10 febrero 2010

Y fin de la historia

 

Lo que el Cura de San Patricio encontró al otro lado de la puerta no era sino una mujer joven, que no llegaría a los veinte años, pero no así como la que aparece en la imagen, que si así fuera doble susto le habría dado, sino una joven dama vestida por completo de negro, demacrada y temblorosa. El Cura no entendía nada, porque aquella mujer estaba, a pesar de su mal aspecto, en plena salud y juventud, pero pronto supo a qué se debía el que lo hubieran llamado a esas horas para asistir a esta pobre muchacha.
"Don Carlos, amigo mío", prosiguió el Cura, "lo que a continuación tuve que escuchar sobrepasó todos mis temores e imaginaciones. La joven dama de negro me hizo una confesión completa de su vida anterior y de las causas por las que en breve iba a morir. Sus cuatro hermanos y su padre habían celebrado un juicio de familia y la habían sentenciado culpable, así que el castigo era una horrible muerte. No puedo relatarle las culpas de la joven, porque fueron depositadas en secreto de confesión, pero sí decirle que no puedo pensar en el horror que aquellos hombres se proponían, y finalmente cumplieron, sin enfermar, ya me ve usted, que estoy aquí, sumido en los más lúgubres pensamientos, sin encontrar el modo de salvar a esa pobre mujer. Porque, créame, se podría salvar aún, si supiéramos dónde está esa casa, quiénes son ellos, de dónde vienen. Pero cada hora que pasa su salvación se hace más difícil, y no sé qué hacer, de modo que aquí me tiene, angustiado y enfermo, consumido por la culpa y la impotencia. Esos hombres sin alma ni corazón, amigo mío, la emparedaron viva. Un albañil, forzado o comprado, levantó una pared en un nicho del sótano y allá quedó la desventurada para morir de hambre y sed. Cuando yo les dije que aquello no era cristiano, mostraron su indiferencia y su arrogancia. Cuando les recriminé duramente su acción, alegando que no era humano, me replicaron que ella había violado las leyes más sagradas de la sociedad y de la familia, y que merecía ese castigo, y aún peor. No sé qué podía ser peor, si quiere que le diga la verdad. Sólo mentes perversas como aquellas podían haber ideado semejante ejecución. Cuando les amenacé con denunciarlos, se burlaron de mí, diciendo que ellos vigilarían la casa hasta una semana después, que nadie sabía lo que allí había, y que si por casualidad ocurriera que se acercara alguien, tendrían cumplida explicación para su presencia en la vieja casa solariega después de tantos años de abandono. Nadie se atrevería a poner en duda sus palabras, pues eran ricos y poderosos, de gran influencia. Sólo sé una cosa de ellos: eran valencianos. Por el acento lo supe. Sin duda, tenían aquella casa en herencia y en abandono desde hacía tiempo, pero para llevar a cabo su crimen se acordaron de ella. Don Carlos, ¿podemos hacer algo? Sólo hace tres días de esto, aún seguirá viva, podríamos salvarla, si hacemos las indagaciones". 
El Cura, después de esta terrible confesión, lloraba como un niño, y gemía de impotencia y dolor. Don Carlos María entendía que sería muy difícil encontrar la casa entre las muchas casas solariegas de los campos de Lorca, que, como ellos mismos había supuesto, incluso si daban con ella, ¿cómo entraban sin el permiso de los señores y registraban hasta el último rincón?  Incluso, ¿qué valdría la palabra del viejo Cura de San Patricio contra la de cinco caballeros ricos y poderosos?

Esta historia pasó de mi tatarabuelo a mi abuela. Mi abuela se quedó huérfana a edad muy temprana y se crió en casa de su abuelo don Carlos María Barberán, al menos hasta cierta edad, en que pasó a vivir con sus tíos, los Castillo, por parte de madre, después de una temporada con su tía Ramona Barberán. Mi abuela la contó a mi padre y mi padre  nos la contó a  nosotros, sus hijos. Incluso escribió un artículo en La Verdad acerca de este suceso. Por los años sesenta, en la demolición de una vieja casa solariega a las afueras de Lorca apareció un esqueleto en un nicho. Era de una mujer joven. 

