10 diciembre 2012

KAME. Retrato de una artista japonesa.


Ilustración del libro "Colección de escritos Zen y pre-Zen"



Este pequeño relato zen me encanta por el retrato de mujer artista. Recomiendo también visitar la página del artista japonés Tochikiro Tokuriki, (enlazado en la leyenda de la imagen), descendiente de una larga familia de artistas y propietario de la casa de té Daruma-do en Kioto. 
Los comentarios los dejo a la discreción de las personas que lo lean.

"Una mujer de Nagasaki llamada Kame era una de las pocas personas que hacían quemadores de incienso en Japón. Esos incensarios son obras de arte que sólo se utilizan en salas de té o ante el oratorio familiar.
Kame, cuyo padre había sido un gran artista en el mismo campo, era bastante aficionada a la bebida. También fumaba y se relacionaba con hombres la mayor parte del tiempo. En cuanto conseguía reunir algo de dinero, ofrecía fiestas en las que invitaba a artistas, poetas, carpinteros, trabajadores, hombres de muchas vocaciones y profesiones. Hablando con ellos, evolucionaba en sus diseños.
Kame era extremadamente lenta creando, pero cuando terminaba su trabajo, éste era siempre una obra de arte. Sus incensarios se atesoraban en hogares cuyas mujeres nunca bebían, fumaban ni se relacionaban libremente con hombres. 
El alcalde de Nagasaki pidió en una ocasión a Kame que diseñara un incensario para él. Se demoró tanto ideándolo que transcurrió casi medio año. En ese momento, el alcalde, que había sido promocionado a una ciudad distante, la visitó para urgirle a que comenzara el trabajo sobre su incensario.
Cuando por fin se inspiró, Kame fabricó el incensario. Una vez terminado, lo colocó sobre una mesa. Lo miró larga y detenidamente. Fumó y bebió ante él como si fuera su única compañía. Lo estuvo observando todo el día.
Finalmente, cogió un martillo y lo hizo añicos, pues se dio cuenta de que no era la creación perfecta que su mente había imaginado".

(Del libro "Colección de escritos Zen y pre-Zen")

3 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Me ha llegado al alma este relato oriental, porque entiendo a Kame, la entiendo como si me mirara en un espejo.
Más allá de las diferencias culturales, saco mucho provecho de este relato, pues viene a defender el trabajo bien hecho, sobre todo el artístico. Eso me gusta.
Un beso grandote.

Sarashina dijo...

Ese es el final, Isabel, pero en el relato hay mucho, muchísimo que reflexionar. La conclusión final es definitiva, desde luego, y yo no sé si me siento identificada del todo con la artista japonesa. Un poco en el sentido que tú dices de la perfección en el arte, pero no sé si tendría valor para destruir algo sólo porque no fuera perfecto, o sea, acorde con la imagen ideal previa. Aparte esto, te deseo mucha suerte en la presentación de Albacete. Un beso.

supersalvajuan dijo...

Son peligrosos los martillos.