19 noviembre 2008

Antígona y el juez Garzón





Para el día de los Santos o de los Difuntos hice una entrada en la que recordaba el argumento de una obra de Sófocles, que parece no haber perdido actualidad. Hoy vuelvo a acordarme de esa obra, "Antígona", porque el juez Garzón la ha dejado en la estacada, o sea, a la entrada de la cueva donde tendría que ser enterrada viva para morir de hambre y de sed, con la soga al cuello de la desesperación, sólo por haber querido cumplir un deber sagrado para los vivos desde los orígenes de la humanidad.

Se procese culturalmente como se procese, está en nuestros orígenes el culto a los muertos, y parece que una buena parte de la civilización humana parte precisamente de la conciencia de muerte, que sólo se ve en el otro, pues uno nada sabe de su propia muerte. Minar ese principio, el del culto a los muertos, es minar las bases de la propia civilización. Negar a un ser humano la posibilidad legítima de honrar a sus muertos y, en su caso, pedir justicia por ellos, es reducir a esos seres humanos y a sus difuntos a la categoría de animales, quizás inferiores, porque incluso parece que el duelo no es exclusivamente humano, pues lo practican mamíferos superiores, a su modo.

Parece que los clásicos, pase el tiempo que pase, nunca pierden vigencia. Quizás por eso se les quiere eliminar de los estudios de nuestros jóvenes, por si acaso se les ocurre sacar enseñanzas éticas de ellos, e incluso políticas.

Éste es el caso de Antigona.


"Eteocles y Polínices, (hermanos de Antígona) los dos hijos varones del desterrado Edipo, mueren peleando frente a frente en las afueras de Tebas. Eteocles del lado de la ciudad; Polínices del lado de los sitiadores. Creonte, déspota, gobernador y dueño de Tebas, decreta que Eteocles sea enterrado con los honores que correspondían a los héroes que mueren por la patria; y que Polínices, que murió defendiendo el bando de los sitiadores, sea dejado insepulto sobre la tierra, para que, en memoria de su enemistad y para escarmiento de los tebanos, se pudra al sol y sea devorado por los buitres".



Antígona, tras muchas dudas y tormentos, decide que no puede haber diferencia de enterramientos y honores entre sus dos hermanos muertos. Con ello desafía a la autoridad que ha prohibido rendir los honores fúnebres a Polínices. Con ello se juega un futuro feliz de reina, madre de príncipes, y con ello le espera una muerte horrorosa por inanición. A pesar de todo, sale extramuros de la ciudad y realiza sobre el cadáver de su hermano los ritos funerarios que le salvarán de vagar como una sombra en un lugar entre la tierra y el cielo, ni muerto ni vivo, sin nombre y sin cuerpo.

¿No estamos ante un caso semejante con nuestros hermanos, abandonados sus cadáveres extramuros, en descampados, en barrancos y riberas de caminos, sin nombre, ni muertos ni vivos, entre la tierra y el cielo, sin cuerpo al que rendir el último homenaje, que no es realmente para ellos, sino para la memoria de los vivos?

Si Antígona es una parte de la sociedad española, Creonte ya sabemos quién es. También tenemos localizados a los dos hermanos entre nuestros paisanos vivos o muertos. ¿Quién es el juez Garzón en todo esto? Es el coro, indudablemente, el justo, el observador. Pero el coro se ha ido. Se ha cansado de que le vayan escamoteando el cuerpo a Antígona, ha sentido tal vez la imposibilidad de luchar contra los que no desean la paz en la ciudad. Desean sólo el olvido de los Lotófagos. Droga de olvido. Cuanto más olvidadizos, menos se preocuparán de los esqueletos que Creonte tiene en su armario. No sea que los saquen a pasear, junto con el esqueleto de Polínice.



12 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Ya sabemos quien está de este lado. Todo está clarísimo.
http://es.youtube.com/watch?v=2KhWsJxwATU

Joselu dijo...

He leído muchos artículos sobre la conveniencia o no de la memoria histórica que viene a traer al presente los horrores del pasado. Hay quienes piensan que nuestra transición fue un ejemplo para el mundo (el pago fue el olvido del pasado)y hay quienes, como el juez Garzón y el propio gobierno tímidamente hablan de reivindicar ese pasado. Se ha impuesto la tesis del fiscal sobre que es imposible abrir una causa general contra el franquismo como régimen genocida. Ello deja en manos de los jueces la conveniencia o no de abrir fosas y recuperar a los Polinices, enterrados sin honor como animales. Pienso que todos los principales países han ajustado sus cuentas con el pasado, pero el franquismo ha quedado incólume por prudencia o por miedo. Pienso que los muertos -asesinados- merecen esos honores, ese descanso en tierra adecuada, según los deseos de sus familiares, y que los enterrados en el Valle de los Caídos merecen ser sacados de allí donde fueron enterrados en contra de sus más íntimas convicciones. ¡Qué tristeza pensar que uno pueda estar haciendo compañía al dictador, sirviéndole de coro glorioso! Pienso que es una oportunidad perdida si ahora no lo conseguimos, pero sigue habiendo miedo, como estamos viendo.

Sarashina dijo...

Yo la verdad, Joselu, no entiendo qué miedo se puede tener a los muertos. No consigo entenderlo, a no ser que se tema que salgan a relucir los esqueletos de la derecha, es decir, que estos son los cachorros del franquismo. Si yo tuviera un familiar en una cuneta, estaría más indignada aún con lo que está pasando.