Y la entrada del blog que me dio la idea de volver a contar esta vieja historia terrible fue esta:


Pues a veces olvidamos quiénes fuimos y quiénes somos ahora, y cuanto les debemos a mujeres casi olvidadas que lucharon por el fin de las crueldades de un sistema patriarcal que aún funciona, aquí moderadamente, en otros lugares en toda su crudeza.


41 comentarios:

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

A veces la realidad supera a la ficción. Estarán en el infierno los ejecutores.

1 Besito!

PD: Tenías razón ese adjetivo no existe, a mí me sonaba porque lo vi en algún sitio mal escrito y lo aprendí mal.

Matapollos dijo...

Por parte de la familia de esa pobre mujer fue Todo un "detalle" llamar al cura.
¿Qué pretenderían con ello? ¿Acaso quedar en paz con Dios?
En fin, qué miedo ...se me ponen los pelos de gellina.

Matapollos dijo...

Rectifico, de gallina.

supersalvajuan dijo...

El Cura, siempre empapando historias.

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Lo he leído. De momento, nada más.

Sarashina dijo...

Ya visteis que empezó con cierto humor, pues estos personajes del pasado provocan nuestra sonrisa, pero que luego el final se aparta mucho de lo que puede hacernos reír, y muchísimo.
Supongo, Matapollos, que querían un testigo, a pesar de todo. Supongo que lo mismo que les hacía cometer ese crimen, un respeto fanático a las tradiciones, les hacía no cargar con una muerte sin confesión. Quiero decir que todo era erróneo en ellos, y el concepto de castigo y religión también. El castigo lo consideraban justo, lo que tenían que hacer, una obligación, pero que muriera sin confesión lo consideraban un pecado espantoso. Así son los fanáticos, amiga mía.

Sarashina dijo...

Por cierto, que, según investigaciones de mi padre en archivos municipales de Lorca y de Murcia, los juicios de familia a mujeres "deshonradas" no eran infrecuentes en la España del XVII, que era la época que él investigaba, sólo que la mayoría de las veces no eran condenadas a muerte, sino a reclusión de por vida en un convento o en una casa, en contra de su voluntad, claro.

Blao dijo...

Y lo más horrible es que lo que parecía un cuento, una historia, una leyenda más, es la confirmación de su verdad cuando al cabo de los años apareció el esqueleto de la mujer tapiada. Imaginación y Realidad son hermanas, y si me apuras, gemelas, hijas del Empirismo.

Sarashina dijo...

De hecho mi padre lo atribuía a la imaginación desbordante de mi tatarabuelo, don Carlos María, pero cuando apareció ese esqueleto en una casa demolida a unos kilómetros de Lorca, y se dijo que era de una mujer joven, nunca dudó que eso confirmaba el relato que nos había llegado por mi abuela.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Impresionante. No encuentro otra palabra. No me extraña que tu padre os contara esa historia que, a su vez, le había sido transmitida. Estas honras de antaño, siempre referidas a las mujeres...

Fernando Manero dijo...

Nada tengo que decir ante historia tan atroz. La España sórdida y negra, de cerrado, machista e inhumana. Miserable a la par: llaman al cura pero en ellos no hay menor el atisbo de piedad. Son criminales de cruz y cuchillo. Me ha dejado sobrecogido. Has hecho bien en contarla. Y, por cierto, chapeau para Don Carlos María. Un hombre de bien. Nada de lo que has dicho de él minimiza su categoría humana. Y encima trajo a los babilonios y a los selyúcidas para aliviar la negrura de la semana santa. La misma negrura que lleva a la cultura de la muerte con pretensiones regenerativas. Qué horror. Impresionantes estas tres últimas entradas. Gracias

Sarashina dijo...

Siento haberos confundido comenzando un poco a la ligera para este final tan espantoso. Bueno, en realidad, así el contraste literario es mucho mayor. Todo hay que valorarlo. Como es historia pasada, se puede contar con cierta distancia. Lo terrible es que se dan casos todavia en ciertos países, como denuncia mluz en su blog, en Turquía, en Pakistán y vete a saber en qué más sitios.

Laura dijo...

Por un momento me pareció estar leyendo La Sombra del Viento, no recuerdo exactamente si al final se produjo o no el fatal desenlace, pero me lo ha recordado la historia que nos has transmitido de generación en generación.
Tremendo el trato que se daba y se sigue dando a las mujeres por ¿honor?.

