29 noviembre 2008

A favor de los toros, en contra de la tauromaquia

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Acabo de descubrir con consternación que soy una tonta. Una perfecta tonta, de remate, del haba, más tonta que el que asó la manteca, más que Abundio. Que no soy más tonta porque no me entreno, y que si fuera a un concurso de tontas me quedaría la segunda por tonta.

Además, he descubierto con no menos preocupación que mi sensibilidad y exquisitez están a la altura de las atribuidas tradicionalmente a las gallinas ponedoras. Un desastre.

Me lo creo, me lo creo. Estoy convencida de que así es. Primero, porque al reclamo de unos grandes almacenes de aparatillos tecnológicos, no he acudido con verdadero interés de demostrar que yo no soy tonta. Y segundo, porque ya me lo ha confirmado taxativamente el Defensor del Pueblo, el señor Múgica, que de tontos sabe mucho, no sabemos por qué vía de experiencia, si familiar o de entorno general.

Es el caso que de ahora en adelante todos los que no nos saquemos una entrada, de palco, sol o sombra, según posibilidades, para ir a una corrida (de toros), somos unos tontos de capirote. Pues muy bien. Yo podría alegar que estoy a favor de los toros. Pues claro, estoy a favor de los toros, de que los dejemos en paz en algún parque temático o algo así, pero no puedo estar a favor de la tauromaquia.

Yo soy tan tonta que no sólo no me gustan las corridas (de toros), sino que además me repugnan y me revuelven el estómago. Añado que estoy en contra de cualquier tipo de tortura a un ser vivo, sea animalico del Señor, tenga las patas que tenga, o persona. Y más aún, si esa tortura se convierte en espectáculo público, con mucho arte y gracia, más en contra estoy. Si hay leyes contra los que ahorcan galgos, alguna cosa se tendrá que hacer con los que matan toros en público, después de clavarles rejones, marearlos y asustarlos. Y no digo nada, porque ya es lacerante, de otras prácticas ancestrales según las cuales es muy divertido y tradicional quemarlos vivos, atarlos y apalearlos, tirarlos por un barranco y otras lindezas.





Eso se llama tortura, no arte, ni cultura. No puede tener otro nombre. Eso degrada a todo un pueblo.

Tradición dicen que es. Pues vaya una tradición. También es tradición un montón de salvajadas que luchamos por erradicar, y también eran tradición los sacrificios humanos, por ejemplo. Pero no todas las tradiciones merecen ser salvadas y conservadas. No pueden ser preservadas aquellas que se basen en la crueldad y en el desprecio al dolor del otro. Porque yo considero también un “otro” al animal inocente.

Para mí, esta cruel y salvaje tradición pertenece a la España más negra y terrible. Pero es que yo soy una tonta integral sin sensibilidad, y no puedo entenderlo. Gracias, señor Múgica por poner las cosas en su sitio, por defendernos tan bien a los tontos de este país, que no tendría ninguna sensibilidad y exquisitez si no fuera porque usted está ahí para decirnos cómo tenemos que sentir ante un espectáculo degradante, cruel, salvaje, sí, pero exquisito, sensible, refinado, como la tauromaquia. ¿Qué tal si vamos pasando a las luchas de gladiadores? Son más exquisitas aún, y mucho más enraizadas en el pasado. Además, hay más sangre.



28 comentarios:

Fernando Manero dijo...

No sé si te he entendido bien, partiendo, como parto, de que no sólamente no eres tonta, sino una de las personas más lúcidas, agudas e interesantes que he descubierto en este universo blogosférico. Si la tontuna viene de las atribuciones que en este sentido hace el Sr. Múgica Herzog, de profesión sus incoherencias, a quienes no alcanzan cotas de placer incomensurable a la vista de un toro ensangrentado o si la cosa depende del criterio que en tal sentido plantean unos grandes almacenes, la conclusión está más clara que el agua del avellano: la inteligencia y la brillantez son inversamente proporcionales a las consideraciones que al respecto de los toros y las torturas que sobre ellos se cometen, realizan las gentes atontadas y embrutecidas con tamaña salvajada. Jamás he ido a una corrido de toros, y jamás iré. Mi postura en este tema ya le he dejado clara en los comentarios que hecho sobre el particular en mi blog a propósito del "Toro de la Vega" de Tordesillas y del "TOro Júbilo" de Medinaceli. No quiero hablar más de un asunto que me repugna. Pero lo que no estoy dispuesto de ningún modo es a aceptar esas alusiones autocríticas a tu nivel intelectual por el hecho de abominar de una barbarie, actitud que precisamente demuestra y pone de relieve todo lo contrario, es decir, te dignifica y es un respaldo inequívoco a tu sensibilidad y calidad intelectual. Que conste en acta a los efectos oportunos.

