vestuario de los jóvenes artistas y ensayando a toda marcha para que las cosas salieran bien. Salieron mejor aún de lo que yo esperaba. Estuvieron muy bien, mejor aún que en los ensayos, cosa que es muy frecuente en el teatro, porque los actores se crecen con el público; además, a última hora incluimos música de dos metalófonos y un triángulo, tocados por dos compañeras que no actuaban. El público respondió muy bien, como no podía ser de otro modo, ya que se componía de compañeros y profesores. Al final, les pareció poco y querían que repitiéramos la representación. Lo hicimos, pero no con el mismo público, sino con otros que no habían estado en la primera. Las fotos no son muy buenas, porque las hizo una compañera que no supo controlar bien la cámara. Para la próxima, las haré yo, a ver qué pasa.
Donde se mezclaron por completo la devoción y la obligación fue en el viaje a Yecla del sábado. El Ayuntamiento de esta ciudad había organizado una doble exposición homenaje a Muñoz Barberán, que era mi padre. Él pintó las bóvedas de la Basílica de la Concepción cuando tenía treinta y dos años, lo que dio ocasión para que viviéramos en Yecla por temporadas desde que yo tenía unos seis o siete meses hasta que cumplí los cinco años, época de la que ya tengo hermosos recuerdos. Estuvimos allí buena parte de la familia, incluidos algunos niños. Fue muy emotivo, porque la gente de Yecla es acogedora y afable, llena de detalles de cariño. El homenaje consistía en una serie de paneles luminosos que acercaban al público las pinturas de las bóvedas, acompañadas de una explicación iconográfica que, por cierto, había realizado mi hermano Manuel Muñoz Clares, especialista en la materia, o sea, en iconografía religiosa; en la Casa de la Cultura se inauguraba después una exposición con los cuadros que se conservan en los domicilios e instituciones yeclanas.
Como esta tarde tenía otras obligaciones familiares que cumplir no he podido tampoco hacer mi recorrido habitual por los blogs amigos. Mañana lo haré si el tiempo no lo impide y la autoridad competente lo permite. Abrazos y recuerdos para todo el mundo.
21 comentarios:
Cuatro veces al día paso por la Plaza de Santa Catalina. El 23 de abril también, pero me da un poco de vergüenza ir leyendo por mi cuenta cuando hay por gente por allí leyendo en voz alta. Así que ese día, precisamente ése, enfundo el libro para atrevesar la plaza.
Abrumadora tu vida pública. No te disculpes, tu tiempo está bien aprovechado y siempre tu microcosmos de Murcia como telón de fondo de tu vida. Escritores, alumnos, tu padre... ¡Qué maravilla! Me encantaría dirigir alguna obra de teatro con entremeses de fondo y tener un padre como el tuyo. Todo en Murcia. Si yo hubiera tenido una patria -que no la tuve- tendría que haber sido como la tuya. Un abrazo muy fuerte. Y visítanos cuando puedas, si es posible.
Por devoción, por mucha devoción, vengo siempre a curiosear por aquí.
Devotos saludos, genius loci.
Ya te echábamos de menos Clares.A mi también me decian:primero oblicación y después devoción. La verdad lo entendí mucho más tarde, bastante..Estuve por la mañana difrutando del 23 de abril, cuando en la puerta del Gaya estaban...los politicos,salí de allí por piernas por si acaso..(todos/as TVs)Me alegra que lean a un escritor vivo;cuando leí "Historia de dos hermanas" por la foto, tuve la sensación de poder haber conocido de joven a Pedro García Montalvo.Me gustó y recorrí con su novela un Madrid que conocía perfectamente. Besicos.
Uff, me he escapado un poco y voy a dar una vuelta por aqui y por otros sitios.
Jo, Leandro, me da mucha pena que no te animaras a leer algo allí mismo. Ya sé que eres reacio a estas cosas, pero la ocasión lo merecía. Yo por lo general no voy a leer ningún año, pero esta vez tocaba mi amigo del alma y no sólo era obligación, era absoluta devoción.
Verdaderamente, lo tuyo es devoción pura, Matapollos, y lo de todos los que me visitáis en general. Estoy muy agradecida por vuestro interés en mis pequeñas cosas y por vuestros comentarios.Matapollos, un placer tenerte aquí, siempre.