Me has tenido en vilo y barruntaba que la cosa no iba a acabar bien, ¡pero tanto!, no , no me esperaba esto.
Besicos

Sarashina dijo...

Pues ya ves, yo no he leído La Sombra del Viento, y eso que estuvo de plena moda en su momento. Ya ves qué cosas se les ocurrían a los hombres, sobre todo si eran unos sádicos. Seguramente esta muchacha no habría hecho nada más que algo muy natural, como acostarse con alguien con quien no debía o algo así. Lo peor, como digo antes, es que estos casos se sigan dando en nuestros días.

Unknown dijo...

Espeluznante...

Pilar dijo...

La reclusión efectivamente era y es otra forma de emparedamiento. No hablemos de castigos recientes bien cruentos que no quiero recordar, lapidaciones.
La dureza de las piedras ha sido y es la vergüenza de la humanidad contra las mujeres. Me asfixia esa idea. El mundo a veces también.
Pero bueno, un relato romántico, como dicen por arriba, pena que siga siendo tan real.

Besicos romanticones idealizados, mejor

Sarashina dijo...

El asunto es ese. Puede ser una historia romántica, vista así en la lejanía, pero el horror persiste, y además, lo dicho, no ha cesado.

Fernando Manero dijo...

Nadie habla de Don Carlos María, para mi un referente a partir de esta historia. Gracias a él se conoció esa barbarie, pues el cura lo habia silenciado, metiéndose en el lecho, hasta que el susomentado descubrió el porqué, gracias a él los paisanos de la época entendieron lo que era la I República y gracias a él la Semana Santa de Lorca es la hostia. A ver si valoramos al protagonista positiva de esta atroz historia, caramba. Decid conmigo: Hurra, Don Carlos Maria. Tres veces.

Sarashina dijo...

Yo creo, Fernando, que la gente que ha leído la entrada final está impresionada. Don Carlos María era carlista, pero era un hombre de bien, quiero decir que no era un cerril, ni mucho menos. El pobre Cura estaba horrorizado y se encontraba impotente contra aquello, encima no tenía descendientes a los que trasmitir la historia, así que hizo depositario a don Carlos. Y lo del Paso Azul, una pena, porque todos sus descendientes lo hemos traicionado, siendo blancos. Mi abuela se pasó al bando contrario por los Castillo, que eran blancos.
Este tatarabuelo mío siempre me ha fascinado, como un personaje romántico. Otro día contaré más cosas de su persona.

Yolanda dijo...

¡Menuda historia, Clares! Qué bien contada y qué bien dosificada la intriga, eres un hacha. Me encanta conocer estas historias, ojo, son terribles, pero es para que no se nos olvide lo que ha pasado en tantos lugares hasta ayer, como quien dice. Sigue habiendo verdugos de sus propias familias, machistas asquerosos y sátrapas que se creen dueños y señores de vidas y haciendas, sobre todo si la "infractora" es una mujer, ahí ls duele, la depositaria del honor familiar desde tiempos inmemoriales. Hay que lavar la injuria o afrenta con sangre o con la propia vida. Qué suerte haber sabido transmitir un hecho tan horrible de generación en generación. Cuántos sucesos de este tipo dormirán en el olvido...
Gracias por contárnoslo. Un beso.

Ernesto dijo...

Desenlace inesperado y sorprendente que tiene "deberes para casa", hay que asimilarlo, reflexionar y comparar con situaciones paralelas a lo largo del tiempo y de otras sociedades.

De momento, y atendiendo al formalismo del relato, queda de manifiesto la importancia de la tradición oral para mantener viva la memoria de todos aquellos hechos que no deben olvidarse.

Clares, has conseguido crear interés, hacernos disfrutar con la lectura del texto y, finalmente, obligarnos a reflexionar sobre asuntos horribles y deleznables. Gracias.

Mameluco dijo...

A mí me encantan las historias de emparedados. Son tan góticas.

Yo no muestro terror alguno, la verdad, porque sé perfectamente donde puede llegar el ser humano. Lo bueno es como se cuenta. Lo malo, el resto.

Reflexionar es malo, amigos. Es mejor lo visceral. Y disfrutar de las cosas mórbidas.

