A poco más de un año de su muerte, el Ayuntamiento de Murcia ha querido hacer un homenaje al pintor murciano Manuel Muñoz Barberán, cronista oficial que fue de la ciudad, tanto en su obra investigadora, como a través de su obra pictórica. Bajo la dirección, muy acertada, de Martín Páez, se ha organizado con sumo gusto y cuidado esta exposición retrospectiva, con cuadros provenientes de colecciones institucionales y de particulares. La exposición se ha titulado "Muñoz Barberán y la ciudad de Murcia". El pintor era lorquino, y un lorquino enamorado de su ciudad de origen, pero desarrolló toda su vida, desde la más temprana juventud en la ciudad de Murcia, aquí se casó, aquí tuvo sus hijos y aquí murió. Aquí fue honrado con numerosos premios y reconocimientos, aquí fue nombrado cronista oficial de la ciudad. Ya se sabe que Murcia está bajo el generoso emblema de la Matrona del Almudí, la cual aparta a sus propios hijos para alimentar y acoger a los ajenos.
En nuestro paseo del sábado, también vimos esta exposición, que por otras razones, fue tan emotiva como la de los grabados de Goya. En primer lugar, porque sé que al pintor le hubiera encantado saber que en la planta baja estaba su admiradísimo aragonés, mientras su obra se exponía en la sala de la planta primera. Habría llorado de la emoción, estoy segura. En segundo lugar, porque a través de estos cuadros, que no había visto desde hacía tantos años, algunos nunca, porque fueron pintados antes de nacer yo, recuperé recuerdos de una Murcia que ya no existe, pero que fue la ciudad de mi infancia y juventud. De los cuadros de recreaciones históricas de la ciudad, ni yo, ni él, ni nadie puede haber visto nada. A través de sus investigaciones sobre la arquitectura de la ciudad, recreó viejos edificios que cayeron, calles que dejaron de existir, mercados que nunca vio.
De entre todos los cuadros de la exposición, he elegido como muestra algunos de los que me llevan a la recuperación de mi infancia, sobre todo éste tan misterioso de un rincón del Jardín Botánico, que estaban al final de un gran descampado, el cual yo recorría cada mañana para ir a mi colegio en el Malecón. Cuando llegaba a este rincón, sólo tenía que bordearlo y subir las grandes escalinatas. Entre los árboles y el muro del paseo, corría una pequeña acequia en la que mi libro de literatura sufrió un remojón en un momento de descuido adolescente. Nunca volvió a ser el mismo. Bajo esos árboles, conversaciones de amigas, primeros amores, juegos, confidencias. Todo un mundo de recuerdos.
Y traigo también la airosa Torre de la Catedral, porque está unida para mí a recuerdos infantiles muy gratos. Algún domingo subía a la Torre con mi padre a escuchar dar las doce de la mañana en todo lo alto. Sonaba la campana Nona y nos atronaba los oídos. La ciudad se veía pequeña y lejana desde la altura. Más pequeña era yo, pero allí arriba la gente me parecia muy graciosa, tan diminuta, y mi padre, claro, como a cualquier niña, muy alto, mucho más que cualquier otro padre, porque era el mío y me había subido allí para oír sonar la Nona.
Si me asomaba a uno de los ventanales del salón donde un tiempo estuvo su estudio, podia ver toda la calle de Juan de la Cierva, y al fondo, muy al fondo, la calle que llevaba a San Andrés, y más al fondo, el Convento de las Agustinas. Dicen los viejos murcianos que antes llovía más. Yo dudo que sea cierto, cientifica y estadísticamente hablando, pero algo de verdad poética habrá en eso, porque hay muchos cuadros, sobre todo acuarelas, de Muñoz Barberán en los que la ciudad está bajo un cielo gris y llueve o amenaza lluvia. O es verdad lo que dicen los viejos o es verdad que le gustaba tanto ver llover y los días nublados que en cuanto uno asomaba se ponía a pintarlo. Lo de las acuarelas tiene su lógica. Si está el ambiente húmedo, no hace falta tanta agua para pintar. En el Levante siempre se ha tenido espíritu ahorrativo con el agua.