Mameluco dijo...

Siempre defiendo mi idea de que las dos Españas siguen existiendo.
Pero siempre digo que se juntan en el fútbol y en los toros.
La España inmortal, la España trágica, la España negra, siempre necesitará la sangre. Sangre de gallina degollada, de animal torturado, de cinegéticas batidas, de matanza de pueblo, de reyerta gitana.
La España maquillada que nos venden, como ya se ha visto, no es tan lozana. Es jaca negra y luna roja y ¡ay! que la muerte me espera antes de llegar a Córdoba.
Yo no se si seré tonto o listo porque no me gusten los toros. A lo mejor soy hasta cómplice, porque me los como en forma de rabo de toro, pero me temo que los que me como yo no han sido toreados y son de vaca tranquila y no de toro bravo.

Eso si. Me gusta tocar pasodobles, aunque hace mucho que no ejerzo. Eso no creo que sea malo.

supersalvajuan dijo...

Yo ni a favor ni en contra. Aunque el Maestro de Gramática decía que las tradiciones son modas envejecidas. O eso creo.

Sarashina dijo...

Amigo Fernando, yo debo de ser tonta por dos criterios: por el de los grandes almacenes y por el del señor Múgica. Pero mayormente por la parte de lo de los toros, porque me parece una de las mayores aberraciones que se cometen en este país, junto con otras muchas. Gracias por esas consideraciones hacia mi persona, que no creo merecidas, pero siento decirte que de aquí en adelante, el que nos tiene que defender de los abusos del poder -es un decir- nos tiene clasificados cuidadosamente, según aceptemos la tortura pública de animales o no la aceptemos. Yo fui a los siete años a una corrida de toros y mi padre, que no era aficionado, pero que fue porque le habían regalado las entradas,se tuvo que ir de allí, conmigo llorando como una magdalena. Entonces no se pensaba tanto en los niños. Esto lo contaba el hombre como algo propio de mi persona y creo que en el fondo le agradaba. Volví a los veinte años y juré que no volvería nunca más, que aquello no era normal ni sano. Ahora soy antitaurina convencida, y hasta beligerante, hasta el punto en que yo puedo serlo por mi carácter.

Mameluco, amigo, te sale el andaluz por todas partes. Yo creo que no es una cuestión de las dos Españas, sino de la verdadera sensibilidad. Que te los comas es una cosa, y torturarlos ritualmente es otra.

Sarashina dijo...

Mameluco, tampoco es malo tocar pasodobles. Eso sí es cultura popular, y el gusto que da ver a la gente bailar en las verbenas.

Supersalvajuan, alguna vez hay que sentar los principios, poner unos tablachos y decir por aquí no paso. Esto no es una moda envejecida, sino un síntoma de ciertas características no deseables de nuestro país. No sé qué pasa con la edad, que tiene unas contradicciones muy raras, porque por una parte se hacen las personas más tolerantes y tranquilas, quizá más distanciadas, pero al mismo tiempo lo que se tiene claro, se tiene clarisimo y se defiende con fuerza.

Anónimo dijo...

