Durante unos días, hasta la semana que viene posiblemente, no haré ninguna entrada al blog. El motivo está bastante claro, como bien se dice en el título. Estamos acabando el curso. Mis alumnos y yo estamos de exámenes. Ellos más, porque se tienen que examinar, y yo muchísimo, porque me tengo que corregir muchas páginas escritas por ellos.
¿Alguien sabe algún método de evaluación mejor y menos latoso que examinar? Bueno, yo conozco algunos, como el sistema de trabajos escritos y exposiciones orales, pero tienen también sus inconvenientes. Dicen los pedagogos que vale también la nota diaria de la clase, la observación del alumno y la corrección de cuadernos. La actitud también es un punto, pero eso, un punto en la ESO y nada en Bachillerato. ¿Qué más? No me gustan los exámenes, tal y como se vienen haciendo y yo misma los hago, me aburre corregir y no encuentro ningún aliciente en comprobar que no saben lo que tienen que saber, o comprobar que lo saben a medias: ni siquiera si saben mucho encuentro satisfacción, porque me da la impresión de que yo tengo poco que ver en ello, como que lo sabían ya y sólo lo han actualizado. Todo eso es verdad, pero no encuentro otro método más eficaz para dar una calificación. Multiplico las pruebas para mayores oportunidades; realizo toda esa evaluación continua de observación y de trabajos escritos, lecturas y ejercicios, pero al final, voy y los examino. Y luego me harto de corregir para corroborar más o menos lo que esperaba de cada uno, aunque alguna vez cabe la sorpresa.
De momento, pocas visitas a los amigos y ninguna entrada en el blog. Y la semana que viene, ya contaré cosas que me parecen interesantes.
¿Alguien sabe algún método de evaluación mejor y menos latoso que examinar? Bueno, yo conozco algunos, como el sistema de trabajos escritos y exposiciones orales, pero tienen también sus inconvenientes. Dicen los pedagogos que vale también la nota diaria de la clase, la observación del alumno y la corrección de cuadernos. La actitud también es un punto, pero eso, un punto en la ESO y nada en Bachillerato. ¿Qué más? No me gustan los exámenes, tal y como se vienen haciendo y yo misma los hago, me aburre corregir y no encuentro ningún aliciente en comprobar que no saben lo que tienen que saber, o comprobar que lo saben a medias: ni siquiera si saben mucho encuentro satisfacción, porque me da la impresión de que yo tengo poco que ver en ello, como que lo sabían ya y sólo lo han actualizado. Todo eso es verdad, pero no encuentro otro método más eficaz para dar una calificación. Multiplico las pruebas para mayores oportunidades; realizo toda esa evaluación continua de observación y de trabajos escritos, lecturas y ejercicios, pero al final, voy y los examino. Y luego me harto de corregir para corroborar más o menos lo que esperaba de cada uno, aunque alguna vez cabe la sorpresa.
De momento, pocas visitas a los amigos y ninguna entrada en el blog. Y la semana que viene, ya contaré cosas que me parecen interesantes.
30 comentarios:
Que te sea leve (asi, sin que nos lea nadie :D es la parte del trabajo pedagogico que mas odio).
Un supersaludo
Aprobado general. Y punto.
Uf, yo llevo un mes en coma por lo mismo, los exámenes. No sé si es peor hacerlos o corregirlos...
Salud!!!
Coincido contigo, Superwoman, lo peor y lo que menos me gusta. Y me parece que Oshimatoti piensa lo mismo que nosotras.
Mira que lo he pensado, Salva, pero es que no puedo, me resisto.
Con una amiga que también es profe bromeaba con esto, mi consejo fue el siguiente -sacado de la percepción que tenía en el instituto de como uno de mis profesores corregía sus exámenes- tira todos los exámenes al aire, los que caigan boca arriba aprobados y los que caigan boca abajo suspensos.
Fuera bromas, ánimo y que te sea leve.
Un saludo.
suerte!!!
Los exámenes son un mal congénito de la educación que nos toca vivir. Hay gente como yo, que no sabe hacerlos (nervios, bloqueo, etc) y no expone todo lo que sabe en ellos, pero es que no se me ocurre otra forma de evaluación en clases de más de 10 personas.
Lo de la aptitud es un arma de doble filo también, porque hay gente que son unos bordes y unos bocazas, y después son inteligentes. Ganas de suspenderlos te darán, eso seguro, pero si haces un examen entras en el juego de calificarlos por lo que saben de la prueba. Y suspenderlos sería injusto.
