El don Juan que estos días se representa, con mayor o menor fortuna, con más o menos empeño popular, en los escenarios españoles y latinoamericanos es puro folclore ya, incluso folclore del que hay que mantener con un esfuerzo, dado el estado social en que vivimos.
Sin embargo, hay otras versiones de don Juan. A la primera que voy a explicar yo la llamaría antropológica, por sus raíces primitivas, y también histórica, pues es mito que se ha ido formando nada menos que en las mismas corrientes de pensamiento que dominaban a cada sociedad.
Don Juan es personaje mítico relacionado con el culto a los muertos. Este culto es el rasgo de espiritualidad humana más antiguo que se conoce y, junto con la magia propiciatoria, está en el origen de las religiones. La conciencia y la memoria hacen del hombre un ser excepcional en este sentido; el ser humano recuerda a los seres que le han precedido y los honra, por lo tanto este culto se considera fundacional, o sea, sagrado. Quien lo desprecie o actúe de modo irrespetuoso está poniendo en peligro todos los fundamentos sociales humanos. Para la configuración del mito de don Juan es imprescindible la figura del sacrilegio. En las Cantigas de Alfonso X encontramos un soldado temerario y descreído que da una patada a una calavera en un cruce de caminos y la desafía a volver del más allá para cenar con él. Naturalmente, la calavera acepta tan cortés invitación, acude a cenar con el soldado y de paso se lo lleva de los pelos al infierno, que es lo suyo. Posiblemente desde tiempos más remotos existía ya el relato del sacrílego castigado por su falta de respeto a los muertos. Lógicamente, este culto, para el tiempo de don Alfonso, está ya en la órbita de las tradiciones cristianas y no primitivas.
Todo esto podría ser así, tan simple, y don Juan no sería sino una figura de terror gótico, pero la cosa se complica, pues si hay algo tan sagrado como el culto a los muertos es el pacto de fratría de preservación de la transmisión de los genes. Para resumirlo, el pacto tácito de la fratría dice así: si tú respetas a mis mujeres, como respetas mis posesiones, yo respetaré a tus mujeres y tus posesiones. Con un proceso de sacralización de la mujer en tanto en cuanto posesión masculina, se sella el pacto, y ya para el siglo XVII el convenio ha llegado a su paroxismo máximo. Dos grupos de mujeres se instituyen: las madres (y potenciales madres) y las putas. Las putas son de todos y de nadie. Las madres, y las potenciales madres, pertenecen siempre a un clan masculino dominado por el padre, luego por los hermanos, y por el marido finalmente. Los grandes dramas de honor del siglo XVII son el reflejo literario de este estado de cosas. Otra vez, Calderón y sus crueldades escénicas de perfecta factura, de potente poesía, y de lamentable ideología. En este contexto se forja el mito de don Juan definitivamente y se une al sacrilegio de la deshonra de los muertos, el sacrilegio de la deshonra de las madres y potenciales madres; desde Tirso a Da Ponte, pasando por Moliére, la historia se repite con ligeras variantes. Don Juan es doblemente sacrílego porque rompe y pisotea dos convenios importantes y muy enclavados en la cultura humana: el culto a los muertos y el pacto de fratría entre varones. Don Juan es un asocial, es un marginal, aunque sea aristócrata y caballero. Esta vena de radicalismo contra lo establecido es lo que lo convierte en un héroe romántico y lo dota del tirón morboso que aún tiene en el imaginario cultural. Adornado además de múltiples gracias de galán, de un perfecto arte de amar, de la seducción, del arrojo, de la temeridad, todo ello proveniente de su ruptura social, don Juan multiplica su seducción, no sobre las mujeres, sino sobre la sociedad. De añadidura, al final todo vuelve a lo suyo, pues don Juan es castigado y la gente de orden puede dormir tranquila. Hasta que llega el Romanticismo, en que don Juan es rescatado de nuevo para la escena, con una última configuración del mito, antes de entrar en agonía gracias a los tiempos modernos y el cambio radical del concepto de lo sagrado. Pero el don Juan Romántico lo dejamos para otro día, que ahora me voy a soñar un rato con el Comendador. Que ya no tengo edad de don juanes.