Te equivocas, Clares, LOS TOROS, la Tauromaquia, La Fiesta Nacional, en suma, es una tradición típicamente española, lo que nos identifica como pueblo. Está firmemente arraigado en nuestra historia más profunda.
No es verdad que los toros sufran, no les pasa nada, han nacido para eso, para morir en la plaza. Si se acabasen las corridas, esa raza desaparecería. Además se mantiene el ecosistema de las dehesas, que de otra manera no existirían.
Por otro lado la Fiesta (los Toros) generan mucha riqueza, dan trabajo a mucha gente. Qué iban a hacer los pobres ganaderos, veterinarios, mayorales, trabajadores de oficios diversos que viven de La Fiesta. Los propios toreros, sus apoderados, los modistos que confeccionan sus trajes, el personal de las plazas de toros… Esto hay que mantenerlo, cueste lo que cueste.

Perdón… perdón… es que me estaba acordando que hace unos días estuvimos a ver al Defensor de Los Toros, perdón, del Pueblo, a entregarle una carta contra el canon en las bibliotecas y salí un poco trastornao al respirar ese ambiente tan taurino y ¡tan español! que había en su despacho.
Desde luego que no comparto nada de lo que pone al principio. Mi peluquero, firme defensor de la ¿Fiesta? lo sabe. Y todos los que me conocen, también. Era una pequeña broma.
Claro que los toros sufren, y mucho. Hace poco vi un reportaje sobre las curas que le hacían a un toro “indultado” y era estremecedor ver como temblaba el pobre animal cuando le hacían las curas.
No se puede mantener un espectáculo a costa del sufrimiento de un pobre animal.
La tortura no es arte ni cultura.

Sarashina dijo...

Jope, Eusebio, qué susto me has dado. Ya estaba preparando los argumentos para excusarte, porque pienso que una debilidad la tiene cualquiera, pero es que no me lo podía creer. ¿Tiene la misma sensibilidad el defensor del Pueblo para las bibliotecas que para los toros? Me acuerdo ahora de la frase aquella de Fernando VII, que iba a cerrar las universidades para abrir escuelas de tauromaquia. Este Múgica debe de ser de esa rama.

entrenomadas dijo...

SOY LA MÁS TONTA DEL MUNDO.
Y también la más rebotada después de leer al estúpido de Múgica.

Gracias, Fuensanta por tu comentario y gracias porque adoro estar en compañía de tontas como tú.
Qué asco que se ignore la crueldad de ese modo.

Un beso,

M


PD:En unos días haré una selección de los post que hablan sobre esto.

Sarashina dijo...

Encantada de conocerte, porque a mi también me gusta esta tontuna y esta falta de sensibilidad soberana que nos caracteriza a las personas antitaurinas. Cada vez seremos más. Gracias por tu visita y tu comentario.

entrenomadas dijo...

Ay, se me olvida, sigo tu sugerencia y he subido la foto, además de citarte en el texto.
Hay pocas cosas de las que estoy convencida, una de ellas es del horror de la tauromaquia, del asco que me da y el dolor que me produce.
Vivo a pocos metros de una Plaza de tortura y mi familia ha sido taurina, ya no lo es.
Prueba de que todos avanzamos, excepto el supuesto Defensor del pueblo.

M

Anónimo dijo...

Hay cosas que llaman tradiciones y que realmente son grandes rocas atadas al cuello de un pueblo. No le dejan avanzar, le ahogan y le arrastran al fondo.

Anónimo dijo...

Hola Fuensanta.
He leído tu comentario en el blog Entrenómadas y he decidido pasarme por aquí para ver tu entrada. Está estupenda, (de hecho, llevo un rato curioseando por la portad de tu blog y todo lo que he visto me ha gustado bastante). Me alegra ver que cada vez somos más los que nos declaramos tontos.
Saludos.
Rosa.

Sarashina dijo...

Gracias, Markos, por tu comentario, que me agrada por lo que tiene de atención y porque das en el clavo del significado de ciertas tradiciones. No es cultura la tortura, desde luego. Y si es tradición, pues no es de las de mantener. Mira, la ablación de clítoris es mucha tradición, pero ¿queremos que se mantenga? Qué horror. Cultura, los pasodobles, como dice Mameluco.

Rosa, cuánto me alegro de que te haya gustado. Podemos fundar un club de tontos. Hay muchos clubs taurinos por España, así que podemos contrarrestarlos con clubs de tontos antitaurinos. Y el Múgica, si tanto le gusta la cosa, que se haga torero.