Aparte que yo soy de los que digo (pero eso es una opinión personalísima) que prefiero un 1% de talento a un 100% de mérito...
A no agobiarse.
El problema no es corregir, el problema es calificar, poner la dichosa nota. No me importaría corregir si sólo fuera poner unas apreciaciones sobre lo que está bien, mal, regular, lo que se le ha olvidado comentar o referenciar.
El cómputo final es lo que me vuelve loca.
Así que te comprendo porque estoy en las mismas.
Examen oral
Puff los exámenes, precisamente acabe este miércoles todos, por suerte, pero aún así queda una fatiga por dentro... Y luego pienso en los profesores, sobretodo los de mi clase, en la que somos 31, casi el límite, y en que aparte de nosotros dará clase a muchas clases más... La que me espera de profesor de Lengua.
De todos modos, hay un método que no es tan tedioso a mi parecer,que es el que usa mi profesor de Geografía e Historia, que, aunque solo se puede llevar a cabo en unas pocas asignaturas, es una alternativa. Consiste en poner 4 preguntas de desarrollo largas, del tipo "di todo lo que sepas sobre:". El problema que tiene es que hay que leerse todo un tomo de explicaciones de los estudiantes, pero, como dice mi profesor de biología, siempre se pueden corregir los exámenes de teoría según la ley del "cuanti": cuanti más mejor, que decía él.
Un abrazo.
Sanyi
PD: vaya se me borró la entrada, menos mal que la copié antes de ponerla.
Mira, qué formales están en la foto! Yo ya he terminado de corregir, mañana dejo las notas puestas. Un besito!
Que te sea leve, querida Clares.
Y luego... ... las "famosas" vacaciones de los maestros, jejejeje
Un fuerte abrazo.
Pues nada, ya parece que se va aclarando la situación. Me falta poner las notas y un par de repescas por ahí, para no negarles ninguna oportunidad, aunque yo desconfío bastante de su eficacia, y ya está, el viernes a poner las notas. Muchas gracias por todos los ánimos que me habéis dado.
Mi marido, que también es profe, lleva unos días flotando por la casa, lleno de ojeras... da pena verlo. Parece que es él quien se examina.
Los alumnos no lo saben pero no creo que sean ellos los que se lleven la mejor parte en estas fechas.
Ánimo que ya vienen las vacaciones.
Te imagino benevolente con los chicos/as. Así que suerte y hasta el curso que viene, ja,ja, ja, A vivir que son dos días...y pasado mañana son V-A-C-A-C-I-O-N-E-S.
Besicos....
Cabopá, no son vacaciones. A mí me queda aún tela, hasta el día 30, pero si te refieres a clases, eso sí, el lunes ya no hay. Menos mal. Ayer me tuve que bajar una clase a la primera planta porque había más de cuarenta grados.
Clares, gracias por poner la foto de nuestra Torre, que aunque la UNESCO no lo diga, es de todos. Y sí es la misma. La foto que tengo yo en mi perfil está sacada desde la terraza de la casa de mis padres, enfocando justo a esa punta de lanza que se mete en el mar y que obviamente no está urbanizada. Tu foto está sacada si no me equivoco desde el paseo marítimo justo a la altura de la antigua cárcel provincial y lo que se ve son los postes del tendido del tranvía, que por cierto están decorados con esmaltes de motivos sobre la ciudad, y muchos de ellos tienen dibujos de la propia Torre.
Si alguna vez vuelves a mi ciudad estaré encantada de guiarte.
Graciñas.
Tomátelo con calma y no te plantees de momento demasiadas elucubraciones sobre cuál es el mejor procedimiento de evaluación. Es un tema en permanente debate y lo estará siempre. Ya hablaremos de ello. Comprendo tu estado de ánimo y te deseo la máxima paciencia para acometer una tarea que es fundamental. Y es que, con independencia del método que se utilice, la comprobación de conocimientos y su evaluación es una de las mayores responsabilidades del docente. Implica, por parte del profesor, equidad, cuidado, atención, objetividad, seguimiento, generosidad. Incide de tal forma en el alumno, que toda precaución es poca para conseguir que las esperanzas del que se esfuerza o del que, al menos, lo intenta no sea vean frustradas. Comprendo tu silecio en estos días. Tranquila. Te esperaré.