Para compensar, una plácida y soleada mañana de domingo en el Malecón, el paseo más clásico de la murcianía. Éste era el lugar al que yo llegaba después de subir las escalinatas de ese rincón primero del Botánico. Al otro lado, cercano al río, estaba mi colegio. El recreo lo pasábamos debajo de una enorme higuera del diablo, aunque también encontrábamos refugio para nuestros juegos y conversaciones bajo un gran limonero, podado y repodado para que pudiéramos sentarnos a su sombra a tomar el almuerzo. Desde allí oíamos el sonsonete de las aguas del río.
De entre todos los cuadros de la exposición, he elegido como muestra algunos de los que me llevan a la recuperación de mi infancia, sobre todo éste tan misterioso de un rincón del Jardín Botánico, que estaban al final de un gran descampado, el cual yo recorría cada mañana para ir a mi colegio en el Malecón. Cuando llegaba a este rincón, sólo tenía que bordearlo y subir las grandes escalinatas. Entre los árboles y el muro del paseo, corría una pequeña acequia en la que mi libro de literatura sufrió un remojón en un momento de descuido adolescente. Nunca volvió a ser el mismo. Bajo esos árboles, conversaciones de amigas, primeros amores, juegos, confidencias. Todo un mundo de recuerdos.
Y traigo también la airosa Torre de la Catedral, porque está unida para mí a recuerdos infantiles muy gratos. Algún domingo subía a la Torre con mi padre a escuchar dar las doce de la mañana en todo lo alto. Sonaba la campana Nona y nos atronaba los oídos. La ciudad se veía pequeña y lejana desde la altura. Más pequeña era yo, pero allí arriba la gente me parecia muy graciosa, tan diminuta, y mi padre, claro, como a cualquier niña, muy alto, mucho más que cualquier otro padre, porque era el mío y me había subido allí para oír sonar la Nona.
Si me asomaba a uno de los ventanales del salón donde un tiempo estuvo su estudio, podia ver toda la calle de Juan de la Cierva, y al fondo, muy al fondo, la calle que llevaba a San Andrés, y más al fondo, el Convento de las Agustinas. Dicen los viejos murcianos que antes llovía más. Yo dudo que sea cierto, cientifica y estadísticamente hablando, pero algo de verdad poética habrá en eso, porque hay muchos cuadros, sobre todo acuarelas, de Muñoz Barberán en los que la ciudad está bajo un cielo gris y llueve o amenaza lluvia. O es verdad lo que dicen los viejos o es verdad que le gustaba tanto ver llover y los días nublados que en cuanto uno asomaba se ponía a pintarlo. Lo de las acuarelas tiene su lógica. Si está el ambiente húmedo, no hace falta tanta agua para pintar. En el Levante siempre se ha tenido espíritu ahorrativo con el agua.
Para compensar, una plácida y soleada mañana de domingo en el Malecón, el paseo más clásico de la murcianía. Éste era el lugar al que yo llegaba después de subir las escalinatas de ese rincón primero del Botánico. Al otro lado, cercano al río, estaba mi colegio. El recreo lo pasábamos debajo de una enorme higuera del diablo, aunque también encontrábamos refugio para nuestros juegos y conversaciones bajo un gran limonero, podado y repodado para que pudiéramos sentarnos a su sombra a tomar el almuerzo. Desde allí oíamos el sonsonete de las aguas del río.
24 comentarios:
Fue un pintor conocido en su época y, por lo que sé, bastante afamado. Me gustaría asistir a esa Exposición, pero en esta época no creo que pueda. Tengo gran curiosidad e interés por esa generación de pintores costumbristas, enamorados de su tierra, celosos defensores de su espacio y capaces de transmitir, como ellos solo saben, los colores inconfundibles de su tierra. Ha sido un hhombre longevo y que ha dejado una gran obra, que espero algún dia conocer con detalle y tiempo. Gracias por informarnos de ella.
Preciosa descripción, clares, de la exposición del gran artista. Aunque en los últimos años me da mucha pereza bajar a Murcia -entre otras cosas porque cada vez tiene más los inconvenientes de una gran ciudad y pocas de sus ventajas y no se parece casi a la pequeña urbe en la que viví durante 20 años- ahora tengo un motivo sobrado. Esa descripción del Malecón es preciosa... ¡cuantos paseos me di yo por ahí en otros tiempos!. Lástima que el scalextric estropeara un poco la visión, pero todavía tiene algo de pulmón de Murcia. En fin, que me he puesto nostálgica viendo las maravillosa imágenes de los cuadros. Lo dicho, tengo que acercarme a verla y la de Goya, tambíén, claro.
