04 junio 2008

Cuaderno de verano


Este es el nuevo cuaderno, el que yo he llamado "cuaderno de verano", que será interrumpido por el que llamé, desde el año pasado, cuando me fui en busca de recuerdos ajenos a Florencia, el "cuaderno de viaje". No sé dónde pasaré este año esos días de viaje que me concedo cada verano, pero seguramente iré también en pos de recuerdos ajenos, aunque, como los de Florencia, tan propios como lo pueden ser aquellos que nos transmiten las personas que amamos. Recuerdo que una vez dije ante unos amigos que Fernando y yo habíamos visto en Saint Raphäel, en la Costa Azul, un mendigo muy penoso, un auténtico clochard, durmiendo en un banco junto a uno de los tiovivos más bonitos que habíamos visto en nuestra vida. Lo desmintió Fernando. Él nunca había estado en tal sitio conmigo, y seguramente tenía razón. Lo vi yo sola, pero compartí el recuerdo con él de manera espontánea. Así lo razonaron los amigos presentes, y lo atribuyeron a que no quería excluirlo de nada hermoso que me hubiera ocurrido.
Compré este cuaderno junto con otro precioso, encuadernado en cuero oscuro, con filos de oro. Al acabar el cuaderno de la primavera, me puse ante los dos y me vi en la necesidad de tomar una decisión. El otro, el de cuero, me parecía demasiado solemne para esta época. Este representa en su portada un alfabeto francés ilustrado del siglo XV. Por si acaso París es finalmente el destino de este verano, y por su refinamiento y colorido, este se ha convertido ya en el cuaderno del verano. Ya no lo escribo en una sola tinta, sino utilizando tres colores: rosa, negro y violeta. Otra innovación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues, yo recuerdo perfectamente que Fernando estaba cuando me recosté en aquel banco. Me mareé mucho en los caballitos, mientras me bebía el cartón de Don Simón, y no tuve más remedio que echarme, pero, antes de dormirme lo vi.

Un beso fuerte a los dos.