Hay ya algunas voces, tanto en la red como en la vida cotidiana, que piden la recuperación de las tradiciones relativas a Todos los Santos y las Ánimas. Con toda seguridad esto es debido a la cada vez mayor extensión de costumbres foráneas, como el Halloween, que convierte a los jóvenes por una noche en monstruos americanos, pidiendo por ahí dulces y aporreando todo lo que encuentran a su paso. El joven coquetea con la muerte porque la cree lejana y ajena. El joven se puede permitir jugar con la muerte, sin ser consciente de lo que dice en toda su sabiduría la Celestina: “Tan presto muere el carnero como el cordero. No hay joven que no pueda morir mañana ni viejo que no pueda vivir un año más”. Tampoco saben lo que dice Ortega acerca de la vida, a la cual define como un tiempo entre dos relatos; el primero, que es mítico pues sólo lo conocemos por el relato que nos hacen, el de nuestro nacimiento; el otro, que se convertirá en mítico, pero que nosotros no escucharemos jamás como relato, el de nuestra muerte, la de cada uno. El tiempo -tiempo, no otra cosa- que hay entre ambos relatos es nuestra vida. A mí me parece estremecedora la definición de vida de este pensador, porque es cierta por completo. De los dos acontecimientos que más nos atañen no somos conscientes nunca. A veces, tampoco del tiempo entre ambos.
Yo digo que querría que esta vida que se me ha dado, este tiempo entre dos relatos, fuera una especie de ensayo general, y volver a nacer habiendo ensayado muy bien mi papel, como si del Gran Teatro del Mundo -véase Calderón- se tratara. Quizás haber leído ya a Ortega y a otros, quizás tener recuerdo de los errores cometidos, quizás realizar otros proyectos de vida que se me ocurren a veces debido a un defecto congénito de imaginación desbordada.
Pues una de las cosas que en el relato de mi vida recuerdo con consciencia es una representación del Tenorio, cuando yo tenía unos cuatro años. Se representaba en Yecla, y mi padre hacía el personaje del Comendador, el padre de doña Inés, convidado fantasmal a la mesa de don Juan. A mí no me dio miedo verlo en ese traje y con el rostro completamente blanco, pero mi hermano, un año menor, dio un alarido de espanto. En eso veo que ya estaba destinada al gusto por el teatro, pues sabía que era mi padre disfrazado, no un fantasma. Es ésta una de las tradiciones que merecería la pena recobrar. En los escenarios españoles y americanos, sobre todo en México, desde el éxito total de la obra de Zorrilla, se tiene o se tenía costumbre de poner “El Tenorio”, y lo remarco así, obviando el título real de la obra, porque es “El Tenorio” como “La Celestina” o “El Quijote”, obras que son en su totalidad dominio de un personaje magistralmente creado. Que “El Tenorio”, como obra dramática, tiene defectos es algo que todos sabemos. Jamás en mi vida he leído una obra tan ripiosa y forzada. Sin embargo, cuando se oye en el teatro, si está bien interpretada, con voluntad de arte, ni se advierte lo forzado del verso, y lo que queda en la mente del espectador es el personaje y el misterio. En otras ocasiones, cuando se hace mal, queda bien. Quiero decir que es tan popular, tan de la gente, que en ese contexto del pueblo que celebra la muerte y el más allá con una función de teatro de aficionados, necesariamente ha de estar mal, pero entonces está bien. Con todos sus ripios y sus convenciones. Los fallos literarios de la obra y los excesos románticos han pasado a ser parte de la convención escénica en las representaciones populares.
16 comentarios:
La vida como un ensayo general antes de la función. Lo malo de los ensayos generales es que participan todos los actores. El día de la función, la de verdad, los demás también han ensayado. No hay forma de sorprenderles, no hay ventaja
No, yo digo esta y en un sentido profundo, ensayar la vida en sí, no con las mismas cosas, de modo que pueda ser otra. Es un lío imaginativo.