15 comentarios:
Un poco harta de que nadie le dé una respuesta convincente, Rose Castorini (Olimpia Dukakis) le pregunta a Johny Cammareri (Danny Aiello): ¿Por qué los hombres persiguen a las mujeres?. Y él le contesta: Porque tienen miedo a la muerte (Hechizo de luna, 1987)
Ya es “algo natural” que entre en tu casa y quede deslumbrado con esa erudición propia de quien sabe…, saba.
Clares, nunca había oído una explicación con esta que tú ofreces. Me la apunto en la libreta.
Yo sólo había creído que existía el Don Juan chulesco con el sexo propio y seductor y castigador con el contrario por complementario. Pero ya veo que hay más…
Don Juan, todo un compendio del paradigma humano. [Te puedo asegurar que no es exclusivo del género humano, que Berto también se liga a Moly con sus mimos y dulzuras; si será perillán, el muy bandido].
Gracias, Clares, me has alegrado, un día más, la mañana.
Esa versión, dirigida por Furtwangler, con Elizabeth Schwarzkopf y Siepi, la he escuchado. Creo que es la grabación que se realizó, dirigida por Furtwangler, para el centenario de Mozart, por los años cincuenta. La tenía mi padre en vinilo, y en una ocasión me la grabé en cassette. Sería muy feliz si ahora la encontrata en cd. Gracias, Thorton. Por cierto, ya encontré el poema de Vallejo, el de Dios enfermo. Lo había leído, pero quizás no es el que más me gusta, por la agudización del pesimismo.
Eso es, Leandro, miedo a la muerte, rechazo en definitiva de la vida en sus dos aspectos,vital y mortal. Quizás es un deseo de supervivencia en los genes, quizás un deseo de eternidad momentánea, fíjate qué contradicción. en el placer sexual. Desde cierto punto de vista, don Juan es imposible sin la institución patriarcal, sin el sometimiento de la mujer y su división sexual en trabajo reproductivo y trabajo recreativo, o sea, sin que haya madres y putas.
Qué risa, Miguel Ángel, qué risa más tierna me da Berto. Él hace su papel guiado por su instinto de reproducción, pero es cierto que los perros, tan cercanos, aprenden de nosotros, los seres humanos.
Esta explicación está en montones de estudios sobre don Juan, sólo que en rasgos dispersos aquí y allá. Yo, lo único que he hecho, ha sido relacionarlo todo, con mejor o peor resultado.
Es cierto que mi forma de experimentar la vida y que mis creencias en relación al nacimiento y la muerte no son habituales pero tienen sentido para mí.
Los mitos, las tradiciones se ven modificados por las sociedades y las necesidades que surgen en cada momento. Aprendo leyéndote y eso me gusta. Gracias. Laura
Pues eso es lo importante, Laura, que nuestros pensamientos y creencias tengan sentido para nosotros, porque entonces, posiblemente, tengan también sentido para los demás. Gracias por tu aprecio, tanto que me alegro si puedes aprender algo, aunque no sea mucho, que yo no sé tanto como para darte conocimientos en abundancia.
Un profesor mí decía que Don Juan se seducía a sí mismo.
"...Tout droit dans son armure, un grand homme de pierre
Se tenait à la barre et coupait le flot noir,
Mais le calme héros, courbé sur sa rapière,
Regardait le sillage et ne daignait rien voir."
Ay, Matapollos, cómo era el amigo Baudelaire... Claro que don Juan tiene que estar en los infiernos, es su lugar, aunque anda ya el pobre un poco desmedrado. Quiero decir que ha perdido mucho de demoníaco. El don Juan que se enamora de sí mismo es el don Juan narcisista, fruto del ensayo de Marañón, es como si dijéramos, el don Juan psicológico, nada que ver con el mito del sacrílego. Será la próxima entrada, ya verás.
