08 octubre 2009

¿Qué hacemos con los hijos (e hijas, claro)?

¿Qué hacemos con los hijos (e hijas, claro)? Eso me pregunto yo.¿Qué hacen los padres de ahora, de ahora mismo, con sus retoños adolescentes y, en general, menores? ¿No tienen límites? Es cierto que el juez impone una sentencia, si se atiende al vídeo, se comprobará. Pero se la impone a unos chicos que ya han cometido actos de vandalismo, y si los han cometido es porque han recibido una determinada educación. Que, naturalmente, viene de sus padres, permisivos, sin límites. Es un ambiente social. ¿Lo es en verdad? ¿Qué estamos haciendo con los jóvenes, con ciertos jóvenes? Porque lo cierto es que no todos van por esos derroteros, ni todos los padres son igualmente permisivos. ¿Es un síntoma o es la enfermedad? Reconozco que yo estoy en un lugar privilegiado, en el sentido de que sí, existen algunos que pueden ir por ese camino, pero la gran mayoría no, y menos este curso, en el que estoy trabajando con chicos y chicas de otro planeta, o sea, con un interés creativo especial, con unas miras y unas ilusiones que les inclinan a trabajar -no tanto como yo quisiera- y a centrarse en sus cosas, sin dejar de vivir su juventud y disfrutar mucho. En fin, esto me ha preocupado. Que los jóvenes se resistan al orden, lo entiendo, pero que lo hagan sus padres, no lo entiendo, sencillamente no lo entiendo.

31 comentarios:

Joselu dijo...

Educar es difícil, es costoso, exige un enorme desgaste de energía y además necesita disponer de criterios. Máxime cuando toda la propaganda de los mass media, la televisión, la publicidad lleva a modelos permisivos, sin control. Además de las relaciones que establecen con otros iguales a ellos en la calle y en la escuela. Hay muchos padres, muchos, que son permisivos, porque no saben imponerse. Educar muchas veces es saber poner mala cara y argumentar. La casa no es una pensión. En ella hay que colaborar, hacer tareas, y hay que rendir en la escuela que es el trabajo de cada estudiante. Controlar esto, ayudar cuando haga falta, dar soporte a estos niños primero y luego adolescentes es muy fatigoso especialmente para padres que se han educado en una especie de hedonismo eterno, de pasarlo bien en todo momento. Es más fácil dejar pasar que educar. Hay alumnos que replican que ni sus padres les mandan, ¿va a mandarles el profesor? Entiéndelo, no es difícil. Poner orden es muy cansado. Hace falta mucha energía y muchísima voluntad, y además predicar con el ejemplo.

Rosario Ruiz de Almodóvar Rivera dijo...

Sí, es muy dificil educar, los padres son los primeros educadores de sus hijos, los maestros somos colaboradores, el problema es que a nigún padre le han enseñado a educar y se sienten incapaces, les duele ver llorar a sus hijos y se lo consienten y regalan todo.
Un abrazo fuerte ROsario

Matapollos dijo...

El exceso de permisividad o la falta de disciplina no son razones únicas para que se dé esta circunstancia.
Es más bien un problema de falta de convivencia y falta de libertad.
La mayoría de los niños y los padres tienen horarios excesivos o falta de tiempo libre, que es lo mismo. El fenómeno de los "niños llavero" asusta.
Casi el cien por cien del tiempo diario los niños están realizando actividades controladas, más o menos vigiladas, pero con un horario pactado y una finalidad determinada. Cuando tienen su propio tiempo libre no saben lo que hacer porque no han podido experimentar esa convivencia en libertad con la que tanto se aprende.
¿Qué pueden hacer los padres si les ocurre lo mismo? No es de extrañar que se aparezca ese sentimiento de colegueo solidario
Es un grave problema. Vivimos demasiado deprisa.

Quizás esa resistencia al orden de estos padres sea una forma de manifestarse todo este desatino.
Es una enfermedad.