Joselu, pero qué dices, si vives en la ciudad de las ciudades, que es de las más hermosas del país. Es cierto que yo paro poco, que soy un poco hiperactiva, pero realmente me encanta mi ciudad, a pesar de que reniegue todos los días de ciertas cosas, y tengo muchos amigos, y muy buenos. Pero eso se puede tener en todas partes.
Hola, Cabopá, yo también echaba de menos el charlar un rato con cada uno de los blogueros. Me encanta. Ya parece que regreso. Un besico.
Veo que has tenido actividades tremendamente interesantes que, por supuesto, te han debido de resultar enriquecedoras y emocionantes. Un placer merecido sin duda y además, egoistamente, es otro para nosotros que nos des traslado de todo ello.
Abrazos de reencuentro.
Fuensanta se mueves más que los precios, jejeje.
Precisamente hace poco he estado trabajando con textos de García Montalvo, porque como estoy de webmaster de Pedro Serna (con un poco de retraso he casi terminado la página web que llevo 2 años haciendo -ya serán avisados cuando la suba-) he puesto un apartado de textos relacionados con la obra de Pedro S., y entre ellas había un par de escritos de García Montalvo.
Como le digo siempre, la vida es un pañuelo.
Cuánta actividad has tenido en estos dias :O. Pero se ve que han sido de las placenteras :). Aunque yo ya me veo pidiendo un poco de calma, jajaja.
Yo también prefiero la devoción :), aunque debemos si o si tener obligaciones, las cosas por placer obviamente son mejores y nos dan intensidad :D.
Un fuerte abrazo!! :)
Mameluco, hola, amigo. Me alegro de que seas tú quien esté haciendo la página de Pedro Serna. Allí estaba el hombre, tan callado y modesto como siempre, y leyó también. Yo he leído todo, absolutamente todo, de Pedro GM, que es un escritor excepcional, de lujo, el mejor con diferencia de todo el panorama español, a pesar de a quien le pese. Entre sus artículos están los dedicados a Pedro Serna.
Querido Ernesto, ha sido una semana fuera de lo común, no siempre es así. Lo mismo te digo, Minerva. He ido un poco "aperreada", pero me ha encantado moverme entre esos dos puntos de devoción y de obligación, haciendo cosas gustosas.
Te cuento, Fuensanta. Abro el ordenata, veo por encima la prensa mundial y local, me meto con Saramago que lo tengo pinchado desde casa, visito a mi compa Fernando y llego hasta ti. Y ¡es un gustazooooooo!
Al mirarte se me junta con Saramago, que hoy habla de recordar, ser memoria, no estar en blanco, y ¿qué quieres que te diga? Pues que ¡genial!, que unes hoy y ayer, presente y memoria, deberes y devociones (a nuestra pequeñez e infancia debemos eso de la alternancia; algunos tenemos la gran suerte de hacerlos coincidir; ¿a qué lotería habremos jugado, digo yo, para que nos tocara tanta suerte?).
Pues que fetén, pero fetén no de aquel tabaco que algunos fumaban para creerse que lo hacían, sino fetén de guay, de fenómeno, de ¡qué bien!
Me has hecho recordar cuando también, pero a muy muy pequeño nivel, preparaba con mis gentecillas actuaciones musicales y teatriles como para andar por casa, y siempre salía mejor el final que los ensayos. ¡Qué será eso de la inspiración, y el patio de butacas, y los amiguetes que siempre llegan para aplaudir, salga mal o salga bien, porque para eso son eso, amiguetes.
Que buenos días tengas, Clares, que hoy, aunque por aquí está nublado, tú has puesto el sol en lo más alto.
El otro día escuché a la corresponsal de Yecla, mientras esperaba mi turno para participar en el programa de Enrique Ferrer, hablar de la exposición de tu padre. Lo hizo con tanto cariño que me emocioné y todo. Enhorabuena, lo tengo crudo para ir a Yecla, pero sería una gran razón.
Devoción la nuestra por tus escritos. Y suerte la tuya por juntar obligación y devoción, que entonces ya deja de ser obligación ¿no?
