04 febrero 2009

El cuento de Boniface



Un viajero se perdió en la selva. Estaba hambriento y cansado. Pensó que había llegado su fin, cuando atisbó una solitaria cabaña en la lejanía, allí donde acababan los árboles. Con gran dificultad logró llegar hasta ella y encontró que allí vivía un hombre. Lo recibió con un saludo y lo invitó a sentarse a la puerta de su cabaña. El viajero le preguntó cómo podría llegar desde allí a la ciudad. El hombre le dijo que estaba lejos aún y que no llegaría ya antes de la noche. Le invitó a compartir lo que tenía para comer y a dormir aquella noche en su casa.
A la mañana siguiente, le indicó al viajero por dónde tenía que ir. El camino era largo y complicado, así que el viajero le pidió al hombre que lo acompañara para guiarlo. Si lo hacía así, le llevaría a ver al mismo rey. El hombre no tenía mucho que hacer. Acompañó al viajero que se lo pedía, también por la curiosidad de ver al rey en la ciudad, ya que nunca lo había visto.
Atravesaron llanuras, montes y ríos, y al fin llegaron a la ciudad.
-Fíjate bien, porque el hombre al que todo el mundo salude, pero él no salude a nadie, ése será el rey.
En las puertas de la ciudad, los guardianes saludaron con mucha cortesia y los dejaron pasar. Luego llegaron a la gran casa que era la del rey, y ocurrió lo mismo, los guardianes saludaron con una inclinación, pero ellos siguieron adelante. Pasaron a una gran sala y toda la gente se inclinaba ante ellos. Entonces el hombre de la cabaña dijo:
-Me gustaría mucho saber quién es el rey: ¿tú o yo?
El viajero se rio alegremente y contestó:
-El rey eres tú, porque sólo un rey puede recibir a un extranjero del modo en que tú lo has hecho.



11 comentarios:

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

¡Qué suerte he tenido de trasnochar y poder irme a la cama con este bonito relato!

De pequeño mi mamá me los contaba ya acostado, bueno a los dos, también a mi hermano en la cama de al lado. La pobre no sabía demasiados, así que cada noche daba forma diferente a uno ya conocido.

Ya ves, Clares, qué resonancias has producido en este pequeño personaje que te saluda en la madrugada.

Gracias.

Por cierto, el cuento es precioso.

Ramón de Mielina dijo...

muy buen cuento, el que más me ha gustado por el momento!

Sarashina dijo...

Hola, Miguel Ángel. Creo que los cuentos son siempre evocadores de nuestra infancia, de lo más recóndito de nuestra historia. Me alegro de que te haya gustado y de que te haya traído tan preciosos recuerdos en la madrugada. A mí me parece un cuento magnífico. Lo he transcrito de memoria de lo que él contó.

Cuánto me alegra que te haya gustado, Ramón, porque es muy humano, muy ético. Recoge el milenario mandato de acoger al extranjero como a un hermano, porque tras su apariencia puede haber un dios o un héroe.

supersalvajuan dijo...

Los reyes, siempre a lo suyo.

Joselu dijo...

Me he fijado en la narración del griot y en el público -mayoritariamente joven- que está expectante pero que no acaba de meterse en la historia del recitador. Si los que estuvieran a su alrededor fueran africanos, el cambio de ambiente sería digno de verse. No dejamos de ser fríos y críticos y nos cuesta dejar nuestro lado racional. No quiero decir por eso que el público estuviera distante. Quizás la distribución en sillas era demasiado académica, y el hacerlo en un aula lo convirtiera en algo muy formal. Sugiero que la próxima vez se haga en el campo debajo de un árbol por la noche y tomando vino de palma y alguna nuez de cola. Seguro que mejora el espectáculo. Un saludo.

Anónimo dijo...

Mira que me gustan a mí los cuentos y este es estupendo.
Gracias por el ratito.

Sarashina dijo...

Menos mal, super, que esta vez era un rey acompañado. Yo creo que estaba haciéndose el bueno con el pueblo.

Joselu, ese video no corresponde a su actuación en el curso que yo hice. En el curso fue mucho más cálido, porque estábamos en semicírculo, aunque como tú dices ganaría mucho de noche bajo un árbol. Eso sí, que fuera en verano, porque en Barranda en enero corre un viruji para morirse congelado.

Me alegra que te haya gustado, pilinguinha. Es bien bonito el cuento, es verdad. De nada, gracias a ti por venir a visitarme.

Anónimo dijo...

Estupendo cuento, del que mchas personas deberían extraer algunas ideas sobre la hospitalidad, la sencillez y la calidad humana. El narrador muy interesante y a juzgar por el post anterior debe de ser toda una experiencia oirle contar sus historias.

Y finalmente, coincido con Joselú en el ambiente idóneo para estas transimisiones de cultura y vida, que es realmente lo que son.

Gracias y un abrazo

Sarashina dijo...

Hola, Ernesto. Es un cuento con valores, eso es cierto. Hoy se lo he contado a mis alumnos y les ha gustado mucho, estaban en silencio absoluto, lo cual no es tan normal. Qué bonicos son los críos, cuando se les tiene aprecio y se les cuida. Yo también estoy de acuerdo en que el ambiente hace mucho en la narración, pero veo que en cualquier ambiente, cuando hay atención, se crea un mundo mágico de pronto cuando alguien comienza a contar algo auténtico.

Anónimo dijo...

Las monarquías eran cosa bien distinta entonces...por lo que se ve.
Que cuenten algo siempre es un gozo. Yo quiero una túnica de esa!

Sarashina dijo...

Sí, eran otros reyes aquellos. O a lo mejor era éste sólo, por ser uno de cuento con valores, no sé. El cuento es bien bonico, la verdad. Si quieres una túnica de esas -¿de cuál de las dos?- pues no sé, a lo mejor se la pides a Boniface, que parece el rey Baltasar, y el año que viene te la ponen en el balcón.