1. La gran oreja, o sea, el orejón, pero no de albaricoque, sino de abricot, que le gustaban al pintor esas frutas y otras.
4. Qué oreja y qué todo lo demás. Qué descansada oreja, si no fuera que el pintor no paraba de calentársela para conseguir sus fines no santos.
6. Sus enemigos, que tuvo muchos, lo representaron a veces con orejas de burro, de pura envidia por haber inspirado al anónimo autor de Lázaro de Tormes.
7. Aquí iba la oreja de Van Gogh, pero por más que la he buscado en google images, no aparece. ¿Por dónde estará?
Me parece a mi que lo que menos conoce cada persona de su cuerpo son las orejas, porque yo tengo comprobado lo difícil que es mirárselas, porque no las tenemos hacia arriba y bien altas, como algunos animales, sino a cada lado de la cara y bien lejos de la mirada. Las caras de misterio que se ponen cuando alguien pretende mirarse, así como al soslayo, las orejas, una después de la otra.
Realmente son una maravilla de diseño, con múltiples posibilidades de realización. Las hay preciosas y horribles, grandes y pequeñas, redondas como un caracolillo y alargadas, huesudas y carnosas, con mucho reborde y con reborde rizado. Yo particularmente tengo algo secreto que las hace originales, un huesecillo puntiagudo y diminuto en el dorso, que sólo se distingue al tacto, creo, porque no he podido nunca vérmelo. Es herencia paterna. Si cometo algún desmán, ya sé cómo descubrirán que ha sido mi oreja. Aunque para entonces y presa de mis remordimientos de conciencia, me habré ido a León por lo menos, y estaré en este hostal de auditivo nombre esperando que venga Sherlock Holmes a detenerme y darme un tirón de orejas.
Habrá aquí quien sepa de por qué las tenemos a los lados de la cabeza y por qué tienen esa forma de concha marina, y además por qué no las podemos mover como la mayoría de los animales, aunque si nos empeñamos, podemos conseguirlo, tal como se explica en esta página. También habrá quien sepa hacer una receta estupenda que se llama orejas de carnaval -también existen las orejas de fraile-, pues quien sepa algo mejor que ese dulce carnavalero, que lo cuente.
Y que nadie sufra, que tener las orejas de soplillo ya no es problema, que ahora te las dejan de soplete en un momento con una bonita, sencilla y escasamente dolorosa otoplastia.
Pero mientras tanto, aquí dejo unas cuantas célebres orejas para ver quien sabe de quién son y el pintor que se tomó la molestia de pintarlas, con todas las revueltas que tienen y lo difíciles que son.
Realmente son una maravilla de diseño, con múltiples posibilidades de realización. Las hay preciosas y horribles, grandes y pequeñas, redondas como un caracolillo y alargadas, huesudas y carnosas, con mucho reborde y con reborde rizado. Yo particularmente tengo algo secreto que las hace originales, un huesecillo puntiagudo y diminuto en el dorso, que sólo se distingue al tacto, creo, porque no he podido nunca vérmelo. Es herencia paterna. Si cometo algún desmán, ya sé cómo descubrirán que ha sido mi oreja. Aunque para entonces y presa de mis remordimientos de conciencia, me habré ido a León por lo menos, y estaré en este hostal de auditivo nombre esperando que venga Sherlock Holmes a detenerme y darme un tirón de orejas.
Habrá aquí quien sepa de por qué las tenemos a los lados de la cabeza y por qué tienen esa forma de concha marina, y además por qué no las podemos mover como la mayoría de los animales, aunque si nos empeñamos, podemos conseguirlo, tal como se explica en esta página. También habrá quien sepa hacer una receta estupenda que se llama orejas de carnaval -también existen las orejas de fraile-, pues quien sepa algo mejor que ese dulce carnavalero, que lo cuente.
Y que nadie sufra, que tener las orejas de soplillo ya no es problema, que ahora te las dejan de soplete en un momento con una bonita, sencilla y escasamente dolorosa otoplastia.
Pero mientras tanto, aquí dejo unas cuantas célebres orejas para ver quien sabe de quién son y el pintor que se tomó la molestia de pintarlas, con todas las revueltas que tienen y lo difíciles que son.
19 comentarios:
cUESTIOn de Orejas. Falta el sillón. De orejas, por supuesto.
Muy interesante disertación sobre "la oreja" artilugio que sirve para ocultar el sentido del oir...parece que si no estuviese la oreja nos llegarían todos los sonidos a bufidos...Me acabo de dar cuenta de tu dirección de correo te mando uno con "La oreja de Van Gogh" que precisamente me han mandado hoy Besicos.