¡Gracias, gracias, gracias! Hacía años que no oía algo del Tenorio, tan ripioso él, tan cabrón, tan varonil, tan nuestro, no como la estupidez de Halloween. Ya hablo en mi blog de todo esto. Es una pena y una vergüenza que nos hayamos dejado invadir por los yanquis. Nuestros niños y jóvenes se disfrazan de brujas y monstruos sin saber por qué lo hacen. Yo cada año sólo consigo que me tiren huevos en la fachada de mi casa, angelitos, qué les habrá enseñado su santa madre... Hemos perdido nuestras tradiciones, es cierto. Todos los grandes actores españoles han representado el Tenorio alguna vez al menos, pero ya no quedan quienes sepan hacerlo. Las nuevas hornadas de actores no tienen esa formación. Ninguno se acerca a Paco Rabal, Fernando Guillén, López Vázquez (aún no lo han enterrado y ya lo están poniendo verde en algún programa infumable), Larrañaga (quizá alguno de sus hijos, como Luis Merlo, le alcanza), Juanjo Menéndez, Jesús Puente y tantos otros. Menos mal que quedan las grabaciones del extinto Estudio 1, por ejemplo, y que las nuevas técnicas, cosa rara, las traen al presente de nuevo.
Un saludo.
"La vida o el tiempo entre dos relatos" me gusta esta idea......
de Halloween no hablaré tengo que copiar la palabra porque ni siquiera sé como se escribe......no me gustan las fiestas importadas....y no hablaré tampoco de Papá Noel, Santa Clauss....ja,ja, me estoy adelantado.......Enfín como siempre muy buena entrada..Muy de acurerdo.........Besicos.
El Don Juan que me enajena, me alucina, me fascina y me envenena, con ripio o sin él. ...tanto que hasta me fastidia que se le ponga al lado del Halloween ése de los americanos.
Desde luego, sí que gana (o no pierde) la obra cuando se representa. Al leerlo le ves los defectos, pero al tener tan interiorizada la representación, incluso se le perdonan.
Leer el Don Juan de Torrente Ballester, después de leer el de Zorrila es toda una experiencia para los sentidos.
Bueno, Yolanda, aún te tengo preparada otra pequeña sorpresa. Sobre don Juan también: las raíces literarias y psicológicas del personaje. Su pervivencia aún entre nosotros. Yo también soy partidaria de conservar nuestras tradiciones y no acoger costumbres foráneas que no tienen para nosotros ningún significado, como no sea el puramente comercial.
La idea de Ortega, como la mayoría de las suyas, es una maravilla de pensamiento alcanzando lo poético, amiga Cabopá. Mejor que mejor que no sepas ni escribir ese nombre.
Matapollos, siempre le he tenido simpatía al personaje, pero para mi gusto "El burlador de Sevilla" es el auténtico, el mágico, el perfecto. Sea o no sea de Tirso. Si no lo fuera, merecería serlo. No he leído el don Juan de Torrente Ballester, aunque sí otras novelas suyas. Tendré que darle una vueltecita a esta. "Tigre Juan" de Pérez de Ayala tampoco está mal.
A Quino, que no llega a tanto como nuestros clásicos, se le ha ocurrido esta genialidad:
¡La Vida debería ser al revés!
Se debería empezar muriendo y así ese trauma quedaría superado.
Luego te despiertas en una Residencia mejorando día a día.
Después te echan de la Residencia porque estás bien y lo primero que haces es cobrar tu pensión.
Luego, en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro.
Trabajas 40 años hasta que seas bastante joven como para disfrutar del
retiro de la vida laboral.
Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo, no tienes
problemas graves y te preparas para empezar a estudiar. Luego empiezas el cole, jugando con tus amigos, sin ningún tipo de
obligación, hasta que seas bebé.
Y los últimos 9 meses te pasas flotando tranquilo, con calefacción central, room service, etc. Etc.
Y al final... ¡Abandonas este mundo en un orgasmo!