Por cierto, lo de la Matrona que quita a su hijo del pecho para dárselo al forastero, se sigue cumpliendo al pie de la letra. Ejemplos sobrados tenemos en los últimos tiempos. Dígase en el fútbol, en la televisión regional... etc.
Buena combinación en un mismo sitio. Sobre todo para tí. Unos bonitos cuadros que perdurarán y harán perdurar Murcia, pero también la visión del autor, y los recuerdos que te vienen a la mente cada vez que los ves.
Bonito legado.
Muy bonitos.
Uy que agenda más interesante se me está quedando, esta exposición y las del fotoencuentros 2009.
La de los grabados de Goya se me escapó, una pena me enteré de que se clausuraba el 11 el 12, q rabia me dió.
Que bonita manera de acercarnos a tus recuerdos de infancia con este pintor.
Fernando, amigo, esta exposición, además de todo lo dicho, tiene un valor añadido para mí. Ha pasado algo más de un año desde la muerte de mi padre. El duelo ya está mitigado, aunque, como puedes imaginar, no terminado, pues eso no tiene final.
Gracias, Cyd, por compartir conmigo estas imágenes y estas palabras. El Malecón, es verdad, sigue teniendo ese encanto de la Huerta, aunque lo hayan cambiado tanto y ya no sea ese lugar silencioso y tranquilo, algo le queda, sí. Si te animas a venir a la capital y te das una vuelta por el Almudí, ya verás que cantidad de evocaciones te traen estos cuadros.
Sí, eme, son bonitos, aunque entiendo que para ti no tienen ese punto melancólico. Tú no conociste esa Murcia, lo cual quiere decir que eres deliciosamente joven. Qué bien. Si quieres conocer algo de esa ciudad que se fue, pásate por el Almudí.
Date un gusto, la del Planeta, y dedícate una mañanica a ver esas cosas. Lo de Fotoencuentros también lo tengo yo en la lista. La pistola de Larra ha hecho una estupenda invitación a visitarlo. Un beso, y buen fin de semana a todas.
Sé más de los pintores de Murcia, por las razones que usted sabe, que los de Córdoba, sin lugar a dudas.
El del Jardín Botánico es maravilloso.
Mameluco, lo sé. Yo también tengo como preferido ese. Es un cuadro de los años cuarenta, pero yo conocí esos rincones del Botánico. Creo que tú ya conociste la versión del parque inglés que es ahora. Este cuadro es un tesoro para mí, un tesoro de la memoria.
Brillantes, verdad. Lástima no poder pasear por ese Malecón como antes a ciertas horas.
Qué preciosa descripción haces, amiga Fuensanta, del Malecón. Muy emotivas, también, tus evocaciones infantiles. Iremos este fin de semana a ver esa exposición. El Almudí siempre nos "premia" con algo interesante.
Había visto los "Desastres" de Goya en El Prado, pero no puedo perderme la exposición sobre la obra de tu padre. Para tu sastisfacción, para compensar la melancolía con la que evocas a quien me consta que adorabas tanto (esas sensaciones están más que implícitas en tu bello relato), nada mejor que un viaje en el tiempo acompañada de sus lienzos y sus acuarelas.
Quienes amamos el arte y a los artistas que lo hacen posible, estamos de enhorabuena.
Un abrazo.
No conocía a Muñoz Barberán, pero tu crónica me ha hecho sentir deseos de conocer su lenguaje pictórico, y eso que no suelo ser aficionado al costumbrismo y al naturalismo. Tengo una relación de amor-odio con el arte contemporáneo, que me motiva mucho más que el arte tradicional aunque a veces deplore su banalidad. Soy poco apegado asimismo a mi terruño, que es Zaragoza. Soy un caso claro de casi apátrida por mi escasa relación con mi ciudad de nacimiento. Por eso veo con ternura esa íntima relación que mantienes con Murcia, ciudad que sólo visité por espacio de unas horas camino de Cartagena donde pasé un par de días, o sea nada. Tus crónicas me hacen revalorizar tu tierra. Un cordial saludo.