Aquí va el poema entero, que lo he buscado por la red, para completar el cuadro:
Don Juan aux enfers
Quand Don Juan descendit vers l'onde souterraine
Et lorsqu'il eut donné son obole à Charon,
Un sombre mendiant, l'oeil fier comme Antisthène,
D'un bras vengeur et fort saisit chaque aviron.
Montrant leurs seins pendants et leurs robes ouvertes,
Des femmes se tordaient sous le noir firmament,
Et, comme un grand troupeau de victimes offertes,
Derrière lui traînaient un long mugissement.
Sganarelle en riant lui réclamait ses gages,
Tandis que Don Luis avec un doigt tremblant
Montrait à tous les morts errant sur les rivages
Le fils audacieux qui railla son front blanc.
Frissonnant sous son deuil, la chaste et maigre Elvire,
Près de l'époux perfide et qui fut son amant,
Semblait lui réclamer un suprême sourire
Où brillât la douceur de son premier serment.
Tout droit dans son armure, un grand homme de pierre
Se tenait à la barre et coupait le flot noir,
Mais le calme héros, courbé sur sa rapière,
Regardait le sillage et ne daignait rien voir.
Pues casi que no acabo de ver a Don Juan quemándose en los infiernos, lo veo más bien como "el diablo a las puertas del cielo"...
Espero impaciente esa próxima entrada.
Maravillosa y curiosa versión y, como siempre, perfectamente analizada por ti. No cabe duda acerca de tu capacidad para explicar cualquier tema. Gracias, muchas gracias.
Besos.
¿Simboliza la figura de Don Juan tantas cosas como dices?, ¿será posible encontrar en ese personaje la quintaesencia de los matices que identifican al hombre en todas las perversiones y devaneos de que es capaz?. Pocas figuras de la literatura han sido objeto de tanta exégesis y valoración. Daria la impresión de que se necesita personificar en alguien aquello que confronta los deseos con la realidad. Tu entrada es un tratado donde se entreveran la literatura con la psicología, la sociología con la etnografía y el esoterismo. Mas al final es una figura fracasada, víctima siempre de un tiempo que no acierta a comprender ni hacer suyo por más que lo intente, incapaz de amar y ser amado, destinado a vagar con sus fantasías sin lograr hacerlas reales. No me extraña que no te apetezcan los donjuanes, porque su compañía lleva al desencanto a la vez que procura una enorme dosis de soledad e insatisfacción.
Ya he dicho, amigo Ernesto, que la versión no es exactamente mía, sino recogida de diferentes teorías y lecturas. Eso sí, las conclusiones las saco yo misma, que no para otra cosa vale pensar y leer. Un abrazo muy fuerte.
Gracias, Fernando, por tus palabras. Lo único que no entiendo es lo del esoterismo, porque no veo nada que vaya por ese camino. Don Juan es un conglomerado de mitos y de pulsiones sociales, y cada época lo ha utilizado adornándolo de nuevos matices y significados. No es una fantasía mía, sino un resumen de muchas lecturas acerca del tema, que siempre me ha interesado.
La idea de la muerte y el pacto con la muerte es un tema recurrente en la Literatura. Pero lo es porque el ser humano tiene pavor a la muerte. De ahí la sacralización de todo lo que la envuelve. Pero hay geniales escritores que han sabido mezclar este atroz miedo y respeto por la muerte con el festivo y mundano goce de la vida material. Ahí están los ejemplos que tú has mencionado. Y esto seguirá, porque la figura de la muerte, y ese hombre que en plan chulesco le planta cara y siempre, siempre, sale trasquilado en un tema universal e intemporal.
Un abrazo.
¡¡Vaya nivel literario !!
Este blog cada dia me sormprende más y más, querida Clares.......
Es un verdadero placer leerte.
Y no vivo en mi paisaje preferido,o sea el mar, vivo aquí en nuestra Mu, tambien muy querida.
Espero llegar medio bien al "jubilo"y entonces me iré al mar, para no sólo soñarlo.....
Besicos.
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