Sarashina dijo...

Creo que estáis poniendo los puntos sobre las íes, en el sentido de señalar las causas de este comportamiento absurdo de los padres, de ciertos padres, y concretamente de los que rechazaron la sentencia del juez de menores.
El exceso de trabajo de los padres, pensándolo bien, no es razón de la permisividad. Quizás es al contrario. Como no consideran prioritario en su vida la educación de sus hijos y la vida familiar, se entregan al trabajo y a ganar dinero, pensando que para educar ya está la vida y la escuela. Por otra parte, estos padres son ya los hijos del bienestar y de una sociedad que se vio de pronto con posibles, de modo que ellos mismos fueron criados con dos condiciones poco favorables: dinero e incultura, menuda combinación. De todos modos, a mí no me gusta generalizar, es decir, no creo que todos los padres sean así, ni que todos los jóvenes sean iguales. De hecho, sólo conocemos los casos excepcionales, los que llegan a los medios de comunicación. La gran mayoría es gente normal que lleva las cosas lo mejor que puede y tienen cierto control sobre sus hijos.

Leandro dijo...

Imagino que alguno de vosotros, además de docente, será padre. Pues los demás padres hacemos, más o menos, lo mismo que vosotros: lo que podemos y un poco más. Que algunos padres se desentienden, es cierto. Que algunos hijos son más sensatos que sus padres, también. Yo lo he visto. Como también lo es que muchos chavales pagan las consecuencias, no de la abundancia en la que se han criado, sino de la escasez. A algunos de éstos he tenido que ir a sacarlos de prisión los domingos por la mañana, y no lo he conseguido, por supuesto. Eran otros tiempos para mí. Y en esos tiempos aprendí que había jóvenes, y niños, que eran carne de cañón. Pasto para la cárcel mientras en círculos de expertos se debatían grandes teorías sobre la educación. Cuando ingresas en prisión un lunes por la mañana y allí te esperan tu padre, tu tío y dos hermanos mayores, poco hay que teorizar. Como decía el viejo anuncio de colonias: hay otros mundos, pero están en éste. De todas formas, insisto: la mayoría de los padres hacemos lo que podemos con nuestra mejor intención. Y aún así, a veces las cosas se nos van de las manos. Éstos no son los mejores tiempos para educar. En general, ningún tiempo ha sido bueno para educar, porque los padres somos mayores y nuestras reglas no son, necesariamente, las de la siguiente generación. Qué le vamos a hacer

Anónimo dijo...

Personalmente opino que en la gran mayoría de los chicos conflictivos juega un papel importante la actitud de los padres. En muchos casos tiende a dejarse la responsabilidad de la educación a los profesionales de la enseñanza, a los que además, en caso de conflictos, se responsabiliza de las acciones de los hijos.

Creo que si los padres estuveran atentos, no sólo a la formación, sino a los comportamientos de los hijos, de las amistades que frecuentan y, en definitiva, tuvieran una preocupación real por ellos, podrían corregir en su momento, mediante ejemplos y diálogos estos comportamientos.

Cabopá dijo...

Antes ser análfabeto,era no saber leer ni escribir.....Ahora no hay "casi análfabetos"...Todos saben leer y escribir (padres, madres, hijos, hermanos, etc.)
Pero pocos leen, se dejan llevar por las modas y los modos (casi siempre malos modos)
La falta de autoridad empieza en la casa (donde se educa) y la disciplina se mal ejerce en el aula(donde se forma)
Existen malos roles de estos padres de hoy que dejan que sus retoños, por ej. destrocen un parterre en una plaza pública, mientras ellas/os charlan animádamente.....Nosotros que tuvimos una disciplina ferrea, de ordeno y mando, jamás hemos ejercido así. (mis hijos ya son de 30 y 28 años)y fechorías propias de la edad muchas pero,nunca han tenido ni un comportamiento cómo los de ahora,ni palabrotas sin ton ni son, ni descaro ante los mayores, menos ante los profesores.....Yo me harté de inculcar: respeto, tolerancia, libertad y sobre todo no violencia....
Muy bueno este post Clares, estoy totalmente de acuerdo con I.Gabilondo...Gracias por traerlo hasta aquí, en su momento no lo vi.
Besicos.