Yo creo que esta idea mejora los ripios ripiosos de mi ilustre paisano Zorrilla, y es al mismo tiempo bastante más alegre que el pensamiento adusto y serio del madrileño don Ortega.
Tiene igualmente la ventaja de ser “de vuelta”, ya que viene de allá, donde se rumió con otros aditamentos propios del lugar, “El Tenorio” de acá.
Por lo demás, Clares y compañía, ¡vaya lección -¡¡¡otra más!!!- la de esta noche en este blog!
Y ya que se cita a López Vázquez, os invito a leer esta entrevista que le hizo Pedro Miguel Lamet hace unos años: http://blogs.21rs.es/lamet/2009/11/03/mi-entrevista-con-lopez-vazquez/
A mi eso del Tenorio me empalaga, la verdad. Y siempre para los Santos la misma cantinela.
Lo de ponerlo con Halloween es a la inversa, ¿no? Porque Halloween, como la noche de San Juan o la noche de Walpurgis siempre se han celebrado, incluso antes que naciera Zorrilla. Eso no significa que aquí esté de más unos nenes disfrazados por la calle, pero ¿qué quiere que les diga? Para un niño disfrazarse de Drácula o de zombi y hacer el gamberro es bastante más divertido que ripios de poetas demodé.
Yo para el año que viene quiero que hagan el "Final de partida" de Samuel Beckett, que va más acorde con los tiempos que vivimos, aunque claro, las tradiciones son las tradiciones y no es lo mismo decir es verdad ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor que
HAMM.-Pero bien pudiera suceder que te hubieras quedado muerto en la cocina.
CLOV.- Daría lo mismo.
HAMM.- Si, pero ¿como sabría yo que simplemente habías muerto en la cocina?
CLOV.-Bueno...acabaría por apestar.
HAMM.- Ya apestas ahora. Toda la casa huele a cadáver.
CLOV.- Todo el universo.
HAMM (colérico).- ¡Me cago en el universo!...
Pero yo me decanto por el pesimismo, que es bastante más real que el romanticismo vintage
De paso, en estas fechas, también se podría escuchar el D. Giovani de Mozart y el Don Juan de Richard Strauss. Aunque no son costumbres españolas, no vendría mal adoptarlas. Un saludo.
La vida al revés sería maravillosa, pero no sé, creo que tal como está tiene más sentido, más acompasamiento natural. Miguel Ángel, ya sé que todos somos mortales, según todos los silogismos clásicos, pero apena mucho que se muera un gran actor, y tan significativo para nosotros y nuestra sociedad.
Mameluco, esta es la parte sentimental solamente. Yo no soy tan pesimista, y aunque valoro mucho a Beckett, me da mucho repelús su lectura. Siempre le añade algo de vitalidad verlo representado. Parece mentira que una persona que sigue tanto las tradiciones folklóricas y reconoce la diferencia entre folklore y otros conceptos, no acepte el don Juan de Todos los Santos como parte de ese folklore instituido, como ocurre en México, por ejemplo.
Sí, Thorton, una revisión de todos los don juanes que en el mundo han sido no vienen nunca mal. El don Giovanni de Mozart es una obra cumbre, un milagro auténtico.
A mi me gusta Halloween :D, aqui el 31 de octubre se celebran dos cosas: Halloween y el Día de la canción criolla (música tipica de aqui) y a veces surgen algunos desubicados que se pelean por ver cual dia es mejor, jajaja, imagínate hacerse mala sangre por las puras, que cada quien celebre lo que más le guste :).
A mi siempre me ha gustado más el halloween :D, no me interesa que me digan antipatriota, jajaja.
No he leído "Don Juan Tenorio" aunque con lo que comentas ya me va dando más curiosidad :).
Un abrazo Clares!