Ahí van mis respuestas:
1. Creo que puede ser Cezanne, quizá un retrato de su hijo.
2. Digo yo que Gaugin.
3. Es de Solana, Gómez de la Serna, creo.
4. Modigliani y una de sus chatis.
5. Rembrandt y Betsabé
6. Erasmo y Holbein.
Y así lo declaro, esperando que no haya muchos errores, pues quiero premio en caso de que se repartan.
He tenido una mosca en la oreja toda la tarde, y ahora caigo en la cuenta de porqué. Dura faena te has organizado a base de orejas. De pequeño nos dejaban agarrar al marrano por el rabo cuando le iban a dar matarile, pero a mí lo que de verdad me gustaba era la oreja churruscada.
Ya de mayor, las orejas siempre me han llamado la atención. Su movilidad en los perros, mulas, asnos…; su flacidez en cerdos, su estiramiento en conejos y liebres, su ausencia aparente en gallinas y pájaros, su aparatosidad en algún espécimen humano, su ocultamiento en algunas damas coquetas, en fin, toda una filosofía de la orejez.
Y los peces, eh, ¿cómo oyen los peces? ¡Qué intriga!
Y llegas tú con este plan pictórico-orejudo, y noto que la mosca que me ha dado la tabarra toda la tarde se ha ido de paseo y me ha dejado mi oreja irritada de tanto sobármela mosqueado.
Así que termino: no tengo ni idea de esas pinturas, aunque esa dama que ocupa el número 5 sospecho que se está riendo disimuladamente.
Convencido de que el premio esta vez no es para mí, me largo a la cama haciendo orejas sordas a cualquier reclamo.
Cuando empecé a leer tu entrada iba a decir Van Gogh :D, pero justo la única que podría saber no la pones :( que mala suerte.
Pero al menos valdrá mi intención, no? ;D, jajaja.
Pero regresaré a ver las respuestas, jejejeje, que me da curiosidad sobre todo de quien es esa oreja, en la que dices que no daba crédito a lo que decía el Rey de la mujer del cuadro, jijiji.
Mis orejitas de suerte que son normalitas :D.
Besitos Clares
Querido super, también falta "Ábrete de orejas", aquella terrible película underground de Frears, pero es que eran ya demasiadas orejas para una sola cabeza.
Cabopa, espero tu correo con la famosa oreja perdida. La oreja de Van Gogh aparte de un grupo musical, es todo un símbolo de la locura del artista y su contestación ante el mundo.
Profe, eres un hacha. Sólo tienes un error, que ya te contaré. Uno solo, no sé cómo te las arreglas para ser siempre el ganador, por ti mismo o por algún familiar. Tendrás premio, colega. Esta vez, rotundo.
Miguel Ángel, cómo me gusta leerte, qué directo, qué expresivo eres. Creo que este es el mejor comentario que he leído de tu pluma (teclado), es casi una entrada para tu blog. Te lo sugiero de pasada, porque cuando hablas de tus recuerdos, sale una voz maravillosa.
Ya verás, Minerva, es una historia bíblica maravillosa, sobre el poder y las mujeres.
Clares:
También existen esas otras "horejas", es decir, las de sesenta minutejos.
La orejinalidad de una oreja se esconde en los palabras que recibe, en los sonidos de quien la proyecta.
Hay otras orejas que resultan insoportables: un tal Mayor "Oreja", por ejemplo.
Saludos. Toni Sagrel
en realidad, salvo que alguien sea primo de Dumbo, no me suelo fijar en las orejas... me son algo indiferentes...
Para mí, Toni, esa mayor oreja resulta insoportable por completo, que no puedo, y mira que yo sí me fijo en las orejas, pero que mucho, mucho, me encantan las orejas, casi tanto como los pies. Las "horejas" a mí me encantaría que tuvieran noventa minutejos y que cada día tuviera treinta y seis horejas, o sea, vivir más, qué sueño más loco.
¿Sabes por qué me fijo en las orejas, Ramon? Porque para mí son el compendio de la persona. No sé explicarte por qué. Son algo que no controlamos en absoluto y que difícilmente podemos modificar.
Buf, las orejas, una parte del cuerpo que destaca o ni se nota. No voy a ser yo quien se oponga al premio para Un profe cualquiera, (un diez, por listo y rápido) porque las orejas mezcladas con pintura no son para nada mi especilaidad.