Sarashina dijo...

Creo, Leandro, que no estamos hablando de muchachos perdidos ya, desestructurados y hechos fosfatina; esos son los que están en los institutos un tiempo, pero son absentistas, se escapan, van los servicios sociales, no hacen nada en clase, etc. Suelen terminar mal de cualquier modo. Y cuesta o costaría mucho recuperarlos. Para qué voy a empezar con las causas, ya las sabemos todos. No hace falta para ellos teorías educativas, sino reeducación y muchísima paciencia y trabajo. Que la sociedad entienda que lo que no gaste en educación lo gastará luego en orden público, aunque quizás habrá a quien le convenga que el gasto sea mayor en policía que en educación. Lo que asusta es que esos niños vándalos de los que habla Gabilondo son hijos de familias más o menos normales, cuyos padres no aceptan una sentencia de un juez de menores, en la cual se les castiga a cosas como no salir en tres meses más allá de las diez de la noche. No me parece un castigo severo. Lo terrible también es que tiene que hacerlo un juez, no un padre o una madre.

Sarashina dijo...

Ernesto, qué alegría leerte de nuevo por aquí. Tienes razón, pero lo primero sería que los mismos padres tuvieran formación, valores, educación, ellos mismos. En fin, que es un tema difícil, y de trascendencia social máxima.

Sarashina dijo...

Cabopá, tus hijos, como los míos, son de una generación anterior, y además fíjate en qué ambiente y situación se educaron. No estábamos libres de problemas, pero el caso es que funcionó lo que les enseñamos. La vida ha cambiado mucho, pero, como le digo a Ernesto, quizás habría que empezar por los padres mismos. Crisis de autoridad. Los hijos discuten la autoridad de los padres y los padres la de un juez. Vamos listos.

Leandro dijo...

Yo me he referido a todos, creo. Más, claro, a los que conozco y he visto que a los otros. Más a los normales y a los niños perdidos que a esos otros de los que habla Gabilondo. A éstos sólo los conozco por los telediarios. De todas formas, ¿veis a qué punto hemos llegado? Estamos pidiendo más autoridad.

Sarashina dijo...

No, yo no pido más autoridad de la de antes. Pido: más atención, más cuidado, más comprensión, más amor, y cuando haya que poner límites, ponerlos, porque yo también tengo límites, no sólo los niños, y uno de los aprendizajes más duros en la vida es el de las fronteras, el de los límites, el de las relaciones entre la realidad y el deseo, entre el principio del placer y el principio de realidad, que dirían los freudianos. Me parece que tanta disquisición educativa, al menos para mí, es tan sencilla como esas cosas que he dicho. Claro, también las necesidades básicas cubiertas: alimentación, higiene, sanidad y escuela.

Leandro dijo...

Mi hijo cambió de colegio al pasar de educación infantil a primaria. Aún no había cumplido los seis años. La semana antes de empezar estuvo nervioso, durmiendo mal. Estaba preocupado: no sabía cuáles eran los límites del nuevo colegio. Literal.

Sarashina dijo...

Angelico. Pero fíjate que él tenía conciencia de los límites, es decir, de que existen normas a respetar, e incluso algo tan complejo como que las normas y los límites son variables según en qué lugar y situación te encuentres. Aprender luego las normas comunes y la ética común a todos los lugares, la esencia de un comportamiento normal o al menos aceptable, es sólo desbrozar y separar, para luego generalizar de nuevo. Complejo, pero tu hijo lo llevaba ya preparado de casa. A eso se refiere Gabilondo, me parece.

miquelet dijo...