Pues ya, supersalva, es lo que hay, que es para mí como tu frase "y todo lo demás", es decir, cuando se llega a un punto en que empiezas a verlo todo absurdo. Digo yo.

supersalvajuan dijo...

Lo absurdo es parar ahora. Las cosas que se empiezan, hay que acabarlas. Si no, siempre habrá un Vietnam, un Irak, un Afganistán, una Guerra Civil Española. O no.

Sarashina dijo...

Eso creo yo, supersalvajuan. Hay que cerrarlo todo, incluso las tumbas, pero cada una con su muerto dentro, con todas las lágrimas de los familiares, todos los recuerdos procesados y el duelo hecho. Si no, lo que tú dices. Siempre quedará. El horror.

Anónimo dijo...

No es miedo a los muertos, al menos a los muertos fusilados, torturados, desaparecidos... creo que es miedo de los vivos hijos de los muertos tortradores, asesinos y que efectaron las desapariciones. Ahora que todos "son demócratas", se les ponene los vellos de punta (o deberían).

Tu entrada Fuensanta, genial y clarificadora. Gracias.

Mameluco dijo...

Antes que todo decir a Supersalvajuan que bravo por el grupo conocido anteriormente como Garzón... a mi me gustan mucho "de" escucharlos.

Yo ya he hablado de esto suficiente en mi blog, lo que pasa que Fuensantica, a ti no se te meten demócratas que te recomiendas que leas a Pío Moa. ¿Es porque soy de pueblo y todos nos conocemos?

Y mañana 20-N. ¡Madre mía, madre mía!

Yo ya dí mi opinión en dichos post. Los muertos son huesos y trapos. La dignidad es la de los vivos. La Memoria la tenemos los que aún respiramos. Los muertos no hablan. Nosotros si.
Todos tenemos muertos o casi muertos (eso afortunadamente para muchos de los que estamos en el mundo). Algunos en las cunetas y otros... otros en los armarios. Y les da coraje que les señalen con el dedo.
Por eso siempre he tenido más "consideración" a los fachas, fachas que a los lobos con piel de cordero de partido que ustedes están pensando, porque ellos al menos, no esconden su bilis en pretextos de tiempos pasados.

A ver si hasta aquí no me persiguen...

Un abrazo de fraternidad para todos ustedes.

Anónimo dijo...

Qué forma tan original, elegante y delicada de plantear un asunto tan espinoso. Un placer y un lujo leerla.

Sarashina dijo...

Ernesto, creo que está dicho, que no es miedo a los muertos, como digo yo y tú reafirmas, sino precisamente a los esqueletos del armario, es decir, a que se sepa de una vez que la derecha española, como dice Mameluco, se ha cubierto con la piel de cordero, pero sigue siendo el mismo lobo de siempre. Este lobo no se ha convertido en cerdito, como en el cuento clásico. Sigue sabiendo cuáles son sus apellidos, pero como dice supersalvajuan, lo absurdo es detenerse aquí. Si se empieza se acaba.

Mameluco, ya sé lo que puede pasar. Y si entran a decir que leamos a Moa o cosas así, que lo hagan. A mí particularmente me da igual. Creo que, como siempre, estamos de acuerdo en lo principal. Y me encanta que me digas Fuensantica. No puedo explicártelo, pero es una delicia para mí.

Señor Anónimo, sí parece original acordarse de Antígona, pero es que desde el principio de todo esto me vino esa referencia la mente. Si es elegante o no, pues eso ya no lo sé. Sé al menos que es ético y honrado. Es lo que me importa. Un saludo muy cordial y gracias por su comentario.

Mobesse dijo...

Lacan habla de la doble muerte. Los muertos de la guerra, muertos están, pero no han muerto del todo; les falta la otra muerte, la simbólica, la social. Esta segunda muerte sigue en vilo. Bastó que Antigona esparciera un puñado de tierra sobre el cuerpo de Polínice para que el hermano muriera como mueren las personas.
Creo que no basta con que, a título personal los familiares entierren a sus muertos dignamente. Es necesario además que sea de una forma colectiva, nacional, como fue la locura que acabó con ellos, para que al fin descansen y descansemos todos, incluidos sus asesinos.
¿Quién será la nueva Antígona?

Cyd Charisse dijo...

En el pueblo donde vivo había una gran cruz de los caídos del bando nacional, claro. Estaba ahí, inmensa,ocupando un amplio espacio detrás de la iglesia. El anterior alcalde, del PP, decidió hacer caso a los que le pedían que la quitara de ahí... y lo hizo. Pero sólo porque le quitaba espacio para hacer una placita encima del enorme aparcamiento subterráneo que su amigo y socio, constructor como él, quería hacer para forrarse un poco más. El monumento está ahora en el cementerio. El constructor ha visto como una de sus empresas ha sido intervenida en el penúltimo escándalo urbanístico de esta Región.
¿Al final pondrá el tiempo todo en su sitio...?.
Ah, el ministro esta tarde nos ha pedido comprensión hacia Garzón.

Sarashina dijo...

Charisse, casos y cosas hay para todos los gustos cuando la norma no delimita lo que hay que hacer. Pero eso que dices demuestra que la derecha pasa por encima de los principios que dice defender o en los que se empecina, si están los intereses materiales por medio. Ya lo sabíamos.