Don Segismundo de Valonsadero y Medinaceli dijo...

He seguido esa historia y hasta ahora no he intervenido porque soy muy timido y además no quería presumir de que desde el principio el final estaba más claro que el agua. Yo creo que el ama del cura sabía algo porque si no de qué le va a decir al cura que no diga nada y que se meta en la cama para disimular que estaba acojonao y no quería denunciar a la poli a los hijos de puta que querian emparedar a la chica que se habia hecho novia de un pelanas guaperas y no del gilipollas del hijo del alcalde que además era medio maricón. Se veia venir y por eso el señor Carlos interviene para decir al cura que se deje de hostias y denuncie el hecho. Pero yo creo además que el señor Carlos no se atrevió a decir tampoco mucho porque en tiempos tuvo relaciones con el ama del cura y no era cuestión de liar más el embrollo. ¿A que sí?.

Fernando Manero dijo...

Disculpa la coda, Clares. Yo también me he quedado sobrecogido por esta historia y así te lo hice saber en mi primer comentario a esta entrada (18:48), antes de la alusión, ciertamente secundaria, a la figura de Don Carlos María. Posiblemente se te haya pasado por alto esa consideración inicial y mi segundo apunte te haya parecido trivial. Pero no, me sumo plenamente al estupor de tus seguidores respecto a un hecho que refuerza aún más esa imagen de la España negra y fanática cuyos delitos quedaban siempre impunes.

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Como narradora no tienes comparanza ni rival. Has mantenido nuestra atención en las tres entregas, y el desenlace ha sido digno “revival” de aquellas emisiones por la radio que yo escuchaba en familia en las noches de mi niñez. Con los pelos de punta nos íbamos a la cama tras los horripilantes relatos que nos llegaban mágicamente a través de las ondas; y en sueños, luego, digeríamos en nuestra inconsciencia para hacer de nosotros ni vampiros, ni hombres lobo, ni ogros pantagruélicos, sino apacibles y trastos hijos de nuestra época.

Emparedados, empalados, decapitados, desangrados, crucificados, taladrados con el gota a gota, enloquecidos a fogonazos, triturados de todas las guisas posibles y más, nunca entendieron de banderas ni de espacios físicos nacionales. Romanos, suevos, alanos, visigodos, ostrogodos, árabes, catalanes, murcianos y castellanos han cumplido con creces, sólo en nuestra piel de toro, con el deber sacrosanto de ser justos ajusticiadores de la justicia mancillada.

Aquí, cada pueblo tiene su historia. En el tuyo la que cuentas, en el mío también; que siempre hay a mano algún pozo donde arrojar a alguien de por vida, o bodegas inmundas que retengan definitivamente a quien se lo mereció pecando. Además había sogas, navajas traperas, ríos y charcas, venenos diversos y toda suerte de utensilios susceptibles de usos varios, que para matar servían y para horripilar, también.

Si se tratare de aprender del pasado, tengo para mí que nones; que habrán cambiado las formas, pero no los contenidos.

Si esto es el pasado, http://www.edadantigua.com/edadmedia/torturas.htm
http://www.lacallepr.com/foros/enigmas-fantasmas-sobrenatural/395-los-instrumentos-de-tortura-mas-dolorosos-de-todos-los-tiempos.html
http://curiosomundoazul.blogspot.com/2009/12/instrumentos-de-tortura-en-la-edad.html

El presente es parecido,
http://www.umoya.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1989%3Ano-cesa-la-exportacie-instrumentos-de-tortura&catid=1%3Aactualidad&Itemid=34&lang=es
http://www.ideal.es/granada/v/20100208/sociedad/violacion-como-arma-guerra-20100208.html
http://noticias.latam.msn.com/ar/internacional/articulo_reuters.aspx?cp-documentid=23376644

¿El futuro? ¿Más de lo mismo…?

Ahora bien, si es para entretener, pues sí: hemos pasado un buen rato. Nos has hecho disfrutar, aunque el vello se pusiese tieso.

Miguel dijo...

Es impactante esta historia. Una historia terrible que nos viene a dar luz e ilustrar unas épocas pasadas en España muy negras. Excelente entrada.

Un abrazo.

Leandro dijo...