Siempre he pensado que a los menores habría que aplicarles las mismas penas que a los adultos, pero que esas condenas las cumplieran los padres. Verías como así se preocupaban más de la educación de sus hijos.

Salud.

Manuel Márquez dijo...

Buf, tema complicadísimo, compa Fuensanta, complicadísimo. Yo tengo un peque con seis años, y no dejo de atormentarme, día sí, día también, acerca de si estaré trabajando bien ese aspecto de su educación (creo, sinceramente, que entro dentro de la categoría de padre muy permisivo, y no sé si eso es bueno, malo o todo lo contrario), más allá de la influencia que pueden tener otros factores en el "resultado final". Pero siempre viene bien, aun sin agobios, reflexionar sobre el tema, y captar nuevas perspectivas. Así que muchas gracias a tí, por plantearlo, y a todos los comentaristas anteriores, por enriquecerlo...

Un abrazo y buen puente.

Sarashina dijo...

No estaría mal, en efecto, que los padres asumieran una parte de la sentencia, pero es necesario que los hijos asuman su parte porque eso es hacerles saber que tienen una responsabilidad social, y que no pueden eludirla. No podemos mantenerlos siempre en el limbo.

Sarashina dijo...

Si no te importa un consejo, Manuel, te diré que cada edad tiene lo suyo, y que, sin autoritarismo, pero con autoridad, con amor y con sentido del humor, también a un peque hay que ponerle sus límites, los propios de su edad, e ir trabajando lentamente en eso; como dice Joselu, educar es un trabajo duro.

Nefija dijo...

He escrito dos comentarios y no se publican. ¿He cometido algún error? Gracias

Anónimo dijo...

Soy madre de un chico con problemas, pero una cosa está clara, ante lo que ha pasado hay que decir NO, y tenemos que poner límites y hacer que asuman responsabilidades, los chicos y en mi caso yo (familia mono parental). Mi historia y la de mi hijo nos incumbe a nosotros, pero si tiene que intervenir un juez, desde luego que acataría con respeto la decisión y haría reflexionar a mi hijo sobre su responsabilidad en lo que hubiera hecho. No es fácil, en mi caso ya he reconocido que es difícil, pero estoy de acuerdo con Clares, con muchaaaaaaaaaa, paciencia, humor y amor, conseguiremos cambiar incluso lo difícil. Un saludo

Diego J. dijo...

Fuensanta, pese a disponer en mi horario, como tú, de un hueco para la visita de padres/madres, te puedo asegurar que pasa el curso y no logro conocer a ninguno de ellos. Eso denota despreocupación por el hecho educativo. Diría, más bien, por el nivel de instrucción que les damos en los IES, pues coincidamos que la Educación debiera ser cosa de padres/madres, de nosotros, de la sociedad, del entorno...

Si esto es así, no podemos sorprendernos de que, cuando surjan conflictos, los padres se pongan del lado de sus retoños. Creo que, cada día más, nuestra autoridad, entendida en su acepción latina de "auctoritas", es decir, el respeto y reconocimiento que mereceríamos por dedicarnos a algo tan bonito como la docencia, está más en entredicho. Y si esto ocurre con nosotros, ¿cómo no van a cuestionar ciertos padres las disposiciones de los jueces? En esta sociedad enfermiza ya no hay lugar para limitaciones y normas éticas. Así nos va.

A79 dijo...

Parece ser que se aprecia una desviación del problema hacia la responsabilidad de los padres.

Si escuchamos el comentario de Iñaki Gabilondo, está claro. Habla de unos "niños de papá" mal criados e intransigentes, así que esos "papás" tendrás que abrazar las barrabasadas de sus "pijo-retoños".

Por otra parte, aparecemos los padres normales, corrientes, de las clases medias y humildes. Los del montón. Los hay de todo tipo de ideología, comportamiento y situaciones variadas.