Por cierto, Clares, he pinchado en las fotos que pones, y el de las barbas, tío guapo; la escena, muy lograda aunque desenfocada; pero lo que es demasié es que el libro tenga en portada la plena y total Capilla Sixtina de provincias… ¿Qué es? Anda, dínoslo. ¡Qué guay del paraguay!
Pues mira, el de las barbas es mi buen amigo Pedro García Montalvo, en las cuevas árabes de Brihuega, en un viaje que hicimos Fernando, Pedro, Encarna y yo a Guadalajara. La foto la tomé yo, y es verdad que está gallardo él.
La escena, lo siento, claro que está desenfocada, no la hice yo, sino una alumna que se ofreció, porque yo estaba demasiado pendiente de lo que pasaba para ponerme a echar fotos. Como, además, el entremés es perpetuum mobile, pues nada, desenfoque al canto.
Las pinturas son las de las bóvedas de la Basílica de la Concepción de Yecla, y están fotografiadas en conjunto para la contraportada del catálogo de la exposición explicativa de la iconografía religiosa. Esas bóvedas las pintó mi padre cuando tenía treinta y dos años. Ahora le han hecho esta exposición homenaje y las explicaciones en paneles luminosos. La idea es que se queden esos paneles en la Basílica para siempre, si el cura quiere. ¿Tú querrías?
No cabe duda que cuando se consigue armonizar la devoción con la obligación se llega a ese punto en el que se cree haberlo logrado todo. Lo has conseguido, y eso te permite disfrutar de loo lindo en lo uno y en lo otro. Menuda hoja de ruta has desplegado a lo largo de estos días. Magnífica y envidiable. He tomado buena nota de todo, pero desde luego cuando en octubre vaya a Murcia, que tengo que ir, me acercaré a Yecla, donde ya he estado dos veces anteriormente y veré con detalle esa bóveda enriquecida por tu padre. Me sentaré y me deleitaré en esa contemplación, sabiendo de quién es, lo que quiso representar y lo mucho que representa en el patrimonio artístico murciano. Por nada del mundo me lo perderé.
Hola, Fernando, precisamente ahora mismo está sonando en mi altavoz la Marsellesa que has dejado en tu blog y voy a tu blog a dejarte un comentario, un pequeño apunte sobre el tema.
Y cuando vengas a Murcia, supongo que me avisarás para que pueda servirte de guía en la capital, en Yecla y donde quieras. Será un placer.
Obligación "versus" devoción.
¿ Reflexión o inflexión ?
Afortunada avispadilla quien cambiaba una lectura obligada por otra lectura, que debiera ser de "obligado" conocimiento.
Hoy, la mayor parte de nuestros jóvenes y jóvenas , cambian cualquier tipo de lectura por cualquier principio inspirado en el nihilismo y la oportunidad.
Muy buen día del libro el que tuviste. Tiene que ser muy emocionante leer en público, de forma multitudinaria y con el corazón a 200 pulsaciones por minuto. Después, la lectura sale mejor de lo esperado. Debe ser igual que con los actores cuando se crecen en el escenario.
Conozco Yecla, ya que allí estuvo mi tío trabajando durante muchos años. Era diseñador de muebles en Gran Fort. Un pueblo, con una gran industria, con muchas y grandes personas.
Buen homenaje a tu padre, desde las alturas.
SaLiRe. Toni Sagrel.
¡Vaya pedazo de artista, tu padre, Clares! No caí en la cuenta de que la foto iba con el texto, claro claro, esa bóveda ensalza un templo y hasta una basílica catedral. ¡No te digo!
Y desde luego que yo sí, dejaría todo eso para recuerdo y memoria. Y vuelvo a Saramago, que recordar es re-vivir y también vivir.
dímelo a mí... años escondiendo los cómics y los libros debajo de los cuadernos del cole...
la obligacion asfixia muy a menudo a la devocion, pero sea como sea ahi que sacar tiempo para dar rienda suelta a la devocion
un saludo
Pedazo de semana bien cargada de emociones, a las que bien me hibera gustado asistir, a las tres por diferentes motivos, pero sobre todo porque cualquiera de ellas, como bien sabes, la siento como mía también. A Pedro y Encarna un abrazo bien fuerte y en la próxima nos vemos, la exposición me queda pendiente, y a ti enhorabuena por ese entremés, que vales mucho, niña! Un beso pero gordo
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