Clares, la exposición sin duda es interesante pero los comentarios que haces de las obras que has seleccionado, no sólo ilustran las pinturas sino que permiten saber la percepción que seguramente tuvo el artista en los momentos de su creación.
Y evidentemente para ti suponen muchos recuerdos de tu propia vida, que al hacernos participes de los mismos no perimite apreciar mejor su significado.
Desgraciadamente no creo que me sea posible visitar la exposición pero me atrvo a sugerirte que te plantees en serio el crear na página web con el catálogo de sus obras, un apnte biográfico y tus comentarios. Sería genial.
Un abrazo
nos permite (perdón)
El papá de un@ siempre es alto, es tan alto que es más alto que el papá de l@s demás. Si además te sube a la torre más alta de la ciudad, no te quiero ni contar.
¡Qué suerte, Clares, recordar a tu papá a través del homenaje que le hacen sus con-ciudadan@s! Es todo un detalle. Reciben al tiempo tod@s ell@s el homenaje que antes rindió tu papá a la ciudad entera a través de sus pinceles.
Propongo también con ernesto51 que crees una web sobre la obra entera, y que la comentes con ese estilazo que tienes de hacerlo tan cercano y tan profundamente humano.
Muy bonito, este artículo, me ha gustado.
Todos estos cuadros que exponen están pintados entre 1945 y 1982. Los que he recuperado en esta entrada son precisamente de la primera época, en torno a los años 50 del siglo pasado. Por eso tienen un estilo diferente al resto de la obra de mi padre.
Me alegra mucho que os hayan gustado, y también, claro, mi texto -ya sabéis, vanitas vanitatum, etc.
Respecto a lo de la página web, de eso se ocupará mi hermano Manuel, que es el que sabe de verdad sobre la obra de mi padre, y mi hijo será el diseñador de la susodicha. Yo lo único que puedo hacer es aportar algún texto. Ya veremos.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Me encantan seguir algunos blogs. Curiosamente la mayoría de ellos son de gente mayor que yo. La razón es muy sencilla, siento que me enriquecen y me acercan a artistas ( de cualquier genero artístico ) que no conozco y se despiertan en mi ganas de buscar, leer, investigar. No se si es la influencia que me produjo desde niño ser el menor de cinco hermanos, o simplemente que ya se me pasó la "epoca del botellón" ( al contrario que muchos de mis amigos ) , pero el caso es que estoy descubriendo una nueva forma de ver la vida que me gusta.
Gracias :P
Es una selección de cuadros muy representativa de la pintura de Muñoz Barberán, felicito al comisario por la acertada elección de cada cuadro que está expuesto allí. Mi favorito : El mercado de Verónicas, pequeño cuadro que hay en la parte izquierda de la sala al fondo a la derecha. He ido dos veces a verla y creo que volveré otra vez ,por tercera vez a disfrutarla.
Me han gustado las muestras de pintura de este pintor murciano, que yo no conocía. A mí me encantan los pintores costumbristas. Es bonito acercarse a la niñez a través de sus obras. Ya sé que en tu familia hubo un gran fotógrafo. ¡Qué ilusión poder contemplar instantáneas de la memoria!
Un saludo.
Todavía, leer "donde murió" me cuesta. Un beso, Fuensanta
A mí también, pero aquí quise verlo desde fuera, ya ves que sin conseguirlo demasiado bien. Un besico.
Malbicho, amigo, qué encanto eres. Muchas gracias por tus comentarios, pero sobre todo por esa declaración de que aprendes en los blogs de los mayores. ¿A qué te crees que voy yo a los blogs de los jóvenes como tú? A aprender, y a fe que aprendo un montón. Un abrazo, chaval.
Sí, brazo de Cervantes, la exposición está preciosa. La han hecho muy bien, con mucho gusto y con unos cuadros de una época poco conocida. Los más antiguos me han sorprendido, la verdad.
Miguel, muchas gracias por tu apreciaciòn. Relamente, José Rodrigo, un fotógrafo de los primeros tiempos de la fotografía, era hermano de mi tatarabuela Bibiana Rodrigo. Si no has visto sus fotos, mira en google algo y ya verás que preciosidad de fotos primitivas.
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