Tengo una hija adolescente y difícil de llevar. Mi mujer y yo hemos estado en bastantes ocasiones en el instituto y en todo momento -y sin ningún tipo de duda- hemos apoyado a los profesores y ante cualquier tipo de conflicto o circunstancia.
A veces, estos profesores se asombran de que haya padres que les apoyen incondicionalmente.

Por otra parte, tanto mi mujer como yo tenemos estudios medios y superiores, y sin embargo a la "niña" no le sale de las narices ni estudiar ni aprobar la ESO, la Enseñanza Obligatoria.
Ambos, somos lectores, nos gusta informarnos, aprender, cumplimos con las leyes e intentamos comportarnos cívicamente en todo momento.
Y sin embargo, todo esto no parece ser suficiente ejemplo para que nuestra hija adolescente (y otras/os adolescentes) copien e imiten de los ejemplos paternos.
¿ Qué hacemos -por ejemplo- cuando le marcamos una hora de regreso y viene cuando le da la realísima gana ?
¿ Qué hacemos cuando incumple de forma constante y reiterativa ?
¿ Qué hacemos cuando le imponemos unas normas básicas, sencillas y perfectamente asumibles, pero no atienden ni a normas ni a razones y sólo responden con improperios, amenazas y actitudes violentas ?
¿ Concertamos una cita con Emilio Calatayud o con el hermano de Iñaki, el ministro de Educación ?

Sinceramente, como padre estoy cansado, hastiado y deprimido.
Mis padres no tenían estudios y eran más severos, si bien les tenía respeto y consideración.

No creo que haya que derivar la responsabilidad entre padres y maestros.
También están las amistades (terribles, en algunos casos), la sociedad, demasiado permisiva con los menores de edad y todos los jóvenes en general, así como una inexistencia en los sistemas básicos de valores.

Han desaparecido la disciplina y el respeto por los demás. Sobre todo por los mayores (es imposible llamarle la atención a un joven que circula por la acera y con un ciclomotor. Te insultará, te amenazará o te atropellará).
Y esta factura (o fractura) es y será muy costosa para nuestro futuro.

Salud y saludos. Toni Sagrel.

SuperWoman dijo...

¿Por dónde empiezo yo? Casi que tengo material para un post pero como no se si tendré tiempo, te dejo un par de apuntes de lo que diría: es muy difícil lo de educar a un hijo hoy en día, lo que tú haces, se deshace por otros lados (y la influencia familiar es en cierto modo mínima... creo haber leido en algún lado que menos del 25% del bagaje que llevas a tus espaldas, otro 25% corresponde a tu genética y el 50% que queda, a las amistades que tengas en la adolescencia, a eso que llamamos "el grupo").

Matapollos lo borda, nos falta tiempo. Y el problema empieza en la guardería Diego, yo estoy este año en el Consejo Escolar de los Supernenes y no te puedes imaginar el "pasotismo" materno-paternal a la hora de conseguir cualquier cosa, aunque redunde claramente en beneficio de los peques... ya lo de hablar con los tutores o profesores, ni lo mencionamos, para algunos entra dentro del terreno de la ciencia-ficción.

Creo que más que autoridad lo que nos hace falta es que los niños comprendan cuáles son las consecuencias de sus actos,(¿responsabilidad?). Los alemanes tienen una curiosa forma de no educar a los niños, no son especialmente autoritarios al menos en el Kindergarten, pero sin embargo el niño que se moja, sabe que se tiene que cambiar el solo los pantalones; el que se sube a un árbol, que se puede dar un trastazo y caerse y el que haga daño a los demás, que le van a apartar del grupo para que no los dañe... De momento a los míos les va bien con esto (también procuramos reflejar lo mismo en casa), no sé hasta qué punto funciona con la generalidad pero me da la impresión de que en Alemania hay mejor educación que en España (con sus cosas, que también las tienen).

Un supersaludo

Pilar dijo...