Anónimo dijo...

Pues yo debo de ser la tonta más tonta de todas las tontas porque ni siquiera soy capaz de mirar las fotos de esos toros sangrando y voy dándole al ratón para poder leer sin tener que verlas.

Nos olvidamos de las vacas.
Las vacas también son torturadas. La tortura del toro es aguda, la de la vaca es crónica.
La vida del toro no es tan mala, lo peor es su final. La vida de la vaca es una pena. Algunas nunca salen de entre las cuatro paredes del establo, jamás pisan verde, se alimentan de pienso sin pensar (y nos asombra que se vuelvan locas), les hacen dar leche durante todos los días de su vida, las engordan para que den buenos chuletones y por no conocer ni conocen varón…, se quedan preñadas por una mierda de inseminación artificial y mientras el granjero se frota las manos, les arrebatan a sus hijos para llevárselos al mercado o al matadero.
Las vacas, me refiero a las modernas, nadie las quiere, nada tienen que ver con la cultura, ni la tradición, ni el arte. Sólo con la economía.
Quizás la tortura del toro se acabe cuando el ser humano sea más humano (o más animal, según se mire). Pero la tortura de la vaca va para largo, porque comer hay que seguir comiendo y producir hay que seguir produciendo.
No quiero ser toro, no. Ni vaca, ni torera, ni granjera, ni público en ninguna puñetera corrida, ni tampoco como el señor Múuuuuuuuuuuugica.

Sarashina dijo...

Matapollos, eres un hacha, una flecha certera, me encanta tenerte de amiga cibernética. No sé por qué supongo que eres mujer, algún rastro habrás dejado en ese sentido, o tu voz suena así, no sé. El caso es que la explotación industrial de los animales es otro punto sangrante en nuestra sociedad. Desde hace cuatro años no como carne, no me da la gana, no puedo apoyar con mi alimentación, que se puede llevar a cabo con vegetales y derivados, a una industria que explota, masacra y tortura animales. Hay muchas más razones para mi decisión, pero esta es la principal. No veo tan mal la crianza particular, como hacen personas de mi entorno, que siguen métodos tradicionales de crianza de pollos, por ejemplo, o cerdos, y luego los matan con sus propias manos para alimentarse. Yo no podría matar, pero si ellos pueden, no se lo censuro. Juré que nunca comería nada que no pudiera yo matar con mis propias manos. Ahora bien, es un convencimiento personal. Que quede claro que no estoy en contra de los carnívoros, ni mucho menos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Clares.
Has acertado, soy vaquilla. Y acabo de darme cuenta de lo feo que queda llamarse Matapollos.
Me encanta tu decisión de no comer nada que no puedas matar con tus manos. Seguro que si fuese obligatorio muchos carnívoros, yo la primera, nos haríamos vegetarianos como tú.
Nunca entenderé a quienes disfrutan con el sufrimiento y menos aún el insulto contra los que no compartimos esa cruel afición.

La del Planeta dijo...

Pues yo debo ser tonta desde niña, soy antitaurina desde que tengo uso de razón. Me averguenza que a ese deplorable espectáculo se le llame fiesta nacional.
En cuanto a lo que comentais de la explotación animal... ese es otro tema bastante recio, que merece otro post de Fuensanta. Yo aún no he dado el salto al vegetarianismo, pero es escalofriante ver como maltratan a los animales que llegan a nuestros frigoríficos. Exiten documentales muy interesantes y duros al respecto.

Sarashina dijo...

jajajaja, matapollos no es un mal apodo en la red, es muy gracioso. Lo que me da rabia es que no tengas un blog donde conocerte mejor... aunque, quién sabe, la red es muy misteriosa y a lo mejor hasta nos conocemos. Sin embargo, me gusta así, en este espacio, que es mi pequeña casa ciber y de toda la gente que me visita y deja sus comentarios.
Pues sí, a ti y a la del Planeta, que tampoco es mal nombre, os prometo un día de estos una entrada sobre mi historia vegetariana, que traerá debate, seguro.
un abrazo a las dos

Ramón de Mielina dijo...