Pero creo que lo de Cezanne no el hijo, sino El niño del chaleco rojo, y de Solana, es la Tertualia del Café Pombo.
No nos pongas tan difíciles los acertijos, que nos entra complejo.
Llego tarde, como siempre, tarde pero tan dispuesto como el primero, por más que la viña ya esté casi, casi, vendimiada. Observo las imágenes y admiro la creatividad, el buen gusto y las excelentes dotes pedagógicas que te llevan a enseñarnos siempre lo que no sabemos o nos costaría aprender. Contigo se vuelve al amor de la lumbre, a la escuela vibrante, a la pregunta candente y a la mirada rutilante, a los placeres de quien sabe enseñar y de quienes gustan de aprender. Cierto, la oreja no se ve, pero es uno de los elementos de la anatomía mejor conocidos. Uno las siente, las palma, las nota cuando hace frio, cuando hace calor y cuando se trata de valorar esa imagen del rostro, incomprensible sin ellas. Un abrazo
Llego también tarde, así que me dispongo a salir "con las orejas gachas" grrrr
Las orejas son una parte de la anatomía de las personas un tanto sosas. Pero tienen su aquél. No hay orejas perfectas, o sí... por cierto, ¿qué es una oreja perfecta?. La verdad es que sí que hay un canon de belleza que comprende también a estos apéndices auditivos. Pero yo sigo encontrándolos fríos e insípidos. Nunca me preguntes, después de hablar con una mujer, sobre sus orejas. No sabré responderte.
Un abrazo.
A orejas necias, oídos sordos. Esto va por la sexta oreja, que no se deja querer.
Todo el día buscando... Me suena, me suena... pero nada de nada.
Para ella va este trocito de canción que también va de orejas.
"...Tu pensas
Nas vantagens imensas
De um par
Que paga sem falar;
Eu, nauseado e grogue,
Eu penso, vê lá bem,
Em Arles e na orelha de Van Gogh... "
Ay, Miguel, yo no las encuentro sosas en absoluto y además dicen de su dueño o dueña lo que no se quiere o se puede decir. Ya digo, yo sí me fijo en las orejas.
Matapollos, qué canción tan bonica. ¿De quién es? Mañana las soluciones. La sexta oreja es la de Erasmo de Rotterdam, y no es de Holbein, como dice el Profe, sino de un pintor holandés cuyo nombre desvelaré mañana mismo por la tarde. Acabo de llegar del cine -¡conseguimos salir de casa!- de ver Gran Torino. Nos ha encantado. Ya contaré. Un besico.
La cancioncica es de Fausto Bordalo, un cantante portugués de Portugal, que ya debe de tener sus añitos.
Pertenece al disco "Madrugada dos Trapeiros".
Si vas aquí y pinchas, ¡sale!
http://fausto.blog.simplesnet.pt/
Recuerdo que cuando nació la Supernena hicimos una sesión fotográfica de las orejas de toda la familia, para ver si verdaderamente eran tan originales y unipersonales como se comenta... y sí, lo son, pero se podía detectar el parecido entre la oreja paterna y la
Por cierto, entiendo la confusión del profe porque he visto en varias páginas y blogs ese retrato de Erasmo atribuido a Holbein... me ha costado un web, pero he llegado al nombre de Quentyn Massys. Aunque yo soy de ciencias, creo que no hubiera podido llegar a la solución de todo el acertijo (sin mucha ayuda). ¿Importa más el conocimiento o la capacidad de llegar a poseerlo?
Un supersaludo
Matapollos, ahora mismo, mientras te escribo esto, estoy oyendo a Fausto Bordalo en la página que me has incluido, y te puedo decir que me gusta muchísimo. Voy a ver si me lo quedo para mi para siempre, qué descubrimiento. Hasta ahora conocía cantantes portugueses, pero los que todo el mundo sabe, Amalia Rodrigues, Alfonso, Misia, Dulce Pontes... no sé si los he puesto bien, pero me encantan las voces y la dulzura portuguesa. Este Fausto Bordalo ha sido una sorpresa para mí. Gracias, amiga.
Superwoman, parece que sí, que las orejas son como las huellas dactilares, pero yo creo que si se fijaran en cada cosa de un ser humano se descubriría que somos únicos e irrepetibles en cada cosa. Qué maravilla.
Y sí, es de Massys, pero se comprende el error, era lógico por lo que tú dices. Repartiremos premios según méritos, jajaja. Un beso, amiga.
No sé si alguien lo habrá apuntado, pero ¿y las orejas confitadas? uh, qué bien sientan en la montaña.
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