Es un tema difícil, la evaluación continua sería una solución más justa, trabajos, exposiciones… Si no me equivoco, eso es una parte de lo que pretende (en otro ámbito) el plan Bolonia, ¿no? Pienso que vamos hacia ahí, y los exámenes tarde o temprano, desaparecerán. El esfuerzo continuo es lo que se debería fomentar (también como "entrenamiento" para la vida, pienso).
en fin, que valor y paciencia
un abrazo
Pues yo también estoy de exámenes. Y tengo que decir que esto me agobia en dos sentidos. Uno por la faena en sí que supone tener que corregir acertadamente los exámenes, y luego porque después viene aquello de poner la nota final. Y para eso, aunque utilice la calculadora, que me da una nota numérica, luego tengo que ajustarla, y aquí entran muchos componentes. Hay alumnos que aunque les salga suspendido, al final se han superado, y han hecho realmente lo que han podido, y yo quiero premiarlos, y les apruebo, aunque en la calculadora haya salido un cuatro. Y luego hay otros con un cuatro que directamente les suspendo. Y no sé si soy justo del todo. La verdad es que tengo muchas dudas a la hora de poner las notas porque me gusta mirar más cosas además del examen.
Ánimo, un empujoncito que luego vienen las vacaciones.
Ánimo. Yo estoy en la otra cara, haciéndolos. Leer tu entrada me ha recordado que una vez que yo terminé el examen hay alguién que tiene que corregirlo.
Con un poco de suerte no me tendré que enfadar con ninguna de las personas que corrijan mis exámenes jajaja.
Besos
¿Ah, pero es que hay que corregirlos, encima? Anda leche. Y yo que llevo 17 años poniendo notas por intuición... Tendrías que haberme avisado antes, Fuensanta, por Dios.
¡Valgame, Rubén! ¿Y yo, que llevo 33 años corrigiéndolos y ahora me entero de que la cosa no es así, que es intuitiva? Reconocerás que lo mío es peor, que al menos tú te has librado 17 años. Qué cosa más tediosa, hijo mío.
La mejor calificación se obtiene con el día a día. Eso, casi seguro.
Un examen puede consistir en una prueba oral o escrita, pero pueden existir otras muchas variantes.
Cuando estudiaba el bachillerato, mi profesor (mi maestro) de Historia nos realizaba los exámenes de forma oral (a veces, también hacía algunos controles escritos y por sorpresa. Sobre todo calificaba la atención en clase sobre la última lección explicada y especialmente abundaba en la ortografía).
Los exámenes orales los hacíamos a solas (con un testigo de por medio; normalmente otro profesor). Consistían en una charla de unos 15 minutos, sí una CHARLA o conversación, sobre temas de historia y otras cuestiones relacionadas. Después, en un folio en blanco nos hacía escribir durante 5 minutos todo aquello que nos había quedado pendiente, o qué sensaciones habíamos obtenido durante ese "examen" oral.
Él decía que la mayor calificación la concedía a las actitudes de cada cual.
El caso es que, con él aprendí muchìsima historia. Y algo más.
En fin, una forma diferente pero convincente.
Saludos y suerte. Toni Sagrel.
A mì me pasa lo mismo, pero qué vamos a hacer, pensar un poco en las vacaciones,que estan a la vuelta de la esquina, y terminar de corregir acordándonos de todo lo que hemos trabajado en clase, a ver!
¡Felices correcciones!
Duro momento para unos/as y otros/as. Si molesto y cargante es para profes, no te digo cómo resulta para la otra parte: ser evaluado, juzgado, valorado, en positivo o en negativo. Poner una cifra o una palabra como remate al trabajo de todo un curso; dictar sentencia; rubricar y sancionar la obra ajena, siempre me ha parecido injusto por incompleto, por incluso inhumano.
Pero hay que hacerlo, y punto. Todas y todos lo hemos tenido que aceptar, y aún seguimos aceptándolo…
En cierta ocasión viví con alguien la experiencia de la autoevaluación. En la puesta en común tenías que haber estado allí para ver…, de todo: gente estupenda que se suspendía por defecto de autoestima, quienes se valoraban a sí mismos con una misericordia entrañable y desternillante, los que no sabían y tampoco respondían de su propia capacidad y aprovechamiento… En fin, un auténtico desastre; llegué, entonces, al convecimiento de que uno mismo es el peor juez de sí mismo.
Que lo lleves con grandeza, y también con paciencia. Me consta que lo harás así, y también con muchísimo cariño, que se nota que se lo tienes a tu alumnado.
yo no!!! el neorrabioso! aunque algun dia podria hacerlo,no? no se..
oye tengo vacas en julio, no me quedare mucho por madrid pero quiza podemos tomar algo
hablemos por mail
besos
Al tajo, eso, y no del trasvase, sino de no levantar cabeza.
Pero queda poco...¡optimismo!
Si hubiera un medidor de esfuerzo y de potencial...
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