Un relato francamente bueno, que el inciso final (Por los años sesenta, en la demolición de una vieja casa solariega a las afueras de Lorca apareció un esqueleto en un nicho. Era de una mujer joven ) convierte en magnífico. Supongo que de algún sitio tienen que venir los fantasmas. Llevando hasta sus últimas consecuencias el razonamiento que alguien apuntaba antes (...para aliviar la negrura de la semana santa. La misma negrura que lleva a la cultura de la muerte con pretensiones regenerativas...), tal vez deberíamos detener y procesar a todos los nazarenos y cofrades antes de que sea demasiado tarde. Sobre todo, a los andaluces y los castellano-leoneses

Sarashina dijo...

Querido Fernando, no hay nada que perdonar, tu precisión es estupenda, y realmente este hombre, mi tatarabuelo, era todo un personaje. Sin duda, ninguno de los dos pudieron hacer nada, era sobre todo la impotencia lo que hacía que el Cura, que era un hombre viejo, se hubiera hundido por completo y estuviera encerrado con calenturas y depresión. Lo de la Semana Santa es verdad, tú que eres de Valladolid sabes lo tremendas que pueden ser las procesiones, pero es parte del floklore nuestro, y para muchos también parte de la religión y sus festejos. Lo horrible y lo mortuorio forma parte también de la cultura humana. Es cierto que es más positiva una imagen limpia, alegre, vital, de lo religioso, pero así son las tradiciones y en cada lugar se manifiestan de un modo diferente. A estos lorquinos del XIX es que les gustaba mucho la ópera y toda su parafernalia. Las procesiones de Lorca se parecen mucho a una representación ambulante de Aida. Son geniales. Y para mi dolor diré que los pasos bíblicos de los azules son más espectaculares que los de los blancos, aunque los blancos tienen un Anticristo que no se lo salta un galgo, que la capa de muchos metros, que la tienen que llevar sobre un armazón de madera que cubre al jinete, la diseñó mi mismo padre. Es una preciosidad, la verdad sea dicha.

Sarashina dijo...

Miguel, gracias por tu apreciación. Verdaderamente la historia es un horror, pero tiene tanto de costumbrista en las figuras del Cura y de don Carlos María, que también ofrece una parte amable.


leandro, menudas cuerdas de galeotes se harían con todos los cofrades de este país. Jajaja, me da risa pensarlo. Yo creo que quien dijo eso tiene motivos para espeluznarse en cada Semana Santa, porque en su tierra las procesiones son tétricas y sombrías. No me digas que será lo mismo que aquí, que los nazarenos van muchos a cara descubierta y repartiendo caramelos, huevos duros y monas.

Sarashina dijo...

Tristemente, Miguel Ángel, como demuestran los enlaces que tan generosamente ofreces, son acciones de violencia que parecen no van a tener fin nunca. Otro caso bien distinto es cuando no la realidad, sino las recreaciones literarias, se utilizan como cuentos o narraciones. La violencia en la narración, como tú bien apuntas, tiene un valor catártico y didáctico, que es como eso que tú cuentas de las narraciones radiofónicas, quienes las oían no se convertían precisamente en psicópatas, sino al contrario, y los criminales, esos no las oían. Siempre la gente buena es más numerosa que la mala. Lo que ocurre es que ciertos sistemas y ciertas situaciones ponen en manos de esos psicópatas las facilidades para que expresen impunemente toda su maldad.

Mobesse dijo...

Ya sabéis, y si no lo sabéis ya os lo digo yo, que aunque sigo muy de cerca este blog, no suelo hacer comentarios; el fingir está bien para los espacios escénicos y, quizá también, para la cortesía. Pero en esta ocasión sí quiero hacer un comentario.
Me ha gustado mucho la variedad de comentarios que ha suscitado el tema del emparedamiento, una tortura discreta y privada, la diversas formas de reaccionar ante la maldad (in)humana. Muy interesantes. Algunos distinguen entre la forma y el contenido, como medio de limpiar cualquier atisbo de complicidad (¡Cómo disfrutamos con las películas del holocausto judío!).
Y ahora voy mi sillón a meditar un ratito sobre qué es lo que nos ha llevado a practicar este deporte de hacer sufrir y aniquilar a los de nuestra misma especie.
¡Vaya! Acabo de caer en un detalle. Si me considero dentro de una especie, en cierto modo, estoy justificando que se puede hacer sufrir a alguien siempre que sea de otra especie: un perro, un gato, una vaca, una serpiente, etc. Sin embargo, el concepto de especie es eso, un mero concepto, algo creado por la mente.
Venga, voy a seguir pensando.
Un saludo a tod@s. Y que sapáis que leo vuestros comentarios.

encarna dijo...