Puffffffffffffffff... me ha costado ver estas fotos, las he visto sin atención y pasando rápido, de hecho abro tu blog en una mini ventana para no verlas!!! No me gustan las corridas de toros, no soy capaz de ver cómo les matan. No me parece bonito.

Sarashina dijo...

Bueno, Ramón, hay que echarle valor a las realidía quades. Tu repugnancia es pura sensibilidad. Yo desde los siete años sabía que era un puro disparate. No te preocupes, que dentro de nada estará tapada esa terrible entrada. Pero te comprendo perfectamente, a mí también me dan angustia.

Pilar M Clares dijo...

Qué horror que sigamos en éstas.
¿Habrá arreglo para la humanidad?

Leandro dijo...

El problema de comer sólo lo que uno es capaz de matar con sus propias manos es ¿qué hago luego con ese tipo que me está poniendo tan nervioso?

Sarashina dijo...

jajaja, Leandro. Esa fue la principal razón de convertirme en vegetariana. Es un verdadero engorro. Y mira que me quedo muchas veces con las ganas de ser antropófaga.

Anónimo dijo...

Que dolor, verdad. Aca en mi país, la tradicion del Rodeo, causa de igual modo un sufrimiento que es vitoreado por el pueblo enardecido, por un pueblo cegado, ennegrecido de lujuria; perdidos entre palabras que hablan de tradición, de chilenidad y de fiesta...
Un dolor, la verdad.

OrdennegrO

Sarashina dijo...

Bienvenido a mi blog, ordennegro. He pasado por el tuyo, he leído y me ha gustado, pero me siento incapaz de comentar la poesía si no es con mucho tiempo para pensar. Lo haré en cualquier momento, te lo aseguro.
Pues sí, esa debe de ser una bonita herencia que dejaron los españoles, creo yo. No me veo a los araucarios toreando. Anda que la hicimos buena. Mis excusas.

Cyd Charisse dijo...

Uf, no había visto todavía esta entrada y al contemplar las fotos de los toros, ha subido varios enteros mi acides...
A mí tampoco me gustan los toros, aunque mi repugnancia nació no tanto por compasión hacia los animales sino los traumas que me produjo en mi niñez la asistencia a las plazas de toros. No fueron muchas las ocasiones, creo que sólo tres, pero bastaron para echarme de ellas para siempre. Una fue para el espectáculo del bombero torero, del que mejor no hablar... la otra fue en la plaza de toros de Murcia donde unos niños se dedicaron a escupirnos desde la grada superior y la tercera, en una plaza portátil de Torre Pacheco. Debió ser una novillada, pero se me quedó clavado el miedo de un joven 'matador' que fue incapaz de matar al animalico, por lo que un espontáneo se tiró al ruedo y remató la faena, ante el entusiasmo del público. La imagen del pobre chico chorrando detrás del albero por su fracaso me ha perseguido toda la vida. Por eso detesto las corridas de toros, además de la compasión por la tortura que sufren los pobres animales.
Cuando veo en los periódicos las crónicas 'sociales' sobre estos eventos, se me revuelve el estómago... con el trabajo que a mí me cuesta colocar un reportaje cultural y el espacio que le dan a la mal llamada 'fiesta nacional'.

Cyd Charisse dijo...

Quería decir que el chico estaba llorando, claro... perdón por el lapsus...

Sarashina dijo...

Ya me imaginaba que querías decir llorando... el teclado tiene sus duendes. Te comprendo perfectamente, esas imágenes habrían bastado para convertir a una persona sensible en antitaurina. Lo que cuentas del chico novillero es muy fuerte. Pobre hijo. Lo de las fotos es terrible, las encontré en
Derecho animal, dudé si subirlas, pero al fin pensé que hay ya demasiadas fotos estilizadas, ponderativas de la llamada "fiesta", así que no vendría mal un golpe de realidad. Tendría que haber añadido otras terribles de toreros, que no todos son José Tomás, ni mucho menos, así que dan idea de la cutrería y del dolor de la corrida. Un abrazo.