Se da por supuesto que los adultos por serlo tienen las cosas claras y, no olvidemos, el sistema está sustentado por los mayores,no por los niños. Para que un adolescente, esa etapa convertida en enfermedad hoy, "se comporte" debe tener la individualidad domada según exija el modelo social al que pertenece. No creo que se pueda hablar de adolescentes en general, ni me parecen peligrosos. De peligros está el mundo lleno. Lo de los padres, casi sin remedio.

Leandro dijo...

¿Se da por supuesto que los adultos, por el hecho de serlo, tienen las cosas claras?

Miguel dijo...

Estamos en una sociedad que pide más autoridad, pero que aborrece la autoridad. ¿Cómo se puede cuadrar esta cuadratura circular?

Un abrazo.

Yolanda dijo...

Cuánto da de sí este asunto en muchos blogs... Realmente nos atañe a todos, padres y profesores sobre todo, pero debería interesar a todo el mundo porque esos niños que hoy están en la guardería o en la universidad son los adultos del mañana, y de ellos dependerá nuestro mundo. No sé si fue J. A. Marina el que dijo que para educar a un niño hace falta el esfuerzo de toda la tribu. O eso no menos cierto de "Educad a los niños y no tendréis que castigar a los hombres". Y tantas otras frases acertadas, pero sólo con citas así no se soluciona nada. Andamos todos perdidos, o casi, y preocupados por la crisis, el paro, el calentamiento global, la corrupción (aunque parece que esto sólo indigna a unos cuantos), así que no parece quedar mucho tiempo para hablar con los hijos, jugar con ellos y compartir tanto las responsabilidades como las diversiones. No hay más que ir a un lugar público para comprobar la tremenda permisividad de la inmensa mayoría de los padres, los niños campan por sus respetos y nadie les dice nada porque enseguida el padre se pone hecho una furia. Y así hasta el infinito... Qué pena y qué impotencia...
Un saludo.

PMM dijo...

Creo que convertirse en padres colegas para poder exculparnos muchas veces de nuestra falta de dedicación (otra vez el tema de la falta de tiempo que ha comentado Matapollos) ha sido uno de lso mayores errores. Tengo un padre cariñoso al que simepre he tenido que respetar, y por el que siempre me he sentido querida, igual que lo sentía con mi madre. No creo que porque la vida nos haya llevado a estar más horas fuera de casa, tengamos que ceder ese espacio de respeto como padres, o simplemente como adultos, porque el respeto no está reñido con el cariño.

Nefija dijo...

"Mi padre siempre pensó, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo. Sin ese amor exajerado que me dio mi padre, yo hubiera sido mucho menos feliz. Esto se lo leí a Hector Abad y yo también le creo y le imito.

Sarashina dijo...

PMM, el colegueo es un error, a mi parecer, porque no implica verdadero amor ni educación. En la relación educativa siempre hay alguien al que tienes que guiar por los vericuetos de la vida dándole unas minimas normas, que son fundamentales para avanzar. Esto no evita los problemas, pero enseña a solucionarlos. Ningún padre puede exculparse de la educación de sus hijos.

Creo, Nefija, que la palabra mimo es muy bonica, y que incluye el amor sin límites y lleno de generosidad. El problema es cuando se confunde con consentimiento y permisividad, dos actitudes muy frecuentes en nuestros días. Amor y humor son las palabras que deberían dominar la educación, no sólo para los hijos, sino también para los alumnos. Si el mimo es procurarles con diligencia todo lo que necesitan, atenderlos en todo, darles protección y cariño, besarlos y tomarlos en brazos, reconocerlos como personas y respetarlos, ser comprensivos con sus errores, pues están aprendiendo, estoy de acuerdo contigo. Al final, el objetivo es que sean felices, pero no sólo en su infancia, sino todo el tiempo posible.

Diego J. dijo...

Fuensanta, aunque el comentario actual no tiene que ver con tu post, te respondo a tu pregunta sobre el encendido de velas contra la pobreza: la acción se va a desarrollar en la plaza del Cardenal Belluga.

Saludos