Terrible historia, Fuensanta. Más aún por la "cotidianidad" de la intolerancia tan patente en lugares de nuestro mundo.

La ironía con la que la cuentas hace más amargo su final.

Sarashina dijo...

¿Estás todavía meditando en tu sillón, Mobesse? Pues ya ves, esto es lo que hay, crueldad del ser humano, pero siempre tiene su causa, aunque moralmente no podamos entenderlo. Bueno, de estos ya hemos hablado muchas veces, así que, para qué fingir, ya sabemos que estamos de acuerdo. En casi todo.

Encarna, es que me parece que la violencia es cotidiana. Esta historia, ya lo he dicho, se puede ver con cierta distancia, de ahí la ironía, pero si la desnudas de todo es para amargarse. En fin, miraremos un rato la hermosura de la vida, frase que cierra un precioso libro que las dos hemos leído.

Joselu dijo...

Lo que más me gusta es el castellano con que está contada esta inquietante historia. Elegante, fluido, con sabor a antiguo, rico en léxico y perfecto en su estructura sintáctica. Bravo.

Mameluco dijo...

Mobesse es el puto amo.

Y aún sabiendo que eso de especie es una cosa intelectual, ha seguido un proceso de método científico (de hecho todavía se discute lo que demonios es).

Pero yo, si no contento, soy afortunado de compartir genes con algunos de ustedes.

Sarashina dijo...

En efecto, es el puto amo, qué le vamos a hacer, si los liderazgos son como son, en este caso, muy cercano, como tú sabes, Mameluco. A ver si un día nos explicas en tu blog eso de las especies y por qué está puesto en tela de juicio, que es algo interesante. Yo también estoy encantada de compartir genes, pero no sólo con todos los que comentan, sino también con la mosca del vinagre. A ver si va a ser menos la pobre.


Joselu, muchas gracias por tu aprecio de mi prosa. El efecto de antiguo era algo que me proponía como marca estética. Lo demás mi trabajo me cuesta. Abrazos.

Atenea dijo...

Hola Clares!

Pobrecita la chica de la historia, no creo que nada de lo que hubiera hecho mereciera semejante castigo. Quizá hizo algo muy malo, claro, no la iban a felicitar obviamente, pero como dije no ameritaba ser prácticamente enterrada en vida.

Los tiempos eran otros y si la mujer era casi un objeto, y genial las luchas de nuestras antepasadas por nuestros derechos básicos, sobretodo la libertad de ser una misma ... aunque en la actualidad algunas de esas luchas lamentablemente se estén yendo por caminos demasiado egoístas.

Un abrazo Clares :)

Sarashina dijo...

Hola, Atenea. No había visto tu comentario hasta esta mañana, que estoy muy ocupada, pero me encanta. De pronto eres como un soplo de aire fresco, por tu juventud y tu modo desenfadado de expresarte. Ya he visto que has puesto nueva entrada sobre tus virreinas peruanas. Ahora iré a leerlo. Besos.

Alfa79 dijo...

Afortunadamente, ese sistema patriarcal (trágico y terrible) pasó a la historia de nuestras desvergüenzas.

Desafortunadamente, hoy día son muchos los países y comunidades en donde ocurren hechos similares y terroríficos, especialmente en África y Asia (aunque no sólo existen talibanes -criminales- en Afganistán).

Siempre, es conveniente que recordermos y no olvidemos nuestra Historia. Sobre todo, la más reciente.

Salud y abrazos. Toni Sagrel.

Sarashina dijo...

Hola, Toni. Siempre pienso que las historias del pasado, aparte el placer de contarlas o de escucharlas, nos aportan motivos de reflexión para el presente. Si no fuera así, se convertirían en un simple juego.

Wendy dijo...

caigo en la cuenta de que no es ficción sí no que se trata de una histoía real con un final espeluznante. Dificil imaginar tanta crueldad.
Enhorabuena, has hecho una magnífica narración.