Para mi Clares, metafóricamente la vida es un ensayo general, una interpretación del papel de mi traje de Laura, un papel aceptado conscientemente y que llegado el momento, me quitaré y entonces podré ser en el "no ser". No estoy de acuerdo con Ortega en que no seamos conscientes de nuestros cambios de vestuarios, nacer, vivir y morir, pueden ser experimentados con plena lucidez, siempre si uno quiere.
En cuanto al Tenorio, es cierto que todos los papeles están sobreactuados pero ahí está la gracia de la obra, en realidad miremos un rato la televisión, todo está igual, incluso los anuncios, inflados. Un abrazo.
Pues yo no estoy tan en contra de halloween, al fin y al cabo es un pretexto más para que los niños y los jóvenes se disfracen y hagan el gamberro, como en carnaval, más o menos y no nos pilla tan lejano, hay un lugar en la huerta con una tradición muy parecida al truco o trato, sólo que con otras palabras y en algún lugar se han hecho lámparas con melones en lugar de calabazas.
Eso no quita para que se conserve la tradición del Tenorio ¿por qué no?. Lo están haciendo los Pineda en Murcia desde hace mucho tiempo, pero el retraso terrorífico de las obras del Romea lo ha impedido ya dos años. Al menos, los amigos del Tenorio van recorriendo la región con el montaje que ha dirigido Elvira Albero Pineda.
Lo que sí hay que admitir es que un Tenorio de cuatro horas es un poco largo y pasa como con el Quijote, la gente joven lo digiere mal porque están acostumbrados a cosas más ligeras.
Y para tradiciones propias, los tostones, los huesos de santos, el arrope y el calabazate y eso sigue ¿verdad?.
Para mi sorpresa, don Juan Tenorio tiene interés para los adolescentes. La leímos el año pasado y los chavales disfrutaron de lo lindo leyendo las andanzas de don Juan y don Luis Mejía. No vi nunca el Tenorio cuando correspondía. Mi familia no era aficionada al teatro y no me llevaron nunca a ver una función. Pero pienso que tenía que ser una gozada asistir a una representación de la obra para todos los Santos. El estremecimiento del presentimiento de la muerte y del más allá. Detesto Halloween pero lleva camino de imponerse como papá Noel y demás. Un cordial saludo.
No está mal la fiesta de Halloween si no fuera que la desvirtúan y la convierten en motivo de gamberrismo desaforado. Lo digo sinceramente, porque veo en mi instituto, otros años, que este año, siendo bilingüe y todo el instituto, no la han permitido, y no lo entiendo muy bien. Lo peor siempre es prohibir, desde luego.
Laura, tienes un concepto de la vida y de la muerte muy especial. De todos modos, uno no puede ser consciente de su muerte, de lo que la antecede sí, de un minuto antes si quieres, pero no del momento de su muerte. Tampoco de su nacimiento. Esto siempre te lo cuentan, no lo vives, pues vivir es simple recuerdo de un yo acumulativo.
Claro, Atenea, tú eres muy joven, ya estás en la órbita de este mundo moderno. Y ya te digo, Halloween es una fiesta pagana que no tiene por qué ser mala. El atractivo de la muerte y familiarizarse con ella es propio de la juventud. Los mayores ya no bromeamos tanto con eso.
Cyd, lo de hacer lámparas con calabazas también era tradición en nuestra tierra; mi padre las hacía alguna vez cuando aún no existía la moda de Halloween. El caso de los Pineda es un poco... no sé cómo decirlo. Es interesante que sea una sola familia la que se dedique a poner en escena don Juan una sola vez al año, pero tienen que renovarse. No pueden seguir haciendo un don Juan que ni chicha ni limoná, vamos, que ni es el don Juan cutre de pueblo, ni es un don Juan artístico y renovado. Tendrán que espabilar.
La misma experiencia, Joselu, estoy teniendo yo con los de Artes Escénicas, que se deshacen con el don Juan, el de Zorrilla, y les encanta. No me lo puedo explicar, pero así es. Ensayamos ahora la escena del sofá sin sofá, que es la máxima perfección del teatro. Lo están pasando en grande.
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